Conversatorio: Un Café sobre los Diálogos de Paz en la Habana en Chía, Cundinamarca. Septiembre 12 de 2013
RELATORÍA
Conversatorio: Un Café sobre los Diálogos de Paz en la Habana.
Por: Catalina Arbeláez G.[i]
El conversatorio se llevó a cabo en la Iglesia Wesleyana, el 12 de septiembre de 2013 en Chía (Cundinamarca), como parte de las actividades programadas en la Semana por la Paz. Fue una Iniciativa promovida por la Red de Iniciativas Ciudadanas por la Paz y la Convivencia, Rodeemos el Diálogo (RED), las Iglesias católicas y cristianas, el grupo CIPRES y la Fundación CRECER, entre otros.
“Un Café sobre los Diálogos de Paz en la Habana”, tenía como objetivo brindar un espacio de participación a la ciudadanía, donde sus ideas, emociones e intereses con relación a los actuales diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fueran expresadas; este tipo de espacios aportan a la construcción del país desde la ciudadanía. Al evento asistieron alrededor de 50 personas.
Para el evento fueron invitados dos panelistas, la señora Myriam Criado, del Centro Nacional de Memoria Histórica y el señor Ildefonso Henao, Director de Programa de Atención al Proceso de Desmovilización y Reintegración en Bogotá. La bienvenida estuvo a cargo del Sr. José Antonio Parrado, abogado y coordinador de la Red de Iniciativas Ciudadanas por la Paz y la Convivencia. Durante la bienvenida, se destacó el trabajo de la Red en la organización de la Semana por la Paz en Chía, al ser una iniciativa netamente ciudadana. Por otro lado, se dio la oportunidad de comentar el interés en crear una política pública para la paz y la convivencia en el municipio, teniendo en cuenta que “Chía no está ajena al conflicto armado” y presenta algunos problemas en temas de seguridad ciudadana y de drogas en las juventudes.
Luego de proyectar un video, en el que se hizo un recuento de la evolución del conflicto armado en Colombia, se analizaron los últimos procesos de paz y se resaltó la importancia de la sociedad civil en la construcción de la misma; la vocera del Alto Comisionado por la Paz invitó a los y las asistentes a participar de manera activa en los diálogos a través de los medios electrónicos y físicos que el gobierno colombiano ha puesto al alcance de todos.
El conversatorio, moderado por la Srta. Nubia Sánchez, se basó en 5 preguntas que guiaron la sesión. Estas fueron:
¿Qué es un proceso de paz?
¿Según usted, cuáles son las causas del conflicto armado del país?
¿Cuál ha sido la situación de las mujeres en la guerra y su papel en el postconflicto?
¿Cuál es el papel de los ciudadanos y ciudadanas y las instituciones en el proceso de paz?
¿Cuál sería el papel de las instituciones y la sociedad civil en un postconflicto en materia de verdad, justicia y reparación?
Como resultado de una dinámica participativa donde las personas expresaron sus puntos de vista, que no necesariamente implicaron un acuerdo, pero sí la oportunidad de escuchar y ser escuchados y escuchadas, se hace una pequeña recopilación de estas opiniones teniendo en cuenta las respuestas a cada pregunta.
Con relación a la pregunta: ¿qué es un proceso de paz?, según algunas intervenciones por parte de la señora Myriam Criado, del Centro Nacional de Memoria Histórica y el señor Ildefonso Henao, Director de Programa de Atención al Proceso de Desmovilización y Reintegración en Bogotá, “un proceso de paz es una ruta política hacia un país mejor, donde los actores armados en conflicto realizan unas negociaciones y la sociedad las dinamiza”. Con relación al actual proceso de paz en Colombia, se resaltó que este proceso de “paz no es sólo lo que sucede en la Habana”; es la posibilidad de darle fin al conflicto armado; “la paz se construye después de la firma de los acuerdos”, junto con “mayor justicia social”.
Infortunadamente, “el país ha aprendido a vivir en el conflicto”. Así que, “este proceso es un momento importante para que el país se encuentre a sí mismo. Muchas personas no conocen el país, la otra cara de Colombia”. De esta manera, es claro que la paz va más allá de la firma de un acuerdo y para ello hay que tener en cuenta que “la guerra es producto de un proceso social; por lo tanto la paz debe ser un producto de un proceso social”.
Algunas respuestas a la pregunta, ¿según usted, cuáles son las causas del conflicto armado del país?, fueron:
- La desigualdad e inequidad social, observadas en la “concentración de riquezas en unos pocos” y en el “no acceso a la educación, a la salud y a la tierra”.
- “La falta de memoria histórica”. “El conflicto es el rostro de una memoria histórica contada a medias, que no ha permitido cerrar las heridas del pasado”.
- “El abandono del Estado en algunas zonas del territorio colombiano”. La no presencia del Estado y la dificultad en asegurar el bienestar de todos y todas, facilitan la creación de autodefensas.
