Desayuno de Paz No. 41 sobre prisioneros políticos y proceso de paz
Invitados: Andrés y Mauricio*
28 de noviembre 2015
Este desayuno tuvo como tema principal las perspectivas de los prisioneros políticos y de las organizaciones que trabajaban (con y por ellos) sobre el proceso de paz y los diálogos en La Habana, Cuba. En el encuentro entre Andrés y Mauricio y los asistentes se debatieron temas como (1) la problemática de sometimiento y denigración de los prisioneros en las cárceles colombianas; (2) la presencia de guerrilleros de las FARC y de otros grupos en estos lugares así como sus implicaciones para la paz; (3) los montajes judiciales que sirven para silenciar a los líderes de oposición y desarticular las disidencias, y (4) el rol de los medios de comunicación en la propagación de condenas morales y de justicia pública. Esta relatoría se divide en dos partes. En primer lugar, se presentará la experiencia de Andrés, miembro de una organización de prisioneros políticos en Colombia. Y, en segundo lugar, se dará cuenta de la experiencia personal de Mauricio, quien hace varios años atrás fue víctima de un montaje judicial convirtiéndose en un prisionero político.
Parte I
Andrés se acerca a las organizaciones de prisioneros políticos por su interés en el tema. Antes de brindar su perspectiva sobre el proceso de paz desde la mirada de los prisioneros políticos, Andrés definió el concepto. “Prisioneros políticos” son todas aquellas personas que por su accionar como miembros de grupos insurgentes o de disidencias, por su rol como líderes de oposición, y por hacer parte de montajes judiciales, llegan a las cárceles colombianas por delitos vagos y supuestamente conexos.
Hoy en día no se tienen cifras exactas de cuántos prisioneros políticos existen en Colombia. Esto, puesto que el Estado colombiano niega sistemáticamente su existencia. Por ejemplo, varios prisioneros políticos son condenados por delitos de rebelión que se suman a otra serie de delitos como terrorismo, concierto para delinquir e intento de homicidio. El propósito de esto es añadir varios años de cárcel a las condenas y lograr cadenas perpetúas de facto. Esto muestra la ambigüedad y la falta de definición de los delitos políticos en Colombia, y la forma en que el Estado acude a ellos para reprimir y silenciar la protesta social.
Andrés sostiene que la problematización del delito político en Colombia es clave en el proceso de paz. Si el equipo negociador está contemplando la posibilidad de otorgar indultos y amnistías a presos de las FARC, la salida lógica es que haya una liberación de prisioneros de ambos bandos: por parte del Estado y también por parte de los grupos guerrilleros. De igual manera, debe reflexionarse sobre el destino de los prisioneros políticos que no son parte de las FARC una vez firmado el acuerdo. Asimismo, es importante discutir sobre el futuro del delito político en la coyuntura del posconflicto. También es deber del Estado replantear su política carcelaria y tomar medidas para los abusos que los abusos que tienen lugar en las cárceles no se sigan repitiendo.
Parte II
Mauricio fue víctima de los montajes judiciales del Estado y fue prisionero político en la cárcel La Modelo. Este fue capturado en abril del 2009 por un supuesto atentado contra el ex Fiscal Mario Iguarán. La acusación estuvo justificada en la supuesta pertenencia de Mauricio a las FARC y por conjeturas sobre su posesión de explosivos, mapas y otros elementos que iban a utilizarse en el supuesto atentado. Junto a él fueron detenidos su compañera así como otros familiares cercanos. “Hay cosas en que este país que están mal, realmente muy mal”, dijo Mauricio cuando empezó a relatar su propia historia.
Cuando Mauricio llegó a la cárcel, los guardias y los detectives asignados al caso le decían que estaba en una celda “especial”. “Este es el que iba a matar al jefe”, le decían mientras estaba detenido refiriéndose a Iguarán. Los medios de comunicación también difundieron información sobre el plan de atentado que estaban organizando Mauricio y su familia a nombre de las FARC. Es así que ellos se convirtieron en el centro de difamaciones y juzgamientos públicos liderados por estrategias de desinformación de los medios de comunicación en Colombia.
