Los desayunos de paz se realizan bajo la dirección de ReD Bogotá con el objetivo de reunir a diferentes conferencistas para que nos expliquen diferentes temas politicos relacionados con la paz de Colombia.

Colombia: La Conversación más Grande del Mundo

Por Gwen Burnyeat

9 de febrero de 2016

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Latin America Bureau. Para ver más blogs de la autora en este plataforma, visite http://lab.org.uk/gwen-burnyeats-colombia-blog/

Traducción: Beatriz Vejarano por Rodeemos el Diálogo

Se están desarrollando grandes esfuerzos por promover no sólo el diálogo sino una verdadera conversación entre todos los actores del proceso de paz de Colombia, tanto a nivel local como nacional.

7 de febrero de 2016

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“La conversación es una práctica social que ha sido una de las víctimas del conflicto armado. Pues hay muchas conversaciones que han sido dominadas por todos los actores armados, y muchas más conversaciones que han sido silenciadas”. – Carlos Chica.

 

Mientras las negociaciones en La Habana siguen adelante con sus altibajos, la sociedad civil colombiana no está de brazos cruzados. Está participando en la Conversación más Grande del Mundo, una iniciativa gubernamental para vincular y visibilizar los miles de foros, manifestaciones, seminarios, conferencias, diálogos públicos, talleres, discusiones en las aulas, conciertos y debates en línea sobre la paz en Colombia. El grupo transnacional Rodeemos el Diálogo (ReD), que ha venido realizando “desayunos de paz” semanales en Bogotá a lo largo de dos años, invitó a Carlos Chica y a Alejandra Villamizar del equipo presidencial que impulsa la iniciativa y les pidió explicar este proyecto con un nombre tan ambicioso.

 

LA CONVERSACIÓN HA SIDO UNA DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO

Carlos dijo: “Conversar, en su raíz griega, quiere decir convivir y dialogar con los demás; el diálogo, en el sentido aristotélico, significa persuadir con argumentos fidedignos. Debemos comenzar a valorar el arte de la conversación. La conversación es una las prácticas sociales víctimas del conflicto armado. Pues hay muchas conversaciones que han sido dominadas por los actores armados, y muchas más conversaciones que han sido silenciadas”.

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Carlos y Alejandra insistieron que no se trata de que el gobierno se apropie de iniciativas de la sociedad civil. “Simplemente estamos haciendo un esfuerzo por subirle el volumen a miles de conversaciones sobre la paz que están desarrollándose todos los días en este país”, explicó Carlos. Alejandra añadió que no se trata tampoco de defender al Presidente Santos, ni de persuadir a la gente sobre la pertinencia de los acuerdos que se están llevando a cabo en La Habana. “Sin embargo, es un escenario que busca persuadir a la gente sobre la importancia del diálogo como un medio de resolución pacífica de los conflictos”.

Destacaron que las personas escépticas o hasta contrarias al proceso de paz deberían participar en la Conversación más Grande del Mundo. “Tenemos que atraer a los escépticos”, dijo Carlos, “y sobre todo a los indiferentes. Como dijo el Papa Francisco en enero de este año, la indiferencia es la amenaza más grande contra la paz”. Esto es especialmente significativo dado que el acuerdo va a ser sometido al voto del pueblo colombiano en un plebiscito, y la indiferencia electoral podría poner en peligro la legitimidad de los acuerdos. El simple hecho que exista un proyecto que resalte la importancia de la conversación sobre la paz es una incitación al diálogo, en un sentido positivo.

Carlos explicó que la Conversación más Grande del Mundo no tiene como fin divulgar los acuerdos de paz de La Habana. Educar a los colombianos sobre los acuerdos es importante, anotó, pero hay muchas organizaciones que ya lo están haciendo, entre ellas la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, organizaciones no gubernamentales internacionales y organizaciones de base. El objetivo trasciende La Habana y los acuerdos, y busca transformar la sociedad de tal manera que las personas puedan aprender a resolver los conflictos y a aceptar las diferencias por medio de la discusión pacífica.

 

¿QUÉ HACER FRENTE AL ODIO HACIA LAS FARC?

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“Por ejemplo”, dijo Carlos, “¿qué vamos a hacer con el odio nacional que se les tiene a las FARC? Un conocimiento detallado de los textos de los acuerdos no ayuda. Hay una idea culturalmente arraigada que las FARC son los únicos malos en Colombia”. Es un comentario llamativo, pues viene de un funcionario del gobierno. La Conversación va más allá de La Habana y aborda las prácticas culturales cotidianas en Colombia que se ven afectadas por la violencia y que contribuyen a reproducirla. Alejandra anotó: “Muchas personas promueven la tolerancia hasta que tienen que hablar con gente intolerante”. A lo que Carlos añadió que “este conflicto ha moldeado la manera como nos relacionamos unos con otros. Hay maneras perversas de relacionarse en esta sociedad y tenemos que comenzar a hablar de ello”.

