Los desayunos de paz se realizan bajo la dirección de ReD Bogotá con el objetivo de reunir a diferentes conferencistas para que nos expliquen diferentes temas politicos relacionados con la paz de Colombia.

Desayuno de Paz No. 26 de 2016

Invitada: María Eugenia Gómez de Antequera

Tema: La paz y la resiliencia empiezan en familia

Agosto 6, Bogotá

Era el desayuno No. 26 del año y muchos de los asistentes nos mostrábamos ansiosos por la información que recibiríamos en este desayuno de paz. No era para menos, pues en esta ocasión contaríamos con la historia de vida de María Eugenia Gómez de Antequera, quien fue esposa del dirigente de la Unión Patriótica José Antequera, asesinado en marzo de 1989. María Eugenia nos habló sobre la familia y la reconciliación.

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Historia de una generación

María Eugenia afirmó que estaba nerviosa, pero habló sin tabús y sin eufemismos. Va a cumplir 65 años dentro de poco y mencionar su edad fue la puerta que se abrió para hablar de cómo conoció a José Antequera en medio de una coyuntura importante para los movimientos sociales colombianos, especialmente el estudiantil. En los años sesenta, cuando apenas era una estudiante de sociología de 18 años, lo conoció. En esta época se estaba empezando a gestar un movimiento estudiantil intelectual en todo el país. Esta fue una generación comprometida y María Eugenia no dudó en decir que se sentía orgullosa de haber empezado ese movimiento.

Para esta época tan importante, Barranquilla, además de ser el lugar en el que vivió con Antequera, también fue el lugar en el que aprovecharon para crear grupos de estudio. Leían, trataban de incluir gente joven para construir paz y había juventudes conservadoras con las que se podía dialogar. Con tristeza, afirma que esta generación fue eliminada.

La creación y el exterminio de la Unión Patriótica

Después del auge del movimiento estudiantil, José Antequera tuvo la iniciativa de crear la Unión Patriótica (UP) como movimiento político. La UP quería darle participación política a diferentes movimientos y actores de la izquierda colombiana. Sin embargo, el país no estaba preparado para esta apertura democrática, pues la UP fue eliminada sistemáticamente.

María Eugenia afirma que el caso de la Unión Patriótica ha permanecido en la total impunidad y señala: “Algunos tuvimos la suerte de sobrevivir, pero no quiero decir que no haya sentido el exterminio. Me siento con un orgullo doloroso, a pesar de todo esto nunca he creído en la venganza. Todos tenemos derecho a estar en paz”. Uno de los asistentes de este desayuno afirmó que la construcción histórica que él tenía de este acontecimiento era lo que los medios habían informado, en que señalaban que el exterminio de la Unión Patriótica era “justificado” y los perpetradores héroes de la patria.

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La familia como base de construcción de paz

La apuesta que tenían los integrantes de este movimiento estudiantil era tener hijos para que las generaciones que nacieran se educaran para construir paz. Para este movimiento, era todo un goce de la vida porque estaban construyendo paz, no solo entre los que la querían, sino que también se dialogaba con otros sectores de la sociedad.

El plan que tenían tanto José Antequera como María Eugenia era tener hijos para la paz, y tuvieron a Erika y a José. Lastimosamente, pudieron compartir muy poco en familia. Cuando Erika tenía 9 años y José 4 años, asesinaron a su padre, José Antequera, en el aeropuerto El Dorado el 3 de marzo de 1989.

María Eugenia nos contó que el día que mataron a José Antequera, ella cogió a sus hijos de la mano, los sentó en frente y les dijo: su padre está muerto. Con seguridad, comentó en el desayuno que no tenía por qué esconder la verdad a sus hijos y ellos tenían que estar presentes en todos los eventos de la muerte de su padre. Además, tomó la decisión de no borrar el apellido de Antequera de su propio nombre, para que el mundo supiera que él existió.

Levantar una familia sola no fue nada fácil. Si bien tenía que sanar el dolor de la muerte de su compañero y estar con sus hijos, el proceso de superar la muerte de Antequera duró 15 años; ella era evasiva y no quería participar de muchos eventos. Afirmó que en los eventos era reconocida, pero que tenía la necesidad de huir de los espacios sociales y evitar la interacción. Sin embargo, con la ayuda psicosocial de profesionales, ella comprendió por qué le costaba tanto esfuerzo hablar de lo sucedido y expresarse como lo hizo en el desayuno.

El juego con sus hijos también tomó un papel fundamental para lograr la familia de paz. Se inventó un juego con sus hijos que se llamó Charlas con Mary. Estos juegos se hacían los sábados después del desayuno y se utilizaban todas las herramientas domésticas. Sus hijos podían expresarse de la manera que quisieran y podían estar acompañados de amigos si querían. Estas charlas fortalecían los lazos y permitían que todos expresaran todo lo que les dolía. María Eugenia afirmó que en una ocasión su hija le preguntó por qué se había muerto el papá y no ella; que su hijo le preguntaba sobre el color de labial que tanto le gustaba. En estas charlas no había cabida para odios o venganza.

María Eugenia no simpatiza con la palabra perdón, y prefiere la palabra comprensión. María Eugenia es símbolo de fortaleza y resiliencia, y afirma que junto a su compañero hizo bien en educar a sus hijos lejos de la venganza y en pro de la paz, pues su hijo, José Antequera, está nominado como Nobel de Paz.

El piano por cargar

El desayuno fue intergeneracional, por tanto, María Eugenia y varios asistentes insistieron en tratar la responsabilidad que tienen las nuevas generaciones para evitar todo lo que pasó. María Eugenia señaló que las generaciones antiguas llevan cargando un piano pesado, que es la guerra. Las nuevas generaciones deben aprender que esa guerra no tiene ganadores ni perdedores y que el dolor se acomoda más que la pobreza. Además, señaló que hay una manera de crear un cambio social sin que sea implícita la violencia.

Defiende este proceso de paz porque confía en las partes, de lo contrario no podría caminar hacia delante. Por tanto, ella invita a la reflexión cuando se le hace la crítica a este proceso de ser “paz con impunidad”.

Desayuno de Paz No. 30 de 2016

Invitado: Petrit Baquero. Músico, politólogo e historiador.

El Arte y la Construcción de Paz

Septiembre 4, Bogotá

Luego de una breve presentación del invitado, quien actuará como moderador del conversatorio, Petrit pide a los participantes presentarse brevemente, manifestar su motivación para asistir a este desayuno, decir cómo votarán en el plebiscito – SÍ o NO – y dar sus razones. Si bien los 26 participantes del día, incluyendo tres menores de edad, se presentan y plantean su apoyo al SÍ, llama la atención sobre la importancia de expresar las diferentes opiniones y convivir en un contexto en el cual se resuelvan las diferencias y los conflictos a través de la no violencia.

Petrit comenta que se siente dolido por tanto odio que ha surgido últimamente en medio de la polarización del país por cada una de las dos opciones. Cree que el arte puede jugar aquí una función importante al ser un generador de conciencia, así sea una “conciencia no consciente”.

¿Cuál es la función del arte?

