Desayuno de Paz No. 15 de 2016

Invitado: Coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez

14 de mayo de 2016

Bogotá

¿Quién es el coronel Carlos Alfonso Velásquez?

El coronel es un militar que siempre ocupó el primero puesto en todos los cursos de ascenso de su carrera de oficial del Ejército que empezó en 1966, la cual, sin embargo, terminó de manera abrupta a finales de los años 90. Tras su salida se vinculó como profesor de la Universidad de La Sabana, primero de planta y luego de cátedra, oficio que mantiene en la actualidad.

Carlos Alfonso, además de instructor de la Escuela de las Américas en 1978 y 1980, fue el comandante del Bloque de Búsqueda encargado de la persecución del Cartel de Cali a mediados de la década del 90. En esa posición halló los cheques y nóminas que permitieron la apertura del “proceso 8.000.” El cartel de Cali le tendió una trampa con el fin de chantajearlo, que le causó muchos problemas profesionales y personales, los cuales superó luego de aclararse el montaje dispuesto por la mafia, y fue nombrado segundo comandante de la Brigada XVII en Carepa, Urabá Antiqueño.

Era la época en que Gloria Cuartas era alcaldesa de Apartadó, Álvaro Uribe era gobernador de Antioquia, y la población civil estaba siendo masivamente víctima de asesinatos por el creciente enfrentamiento de las guerrillas y los paramilitares. En respuesta, el Coronel decidió establecer medidas para proteger a la población, como el montaje de operaciones de defensa disuasiva y cambio de indicadores de gestión: en lugar de evaluar el éxito de la brigada en términos de muertes en combate, Velásquez constataba el número de muertes evitadas.

Estas medidas funcionaron mientras fue comandante de la Brigada el general Víctor Álvarez. Luego, es nombrado en ese cargo el general Rito Alejo del Río, quien cambió la forma de operar de la brigada, y decidió que Velásquez se dedicara a tareas administrativas exclusivamente. Las denuncias sobre la actuación de su superior lo hicieron incómodo para ciertos sectores de las fuerzas militares y fue retirado del servicio, mientras el general del Río fue nombrado comandante de la Brigada XIII, la más importante por estar en la capital del país. Hoy, del Río está preso.

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Paramilitarismo y fuerzas militares

Durante su paso por Urabá, el coronel Velásquez se percató que en el comando de la Brigada había algo más que una mala gestión estratégica. Indica que el paramilitarismo pudo penetrar a las fuerzas militares pero esto no necesariamente fue el resultado de una política de Estado. En muchos casos, la participación del Ejército en casos relacionados con paramilitarismo se explica por la omisión en sus responsabilidades. En sólo pocos, hubo participación por acción directa. Cita el caso de la puesta en práctica de una directiva del comando general del Ejército que fue interpretada de manera contradictoria por dos comandantes de brigada: para uno, dicha directiva se concretaba en la provisión de armas para la población civil; para otro, se trataba de proteger la población pero en ningún momento la entrega de armamento. Agregó que muchos de los superiores en su momento le temieron a buscar la verdad y simplemente dejaron de buscarla.

 

El proceso de paz de La Habana visto por de un ex militar.

Para el coronel Velásquez, el conflicto colombiano es de carácter revolucionario y no una guerra civil, y se ha ido descomponiendo en cada uno de los bandos. La descomposición se ejemplifica en acciones como el secuestro, el narcotráfico, la alianza con los paramilitares y los “falsos positivos”.

Por su parte, factores como la cohesión y la organización de las guerrillas, las condiciones geográficas y climáticas, la fuente casi ilimitada de financiación y la incoherencia de las respuestas de los gobiernos frente a las guerrillas, explicarían la prolongación de la guerra en Colombia.

Hoy, la condición más favorable para el proceso de paz es la superioridad moral del Estado colombiano, que es reconocida por las FARC. También influye el contexto internacional a favor del mismo. El Estado colombiano ha venido recuperando la superioridad que estuvo muy cuestionada a finales de los 90, cuando los golpes propiciados por esta guerrilla hicieron creer que podían derrotar al gobierno. En contraste, los procesos judiciales como “la parapolítica”, las “chuzadas” del DAS, los “falsos positivos”, Agro-ingreso Seguro y el desfalco en Bogotá, han puesto a personas poderosas en la cárcel, demostrando que el Estado puede impartir justicia como nunca antes.

Las partes han demostrado madurez en su capacidad de diálogo y objetivos claros en la negociación que antes no se había revelado.

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La propuesta de la guardia nacional rural

Una de las preocupaciones comunes de los asistentes al desayuno fue la seguridad en las regiones y la amenaza de las llamadas bandas criminales. Para hacer frente a este desafío, el coronel expuso su tesis de la “guardia nacional rural”, una fuerza armada de carácter civil a ser conformada por personal del Ejército y la Policía remanentes, y de personal desmovilizado de las FARC y el ELN que quieran pertenecer voluntariamente a la nueva fuerza. Esta guardia nacional haría presencia en las zonas rurales donde no hay actualmente presencia de la fuerza pública. La seguridad que proveería le daría confianza a potenciales inversionistas tanto como a otros desmovilizados de las FARC.

 

La justicia transicional para miembros de las fuerzas militares

Entre los sectores militares y de ex militares fue muy bien recibida la propuesta de la creación de un procedimiento penal transicional para miembros de las fuerzas militares, distinto al de las guerrillas. En particular, según el coronel Velásquez, ven con buenos ojos el acuerdo sobre la obligación de establecer la responsabilidad de mando mediante prueba de que el comandante tuvo pleno conocimiento de la actuación ilegal de su subalterno y que pudiendo evitarla no lo hizo. De lo contrario, no podría imputarse responsabilidad por línea de mando, lo que elimina la imputación automática por línea de mando.

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