Rodeemos el Diálogo (ReD), un grupo de la sociedad civil, lleva tres años promoviendo la cultura del diálogo como método de construcción de paz entre civiles. Después de la presentación de Carlos y Alejandra, se abrió la discusión; por lo menos este es un espacio en que el arte de la conversación ya se ha venido practicando a un nivel sofisticado. Los asistentes tenían muchas preguntas: ¿Cómo va la Conversación más Grande a llegar a los sitios más remotos y olvidados del país? ¿Y qué pasa en las áreas donde el conflicto todavía es parte de la realizad cotidiana? ¿Cómo puede la gente en esos lugares ‘conversar’ en medio del miedo? ¿Cómo va la Conversación a incorporar a los medios de comunicación? Una persona confesó su escepticismo frente a las posibilidades reales de paz; otra dijo que había sido indiferente en cuanto al conflicto, pero que desde que participa en ReD se ha entusiasmado con la importancia del proceso de paz.

Yo pregunté qué estrategias van a utilizar y Alejandra respondió: “La Conversación ya existe. Muchas personas y organizaciones diferentes ya están conversando. Si ya se está desarrollando alguna conversación organizada de algún tipo que tenga que ver con incitar a la reflexión sobre la paz, puede formar parte de la Conversación”. Explicó que la Conversación más Grande del Mundo puede brindar visibilidad a diferentes eventos e iniciativas, ofrecer su logo y, si los organizadores así lo desean, se pueden divulgar fragmentos de su conversación a través de los medios de comunicación de la Conversación. La Conversación puede mandar personas de la Presidencia, si los organizadores así lo desean, pero “nosotros no tenemos que participar, no se trata de que se lo apropie el gobierno”. Ofrecen un kit en línea que aporta diferentes posibilidades, entre ellas material didáctico, apoyo a los organizadores locales para seleccionar e invitar un orador, así como acceso al cubrimiento mediático. Hay también una plataforma virtual en la que las personas pueden colgar fotos, videos y canciones y participar en foros en línea. “La idea es tener una experiencia compartida”, dice Alejandra. “Hemos tenido la experiencia compartida de la guerra. Pero esta experiencia la construimos por medio de la conversación”.

 

NO HABRÁ MANIPULACIÓN DE ARRIBA HACIA ABAJO

Carlos agregó que “no queremos manipular estas discusiones. Las metodologías y los temas de las Conversaciones dependen de los grupos individuales que participan. Este país está lleno de metodologías creativas. Ya hay organizaciones en el terreno, en las regiones, que conocen a la gente, que saben de sus preocupaciones. Nosotros sólo queremos articular todo eso”.

ReD fue uno de los pioneros en el desarrollo de espacios de diálogo en Colombia. En un país con una vibrante historia de movimientos sociales, muchos grupos han venido discutiendo sobre la paz, la política y los derechos humanos desde hace décadas, pero generalmente lo hacen desde perspectivas ideológicas específicas, y no necesariamente con el propósito de incorporar las diferencias y aprender a escuchar al ‘otro’. Pero cada vez queda más claro que la sociedad civil, además de tener parte de la responsabilidad en la perpetuación del conflicto armado – ya sea pagando extorsiones, manteniéndose indiferente o beneficiándose de la guerra económicamente – deberá jugar un papel crucial en la transformación del país, de uno en que finalmente se logre el delicado cese al fuego bilateral (¡nada fácil!) a otro en que la paz esté enraizada en la cultura cotidiana. Lo nuevo de la Conversación más Grande del Mundo es que el gobierno ha entendido la importancia de apoyar el diálogo como mecanismo para conversar a través de los abismos políticos y sociales, y está intentando encontrar las maneras de contribuir a que tales prácticas progresen, sin asumir el control ni imponer una agenda política.

Carlos concluyó que “la Conversación más Grande del Mundo es una poderosa herramienta para transformar la sociedad, para formar e identificar líderes, para unir a la gente, para permitir que las conversaciones individuales y aisladas converjan y se unan. También, para desarrollar empatía, una característica humana que hemos perdido en la guerra – la capacidad de ponernos en los zapatos del otro. La conversación es un vehículo por medio del cual diferentes percepciones de la realidad pueden ponerse sobre la mesa, lo que nos permite comprender que la realidad no es absoluta”.