A esta pregunta de Petrit surgen variadas respuestas. Para algunos de los asistentes, es un medio que no se puede separar de la política, dado que crea un diálogo entre el artista y el receptor; en este caso el artista tiene una responsabilidad social frente a su quehacer. Uno de los jóvenes se cuestiona acerca de: ¿Qué tan útil es hacer un arte que no quiere cambiar nada? Surgen otras cuestiones como: ¿Qué tipo de arte está en qué lugares?, haciendo referencia a que existen formas de expresión diferenciadas y también a que no todos tienen la posibilidad de conocer toda la diversidad de expresiones: el arte que se da en Usme, o Ciudad Bolívar es diferente al de otros lugares de la ciudad de Bogotá, por ejemplo. Se debe cambiar la concepción de que el arte es caro.

Alguien más expresa que no necesariamente el arte tiene que decir cosas. El arte tiene la posibilidad de dar un mundo de posibilidades, el placer, la generación de conciencia. Otras visiones: El arte tiene una función de comunicación, dado que el artista tiene una mirada distinta. El artista, con intención o sin ella, está plasmando lo que está pasando en el momento: como terapia es una herramienta para canalizar heridas y sanar.

Para Petrit, el arte puede ser visto como medio para generar sensaciones: las prácticas artísticas sirven para que muchas cosas se interioricen. Agrega que todas las manifestaciones artísticas, y sociales, son políticas.

Petrit presenta a sus invitadas especiales

Mónica, profesora de un colegio de Usme quien ha trabajado procesos sociales a través del arte, cuenta acerca del proyecto de su colegio y de cómo su labor incide en la vida de los estudiantes y aún en su elección de carrera: una de sus alumnas ingresó a estudiar Pedagogía en Ciencias Sociales con énfasis en lo comunitario. Cuenta de su experiencia trabajando temas de derechos humanos desde el arte. Considera que hacer política es aprender a decir “buenos días”; busca volver conscientes a las personas de su acción política. Volverse cada día un ser más humano. Para Mónica el arte es un espacio para la resistencia, para la catarsis. La estética está en todo: “feo también es bonito”, dice.

Milena Romero, politóloga que ha trabajado en resolución pacífica de conflictos, quien fue gestora de la Secretaria de Educación del Distrito en el proyecto de Construcción de Ciudadanía y Convivencia a través del arte, nos habla de entornos escolares muy conflictivos: “El arte es un medio importante pero debemos hacer énfasis en la construcción de ciudadanía, que es un elemento que también actuó en este proceso”. Cuenta cómo las personas que participaron en él, construyeron ellos mismos los módulos, escogiendo temas y actividades. Para ella el arte tiene una connotación estratificada: dependiendo del contexto llega determinado tipo de arte. Para ilustrarnos circula algunas muestras de este material producido durante el período de la alcaldía anterior.

Finalmente interviene Universo, una joven música y estudiante de 17 años, que participó en el proceso de la Secretaria de Educación y el CINEP y quien cantó una cumbia en el Centro de Memoria Histórica acerca de los desaparecidos. Nos cuenta que esa fue una experiencia muy valiosa para ella. Dice que el arte debe ser político, debe ser crítico. Aprendió de su profesora María Belén que el arte no sólo debe educar, sino que el artista tiene que conectar con la comunidad. Comenta una experiencia de reconocimiento del otro a través de la biodanza cómo “en el otro vemos el reflejo de nosotros mismos”.

“Yo soy porque todos somos”

Para terminar Petrit pide a todos los participantes responder en un papel “¿Qué dejo?” y “¿Qué me llevo?” de esta experiencia. Al sonar de tambor, guitarra y canto, interpretados por el nieto de Delia Zapata y por Petrit, y en diferentes ritmos, algunos cantan sus respuestas otros las dicen y a cada intervención todos decimos en coro ¡Ubuntu!, concepto africano que significa “yo soy porque tú eres, porque todos somos”, que es la esencia de la solidaridad. De esta manera termina la reunión que ha dejado en quienes asistimos una inspiración y la motivación por ayudar a construir un nuevo país, reconociendo al otro como parte de nosotros mismos.

Desayuno de Paz No. 24 de 2016

 

Invitado: Alejandro Hernández, Fundación Estrategias Colectivas

Tema: “De La Habana viene un barco” – Juegos como herramientas para la paz

16 de julio de 2016

 

Alejandro Hernández se presenta a sí mismo como psicólogo ambiental, acostumbrado desde pequeño a jugar y como un convencido de que no hay nada más serio que el juego.

Elabora juegos como herramientas metodológicas porque considera que de manera lúdica se aprende más fácil, que la interacción permite abrirse a la vida y su cotidianidad sin cerrarla, permite construir acuerdos, involucrarse y, desde ese punto, juntar experiencias y saberes, abordar con creatividad las dificultades porque en ellas residen las soluciones.

Sus socios en las propuestas de juegos son un diseñador, un abogado y un artista plástico. Juntos han abordado siete propuestas dirigidas a mayores de siete años, sin límite máximo de edad, pero por su temática con un público especial.

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Los Juegos

Su primer juego de mesa permite identificar razones, escenarios, actores, tiempos, propuestas y salidas a los conflictos que identifica el grupo de participantes. Se evidencia con él que siempre tenemos un lugar en el conflicto, que se pueden asociar las razones con los intereses, y que la resolución está vinculada a la palabra y a las visiones de futuro entrevisto, dependiendo de la perspectiva cultural y las relaciones construidas o posibles de hacer.

Luego vinieron otros: el juego de La Serpiente que junta en un solo escenario las expresiones culturales particulares de cada región, a saber: comida, música, conocimientos territoriales, a otras como el conocimiento general y el azar.

En el de La Reparación, cuyo objetivo es identificar y posicionar el tema asociado a las víctimas del conflicto, habla de una formalidad sobre lo que significa, a quiénes les corresponde ejecutarla en general y cómo se articula con las comunidades, organizadas o no. La pregunta gira entre el público mediante el azar y la propuesta, desde el conocimiento o la intuición y las emociones, permitiendo abrir otras miradas o fortalecer la que está más naturalizada en el contexto de los participantes del juego.

El juego de La Reconstrucción, deconstruye y reconstruye los bienes públicos sobre un mapa de coincidencias. Da cuenta del conocimiento y la valoración de lo considerado como bien, sobre el aprendizaje de lo público y su resguardo y protección.

De otro lado, y siguiendo las condiciones de Colombia, el juego La Reintegración aborda el proceso seguido por los excombatientes y sus necesidades sociales a partir de los distintos ámbitos en que se puede desarrollar: laboral (oficios), ambiental, político, roles de entorno como los económicos (comerciantes, ganaderos, etc.), para buscar opciones por medio de propuestas de proyectos que posibiliten la reintegración.

De La Habana viene un barco

Y, para finalizar ¡jugamos! De La Habana viene un barco nos permitió ponernos en la piel de los negociadores, preguntarnos sobre los temas desconocidos, mostrar lo que sabemos de ese asunto. Porque los objetivos del juego son de divulgación de los acuerdos suscritos en La Habana entre el gobierno nacional y las FARC-EP.

Además del conocimiento formal de los acuerdos, se puso de relieve con nuestro ejercicio que hay factores que no controlamos (en este caso, simbolizados por la ruleta y las cartas que indican las acciones); que el impacto trasciende lo particular y territorial más cercano (se afecta el mapa regional al armarlo como rompecabezas); y que todos ganamos con lo acordado mediante la negociación política porque nadie pierde.

