Reporte Desayuno de Paz No. 12 con Francisco Ramírez Cuellar
DESAYUNO DE PAZ No. 12
18 de abril de 2015
Invitado: Francisco Ramírez Cuéllar
Tema: Transnacionales, sindicatos y construcción de paz
El tema suscitó entre los asistentes una serie de dudas, todas pertinentes:
- Polarización entre sindicatos y multinacionales
- Nuevas perspectivas del enfoque en víctimas de violaciones a los Derechos Humanos por parte del sector minero extractivo
- La responsabilidad empresarial
- La construcción de paz desde la relación multinacionales-Estado-sociedad
- El papel de los empresarios en una posible comisión de verdad
- Ante la inevitabilidad de la entrada de multinacionales de extracción de recursos, ¿cómo evitar los daños a la comunidad? ¿Cómo trabajar con ellas en la construcción de paz?
- El papel de las transnacionales en la restitución de tierras y un diseño más efectivo del plan
- Las contradicciones entre lo negociado en La Habana y el modelo económico del Plan Nacional de Desarrollo que, además de no contener presupuesto para el postconflicto, está enfocado en la economía extractiva.
Una observación resume el ánimo de la conversación: “ser optimista no implica ser ingenuo”.
Francisco hizo un recuento de la presencia en Colombia de las compañías transnacionales del sector minero-energético, cuya historia en este país ha estado manchada por innumerables crímenes de lesa humanidad y atropellos contra las comunidades. Su entrada, expansión territorial y ganancias han estado apoyados y protegidos, en muchos casos, por los paramilitares, como en el caso Glencore y el establecimiento del frente Juan Andrés Álvarez, destinado a cuidar la región por donde salíael producto de la mina. Losresultados fueron el asesinato de 3.100 personas, de ellas 500 víctimas de masacres, 55.000 desplazados forzados y 240 desaparecidas entre 1988 y 2005.
Esas no fueron las únicas cifras escabrosas.Así, en la demanda que se le interpuso a Chiquita frente al Departamento de Estado de EEUU, se habló de 11.127 homicidios, 1.000.000 de desplazados forzados, 1,200 desaparecidos, cientos de organizaciones sociales disueltas, tráfico de armas y drogas. Investigaciones realizadas sobre la relación entre violencia y zonas mineras han revelado que el 32% de los municipiosde Colombia se dedican a actividades minero-energéticas. Ese 32% de municipios genera el 87% de los desplazados, el 90% de los asesinatos de afros y el 89% de indígenas, así como el 80% de las violacionesde los Derechos Humanos en Colombia.
Las compañías transnacionales encontraron un ambiente en los entes estatales que les permitió establecer, o mejor, imponer, un modelo económico basado en la extracción de los recursos naturales de Colombia. Dicho modelo no es exclusivo de Colombia, sino que ha operado de forma similar a lo largo y ancho del Tercer Mundo. No sólo se trata de un clima de impunidad y de ausencia del debido proceso, sino que la formulación de los códigos de minas es más que controvertible,tanto por la participación de abogados de las multinacionales en la redacción de dichos códigos, como por su dudosa aprobación en el Congreso a manos de parapolíticos. Estos códigos permiten la descarada exoneración tributaria de la que gozan las multinacionales en el país. Por ejemplo, por cada 100 dólares invertidos en responsabilidad social empresarial, cada multinacional tiene derecho a entre $138 y $165 dólares en rebajas de impuestos.
Los sindicatos en Colombia sufren de una fuerte estigmatización, que en muchos casos resulta justificada, pues las infiltraciones a los sindicatos son comunes pero no sólo por parte de la guerrilla, como se señala con frecuencia, sino también por parte del ejército, y los paramilitares. La intención es disolverlos o, como mínimo, debilitarlos. Hace 28 años, el 14% de los trabajadores estaban afiliados a sindicatos, pero con un sindicalista asesinado en promedio cada tres días, hoy sólo el 3,8% de trabajadores están sindicalizados. El 60% de los sindicalistas que asesinan en el mundo son colombianos, aunque los sindicalistas colombianos constituyen el 0,002% del total mundial de sindicalistas.
Hay que reconocer sinembargo que, a pesar de la persecución, los avances en temas laborales son considerables. Muchas multinacionales están reconociendo sus errores del pasado y tienen una actitud conciliatoria. Se han sentado con los sindicatos en un diálogo queen un principio no fue fácil. Pero han llegado a un primer acuerdo que consiste en no imponer un modelo económico por medio de la violencia, y en reconocer que la diferencia de puntos de vista no es motivo para acudir al asesinato, sino para dialogar. El papel de las compañías transnacionales debe extenderse a cooperar en la formulación de verdad, a la contribución a la justicia, a la reparación de las víctimas –tema que todavía genera discordia por la cantidad de dinero que requiere-, y la no repetición de lo ocurrido.
Una de las propuestas consiste en nacionalizar las minas que pertenecen hoy en día a la Drummond y Glencore, cuyas ganancias (3 billones de pesos al año) servirían para indemnizar a las víctimas. Pero el dinero por sí mismo no va traer paz El proceso de paz debe basarse en la justicia social y en la prevención, y en que el Estado haga presencia en las regiones alejadas y se le ponga fin a la corrupción.
Quedaron varias preguntas abiertas: ¿Qué vamos a hacer con los paramilitares?, ¿hasta qué punto la consulta previa es viable para las comunidades?, ¿cómo vamos a visibilizar el papel de las transnacionales en la expansión del paramilitarismo, asociado a la lucha contrainsurgente?, ¿qué va a pasar con los desmovilizados, tanto del proceso de paz con la guerrilla como con los paramilitares de hace más de diez años? ¿cómo evitar la profunda polarización entre sindicatos y empresas para lograr un diálogo más fructífero?
Una buena reseña de la enorme violencia que generan las transnacionales mineras en Colombia. Lo común con el Perú es su falta de respeto de derechos ambientales e indígenas …