Lo que está ocurriendo en Colombia es único. La convergencia de la agenda política nacional con las conversaciones de personas comunes y corrientes y el desarrollo de un lenguaje que pone el diálogo en el centro de la práctica política y social es una extraordinaria expresión de lo que significa buscar la verdadera democracia. El resultado no será perfecto, pero la idea establece un rasero alto y anima a ejercer la ciudadanía activa – algo que podría convertirse en una lección para las sociedades de todo el mundo.

 

Gwen Burnyeat es antropóloga y escritora británica. Actualmente es profesora de antropología política en la Universidad Nacional de Colombia. Ha trabajado en Colombia a lo largo de seis años en instituciones como el Centro Internacional de Justicia Transicional y Brigadas de Paz Internacional en el Urabá. Además de publicaciones académicas, escribe ficción y actualmente está produciendo un documental llamado “Chocolate de Paz”.

Desayuno de Paz No. 7 de 2016

Diversidad cultural, democracia y construcción de paz

Conversación entre Gwen Burnyeat (Universidad Nacional) y

Vivian Martínez (Universidad de los Andes)

Bogotá, Marzo 5

Concepto de diversidad

Vivian se sitúa como una mujer atravesada por experiencias históricas diversas y se identifica como feminista, mestiza, socialista y latinoamericana. También se asume como una mujer heredera de múltiples desigualdades, violencias y opresiones a las que resiste en su cotidianidad. Sus investigaciones se centran en las formas como la categoría mujer/es es construída cultural y políticamente por el Estado colombiano y los pueblos indígenas. Esto la ha llevado a analizar el rol de la Constitución de 1991 en el reconocimiento de la diversidad cultural, el gobierno indígena y la participación de las mujeres dentro éste en contextos rurales y municipales. Ha trabajado específicamente con los pueblos Kichwas-Otavalo de Ecuador y Bogotá, e Ingas del Putumayo.

Vivian empezó a trabajar el tema de diversidad en el 2005 cuando se vinculó con el grupo de investigación “Relaciones Interétnicas y Minorías Culturales” de la Universidad Nacional. Desde allí hacían un seguimiento a las consecuencias de la Constitución de 1991, primera Carta en reconocer la diversidad cultural y pluriétnica de la nación, que otorgó derechos especiales a los pueblos indígenas y a las comunidades afrodescendientes. Este reconocimiento no ha sido del todo universal para las comunidades, aunque está en proceso de constante evolución. Dentro de este grupo, ella se posiciona dentro del feminismo y empieza a orientar su trabajo investigativo hacia un concepto de diversidad cultural radical que permita superar las desigualdades, crear democracia verdaderamente incluyente y construir paz duradera.

Para Vivian la diversidad no debe entenderse sólo en relación con pueblos indígenas y afrodescendientes, pues se aplica a todas y todos. Es importante que la administración pública y las instituciones que crean las políticas públicas para indígenas, afrodescendientes, mujeres, LGBTI, entre otros, reconozcan que la identidad de las personas se construye sobre la intersección, siempre compleja y localizada, de categorías de raza, sexo, etnia, clase, género, religión, entre otras. Por esta razón, es necesario que el proceso de paz se enmarque en la complejidad de la diversidad.

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La mirada desde la antropología

Gwen llegó a Colombia hace seis años como observadora internacional del conflicto armado en Urabá, en donde trabajó con la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Después de dos años en Urabá quiso seguir aprendiendo sobre Colombia, y se trasladó a Bogotá a la Universidad Nacional. Ha observado la gran distancia entre la visión del sector humanitario en los territorios y la clase media de las ciudades. Para ella uno de los retos es que las diferentes realidades de los colombianos se compartan con el fin de conocer y reconocer lo que ve y vive el otro, para entender que no hay comunidades ni personas más importantes que otras, y valorar las diferencias.

Gwen destaca cómo desde la antropología se hace el ejercicio de ponerse en los zapatos del otro, sin prejuzgar, para comprender otros puntos de vista y experiencias de vida. Esta es una mirada necesaria para el posconflicto, pues está relacionada con la tolerancia y la aceptación, entendiendo que la diversidad también somos todos.

Como parte de su apuesta antropológica, hoy en día, está realizando la producción del documental Chocolate de Paz, con el que busca acercar la compleja historia de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó a las vidas de sectores urbanos.

Dos miradas sobre el conflicto

Se plantean dos preguntas: 1) ¿qué están pensando las comunidades alejadas y qué es lo que hay en su experiencia que nutre su percepción? 2) ¿Qué implicaciones pueden llegar a tener para ellas los acuerdos de La Habana en sus territorios?