Al jugar percibimos que tomar decisiones es importante porque allí es donde se muestra la responsabilidad. Debe haber un contexto que posibilite, confirme, acepte y coopere en la construcción de los acuerdos y ello es casi igual de importante al cumplimiento desde su particularidad más pequeña. El juego nos puso de frente al hecho de que el desconocimiento de lo acordado no inhabilita sino incentiva la posibilidad de participar, que quien dirige el juego solo coordina los saberes individuales y colectivos, que las reglas (cartilla y reglamento) permiten acompasar los saberes y los liderazgos en lugar de reemplazarlos.

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Reflexiones Finales

Más allá de la posibilidad de jugar descubrimos que el hablar, proponer, pensar y debatir otorga poder; que la cooperación enseña la creatividad mientras se alejan los miedos y las desconfianzas; que hay opción para acompañar a los que se encuentran inmersos en la negociación directamente, porque la memoria es siempre un espacio para motivar y resguardar.

Concluimos que la construcción de paz requiere de nuevas herramientas metodológicas, y que dentro de ellas, el juego tiene un lugar privilegiado; que la cooperación es más propositiva que la competencia; y que los asistentes al desayuno diremos Sí al Plebiscito porque es nuestra hora de jugarle en serio a la paz.

Desayuno de Paz N. 25 de 2016

Invitado: Juan Manuel Zarama, abogado consultor de USAID

Colombia, una nación desplazada: retos para la construcción de paz

Bogotá, 23 de julio

¿Cuál es la cifra de desplazados hoy en día en Colombia? ¿De qué manera el actual proceso de paz de Colombia ha tratado este tema y cuáles son los retos en el post-acuerdo? ¿Qué tratamiento se dará al tema de restitución de tierras? ¿Cómo están operando las políticas del Gobierno -y el presupuesto- en materia de desplazamiento? ¿Qué tan posible es que después de tantos años de desplazamiento en el país, las víctimas quieran volver al campo? ¿Cómo es que vamos a aprender -y a enseñar- a vivir en paz? Son algunas de las cuestiones que surgieron durante la conversación con Juan Manuel Zarama, abogado de la Universidad de los Andes, experto en derecho internacional y derechos humanos. Fue coordinador del informe sobre desplazamiento que elaboró el Centro Nacional de Memoria Histórica.

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La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.

Esta ley, vigente en Colombia desde hace 5 años, ha demostrado entre muchas otras cosas que la reparación administrativa de las víctimas resulta compleja; ha dejado claro que no podrá repararse a todas las víctimas (contempladas para efectos de esta ley desde el año 1985) ni podrán restituirse todas las tierras (desde el año 1991). Ahora bien, el hecho de atender a las víctimas del desplazamiento ha permitido ver que su reconocimiento como víctimas de este conflicto armado, pese a ser un paso doloroso, resulta crucial para iniciar su proceso de dignificación. Estos elementos constituyen en sí mismos un reto para el post-conflicto, teniendo en cuenta la necesidad fundamental de asegurar las garantías de no repetición para evitar la revictimización.

Pero también la realidad -y no solo la ley- ha demostrado que en términos de restitución no se ha contado bien la historia, que todavía queda mucho por decir y que ello aún hoy implica un riesgo en términos de actores y de intereses involucrados. En este sentido, una apuesta adecuada al posconflicto debería tener en cuenta la idea de una restitución colectiva para así lograr atacar los problemas estructurales que aquejan al país.

Colombia en clave de desplazamiento

El desplazamiento forzado en Colombia se ha vivido como una verdad incómoda que no ha sido asumida en toda su dimensión por la sociedad civil y que se ha agudizado desde el año 2000, constituyéndose en un termómetro del conflicto armado. Ha sido tal el impacto de este fenómeno, que hoy en día el país ocupa el primer lugar en el mundo en número de desplazados, cifra que se aproxima a los siete millones de víctimas registradas desde la década de 1980. Esto ha sido consecuencia de la acción de varios actores armados los cuales. Se quiera o no, han determinado las agendas presidenciales del país ya sea para la paz o para la guerra.

En estos mismos términos hay que decir que cerca del 60% de estas víctimas llegan a los municipios más pobres y un porcentaje mucho menor, cerca del 15%, llega a las ciudades más grandes del país. Así mismo, la mayor parte de desplazados provienen del sector rural, traspasando incluso fronteras mientras buscan huir del conflicto: ACNUR ha calculado cerca de 500.000 refugiados colombianos, de los cuales aproximadamente 200.000 están en Venezuela. Sin duda, la historia de Colombia ha sido impactada de manera significativa por los fenómenos del desplazamiento y el despojo de tierras.

Una evocación histórica permite visibilizar a los damnificados de la violencia, como se les llamaba por entonces a las victimas desplazadas producto de la violencia bipartidista del país y que a propósito nadie reparó. Encontramos entonces que  el desplazamiento no puede entenderse como asunto reciente pues tiene que ver con las raíces mismas del conflicto armado colombiano.

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Retorno, responsables, avances y oportunidades.

Fueron diversas las preguntas planteadas por los asistentes: ¿Quieren los desplazados retornar? Esto depende en parte de las generaciones: muchos de los mayores desean volver mientras que los más jóvenes, que crecieron en zonas urbanas, no. También se produce el fenómeno de la “descampesinización”: cuando regresan encuentran que su territorio se ha transformado, en muchos casos por la presencia de megaproyectos.

¿Quién ha sido el mayor perpetrador en Colombia en materia de desplazamientos? Esto aún hoy resulta incierto: los reportes muestran que en un 60% han sido las guerrillas, y en el restante 40% se distribuye entre los paramilitares, los militares y las Bacrim. Sin embargo, se sabe que muchos de los casos en los cuales no se identificaba al victimario, al ser registrados se atribuían a la guerrilla. Un dato inquietante es que no ha habido más de 100 condenas por el delito de desplazamiento.

¿Cuál es el balance de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras? Aunque no habrá los recursos suficientes para reparar a todas las víctimas se resaltan logros como el registro, que es el primer paso para el reconocimiento y la dignificación. Se espera por otra parte que con la intervención de la Comisión de la Verdad creada en el acuerdo sobre Justicia Transicional, se incrementará el número de víctimas.

¿Cómo podemos contribuir en esta sociedad polarizada para que las personas víctimas del desplazamiento puedan ser acogidas e integradas para continuar con su vida? Es un gran reto y compromiso de las comunidades: es necesario solidarizarse, acercarse, conocerse, confiar.

¿Podrán los desplazados votar en el plebiscito por la paz? Un reto fundamental para el post-acuerdo y algo de lo que se deberá ocupar el Gobierno, es prestar especial atención a los flotantes democráticos, a esas víctimas que hoy por hoy figuran como eje central de las negociaciones de paz.

¿Qué nación somos y que nación queremos ser?

Hay que salir de la falsa creencia de que el desplazamiento es solamente consecuencia de la guerra: en gran medida se produce por causas económicas y políticas; para comprenderlo, hay que preguntarse: ¿quién se ha beneficiado con estos desplazamientos? Con todo esto, valdría la pena reflexionar acerca de la nación que somos; una nación que se ha construido a partir de la migración forzada. Comprendiendo esto, podremos entendernos mejor para poder continuar.