El fiscal encargado del caso, más tarde estuvo acusado públicamente por corrupción y por su experticia en el montaje de “falsos positivos” judiciales, sobre todo, por la manipulación de pruebas en el caso del profesor Miguel Ángel Beltrán de la Universidad Nacional del Colombia. Por esta razón, Mauricio y su familia que eran militantes del Partido Comunista, se presentaron como víctimas propicias para un montaje de este tipo. Entonces Mauricio junto a su familia, se convirtió en un prisionero político más que habitaría en las cárceles del país.
El abogado David Albarracín asumió la defensa de Mauricio. No obstante, fue tal la sumatoria de delitos con los cuales fue acusado Mauricio que el abogado recomendó que aceptara uno de ellos, el cual equivalía a la menor condena: el de rebelión. Su compañera y su familia fueron acusadas por el mismo delito.
Cuando Mauricio aceptó el cargo de rebelión la Fiscalía decidió dejarlo en libertad por no considerarlo un peligro para la sociedad. Su formación académica como politólogo le permitió alcanzar esa libertad. Sin embargo, su compañera sí fue condenada por este delito y pagó un total de cuatro años de cárcel. Las autoridades judiciales y carcelarias llegaron al punto de querer desbaratar la unión de Mauricio y su compañera trasladando a esta última a una cárcel de Cúcuta. Mauricio solo podía visitarla una vez al mes.
Mauricio dice que las cárceles son lugares hostiles donde prima y persiste el delito. “Las cárceles son radiografías de la sociedad colombiana y si esto no se analiza detenidamente pueden haber conflictos mucho peores de los que tenemos hoy”, afirmó.
En las cárceles existen grupos de prisioneros políticos que se diferencian de otro tipo de presos. Los primeros tienen ciertas normas éticas de convivencia con otros grupos que pasan por principios como la honestidad y el no daño. Al mismo tiempo, los grupos de prisioneros políticos toman acciones para promover la lectura en otros prisioneros e impulsar diálogos respetuosos entre guerrilleros, opositores y paramilitares. Incluso, Mauricio llegó a ayudar a varios prisioneros con la escritura de cartas de derechos de petición. Gracias a esto, llegó a consolidar relaciones cordiales con antiguos paramilitares.
Preguntas de los asistentes
Los asistentes al desayuno hicieron varias preguntas en relación con la problemática de los prisioneros políticos en las cárceles y las experiencias puntuales de Mauricio cuando salió de la cárcel, así como su vivencia en la libertad. Varios asistentes también preguntaron sobre la articulación de los prisioneros políticos y otros movimientos sociales. Preguntaron por lo que podía hacer ReD para solidarizarse con ellos y promover iniciativas para lograr la paz. Los invitados también recibieron inquietudes sobre cómo hacer pedagogía de paz dentro de las cárceles.
En primer lugar, Mauricio contó a los asistentes que su experiencia al salir de la cárcel fue confusa y dolorosa. Como los prisioneros viven en condiciones de marginalidad, violencia y encierro, su cuerpo experimentó molestias. Mauricio tuvo nervios, distorsiones en las ideas, e intolerancia a los espacios muy abiertos y concurridos tales como parques y centros comerciales.
En segundo lugar, los invitados resaltaron que hoy en día los grupos de prisioneros políticos han logrado demasiadas cosas. La articulación de éstos a otros movimientos sociales en Colombia es, precisamente, uno de esos primeros logros. Los invitados afirmaron que cualquier acción de apoyo y colaboración política era bienvenida.
Finalmente, los invitados expresaron que los prisioneros políticos tienen grupos organizados dentro de las cárceles donde se debaten temas vinculados con la paz. En dichos grupos se debate colectivamente sobre su situación cuando se hayan establecido los acuerdos y sobre el impacto de la implementación de las políticas del posconflicto en ellos. De este modo, se crean procesos pedagógicos para la paz en las cárceles. Empero, las iniciativas pedagógicas no sólo deben incluir a los prisioneros políticos sino también a la sociedad colombiana. Es necesario que la sociedad vaya a las cárceles, que tome conciencia sobre las injusticias que se viven allí y que, con base a ello, se revisen las definiciones actuales de delitos políticos y posibilidades de amnistía e indulto.
*Se usan pseudónimos por cuestiones de confidencialidad.