Desayuno de Paz No 19
Desayuno de Paz No. 19
Invitado Especial: Robinson Ramírez
Tema: Experiencias de vida de un excombatiente
26 de junio de 2015
“Tanto el conflicto como el diálogo empiezan en casa; por lo tanto, se debe motivar más a las familias para disminuir la violencia e inculcar valores básicos como el respeto”
Robinson Ramírez nació en Palmira, Valle (1968), Actualmente trabaja como operario de aseo del Distrito Capital además de ser instructor de yoga, estudiante de Gestión del Talento Humano en el SENA y conferencista en diversos espacios. Ha sido beneficiario de la Agencia Colombiana para la Reintegración. Creó hace algunos años la fundación Nueva Vida para Desmovilizados (Nuvipades), que suspendió actividades por falta de recursos. Decidió dejar las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) después de 18 años de pertenecer a este grupo.
El inicio de una travesía
Robinson comienza contando que salió de su casa en Palmira cuando tenía 7 años de edad, huyendo de la violencia de su hogar. El azar lo trajo a Bogotá donde terminó en la Calle del Cartucho. Allí encontró personas que lo aconsejaron de manera equivocada, le enseñaron a robar para otros y para sobrevivir. Consumió drogas, en especial bóxer, que le ayudaba a soportar las condiciones adversas. Vivió así hasta los 13 años, cuando llegó a esta calle un personaje en una camioneta de vidrios polarizados, que buscaba gente para trabajar, y Robinson le pidió que lo llevara. Desde ahí su destino sería otro.
Recolectando en la Hormiga
El señor de la camioneta era un narcotraficante que trasladó a Robinson hasta la Hormiga, Putumayo. Caminaron más o menos por dos días entre montañas y lomas para llegar una finca donde se cultivaba coca. Robinson estaba feliz, pensando que podría tener la droga que quisiera, hasta cuando le pidió un poco a su nuevo patrón y éste lo amenazó: -“si usted se llega a robar así sea un gramo, lo mato -¿y con esa amenaza quién no cumple?”. Así empezó Robinson a trabajar como recolector de hoja de coca.
Mi revolución, tú revolución
En Putumayo, Robinson descubrió que sentía gran afinidad por el socialismo, por esta ideología que defendía la igualdad social. Esta fue una de las razones por la que Robinson se unió a las FARC, donde pasaría a ser el camarada Roger. Cuenta que hizo parte del frente sexto de las FARC y llegó a ser el comandante ideológico de esta guerrilla, después de escuchar sobre la historia del país, las teorías socialistas, la lucha agraria y el impacto del bogotazo.
Me sentí utilizado
Ante algunas preguntas de los asistentes, Robinson cuenta que siente agradecimiento hacia la organización, pero a la vez desengaño. Según su experiencia, la organización no obliga a nadie a pertenecer a ella. Cuenta que durante su permanencia “en ningún momento se pudo decir que las FARC obligó a alguien a estar allí”. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo se sintió utilizado; “yo iba analizando que algunos planteaban la toma del poder por la fuerza.” Cada compañía tiene un comandante político y uno militar, “yo pertenecía al brazo político, el que siempre se encaminaba por el diálogo, por no tener que fusilar a un policía o a un paramilitar. Me desilusioné cuando un día el comandante Calixto me utilizó: yo tenía buena relación con el comandante de policía de Belalcázar, Cauca. Con él nos entendíamos y buscábamos controlar la delincuencia.” Sin embargo, Calixto mató en su presencia al comandante de la policía y le prohibió notificar del evento al comandante Miguel Pascuas. Robinson sintió que todo su trabajo se había derrumbado, además “Calixto violó el estatuto, el reglamento interno.”
La deserción
El 24 y el 25 de diciembre, las FARC celebran la fiesta del guerrillero. En 2008, Robinson estaba cuidando la fiesta y Calixto estaba tomando; cuenta que un alto oficial del ejército era hermano de Calixto y había ido a visitarlo. En medio de la fiesta, Calixto comentó que planeaba aprovechar la fiesta del 31 de diciembre para matarlo; su decisión de desertar, contemplada desde hacía un tiempo, se concretó en ese momento.
“Si tú existes, me dejas salir de acá”
Aunque Robinson veía difícil su deserción, desde al año 2005 había hablado sobre este tema con el camarada Miguel Pascuas. Además de los desacuerdos, no quería envejecer en la guerrilla. Había pedido un cambio de frente por problemas con Calixto, pues fallaba la comunicación entre ellos. El día de su fuga, huyó vestido de civil, con la excusa de recoger leña para dar ejemplo a sus subalternos. A los 42 años, después de 18 de pertenecer a las FARC, Robinson salió el 25 de diciembre del campamento y tomó una ruta que no conocía para evitar que lo encontraran; en ese momento, aunque no creía en Dios, en medio de la angustia lo invocó: “si tú existes, me dejas salir de acá”. Robinson duró cinco noches y cuatro días hasta llegar a su casa.
La reintegración
Robinson se ocultó por un mes. Luego se vio obligado a ingresar al programa de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), cuando por insistencia de una tía fue a la iglesia y se confesó. El sacerdote le dio dos opciones: o ayudaba al Ejército a hacer inteligencia contra las FARC, o se tendría que presentar a la ACR. Robinson optó por la segunda. Hoy es bachiller y tiene una familia, con dos hijas de 9 y 11 años. Sin embargo, el programa que viene adelantando la ACR no llena las expectativas; se le prometió vivienda digna y aun no se la han dado.
La negociación
Para Robinson, en La Habana están hablando de paz, pero no incluyen a los desmovilizados, o por lo menos, los desmovilizados no se sienten incluidos. En la Habana está actuando principalmente el lado político de las FARC, pero para hablar de paz hay que sentarse también con los sindicatos y los indígenas, con las Bacrim y los paramilitares.
Reflexiones finales
Robinson cerró el desayuno diciendo: “No he hablado en representación de las FARC. Amo a mi patria, yo no soy un desmovilizado que salió a delinquir. Yo salí a construir paz.” Así, reafirmó que “en las FARC se formó en la vida, en valores, en salvar vidas. Lo malo de esta guerrilla son algunos de sus mandos.” Sin embargo, al igual que miles de desmovilizados, se siente discriminado por algunas empresas. En su caso, tiene un empleo con la ciudad gracias a que el alcalde actual promueve la política de la inclusión. La situación es tan precaria que los desmovilizados no están incluidos en el SISBEN; muchos están vendiendo su cuerpo para sobrevivir.