Desayuno de Paz No. 23 de 2016

Invitada: Yiya Gómez,  Común Acuerdo / Viva la Ciudadanía

Tema: Pedagogía de paz para el post-acuerdo

Bogotá, 9 de julio

El rol de la sociedad civil en la pedagogía de paz

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Viva la Ciudadanía es una organización que se preocupa por el empoderamiento de la ciudadanía y la movilización civil alrededor de diferentes procesos políticos que se dan en el país con el fin de cobijar la dimensión pública de asuntos de importancia para todos. La organización rescata la participación de la ciudadanía en torno a procesos políticos para la construcción activa y democrática del país; y en el caso del proceso de negociación de La Habana, esta participación ha tomado la forma de pedagogía para la paz. Trabaja con sindicatos, iglesias y la Cámara de Comercio de Bogotá, entre otras organizaciones Yiya Gómez asume la pedagogía como una oportunidad para impulsar transformaciones en torno a la construcción de una cultura de paz que nos permita dejar de lado la violencia a la hora de tramitar nuestros conflictos. Sumado a esto, es fundamental orientar las actividades pedagógicas a la formación de una cultura de participación ciudadana en el marco de la democracia, es decir, que se asuma una actitud más activa y legal frente a los problemas que tenemos como colombianos.

Es necesario atacar mitos y malentendidos

Impulsadas por las dinámicas de la opinión pública, existen creencias muy arraigadas en la sociedad civil que minan el desarrollo sano del proceso democrático que representan las negociaciones. Estas creencias surgen por el mal manejo de la información por parte de los medios de comunicación y por la propaganda negativa difundida por ciertos sectores de la sociedad. La construcción de una cultura ciudadana de paz por medio de la pedagogía debe prestar especial atención a estos mitos que muchas veces son tomadas como verdades. Es necesario poner a dialogar estas creencias con hechos de verdad y resolver las dudas que existen frente al proceso y todo lo que lo rodea.

¿Cómo nos juntamos con los otros aunque no creamos exactamente lo mismo? En situaciones de conflicto, hay necesariamente puntos de vista contrarios; sin embargo, en la diversidad y la diferencia está la clave para construir soluciones, por lo que no debemos estigmatizar a los contrarios. Si bien los medios de comunicación construyen imaginarios muy pertinaces, estos no son los únicos, y es esencial tener en cuenta y poner a dialogar todas estas posturas para construir opiniones más fuertes e informadas que nos permitan tomar decisiones más calificadas. Es de suma importancia tener una actitud receptiva y empática en escenarios de pedagogía para que pueda haber diálogo y participación.

¿A dónde ir y cómo llegar?

La pedagogía debe incluir a todos los elementos posibles de la sociedad y en este sentido, toman mucha importancia las estrategias de comunicación y el fortalecimiento de las redes de diálogo que nos rodean como individuos. De ahí nace Común Acuerdo.

Es importante trabajar con aquellos que están indecisos, desinformados o apáticos. Y lo es también tramitar las dudas a través de la espiritualidad – del perdón y la reconciliación. De ahí el protagonismo actual de las iglesias y la importancia de trabajar en asocio con ellas.

El papel de las redes sociales y el diálogo ‘cara a cara’ con nuestros círculos familiares o de amigos es un espacio con un gran potencial para darle visibilidad informada al proceso de paz y fomentar la empatía. La manera de comunicar en estos espacios puede ser más efectiva si 1) se hace énfasis en ideas fuerza, sencillas y fáciles de entender, 2) se demuestran hechos de verdad, que son irrefutables y desarman mitos y malos entendidos, 3) se hacen públicas y se les da visibilidad a las noticias, tanto positivas como negativas, que son clave en el proceso, 4) se divulga información alternativa a los medios masivos de comunicación. Hay que darle visibilidad e importancia a lo público.

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El proceso como una oportunidad para la construcción de democracia

La negociación con las Farc es un hecho coyuntural que representa un cambio en todas las dimensiones del país (política, agraria, social, económica, cultural) y dado que alude a problemáticas históricas muy arraigadas, representa una oportunidad para, además de llegar al fin del conflicto armado (algo que ya es un logro inmenso), empezar a solucionar estas problemáticas arraigadas de una manera menos dolorosa. Sin embargo, esta es una tarea imposible de lograr si no nos incluimos todos por medio de una cultura de la participación ciudadana responsable, que use el diálogo y la acción como herramientas de cambio. Igualmente, la labor pedagógica no debe parar con la firma del acuerdo final de paz, sino que debe extenderse durante todo el período de implementación de los acuerdos. Es indispensable asumir y compartir por medio de la empatía una actitud de reconciliación que nos permita construir el país que todos queremos.

 

Desayuno de Paz No. 21 de 2016

Invitado: Pedro Arenas, consultor de Indepaz

Tema: Posibilidades para la coca y la paz

Bogotá, 25 de junio

¿Va a ser posible desmontar el narcotráfico? ¿Cómo es la relación del narcotráfico con otras economías? ¿Cuál es el papel de los planes de desarrollo en relación con la coca y el narcotráfico? Son algunas de las preguntas que enuncian en esta ocasión los asistentes, en el momento de la presentación individual acostumbrada al iniciar cada desayuno de paz.

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De Raspachín a Director de Observatorio de Cultivos Declarados Ilícitos

Pedro José Arenas es de Puerto Lleras, sur del Meta. Su experiencia como raspachín en la adolescencia, su participación en cargos populares en el Guaviare, así como el haber hecho parte de los movimientos de campesinos cocaleros de los 90, le han permitido tener  la comprensión y el conocimiento directo de cómo funciona el mundo de los campesinos recolectores de coca. Desde allí ha trabajado por los derechos agrarios cocaleros y por mejorar las políticas de narcóticos. Actualmente trabaja con Indepaz, en el Observatorio de Cultivos y Cultivadores Declarados Ilícitos de Colombia, y participa en la en la Red internacional que promueve cambios en las políticas de drogas.

El Problema no son los Acuerdos

Con una voz calmada y paciente nos invita a reflexionar sobre la coca y la paz, mostrando el gran obstáculo que sigue teniendo el ámbito de la ilegalidad del cultivo de la hoja. El problema no son los acuerdos, dice de manera contundente, pues el cuarto punto cumple las expectativas y está bien articulado con el primero, aunque lamenta que no se haya incluido la suspensión inmediata de las fumigaciones, algo que habían pedido las FARC. El problema con el acuerdo está en la letra menuda, que continúa invitando a la sustitución voluntaria y concertada de los cultivos para que los campesinos puedan acceder al apoyo del Gobierno; sin embargo con esta condición, se convierte en una sustitución forzada. La ilegalidad parece así un círculo vicioso, ya que para recibir apoyo e inversión se debe salir de la ilegalidad, pero para salir se necesita haber garantizado otras formas de subsistencia que no dan espera a que se erradiquen los cultivos. Por esto, insiste en que hay que escuchar más a las comunidades y avanzar en buscar cómo sacar de la “criminalidad” a familias que por necesidad de supervivencia son cultivadoras.

“El problema no son las fábricas”, dice uno de los invitados, “el problema son los mercados”, porque mientras ellos existan siempre va a haber producción. Esta es una de las grandes limitaciones que tiene el acuerdo, dice Pedro; y en general las políticas anti-drogas, pues en el mundo los mercados están en aumento y su abastecimiento responde a una dinámica de producción de la región andina, que incluye principalmente a Colombia, Perú y Bolivia y que, en  las últimas décadas, ha aportado una cantidad de producto constante.