Trayectorias y experiencias de vida de mujeres ingas de Santiago

Al indagar frente al proceso de paz, la diversidad, y las mujeres indígenas con comunidades como Santiago, Vivian ha notado que no hay un interés aparente por el proceso de paz. Si bien, algunos ingas recuerdan experiencias como el paro armado de 1998 en el Valle de Sibundoy, episodios de enfrentamientos de guerrillas y reclutamientos forzados, ven que los actores armados nunca confrontaron directamente a las comunidades indígenas sino a los terratenientes y colonos, razón por la cual no ven una afectación directa del conflicto armado en ellos. De igual modo, varios indígenas ingas consideran que no deben opinar sobre el tema porque no son expertos, y como no son expertos, la sociedad colombiana no los ha llamado a opinar ni a hacerse escuchar.

A la comunidad de Santiago le preocupa los acuerdos y concesiones económicas que se están haciendo en el Cerro de Patascoy y en otros territorios, por considerarlos contrarios a un ideario de construcción de paz cimentado en la confianza entre los pueblos indígenas y el Estado. Por este motivo, los pueblos indígenas piden que las propuestas de paz territorial que involucran a sus territorios sean consultadas previamente con los miembros de las comunidades de acuerdo al respeto por sus derechos colectivos.

Las mujeres indígenas colombianas han venido haciendo parte de iniciativas para fortalecer su autonomía y sus capacidades de liderazgo como escuelas de formación, diplomados y cursos. Estas iniciativas buscan darles herramientas para afrontar dentro de la legalidad y la institucionalidad las violencias heredadas de su pasado colonial, las violencias que aún están presentes en sus comunidades, y las que surgen en el marco del conflicto armado. Gracias a estas iniciativas, las mujeres indígenas se han preparado para asumir la construcción de una paz fundada en la diversidad cultural y en sus cosmovisiones, y aportar con sus iniciativas a un proceso de justicia transicional.

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La Comunidad de Paz de San José de Apartadó

Es una comunidad de campesinos que viven en la serranía de Abibe, Urabá. En 1997, se declararon neutrales frente al conflicto, posición que ha evolucionado hoy, con prácticas de vida y trabajo comunitario que va mucho más allá de la neutralidad. Históricamente, han sufrido todas las formas de violencia ejercida por los diferentes actores del conflicto, y según dicen, sobre todo por parte del Estado y los paramilitares,[1] por lo que tienen una posición muy escéptica frente al Estado, que los ha llevado a lo que ellos llaman una “ruptura” con éste.

En su postura frente al proceso de paz se refleja esta desconfianza, que se profundiza porque el Ejército sigue teniendo un discurso que los estigmatiza (al decir, por ejemplo, en la radio local que son guerrilleros o simpatizantes de la guerrilla). Por otra parte, temen que el fin del conflicto desvíe la mirada internacional que actualmente fortalece la protección de los derechos humanos, permitiendo así que se continúe el despojo de tierras en pro del capital y las multinacionales, dentro de un marco de legalidad.

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Reflexiones finales

Es importante que el proceso de paz fortalezca y promueva el diálogo intercultural para la justicia, la inclusión social y la construcción de paz, que comprenda los territorios y sus necesidades específicas. Este proceso necesita de cambios en cultura política que permita crear políticas con enfoque territorial, que posibiliten el acceso integral a la tierra. Además, es importante construir Estado en las regiones con una cara civil, que valore los procesos y trayectorias propias. Así, se podrá pensar en un proyecto de país incluyente.

[1] El paramilitarismos para ellos es un fenómeno que no se acabó sino que evolucionó. En esa zona todavía hay muchos grupos o personas que aún se autodenominan paramilitares.

Desayuno de Paz No. 6 de 2016

Invitado: Álvaro Villarraga, Centro Nacional de la Memoria Histórica

Tema: Desmovilización, reintegración y construcción de paz

27 de febrero

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Iniciación en la militancia

Álvaro Villarraga nos cuenta que desde su época de estudiante del Colegio San Bartolomé en Bogotá, se comprometió activamente con el movimiento estudiantil colombiano y con las luchas de las organizaciones sociales de los años setenta y contribuyó a la construcción de procesos organizativos que buscaban transformar el modelo educativo colombiano. Recuerda que la represión hacia la protesta estudiantil era muy fuerte, lo que condujo a un radicalismo extremo. Fue así como después de una larga trayectoria de participar en proyectos de organización política y social, llegó a militar en el EPL. Tomando como referente su experiencia de vida dentro de la movilización social, nos narró su paso por el EPL y sus expectativas hacia el futuro, una vez se firme un acuerdo de terminación del conflicto con las FARC.