- “Creer que la revolución se hace a través de las armas”.
- “La falta de recorrido político y social en Colombia”.
- “Una izquierda radical que a pesar de que ha contribuido a desarrollar el país, también ha impedido otros desarrollos”.
- “Un problema de tierras” que viene desde la llegada de los españoles.
- Las dificultades en la vía política como: “la falta de un sistema político que exprese la necesidad de los colombianos y colombianas, incluidas las necesidades de los grupos campesinos”; “la falta de la tolerancia política y de respeto de otras posiciones”; “la falta de posibilidad para que todos y todas tengan opciones políticas”; “la dificultad para reconocer que la sociedad tiene formas distintas de expresarse”.
- “Las causas poco conocidas” como: “el narcotráfico como motor de la guerra”, “los fabricantes de las armas” y “la guerra vista como un negocio que mantiene a otras economías”.
- Un sistema económico injusto donde “el trabajo de muchos va para los beneficios de pocos”.
- La falta de “espacios democráticos y de un sentido nacional”, donde la identidad se construya a través de la vía no armada.
Frente a la pregunta, ¿cuál ha sido la situación de las mujeres en la guerra y su papel en el postconflicto?, algunos de los y las asistentes expresaron:
“Las mujeres, en la guerra o no, son las más agredidas”; aún “existen muchos casos de violencia intrafamiliar”. Sin embargo, hablando solamente sobre el conflicto armado, algunas personas comentaron que las mujeres “han sido utilizadas, manipuladas y han sufrido gravemente las consecuencias de la guerra”; esto es evidente, pues “la mayoría de los desplazados son mujeres cabeza de familia”; existen muchos casos de “mujeres abusadas sexualmente por todos los actores armados”, muchas “niñas son llevadas a trabajar a la fuerza ya sea como militantes o en prostitución”, “las mujeres en la guerra han sido y son obligadas a abortar”. Además, “las mujeres han sido utilizadas como trofeo y objeto de guerra”. En esta misma línea, algunos de los asistentes comentaron que muchas “mujeres son aquellas madres que entregan al soldado, al guerrillero o al paramilitar y esto tiene una carga psicológica muy fuerte en la mujer, especialmente en la mujer campesina”.
Respecto a la mujer dentro de la insurgencia, se expuso que existe la idea de que “los hombres son fuertes y pueden hacer la guerra”; sin embargo, se resaltó que “la mujer también tomó un rol” en ésta. Ellas hicieron y “son parte de los grupos insurgentes”. Hay un alto porcentaje de “mujeres en la lista de los grupos armados”. Con relación a la perspectiva de género en el análisis del conflicto, se comentó que para aquellas “mujeres que han sido parte de grupos insurgentes, ha sido más complejo volver a la sociedad, pues ésta, no ha perdonado su rol en la guerra” y la “transgresión a los roles típicos culturales”, relacionados al quehacer de la mujer. Por ello, después del conflicto armado o la dejación de armas, es importante “crear programas que estén afines a las necesidades e intereses de poblaciones específicas como en el caso de las mujeres que hicieron parte de los grupos insurgentes”.
Con relación al papel de la mujer en el postconflicto, durante el conversatorio se resaltó que “las mujeres, fueron las que reconstruyeron los países después de las grandes guerras”. Reconociendo a “las mujeres como capaces de dar vida” y con “capacidad para crear”, se espera que en el postconflicto las “mujeres sean creadoras y educadoras de paz”, que “tomen el liderazgo en la sociedad”, que “sean empresarias” y “aporten de manera positiva en la formación intelectual de sus hijos e hijas” y que tengan un “papel propositivo”. Por otro lado, uno de los asistentes comentó que las “mujeres tienen mayor capacidad de resiliencia en comparación con los hombres, quienes al perder su rol como cabeza de la familia, a causa del conflicto, tienden a derrumbarse fácilmente”.
Frente a la pregunta, ¿cuál es el papel de los ciudadanos y ciudadanas y el de las instituciones en el proceso de paz?, los y las asistentes expresaron sus ideas, demostrando que el papel puede ser muy amplio. Entre ellos:
- “Entender que hacer la paz es el papel de la ciudadanía”.
- “Discutir sobre lo que significa ser ciudadano o ciudadana y llevar a cabo un ejercicio político de reflexión sobre el conflicto”.
- “Volver a las bases” y reconocer que “muchas personas están alejadas de las instituciones”.
- “Buscar estrategias pacíficas para llegar a la paz” como: “aprender a dialogar”, “inventar nuevas metodologías”, “crear mecanismos más participativos y menos burocráticos” y “crear espacios de conversación”.
- “Retomar el sentido de la vida”.
- “Educar a los menores en el respeto, en el amor, en la misericordia y en el amor al prójimo”.
- “Recordar que todas las personas queremos amar”.