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La relación de las FARC con el narcotráfico

¿Cómo es la relación de las FARC con las comunidades por el narcotráfico?, pregunta otro asistente. Pedro nos recuerda  que en Colombia las guerrillas surgieron primero que el narcotráfico y sólo a finales de los 70 y comienzos de los 80 se unieron a esta economía después de un debate interno; y lo hicieron con el argumento de que era parte de las economías campesinas: cuando en la Macarena las FARC empezaron a cortar las plantas de coca, los campesinos ofrecían cortarlas si les garantizaban  la compra de otros productos como el fríjol. Las FARC fueron aprovechando los vacíos que tenía el Estados en muchas zonas, incluso asumiendo la autoridad para exigir que se les pagara a los trabajadores, o para resolver problemas de linderos, entre otros asuntos. En el acuerdo de La Habana sobre el punto 4, se reconoció que las FARC sí participaron y obtuvieron rentas de esta economía, en función del delito de rebelión: es decir no para el enriquecimiento personal sino para el funcionamiento de la organización.

Las comunidades y el cultivo de coca

Se hace la pregunta por el beneficio que tendrán las comunidades al desmontar esta economía. Pedro anota que el fortalecimiento y la expansión del cultivo de coca respondieron también a las políticas agrarias que no protegían –ni protegen- la agricultura lícita de los pequeños cultivadores.  Desaparecieron las instituciones del Estado que fomentaban estas economías, como el IDEMA (Instituto de Mercadeo Agropecuario), el INCORA, para la reforma agraria, el DRI (Desarrollo rural integral), o instituciones para la creación de distritos de riego. A finales de los 90 con la apertura económica del gobierno de Gaviria, empezó a decaer la producción agrícola. ¿Cómo incentivar entonces la sustitución de los cultivos, si el Presidente dice que no se va a afectar el modelo de desarrollo?, pregunta Pedro.

Soluciones: legalización, descriminalización del cultivo

La conversación suscitaba muchas preguntas: ¿no sería más sencilla la legalización? Pregunta el moderador. Pedro comenta que quizás el camino más viable para afrontar todos estos problemas sea pensar en la sustitución de los usos y la regulación de los mercados, no en la sustitución de los cultivos. Pero en Colombia necesitamos un cambio cultural que nos permita mirar la coca como la planta con sus diversas posibilidades, no como cocaína. Abrir otros mercados para la coca va a ser necesario.

Otra preocupación surge entre los presentes: el narcotráfico y la violencia están relacionados y puede que ésta se recrudezca. La respuesta nos lleva nuevamente a la idea antes expuesta: es necesario ofrecer soluciones reales a los campesinos, afros e indígenas a través de políticas agrarias que los protejan. También sería necesario pensar de otra forma las políticas de drogas, pues no pueden seguir teniendo una visión nacional de conteos por héctareas, ni criminalizando solo a las personas que cultivan, sin atender el contexto completo con el que se mueve el mercado.

Cerca del mediodía, nuevamente una voz calmada y sensata nos invita a pensar en la importancia que tiene el acuerdo, y asumir que el proceso de paz para ser un punto de partida y no el final. Un punto en el cual todo está por hacerse y en el que es cada vez más necesaria la participación de todos los colombianos. Llegó el momento de la sociedad civil. Ahora tenemos que pensar cómo vamos a llevar todas estas propuestas y reflexiones también  hasta los territorios.

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Autor: Pedro José Arenas

Desayuno de Paz No. 18 de 2016

Invitado: Sergio Guarín, Director Área de Posconflicto, Fundación Ideas para la Paz

Tema: Contenidos de los acuerdos de La Habana y los retos del post-acuerdo

Bogotá, 4 de junio

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El sábado 30 de mayo nos reunimos con Sergio Guarín, director del área de Post-Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz para hablar de los retos que afrontará Colombia durante la etapa posterior a la firma del acuerdo con las FARC. Sergio es graduado en Historia en la Universidad Nacional; luego fue profesor en el Colegio San Carlos y posteriormente en algunos colegios rurales. Fue en estos cuando “se encontró con el conflicto en la cara”. En el sector público trabajó con Planeación Nacional por ocho años, y en programas de Paz y Desarrollo y de Convivencia Ciudadana. Cuando empezó el Proceso de Paz decidió que prefería estar en el sector privado. Dirigió la Red Nacional de programas de Desarrollo  Paz y se vinculó a la Fundación Ideas para la Paz.

La Sociedad en el Proceso de Paz

Al ser preguntado acerca de si estamos preparados por la paz, Sergio hizo una analogía con la decisión de tener hijos, diciendo que uno no puede esperar a estar preparado para empezar. También hizo énfasis en que los negociadores ya dicen que el proceso está por cerrarse, en menos de dos meses, por lo cual hay que preparar celebración.

Menores de edad en el conflicto

Sergio considera esencial entender que la juventud y la niñez en la ciudad y en el campo son muy diferentes. Las visiones de lo que debería ser el crecimiento de una persona son tan distintas que desde la ciudad es imposible saber qué necesitan los jóvenes del campo sin ir a hacer trabajo de comunidades. Muchos de los niños que entraron a la guerrilla, aparte de los que fueron reclutados forzosamente, llegan porque no tienen otras opciones de vida. Muchos de ellos se ven afectados, no sólo por problemas económicos sino por una falta de identidad que es suplementada por ser parte de una organización como las FARC. Esto no es una justificación para que tengan menores en las filas pero ayuda a entender el fenómeno con una perspectiva diferente. También destaca que muchos de los niños que entran a las FARC son hijos o hijas de colaboradores de las FARC, así que al continuar el conflicto sólo habría un reciclaje de las prácticas de sus familias. También afirmó que hay una seria intención bilateral, tanto del Gobierno como de las FARC, de encontrar soluciones de fondo al problema por medio de un protocolo especial y la creación de una Mesa Técnica con participación de la ONU y las entidades  nacionales idóneas para este tema.

Diferentes formas de violencia

Si bien con los diálogos de paz entre el gobierno y las FARC no se termina la violencia en Colombia, sí es la cuota más relevante para ir acabando la guerra. Falta todavía desarrollar las negociaciones con el ELN. Ahora bien, esta es una de las manifestaciones de violencia: la que tiene justificaciones políticas. Por otra parte viene la dura tarea de combatir la violencia criminal, que protege las economías ilegales. Por ejemplo los grupos neo-paramilitares, o BACRIM, que buscan actualmente la protección de mercados ilícitos como el del narcotráfico. Ahora se debe luchar para que al cerrar estos ciclos de violencia no se conviertan en otras formas de reproducirla, esta vez en el crimen común, como ocurrió con algunos miembros a las AUC luego de su desmovilización en 2003.

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Garantías de seguridad

Para Sergio este es el desafío más importante ante la perspectiva del desarme. Los riesgos vienen no solamente de grupos armados sino de personas en la legalidad que ven sus intereses amenazados y pueden acudir al mercado ilegal para defenderse, como en el caso de la restitución de tierras en que se ha venido asesinando a líderes comunitarios. Sin embargo, el país está ante una situación diferente a lo sucedido con la Unión Patriótica, en donde hubo alianza entre cuerpos de seguridad del Estado y grupos paramilitares.

Por otra arte destaca que hay un grupo grande de empresarios, ganaderos y otros miembros de la sociedad civil quienes, ya sea por intereses económicos o por interés humanitario, están dispuestos a apoyar las transformaciones que vienen. Anota que según se ha visto, la reforma rural integral acordada en La Habana es bastante conservadora si se comparan con el informe de la Misión de Observación para la Transformación del Campo Colombiano.