Además de ser conocido por su pasado de militancia dentro del EPL, Álvaro se destaca por su trayectoria en la investigación, la asesoría y la consultoría sobre temas de historia del conflicto armado y construcción de paz en Colombia. Su recorrido académico ha oscilado entre disciplinas como la física, la biología, las ingenierías, la filosofía, la historia y los estudios políticos. Fue parte del proceso constituyente de los años ochenta que dio origen a la Constitución de 1991 y hoy es Director de la Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de la Memoria Histórica. Paralelamente, trabaja en la academia produciendo publicaciones sobre la historia del EPL y del conflicto armado.

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Gestación y proceso del EPL

El EPL surgió como producto de las grandes diferencias entre el Partido Comunista Colombiano y las FARC. La tensión entre posturas sobre el rumbo que debía tener la revolución en el país y la contemplación de la lucha armada como una acción válida para las disidencias políticas fueron determinantes en el surgimiento de esa guerrilla. Cuenta que las diferencias fundamentales al interior de la izquierda colombiana potenciaron de alguna forma el surgimiento de una organización política armada como el EPL a principios de los años sesenta. Por un lado, en la escena política estaba presente el Partido Comunista que, bajo una orientación ideológica cercana al marxismo-leninismo, apoyaba la búsqueda y materialización de una revolución a través del trabajo político e institucional. Por otra parte, otros sectores sociales de izquierda apoyaban con fuerza la lucha armada como único camino para hacer realidad un ideario revolucionario en Colombia.

En medio de esta tensión, el EPL retomó la necesidad de un trabajo político colectivo con varios sectores de la sociedad colombiana, incorporando aliados claves como sectores juveniles, campesinos, rurales y populares. Así, el EPL aseguraba un campo de acción entre los sectores que manifestaban su “desencanto” con la izquierda colombiana, debido a las contradicciones entre las diferentes concepciones que los líderes políticos tenían sobre cómo debía llevarse a cabo la revolución, las dificultades para implementar una reforma agraria coherente con los anhelos de las regiones y de los militantes, y la falta de conexión entre los movimientos de izquierda y sus bases. La respuesta del Estado a las acciones del EPL fue la criminalización y la violencia. Álvaro recuerda cómo el Estado colombiano buscó erradicar las disidencias a partir de fusilamientos, violencia sexual, torturas y desplazamientos: “La represión fue bárbara.”

En la década de los ochenta, la lucha armada continuó ampliándose y las insurrecciones fueron cada vez más frecuentes en las regiones colombianas. A pesar de eso, el EPL manifestó su deseo de empezar a buscar acuerdos con los sectores populares y con el Estado colombiano para cesar las acciones militares y empezar un proceso de paz. El EPL, inclinado a proponer unos diálogos de paz con el gobierno de Belisario Betancourt, también empezó a establecer relaciones con otras guerrillas con miras a generar cambios políticos que permitieran acabar con la violencia y la guerra en el país. Si bien existieron consensos entre el EPL y guerrillas como el ELN, el M-19 y las FARC en torno a la necesidad de terminar con el conflicto en Colombia, entre éstas diferían en su concepción sobre cómo debían darse los procesos de entrega de armas, desmovilización y reintegración a la vida civil. También había diferencias acerca de las formas de validar y legitimar los acuerdos de paz pactados: referendos, plebiscitos y asambleas constituyentes. Para Villarraga, la falta de consensos, las diferencias entre posturas y los intereses particulares de cada guerrilla fueron agotando paulatinamente los procesos de diálogo con el Gobierno Nacional. Esto tuvo como resultado que cada guerrilla individualmente tomara la decisión de iniciar su propio proceso de desmovilización. En 1991, una parte considerablemente grande del EPL se desmovilizó y cesó sus actividades guerrilleras.

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Perspectivas del proceso actual

A las preguntas de los asistentes acerca de su perspectiva de lo que viene para Colombia, comenta que actualmente desde el Consejo Nacional de Paz, del cual hace parte, se viene acompañando el proceso con el ELN, sobre el que espera llegue a buen término. En cuanto a la negociación Gobierno- FARC, encuentra que hay buenas señales: las FARC han tenido una evolución política muy importante. Piensa que la reintegración deberá parecerse más a un reencuentro, con un diálogo bilateral, concertado. Es necesario que se mantenga la coherencia política a través de unas vocerías sólidas, y que el impacto se logre no sólo hacia los excombatientes sino con las comunidades.

No comparte la idea de llevar los acuerdos a una asamblea constituyente ya que sería exponerlos a una redefinición por parte de la población. Así mismo, un modelo de referendo sería un error pues desvertebraría lo ya acordado. Por el contrario, es partidario del plebiscito, que considera una decisión valiente del Gobierno, ya que legalmente no estaría obligado a convocarlo.

