Pedagogía y habilidades para la paz y la vida

DESAYUNO DE PAZ No. 33

Invitado: Julián de Zubiría, pedagogo, Rector del Instituto Merani

Tema: Pedagogía y habilidades para la paz y la vida

26 de septiembre de 2015

Julián de Zubiría nos habló de pedagogía, del sistema educativo, de sus debilidades y sus implicaciones en la sociedad del futuro. Nos cuenta que hace 30 años decidió trabajar una nueva forma de enseñar, con un currículo diferente, diferentes criterios y formas de evaluar. El Ministerio de Educación no estuvo de acuerdo, pero desarrolló su propuesta.

La idea fuerza de Julián es que el sistema educativo se centra en la trasmisión de información, y no en la formación de los estudiantes para vivir en sociedad. Es decir, se crean dos realidades, una que se vive en la vida diaria y otra en la escuela. Tampoco se les capacita para argumentar, contradecir y ser críticos. Según el antiguo proverbio, se les da un pescado (información), pero no se les enseña a pescar (pensar). La educación está mal concebida. Para ilustrar sus críticas, Julián hace referencia a “The Wall” de Pink Floyd. El sistema educativo ha fracasado rotundamente. Esto se evidencia actualmente en que en Colombia sólo 3 de cada 1000 jóvenes de 15 años entienden lo que leen. 50% tienen a los 17 años el nivel de lectura de niños de seis. No se puede desarrollar competencias para la vida si no se desarrollan habilidades básicas como la lectura.

Adicionalmente, no hay articulación entre los profesores de las escuelas, ni entre las instituciones de educación media y superior, lo que lleva a que no se forme a los estudiantes de manera coherente y unificada. Sin embargo, rescata la educación inicial, hasta los 5 años, dado que hasta ese momento no ha empezado la trasmisión de información.

Respecto a la guerra, dijo que ésta siempre degrada la vida humana. Pero cuando dura tanto como en Colombia, la guerra tiene un impacto mucho más grande; permea todas les estructuras del Gobierno, las instituciones y la sociedad. Un ejemplo de ello es el lenguaje que se maneja en la educación: expresiones como “concentración escolar”, “bandas de guerra” o “desertores  escolares” (los que salen del sistema) son términos bélicos, agresivos. Y el lenguaje de la izquierda es igual de intolerante que el de la derecha.

Asimismo, se ha fracturado el tejido social en Colombia; ya no se confía en el otro. La cultura mafiosa al estilo de “el vivo vive del bobo” se ha establecido en el corazón de la sociedad. La estructura valorativa de las personas se ha visto trastocada. Y es aquí donde se ve la importancia de la educación, ya que el problema no son ni los ex combatientes, ni los combatientes, sino toda la sociedad, que se ha llenado de odio y desconfianza.

Hay que cambiar el modelo educativo – y el sentido mismo de la educación que se imparte actualmente. Pero a corto o mediano plazo es muy difícil de llevar a cabo esa transformación en el plano institucional. Asimismo, es muy largo el tiempo necesario para romper las estructuras que la guerra ha creado en la sociedad colombiana. Tomará décadas transformar las estructuras valorativas generadas por la guerra.

Ante la pregunta sobre qué se está haciendo bien en educación, Julián dice que se ha mejorado la cobertura, y que se está tendiendo a pensar más en la integralidad y en formar en competencias ciudadanas. Menciona el programa de “maestros formando maestros” que implantó Abel Rodríguez cuando fue Secretario de Educación aunque el actual secretario no lo continuó. Considera que es muy buena la Ley General de Educación, que creó el Proyecto Educativo Institucional; piensa que se debe volver a este modelo, dándoles autonomía y acompañamiento a los colegios.

Es necesario replantear la formación de los docentes, aunque esto es sólo una parte; se requiere reformar el sistema educativo, y sacar la educación pública de la pobreza. El sistema actual agrava la inequidad, pues marca grandes diferencias en las oportunidades dependiendo de la calidad de educación según el colegio al que se tenga acceso.

Para Julián la idea de Rodeemos el Diálogo es muy profunda. Hay que continuar con ella, poner personas diferentes a dialogar; y para lograr mayor impacto, llegar al corazón de la gente, buscar no sólo transmitir ideas sino emociones, a través de actos simbólicos. Esto es lo que hacen con mucha eficacia las voces que se oponen al proceso de paz.

La Cátedra para la Paz como está concebida actualmente es una idea floja, tradicional. Lo que no implica que la educación para la paz sea un caso perdido: para Julián – y aquí hubo consenso – la educación para la paz debe desarrollar competencias cognitivas, valorativas y prácticas; habilidades transversales básicas para vivir, pensar y comunicarse, para conocerse y conocer al otro, para vivir con tolerancia… es decir, para ser más humanos, de forma tal que pueda crearse un futuro diferente. Se debe privilegiar el ser por encima del saber y convertir la paz en una competencia transversal. Y es que, tal como lo manifestó, “Las guerras nacen en la mente de los hombres, entonces la paz también. Si construimos esta sociedad, también podemos construir otra”.

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