Oposición al proceso

La oposición al proceso por parte del Uribismo se basa en dos aspectos esenciales, uno epistemológico y uno de poder: el primero, es que Uribe concibe a las FARC como un grupo armado de crimen común dedicado al narcotráfico en vez de un grupo armado beligerante como la ha reconocido el gobierno en estos diálogos. Esto explica la razón por la cual la estrategia del entonces Presidente Uribe contra las FARC fue de fuerza mientras la del Presidente Santos lleva al diálogo. Por otro lado, Uribe ve en Santos una traición a su política de Seguridad Democrática y en su bancada una fuerte fuerza contraria a la política de mano dura que se había plantado con fuerza en el país durante su mandato.

Reflexiones finales

Es incorrecto denominar a la oposición al proceso como enemiga de la paz. Al contrario, se debe considerar como una opinión válida que debe ser tomada en cuenta como parte del proceso de postconflicto.

Hay varias tareas necesarias en la etapa del post-acuerdo. En particular, revisar la extrema centralización de los recursos que hay actualmente ya que hay una marcada inequidad, que afecta en especial a las regiones apartadas y municipios pequeños en temas como la distribución de los recursos fiscales y la asignación de becas de estudio.

Finalmente, cerramos el desayuno enfatizando la importancia de ver oportunidades en los retos que están por venir; encontrar antídotos contra la polarización; y reconocer que en nuestras manos está la posibilidad de construir un país en paz.

Desayuno de Paz No. 20 de 2016

Universidad Militar Nueva Granada (UMNG) – Campus Cajicá

Conversación con Andrei Gómez (ReD)

17 de junio

Bogotá

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El moderador resalta la importancia de desarrollar reflexiones académicas para construir paz e identificar los elementos de un proceso de paz en Colombia, así como la importancia de los procesos de reinserción en la vida civil. Afirma que estos espacios de reflexión contribuyen y dan elementos para comprender de manera más amplia el proceso de paz.

Los asistentes agradecen a Andrei Gómez Suárez por extender los desayunos de Rodeemos el Diálogo (ReD) a la UNMG, y los miembros de ReD a su vez agradecen a la UMNG por la invitación. Se presenta a ReD como un grupo transnacional de la sociedad civil que inició en Londres y que se rige por los siguientes principios: Respeto, Solidaridad, Generosidad y Honestidad. Apoya una salida negociada al conflicto armado y promueve una cultura de diálogo. Realiza diversas actividades y eventos en apoyo a la construcción de paz.

 

¿Pos-acuerdo o Posconflicto?

¿Qué diferencia hay entre pos-acuerdo y posconflicto? La palabra posconflicto se ha usado a lo largo de la historia de los estudios de paz para marcar un punto de inflexión de una sociedad que ha vivido en guerra; es decir, la situación posterior a un acuerdo de paz. No significa el fin de todos los conflictos, pues persisten conflictos económicos, sociales y políticos. En Colombia, la firma del acuerdo significa el fin del conflicto armado; evidentemente persistirán y se desarrollarán nuevos conflictos, propios de todas las sociedades.

Los asistentes sostienen que hay que darle oportunidades al país. Se requiere igualdad social. Uno de los grandes problemas es la corrupción, que produce desigualdad y violencia. En las regiones abandonadas, la ausencia del Estado permite la entrada y consolidación de actores armados. La firma de la paz afecta a ciertos empresarios que han suministrado recursos para la guerra y deberán cambiar su forma de pensar.

Es necesario reinventarse. Las fuerzas militares van a cumplir una actividad fundamental, para la cual están altamente capacitadas. Tiene que cambiar la idea del “enemigo interno.” Ellas han reconocido que en la arena internacional hay nuevos retos, por ejemplo, las misiones de paz con la OTAN y la ONU.

Con referencia a la necesidad de que la fuerza pública se reinvente, se menciona que la expresión de “reinventar la fuerza pública” tiene que usarse con cuidado: no se puede ver la intervención de las fuerzas armadas en misiones de paz como una función exclusiva, porque no se puede “mercenarizar” a las fuerzas armadas. Las fuerzas militares no van a reconstruir el país, no están facultadas para ello ni es su función. Por otra parte, el número de efectivos tiene que reducirse de manera paulatina, no dedicándolos a otros roles, sino disminuyendo su número paulatinamente.

No obstante, Andrei hace referencia a las peacekeeping operations como una forma de profesionalización del ejército y protección frente a actos terroristas. En clave de la primera fase del posconflicto, las fuerzas armadas son fundamentales, en lo que se llama “victorias tempranas;” por ejemplo, ayudar en la reconstrucción de infraestructura básica. La reducción de la fuerza pública es un proceso paulatino, que se desarrollará en la medida en que la seguridad se consolide en los territorios.

 

La sociedad civil en el pos-acuerdo

El reto profundo es transformar la cultura política y que la sociedad civil también reconozca la necesidad de reinventarse.

Algunos de los asistentes, profesores de la Facultad de Ingeniería, resaltan el papel de los ingenieros en el pos-acuerdo. Su rol es fundamental: generar posibilidades de empleo para los desmovilizados y las víctimas. Desde la ingeniería ambiental, se lee el impacto socio-ambiental del conflicto en ordenamiento territorial, migración y actividades extractivas. Se entiende que el pos-acuerdo va a generar problemas socio-ambientales en las regiones, derivados de estas dinámicas.

 

Reconocimiento de Responsabilidades: Estado y FARC

En julio de 2013, durante el lanzamiento del informe ¡Basta Ya!, el Presidente Juan Manuel Santos, admitió que agentes del Estado habían sido responsables –por acción u omisión– de graves violaciones a los derechos humanos, gesto que ningún otro Presidente había hecho, y lo hizo ante la comunidad internacional. En diciembre del mismo año, el Presidente Santos pidió perdón en nombre del Estado colombiano a la comunidad de paz de San José de Apartadó por la estigmatización realizada por el presidente Uribe en su contra en 2005 como auspiciadora de la guerrilla. Esta comunidad es reconocida internacionalmente por su neutralidad.

El 17 de diciembre de 2015, el comandante de las FARC-EP, Pastor Alape pidió perdón a la comunidad de Bojayá. Según el periodista Paco Gómez, el acto de perdón de las FARC fue honesto y las víctimas se sintieron reparadas. El acto concluyó con el acuerdo de medidas de reparación a la comunidad.

Estos actos de ambas partes son ejemplos de lo que necesita este país para sanar sus heridas. Andrei manifiesta que en años anteriores el problema de la verdad se ha abordado de manera contradictoria por parte del Estado; se han creado comisiones que han producido informes y recomendaciones sobre las causas de la violencia y la construcción de paz desde hace varias décadas, informes desconocidos por gran parte de la sociedad colombiana. El Centro Nacional de Memoria Histórica ha sido el esfuerzo institucional más ambicioso del Estado colombiano, con un mandato de Ley que opera hasta el 2021. Ha logrado desarrollar informes que han contribuido a la dignificación de las víctimas.

