DESAYUNO DE PAZ No. 35
Invitada: Nancy Fiallo Araque, Corporación Reiniciar, Mujeres por la Paz
Tema: El papel de las mujeres en la construcción de paz
10 de octubre de 2015
En la ronda inicial, los asistentes formularon diversas inquietudes, entre ellas la relevancia de los mecanismos para la participación de las mujeres en los diálogos de La Habana, la participación de las mujeres excombatientes en la construcción de paz, y cómo hacer una mejor pedagogía para la paz.
En su presentación, Nancy Fiallo se refirió a su libro “Herencia de Paz”, que relata cien historias de vida de personas asesinadas y desaparecidas por ser figuras de poder local en diversas regiones del país. Nancy hizo un recuento de su experiencia como jurista y defensora de derechos humanos en los juicios en el marco del proceso de Justicia y Paz, como ilustración de los retos que presenta el nuevo acuerdo de Justicia Transicional. Espera que las víctimas tengan voz dentro de estos nuevos mecanismos establecidos, pues recuerda que en Justicia y Paz las víctimas no fueron escuchadas y fueron la Fiscalía y los victimarios los que hablaron. Señala el papel fundamental de las organizaciones de derechos humanos, pues son estas organizaciones las que van a contradecir las verdades establecidas por los victimarios. Así mismo, con relación a la Comisión de la Verdad planteada por los nuevos acuerdos, se habló de los diferentes riesgos a los que se exponen los defensores de derechos humanos en estos espacios. Surgieron preguntas en torno a cómo se va a manejar el término de “verdad” y el tema de la seguridad de los defensores de derechos humanos y de las mismas víctimas. Nancy recalcó que en el país le tenemos más miedo a la verdad que a la propia justicia, puesto que esta última no ha funcionado adecuadamente. La verdad ha desencadenado asesinatos y amenazas en muchos de los casos de Justicia y Paz. En sus palabras, “hay miedo a la verdad porque cuando la gente empiece a hablar la verdad, se van a generar muchos retos para toda la sociedad”. Pero hay que buscar a los determinadores de los crímenes.
Otro tema importante fue lo beneficioso o peligroso que pueda resultar que no se haya establecido una duración específica para el Tribunal para la Paz. Nancy opina que el hecho de que el tribunal quede abierto indefinidamente lo puede desgastar, contrariamente a la Comisión de la Verdad, que tiene un límite de tres años. Otros asistentes, sin embargo, argumentaron que el Tribunal no debe tener plazos. Sin embargo, hubo acuerdo en cuanto a que los defensores de las víctimas tienen un papel fundamental en este Tribunal, pues deben hacer entender a las víctimas su importancia dentro de estos mecanismos de justicia transicional y dentro de la Comisión de la Verdad. Nancy hizo hincapié en que los defensores en la mayoría de los casos están defendiendo el debido proceso y no los crímenes ni a los perpetradores como tal, y mencionó los riesgos que esa defensa genera para ellos; hay persecución de defensores. Así mismo, manifestó que el reciente acuerdo es un gran paso en el tema de justicia y abre espacio a la participación de diferentes organizaciones.
Hubo consenso entre los participantes en cuanto a la importancia de establecer y fortalecer los vasos comunicantes entre la Comisión de Verdad y la Jurisdicción para la paz. Nancy manifestó que en Colombia no apreciamos el sistema judicial, ya que a pesar de los problemas el Estado ha hecho un gran esfuerzo. Esto demuestra los enormes retos en torno a la función de los mecanismos de justicia transicional acordados y a los vasos comunicantes que se deben establecer entre ellos.
En cuanto al tema de las mujeres, Nancy hizo un recuento de cómo en los juicios de Justicia y Paz no se reconocieron ni la violencia sexual ni el reclutamiento, crímenes ocultados por muchos paramilitares. Así mismo, dio cuenta de cómo de las 33 sentencias sólo 3 cobijan a mujeres. Mencionó que en todas las masacres cometidas hubo mujeres violadas, aunque esto no se haya querido reconocer. En suma, no hubo transversalidad de género, ni voz de las mujeres en el proceso. Sin embargo, no se debe pasar por alto que se han producido masacres y actos de guerra comandados y dirigidos por mujeres, lo que también es un tema delicado de tratar.
Entrando en el proceso de paz actual y en el rol de las mujeres en éste, se mencionó que se ha visto un avance considerable. Cuando inició el proceso causó preocupación que todos los negociadores fueran hombres. Sin embargo, el nacimiento de la Comisión de Género fue un paso muy importante, novedoso y revolucionario en comparación con muchos procesos de paz a nivel mundial. Se mencionó que, no obstante este avance, las mujeres no han tenido una voz lo suficientemente fuerte, pues los de mayor mando en las negociaciones son hombres. Además, el sistema establecido no da a las mujeres una voz importante.
Sin embargo, al observar la evolución de los acuerdos logrados hasta ahora, se ve cómo en el primer acuerdo, sobre desarrollo rural integral, no se habla en ningún punto de las mujeres, mientras que en el segundo (participación política) y en el tercer acuerdo (cultivos ilícitos) ya se empiezan a incorporar sugerencias sobre el tema de mujeres. No obstante, algunos asistentes señalaron que en la subcomisión de justicia no participaron mujeres. Los asistentes estuvieron de acuerdo en recalcar que estos procesos tienen que tener en cuenta la transversalidad de género como punto fundamental. Es fundamental así mismo que en los mecanismos de justicia transicional establecidos se abra un espacio para las declaraciones de las mujeres y se tenga en cuenta lo que les ha sucedido a ellas, por ser mujeres, y no sólo lo que les sucede a sus esposos o hijos.
En general en el desayuno hubo consenso sobre la importancia de reconocer los esfuerzos de incluir la transversalidad de género como parte del proceso de paz actual, en comparación con la experiencia de Justicia y Paz. Esto en el marco de una gran conclusión, que es la importancia de reconocer la voz de las víctimas como sujetos políticos y trabajar fuertemente en los procesos de duelo para entender el daño ocurrido desde una dimensión colectiva.