- “Un cambio en el Estado Colombiano”.
En la discusión, algunos de los asistentes resaltaron 2 puntos importantes:
- “Los y las ciudadanas tienen que tener voz y voto en las negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC”. Además, “los negociadores tienen que escuchar las propuestas” e “incluir más sectores dentro del proceso de paz”. Según algunos asistentes, “muchos sectores no se sienten representados”, como por ejemplo, los campesinos quienes ya han pedido estar en las mesas de negociación.
- Es importante “tener una postura frente al proceso de paz”, pues el próximo año, “éste pasará por consulta pública”, lo que nos involucra a todos y todas, y nos exige estudiar, enterarnos y aprender.
Ante la pregunta, ¿cuál sería el papel de las instituciones y la sociedad civil en un postconflicto en materia de verdad, justicia y reparación?, estas fueron algunas de las respuestas:
El papel de las instituciones y de la sociedad civil en el postconflicto en materia de verdad, justicia y reparación es extenso. Dentro de los papeles de las instituciones está: que el Estado generé “nuevas instituciones”, las cuales deben garantizar el cumplimiento de los acuerdos; tener en cuenta un “proceso de socialización donde se le ofrezca a los guerrilleros volver a la vida civil”, “hacer consultas populares”, “abrir espacios para perdonar a los victimarios y liberar a unos del dolor y a otros de la culpa”, “permitir la salida política al conflicto armado”, y “no reparar lo dañado con lo mismo que fue dañado”. Dentro de los papeles de la sociedad civil está: “movilizar y promover la aceptación”, “aprender a convivir con aquellos que han estado en una situación de conflicto”, reconocer que “este proceso toca heridas grandes” y “aprender a ceder”. En la misma línea, se expresó que “Chía debería ser un modelo de paz verdadera”.
Durante el conversatorio se planteó la idea de crear la “ley de perdón y olvido”; sin embargo, se dieron posiciones contrarias que resaltaban la necesidad de procesos de verdad, justicia y reparación, según lo establecido en otros acuerdos y procesos de paz a nivel internacional. Al mismo tiempo, con relación a este punto, se expresó que infortunadamente, los temas relacionados con las víctimas, la verdad, la justicia y la reparación se “han vuelto temas transaccionales”, donde “los daños del conflicto se monetizan, y se reduce todo a un cuánto vale.” De allí se rescata que “el pasado no se sana sólo con dinero”.
En el conversatorio, se dio la oportunidad de conversar sobre la Ley 1424 del 2010. Ésta se entendió como un “trámite administrativo en donde los ex-paramilitares son entrevistados” acerca de “cómo fue la conformación y actuación del grupo y cómo fue su participación personal en el mismo”; además, se indaga cómo era “su vida antes y durante su participación en éste”, y cómo ha sido el proceso de desarme y reintegración. Esta información se ha organizado y se ha demostrado que “muchas personas fueron reclutadas bajo mentiras” y otras fueron obligadas y que “la línea entre víctima y victimario es muy delgada”. Por otro lado, se habló de como muchas de las personas han tenido que “vivir como clandestinas después de la dejación de las armas, para conseguir trabajo y vivienda”, reflejando que el país no ha logrado aceptar estos procesos.
Finalmente, cabe resaltar que durante el conversatorio salió de los y las asistentes una pregunta que fue constante ¿qué entendemos por paz? En ocasiones se expresó que no se sabía que significaba paz, o que la “paz es el manejo maduro de los conflictos” o que “la paz es un problema emotivo”. Sin embargo, no se dio unanimidad en este punto. Así mismo, surgió la pregunta de “¿cómo evitar que se genere más delincuencia común después de la firma de un acuerdo?” Esta pregunta quedó abierta como una herramienta de reflexión para los temas relacionados al postconflicto.
Conclusiones
El conversatorio: Un Café sobre los Diálogos de Paz en la Habana, permitió la participación de los y las ciudadanas de Chía y la posibilidad de aportar y discutir sobre un asunto que debe involucrar a la ciudadanía: el proceso de la paz en Colombia. Este conversatorio se basó en 5 preguntas que facilitaron la participación de los y las asistentes y dio como resultado una intervención interesante y diversa que refleja no sólo las múltiples voces sino también los diferentes análisis y reflexiones sobre la realidad colombiana. Este evento dio la oportunidad de recolectar muchas respuestas y opiniones sobre el actual proceso de paz, las cuales no necesariamente fueron unánimes. Así mismo, fue la posibilidad de escuchar a la ciudadanía, lo cual enriquece y crea reflexión frente al conflicto armado. Para finalizar, este conversatorio aporta a la construcción del país y a la de una ciudadanía activa y presente en todo lo que atañe a problemas e intereses comunes como lo es la paz en Colombia.
[i] Miembro de Rodeemos el Diálogo. Magíster en Bienestar y Desarrollo Humano, Universidad de Bath (Inglaterra).