En sociedades transicionales se suelen establecer comisiones de la verdad. Este mecanismo se ha usado en Sudáfrica -el caso más reconocido- en Perú y en otros países. En Colombia, las partes han acordado conformar una comisión con once miembros, tres de ellos internacionales, con una altura moral y ética intachable, que informe final sobre el impacto de la violencia. La Comisión es extrajudicial y quienes acuden a ella lo harán voluntariamente. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) establece un tribunal en el que se establecerán penas alternativas, algunas restrictivas de la libertad pero sin cárcel, que serán de entre 5 y 8 años para quienes admitan su responsabilidad; para quienes no la admitan, habrá privación de la libertad en cárceles ordinarias por veinte años. Se busca con estos mecanismos no repetir los errores del pasado, asociados con la cultura de impunidad.

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Antídoto contra la polarización

La polarización, también tiene que ver con los ciudadanos que la reproducen, no sólo con los líderes que la promueven; debemos entender que el momento coyuntural que vivimos va más allá de dos apellidos o partidos. Se trata de la construcción de paz en Colombia. En Colombia urge un proceso de transformación de la cultura política que promueva el debate sobre políticas públicas y no sobre el personalismo característico del caudillismo.

Parte del antídoto contra la polarización también pasa por cuestionar los medios de comunicación. En Colombia algunos de los medios están en función del negocio y no de informar. Su posición está sesgada por los gremios que los controlan. Se requieren medios independientes, que respondan a la necesidad de los ciudadanos de estar informados. Por ahora una alternativa es acudir a medios de comunicación alternativos, como La Silla Vacía o Pacifista.

Lo logrado no es poco. Hay que usar el capital de la guerra para la paz, en función de statebuilding. El acuerdo de La Habana es valioso porque pide a Naciones Unidas la creación de un organismo de verificación del proceso de dejación de armas. Se ha creado un Comité Técnico para definir un protocolo de desmovilización de niños menores de 15 años. Las FARC se han comprometido a entregar rutas e información sobre la dinámica del narcotráfico; además el Gobierno se ha comprometido a crear una política criminal para desmantelar la actividad ilegal que alimenta la espiral de violencia política.

¿Cuál es el papel de la Academia en este escenario? La academia tiene que informarse e informar sobre los procedimientos en la construcción de los acuerdos y sus contenidos. A través de RedUnipaz, por ejemplo, debería promover un día de inducción de los estudiantes sobre el proceso de paz.

En cuanto a la refrendación y los mecanismos del plebiscito y el referendo, Andrei explica que aunque los acuerdos de paz en el pasado no se han refrendado, el Gobierno y las FARC acordaron refrendar los actuales acuerdos. Esta es una oportunidad para desmontar la lógica de guerra, que no es un estado natural. Irlanda del Norte y Sudáfrica nos enseñan que si es posible.

¿Qué sucede si en la refrendación gana el no? Cuando se ha logrado que la guerrilla se someta a un tribunal – algo que ninguna guerrilla ha hecho antes – y la sociedad internacional apoya el acuerdo. En esa medida, debemos reconocer que el proceso de paz no pertenece a los colombianos, pertenece al mundo.

Si votamos que sí ¿se acabó la tarea? No, queda mucho por hacer. No será fácil implementar los acuerdos, se requieren más profesionales comprometidos con esa implementación más allá de sus intereses personales individuales.

Para dar cierre al desayuno se resalta la frase: “Colombia es un país de contrastes”: algunos apoyan el proceso, otros no; el Gobierno y las FARC se ponen de acuerdo, los ciudadanos no. Se invita a construir un acuerdo sobre la construcción de paz como docentes, a buscar que nuestros hijos y nuestros nietos vivan lo que no hemos vivido nosotros: la paz. Un país democrático e incluyente. El papel de la academia es decirles a los estudiantes que ellos son parte de la construcción de paz en un país en conflicto.

 

Desayuno de Paz No. 14 de 2016

Invitada: Alejandra Llanos (Organización Nacional Indígena de Colombia)

7 de mayo de 2016

Bogotá

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En esta ocasión estuvimos conversando con Alejandra Llano, trabajadora social, perteneciente a  la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y a la Comisión Étnica y de la Defensa de los Derechos Territoriales. Ha sido coordinadora de las cumbres de paz promovidas por organizaciones como el Congreso de los Pueblos y Marcha Patriótica, entre otras, y representantes de los campesinos y las comunidades indígenas y afro. Nuestra invitada nos habló de los retos que tiene que resolver nuestra sociedad con respecto a las comunidades indígenas y afrodescendientes, quienes han estado durante mucho tiempo en el epicentro del conflicto. Aunque no es indígena de origen, Alejandra se considera indígena de cultura luego de más de veinte años de trabajo con estas comunidades y de haber tenido cargos de representación en cabildos y otras autoridades de pueblos nativos.

Los indígenas en el proceso de paz

Al comienzo de la reunión se hizo una pregunta clave para entender la razón por la cual los pueblos nativos son absolutamente centrales en la discusión de paz y reconciliación: ¿Cómo integrar la diferencia de pensamiento de las comunidades indígenas a la resolución del conflicto? Pues los indígenas de nuestro país no solo han estado incrustados en las zonas más afectadas por el conflicto armado sino que, además, sus visiones acerca de las soluciones han chocado gravemente con las de la sociedad occidentalizada.

Alejandra hizo énfasis en la necesidad de que los indígenas sean escuchados en La Habana, aclarando que la ONIC no desea tener sólo una audiencia, como las que tuvieron las víctimas: también que se incluya una agenda especial para los indígenas y afrodescendientes en la Mesa, donde las comunidades tengan el espacio de al menos una semana para discutir sus preocupaciones y figurar de manera activa en los acuerdos que tienen que ver con sus comunidades. Los indígenas piden que se reconozca su autonomía. Piensa que se tendría que abrir una mesa o comisión especial para ello. Tampoco entienden cómo funcionarían el control y la autoridad en las Zonas de Concentración, en relación con la guardia indígena, en caso de que coincidan con sus territorios. Así mismo, buscan que estas zonas no interfieran con territorios ocupados por minorías o territorios ancestrales. Expone que pedirán que se respeten las salvaguardas y los principios de interpretación cultural frente a cada acuerdo.

La ONIC espera que se recojan las expectativas de la Cumbre Agraria y de las 13 Cumbres de Paz como ruta de resolución de conflictos y de reordenamiento territorial. Articular las figuras organizativas que ya existen para que las diferencias de éstas con lo que se proponga no sean fuente de nuevos conflictos.

Justicia Transicional y Justicia Indígena

Otra preocupación que expresó Alejandra fue en relación con la manera en que la justicia indígena, independiente y autónoma, que goza de protección constitucional en la Ley colombiana, va a entrelazarse con la justicia transicional acordada en La Habana. Se refirió entre otros a los casos en los que la justicia indígena ha tomado acción contra miembros de su comunidad que se han hecho insurgentes y que ahora serían protegidos por la justicia transicional.

Por eso también es esencial que se tome en cuenta a los indígenas en la definición de los procedimientos. Hay dudas sobre las circunscripciones especiales para la paz. Las comunidades tienen unas “zonas de restablecimiento de la armonía” un programa en donde se ubican los jóvenes que vuelven.

Paz territorial

Cada vez es más claro que la paz territorial es uno de los temas claves para la reconciliación, y Alejandra lo reiteró: una de las preocupaciones serias en este nuevo proceso es que en la restitución de tierras se deben evitar conflictos sobre todo entre comunidades minoritarias (indígenas y afrodescendientes, entre otros) y campesinos. Menciona el decreto 2333 de 2014 para protección jurídica de los territorios indígenas ancestrales donde hay apropiación y habitación de las comunidades. Es un decreto que requiere un desarrollo para que se cumpla lo allí establecido. Hace referencia también a la consulta previa que debe cumplirse siempre que un nuevo proyecto afecte a las comunidades.

