Declaración del Jefe de la Delegación del Gobierno en la Mesa de Conversaciones, Humberto de La Calle
En todos los procesos de paz -tanto los que se dieron aquí en Colombia como los que se han realizado en otras naciones- hay un elemento común: la transformación en movimiento político legal de los antiguos alzados en armas.
De eso se trata: Que imperen las ideas, no las armas.
Cómo abrir un camino para que las FARC se transformen en un movimiento político y se inserten en la democracia con el pleno ejercicio de sus derechos, pero también de sus deberes.
La que empieza hoy, será una discusión en torno a la organización considerada como un todo, no a las personas o casos individuales.
Soy más explícito, una discusión sobre la creación de un movimiento político y no sobre las personas que saldrán a la política, que es un tema que deberá ser tratado con posterioridad.
Sabemos que en 1991 se ampliaron en profundidad las garantías para el ejercicio de la democracia dentro del Estado social de derecho. Ese es nuestro punto de partida, en el 91 hubo una gran apertura política, vamos a trabajar sobre lo construido.
El problema no está en la Constitución, sino en aprovechar los espacios de participación que se abrieron en ese momento.
¿Qué es lo que vamos a discutir?:
De conformidad con el Acuerdo General ya suscrito, vamos a dialogar en primer lugar sobre las garantías efectivas para la oposición, en especial para los nuevos movimientos que surjan de este proceso. No podemos permitir de ninguna manera que se repita lo sucedido con la Unión Patriótica.
En segundo lugar, la participación ciudadana. La fase de construcción de la paz va a necesitar el aporte de todos para alcanzar las metas y los propósitos que nos fijamos en este acuerdo. Queremos vigorizar la participación de las comunidades locales en sus asuntos más próximos.
Tercero, la promoción de una mayor participación en la democracia con garantías e igualdad de condiciones. Los ciudadanos deben convertirse en sujetos activos de la política.
Y siempre hay que volver sobre el principio esencial de que nada está acordado hasta que todo lo esté.
Esto quiere decir que estos acuerdos, los de participación política, los del tema agrario, y los que vienen sobre otros asuntos cruciales como víctimas, dejación de armas, garantías de seguridad o justicia, solo se aplicarán cuando haya un acuerdo integral para ponerle fin al conflicto.
Si no va todo en conjunto, incluidas por supuesto las garantías del Estado para el nuevo movimiento que surja de este proceso, no va nada.
Lo que hoy empezamos a conversar es crucial en este proceso porque habla de algo esencial: la paz no permite combinar política y armas.
El propósito final del punto que iniciamos hoy, así como de estas conversaciones en La Habana, es la terminación del conflicto. No más violencia. No más sangre.
Es oportuno reiterar una vez más que cuando finalicemos la discusión de los seis puntos de la Agenda y tengamos un acuerdo general, este será sometido a la refrendación de los colombianos.
Igualmente, las conversaciones sobre este punto deben ser articuladas con los partidos actualmente reconocidos.
En ese momento todos conocerán íntegramente el acuerdo que debe marcar el fin del conflicto y podrán pronunciarse sobre él, después de una amplia discusión ciudadana.
Percibimos un creciente apoyo de los colombianos a este proceso. Para incrementarlo, tenemos que producir resultados. Es la sociedad la que lo exige. No se trata de un capricho del gobierno ni de un deseo de presionar o de fastidiar a nuestra contraparte.
Y también tenemos que concentrarnos en la Agenda si queremos que este proceso tenga éxito. No debemos distraernos en propuestas que poco contribuyen a la claridad como ocurre con la supuesta prolongación del período los elegidos, eso no va, una constituyente no va.
Además del creciente apoyo nacional, hemos registrado complacidos el significativo respaldo que ha recibido este proceso de conversaciones por parte de varios países y organismos internacionales, particularmente a propósito del acuerdo logrado en el tema agrario.
La comunidad internacional tiene confianza en la democracia colombiana y espera resultados positivos de estos diálogos.
Y de nuevo queremos resaltar el importante papel que cumplen los países garantes, Cuba y Noruega, así como los acompañantes Venezuela y Chile, en propiciar un clima de confianza entre las partes.
Gracias a ellos por su invaluable contribución a Colombia.
Somos conscientes de que el acuerdo que quieren los colombianos es uno que haga el país más próspero y seguro.
Es lo que estamos buscando con estas conversaciones que deben llevarnos al fin del conflicto y al fortalecimiento de nuestra democracia, la cual ha probado ser una de las más estables de América Latina.
Muchas gracias.