Desayuno de Paz No. 5 de 2016

Invitado: Diego Bautista, Oficina del Alto Comisionado para la Paz

Tema: Paz Territorial

20 de febrero de 2016

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Rodeemos el Diálogo conversó con Diego Bautista, asesor de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y encargado del desarrollo de la estrategia de paz territorial. La conversación inició con algunas preguntas que dieron lugar a un valioso diálogo, pero la principal fue ¿qué significa paz territorial?

La paz debe beneficiar a todos los sectores, en un país que históricamente ha tenido un sistema político centralizado.

Diego inició la conversación aduciendo que la paz territorial se trata de la relación entre el proceso y el territorio donde los habitantes tuvieron que convivir con el conflicto, en un país donde el sistema político es centralizado y cuenta con una territorialidad diversa, no homogénea, y una oferta institucional deficiente y además donde los grupos armados ilegales ocuparon espacios institucionales.

En esa línea, la paz territorial se fundamenta, en primer lugar, en los ajustes institucionales en los territorios y en el marco normativo que se derive de los acuerdos. La firma de los acuerdos implicará el fin del conflicto; pero sólo su efectivo desarrollo y sostenibilidad implicará la paz. Para ello la sociedad colombiana de manera conjunta, deberá trabajar en los nuevos desarrollos y desafíos sociales e institucionales. Eso implicará que se aborde o se entienda la institucionalidad de una manera distinta, desde el territorio y no desde lo sectorial, dando una lectura más integral y holística a las necesidades locales.

En segundo lugar, este esfuerzo debe comprender la participación ciudadana genuina, entendida como la participación de todos aquellos actores que están en el territorio, no solamente las comunidades, también las empresas, desmovilizados, entre otros, con el ánimo de que todos cuenten con una participación genuina en la toma de decisiones del gobierno, no sólo como demandantes de soluciones sino como partes del proceso decisorio.

Por otra parte, la reconstrucción de la confianza entre los actores del territorio es esencial en la paz territorial, en cuanto una efectiva interacción basada en el reconocimiento de las capacidades diversas que hay en territorio es lo que efectivamente va a contribuir a construir paz. Se trata de reconstruir el tejido social en los territorios.

Diego recordó que la ageda de construcción de paz no se agota con los acuerdos de La Habana. Deberán incorporarse los conflictos locales y regionales (ej. El conflicto por tierras en el Norte del Cauca, entre otros).

Igualmente, se deberá romper el equilibrio promovido por la presencia de las Farc en los territorios. La pregunta es quién se hará cargo de esos territorios tras la desmovilización de las Farc. Habrá que llenar el vacío y no dejar que lo hagan las organizaciones criminales ni los reductos de los paramilitares o de las mismas Farc. Se trata entonces de estabilizar los territorios para iniciar el proceso de construcción de ciudadanía.

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Tiempos, institucionalidad y perspectiva a largo plazo

Además de los elementos que contempla la paz territorial, Diego compartió con nosotros los tiempos y las velocidades de la implementación, en el entendido que habrá un primer momento de respuesta rápida, con el ánimo de que las regiones empiecen a percibir los cambios y el incio de la llegada de esa institucionalidad; y en segundo lugar, la reconstrucción propia del Estado, con planes de desarrollo con enfoque territorial teniendo como resortes dos líneas: i) la justicia, la infraestructura y la seguridad y ii) la reconstrucción o reacomodamiento del Estado, entendiendo que no es cuestión de llevar el Estado al territorio, sino que es en el territorio, a partir de él, que se debe construir el Estado. Así pues, aseguró que la OACP trabaja fuertemente en el diseño de la estrategia y el Ministerio del Posconflicto hará lo propio en relación con la ejecución.

Rodeando el diálogo

El desayuno cerró con una invitación a participar activamente en la construcción de confianza entre diversos sectores colombianos que no han identificado que uno de los retos más grandes para hacer realidad la paz territorial es desmontar las estructuras corruptas nacionales, regionales y locales que han alimentado la debilidad institucional. Articular a muchos colombianos para trabajar en la implementación es un reto que asumimos en Rodeemos el Diálogo.

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Desayuno de Paz No. 4 de 2016

Invitado: Pedro Vaca. Director Ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP

Serie: Medios de comunicación y construcción de paz

13 de febrero

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Abogado de la Universidad Nacional y cofundador del movimiento social “Hijos e hijas contra la impunidad”, Pedro ejerció como abogado de víctimas en el colectivo José Alvear Restrepo; hace tres años se vinculó a la FLIP como abogado representante de periodistas víctimas de violencia mientras ejercían su profesión, y desde el 2013 es el Director Ejecutivo de esta fundación.