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Autorrepresentación

Alejandra nos aclaró que ella no representa a la comunidad indígena entera. Esto, como lo planteó, bordea la imposibilidad, dado que hay varios grupos de representación tanto de indígenas como afrodescendientes y también secciones de la comunidad que no están representadas, por decisión propia o por otras circunstancias. Ella es vocera de los que están agrupados en la ONIC: ochenta y cuatro pueblos de los ciento dos que existen. Por otra parte explica que es difícil pensar en una unidad ya que hay mucha diversidad, además de que no todos están organizados.

Alejandra habló de las maneras en que se ha propuesto la representación indígena en la mesa. Habló sobre todo de la necesidad de una representación elegida por los pueblos indígenas y no por el Gobierno nacional. Es esencial además que sean escuchados los representantes elegidos por los pueblos tanto por elección directa, como por medio de sus autoridades y grupos. Sin embargo, anotó que con frecuencia no todos los miembros de comunidades minoritarias están representadas, pues esto es imposible dado que no todas las personas étnicamente minoritarias están buscando ser representadas políticamente.

 

Como reflexión final se resaltó la importancia de buscar la forma de armonizar las diferencias entre las  diversas expectativas y propuestas de organización. Esto es una muestra más de que la paz no se construye en La Habana sino acá, en el territorio, entre nosotros.

 

Desayuno de Paz No 19 de 2016

Invitado: Alberto Castillo, Decano, Gobierno y Relaciones Internacionales, U Santo Tomás

Tema: Perspectivas de seguridad en el posconflicto

11 de junio de 2016

Bogotá

En este desayuno conversamos sobre el tema de la seguridad como un factor determinante para la finalización del conflicto armado y de la responsabilidad del Estado de garantizarla, no sólo como un tema exclusivo de las partes negociadoras en La Habana, sino también de la ciudadanía en general en un escenario de postconflicto.

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Si bien las primeras inquietudes rondaron en torno al concepto mismo de la seguridad en el contexto del post-acuerdo y de cómo se vería Colombia a mediano plazo en este tema, muchos de los participantes, aprovechando el perfil del invitado, afirmaron que el debate en estos temas relacionados con la paz parece limitarse a unas pocas universidades. Sin embargo, se han generado nuevas maestrías, cursos y diplomados en torno al tema de la paz y el postconflicto, ampliando el espectro a otras instituciones, aseguró Alberto Castillo.

En la Universidad Santo Tomás no se entiende la paz como un producto o un bien, sino que es un tema que incumbe a todos y por tanto es transversal a todos los ámbitos de la universidad y carece de un temario específico. A este respecto se entiende también que se haya creado el Instituto de Victimología en Tunja.

¿Qué es seguridad?

No es solo un concepto, sino que debe entenderse como un proceso que debe ser parte del análisis de los planes de desarrollo municipal y departamental; y una de las contribuciones de la Universidad Santo Tomás en este aspecto es la creación del Observatorio de Seguridad y Políticas Públicas para el Postconflicto.

Nuestro invitado expone en primer lugar la dejación de armas como parte de la seguridad física, la cual se relaciona con la violencia directa. En segundo lugar, existen otros aspectos que hacen que el concepto sea más amplio y que también fue definido como seguridad humana por el PNUD , el cual hace referencia a las necesidades de la persona tales como el acceso a la alimentación, a los recursos y a las oportunidades; garantías que pasan también por la seguridad alimentaria y la seguridad energética, no sólo de los desmovilizados en armas sino también del conjunto de la población. Es entonces la seguridad un concepto multidimensional que incluye igualmente la seguridad clásica del Estado en las fronteras.

Se puede medir también en términos de costo de oportunidades, ya que, para aquellos que quieran desmovilizarse, el incentivo de seguridad debe ser mayor que el que puedan tener en la organización a la que pertenecen, y esto debe aplicarse a todos los grupos alzados en armas. Así se evita que estos grupos se sigan nutriendo de nuevos miembros. Estos constituyen los verdaderos retos del post-acuerdo y de la paz.

La seguridad en el proceso de paz se ve mermada, pues hay incertidumbre que genera desconfianza, ya que al ser una negociación hermética, la poca información se presta para malas interpretaciones que se usan en contra del mismo proceso. Sin embargo, algunos participantes consideran que la desconfianza no sólo es causada por la desinformación; también viene de otros sectores informados cuyo nivel de expectativas supera lo que es alcanzable en un proceso de paz, algo que apunta también al inmediatismo, que es negativo en estos procesos.

Igualmente, debemos tener en cuenta los temas simbólicos que generan desconfianza, como los hechos ocurridos en Conejo relacionados con la “pedagogía armada” por parte de las FARC, un hecho que incrementó los niveles de desconfianza de la sociedad con respecto a las negociaciones. En la historia hay actos que hacen que se genere la desconfianza y que, por demás, es lógico y se entiende dados los antecedentes como el proceso de paz del Caguán y otros.

Es difícil pedir confianza si la gente no conoce la historia de su propio país, como lo enfatiza un informe de la Fundación Paz y Reconciliación. El desconocimiento del país y su historia se debe al propio sistema educativo y a los gobiernos, ya que no se enseña historia en los colegios. Además, la historia que se ha enseñado en Colombia es de carácter conservador y ha sido una visión que ha justificado la violencia.

¿Qué es paz y seguridad territorial?

Este punto tiene que ver principalmente con el campo colombiano. La reforma agraria es el punto crítico de la paz y la seguridad en los territorios. A este respecto Alberto afirma lo importante y fundamental que es la devolución de tierras adquiridas de forma ilegal a los campesinos, pero los Tratados de Libre Comercio no brindan seguridad multidimensional a los campesinos. Entonces ¿bastaría solo con la devolución de las tierras?

En este sentido, y  desde el punto de vista económico, la paz es más costosa que continuar con la guerra, afirma Alberto. A pesar de esto, la ganancia de la paz es algo invaluable, pues no solo se trata de números y dinero, sino de vidas humanas y de una sociedad más sana, que hace que sea una inversión que merezca la pena. Se habla de que el 12% de la violencia se relaciona directamente con el conflicto y por tanto es más importante el otro 88%. Sin embargo, más del  15% de la sociedad colombiana está victimizada; por tanto sale a la vista la importancia de manejar datos y estadísticas con cuidado, pues el conflicto armado ha generado la mayor crisis humanitaria en número de desplazados del mundo.

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Reflexiones Finales

Una vez se logre la firma de los acuerdos negociados en La Habana, se cree que la percepción del país cambiará y puede ser favorable al proceso de refrendación. Sin embargo, la “resistencia civil” juega un papel mediático importante a pesar de que argumentos simplistas. Hace falta un liderazgo que despolarice la sociedad, y esta es una responsabilidad de la sociedad civil.

La confianza es algo que se debe asimilar teniendo en cuenta que los actores en la mesa negociadora son conscientes del alto costo político del proceso; sin embargo, es mucho más rentable que la continuación de la guerra. De esta forma, la mesa de negociación es un mecanismo de confianza en sí mismo, así como lo será el cumplimiento de lo pactado por parte de las instituciones.