El valor de la libertad de expresión

Inicia con la cita de Javier Darío Restrepo: “La libertad de expresión no es decir lo que uno quiere, sino poder decir lo que uno debe”, y explica por qué no comparte esta definición: la libertad de expresión (LE) es un derecho genérico, mientras que la libertad de prensa (LP) es un derecho específico que se basa en un contrato tácito. Mientras que la LE sirve para decir lo que uno quiere incluso equivocarse, ofender o mentir, en la LP por el contrario, se entiende que un periódico se compromete con la audiencia a brindar contenidos de interés público. Diferencia información de opinión: la información está relacionada con la verdad y tiene un proceso de verificación importante, salvo cuando se está cubriendo una emergencia donde hay posibilidad de equivocarse. Pero en un reportaje o una investigación que lleva realizándose por un tiempo, no debe haber error. También, cuando el periodismo se centra en las reacciones de personas (políticos, otros periodistas, etc.) frente a hechos, se podría decir que se está faltando a ese pacto tácito, pues los procesos de verificación no se están haciendo.

La opinión, en cambio, no tiene por qué ser cierta y de esa mezcla entre información y opinión las personas nos hacemos una imagen de la realidad. Debe entonces haber más rigurosidad, pero sin limitar la LE, ya que el periodismo debe responder a una población diversa, con contenidos para todos, desde temas transcendentales hasta cosas de farándula y deportes.

Los retos para el periodismo en Colombia

A la pregunta sobre los retos Pedro menciona que en general no se tiene en cuenta el entorno de los periodistas. En 1996 la FNPI, Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, estableció un sistema de monitoreo para hacer seguimiento de las condiciones en las que se ejerce la profesión, así como brindar protección a los periodistas. Esto ha permitido establecer que los actores violentos, los motivos y las formas de agresión cambian dependiendo de la región, el tema y el momento. Al respecto Pedro habla de tres periodos importantes: 1) En los 80, la violencia asociada con el narcotráfico se disparó, el debate de extradición de colombianos en la constituyente fue el gran tema; en esta década asesinaron tres periodistas de El Espectador, entre ellos Guillermo Cano. 2) Entre 1998 y2002, durante el proceso de paz del Caguán y el auge paramilitar, los temas giraban alrededor del conflicto y la corrupción, y la violencia no discriminaba entre ciudades grandes o pequeñas. 3) Desde 2005, los homicidios de periodistas disminuyeron pues se intensificaron las acciones para proteger a la prensa y se obligó a hablar del asunto públicamente con la consecuencia de un aumento en el costo político asociado a los asesinatos y las agresiones. Así, se pasó de diez asesinatos en el 2000 a dos en el 2015.

A la pregunta sobre la autocensura Pedro responde que se da de diferentes formas y promovida desde todos los sectores y personas, con 3 efectos principales: a) alguien que está hablando sobre un tema no puede seguir haciéndolo; b) Se dejan de lado temas que son importantes y hace que la sociedad se prive de conocerlos; y c) El chilling effect, es decir, la autocensura que se da como consecuencia de acciones violentas hacia otros periodistas.

La región comunicativa para el proceso de paz

Se preguntó por la definición de este concepto y las implicaciones de estas regiones comunicativas en términos del posconflicto. Pedro explica que la región comunicativa[1] surge para desligar la idea de región de las divisiones políticas en Colombia, ya que éstas no reflejan la realidad. Por ejemplo, Medellín y Urabá son muy diferentes siendo el mismo departamento. Habla de la falta de pluralidad en las regiones apartadas como el Guaviare donde para cuatro municipios hay solo quince periodistas, la mayoría empleados del Gobierno y ninguna rotativa, luego no hay medios impresos, mientras que MinDefensa posee las tres emisoras comunitarias. Nos cuenta que en Colombia, el Ministerio de Defensa tiene 108 frecuencias radiales mientras que Señal Colombia tiene solo 54, con lo cual a muchos lugares solo llegan emisoras de carácter militar. Además, hay en estas regiones emisoras de la guerrilla como La Voz de la Selva en Caquetá, así como de iglesias cristianas. El criterio de la FLIP no es que no existan estos medios sino que debe haber mayor pluralidad que favorezca un balance en las comunicaciones. Debería haber un equilibrio entre los medios comerciales, públicos y comunitarios.

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Reflexiones finales

El rol de la FLIP en La Habana no es protagónico, sino de escucha y generación de reflexión sobre la libertad de expresión. Pedro ve pertinente que lo que se desarrolle en la Comisión de Verdad, se emita por vía radial y que sería deseable que a ella se vinculen periodistas. A la vez, evidencia su preocupación por intentar poner el título de la paz a la financiación de los contenidos, pues ya no sería un fondo para la pluralidad, sino un fondo para propagandas de un momento específico. Se dejó en el aire la tendencia privatizadora de los medios (en todo el continente). Pedro vuelve a hacer un llamado a que se abran las conciencias a todo tipo de contenidos, recuperando así nuestra capacidad de asombro. Se llama a la solidaridad con los periodistas que han sufrido por informar en medio del riesgo.

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[1] Según el informe ‘La palabra y el silencio’ del Centro Nacional de Memoria Histórica, “región comunicativa (…) hacer referencia tejido comunicativo que hay en la regiones, por el cual es posible la producción, el intercambio y la apropiación social de significaciones sociales, políticas, económicas y culturales entre sus habitantes, grupos y entramado institucional. Recuperado de: http://centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/periodistas/pdf/cap4-la-palabra-y-el-silencio-violencia-contra-periodistas.pdf

Desayuno de Paz No. 3 de 2016

Invitado: Carlos Chica, Equipo de Pedagogía Presidencia

La Conversación Más Grande del Mundo

6 de febrero de 2016

En esta ocasión nos acompañó Carlos Chica para hablar del proyecto gubernamental La Conversación Más Grande del Mundo. Carlos es periodista y miembro del equipo de pedagogía de la Presidencia. Nació en una familia numerosa donde aprendió a trabajar y construir con otros. Al graduarse de periodismo, empezó a trabajar cubriendo el movimiento sindical. Ha trabajado con la ONU y con Presidencia durante los Diálogos de Paz en El Caguán, como editor general de noticias, entre otras.

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El rescate del arte de conversar

La Conversación Más Grande del Mundo es una apuesta por propiciar y rescatar la práctica de la conversación; todo ello, en vista del desprestigio de las palabras “diálogo” y “paz” en la sociedad colombiana tras El Caguán. Conversar sirve para romper el silencio y ejercer resistencia. Más que divulgar los acuerdos de La Habana (que es necesario), lo que se quiere es darle relieve a conversaciones que se dan en Colombia, abrir nuevas ventanas y atraer a indiferentes y escépticos. Las conversaciones heterogéneas de los ciudadanos deben ser escuchadas, reconocidas y tener incidencia; la negociación entre Las Farc y el Estado representa sólo una conversación, pero hay muchas más. @ConversacionCOL Busca crear canales idóneos para que la gente pueda participar y asumir un papel activo en el cambio cultural.

La Conversación Más Grande del Mundo

La promoción del diálogo es la promoción de la tolerancia; sin embargo, muy pocas veces se llega a las personas intolerantes. La Conversación Más Grande del Mundo no apunta a La Habana, ni a un interlocutor específico; tampoco pretende defender al Gobierno ni ser un puente entre las exigencias de la sociedad y el Estado. Va más allá: quiere persuadir sobre la importancia del diálogo con argumentos y respeto por el otro. Es una provocación para romper la lógica de la acción violenta, invitando a que las metodologías nazcan del contexto, sin necesidad de imponerlas; es una herramienta que permite trasformar, ya que conversando surgen liderazgos y ejemplos de quienes han realizado acciones transformadoras. Permite unir conversaciones aisladas. Para ello, la conversación tiene que ser empática y llevarnos a ponernos en los zapatos del otro y comprender que la realidad no es un absoluto, sino que se compone de percepciones diferentes.

La Conversación también puede y tiene que servir como un espacio de dignificación de las víctimas. Colombia es el único país donde el 20% de su población es víctima del conflicto armado. Es importante para ellas hablar de lo que pasó y que se llegue a sitios donde el miedo aún está presente.

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La amenaza de la Paz

Carlos afirma también que conversar y abrir espacios a las conversaciones que se dan en Colombia es importante porque la indiferencia es la mayor amenaza para la paz. El problema no está en los acuerdos, sino en lo que piensan las personas. Existe un odio nacional contra las Farc, que se perciben como el único enemigo; es importante que las Farc sean parte de la conversación. Existe también miedo a lo desconocido: miedo a la paz. La guerra ha quebrantado nuestra forma de relacionarnos, y el diálogo es una víctima más del conflicto.

Por otro lado, ante el temor del poder ejercido por los medios de comunicación, Carlos considera que los medios poco a poco actualizarán su forma de dar la información, pues las personas pueden informarse a pesar de los medios; si éstos no se renuevan, no tendrán público en un futuro.

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Cómo ser parte de la Conversación Más Grande del Mundo

Se trata de captar y reunir conversaciones múltiples y simultáneas.

  • Si ya existe un grupo organizado, una conversación o evento, se le ofrece publicidad y exposición en los medios;
  • Pueden ser embajadores de la Conversación Más Grande del Mundo: transmitir las apuestas, tramitar alianzas, participar en el cubrimiento y la logística de los eventos.
  • Invitar a amigos a aportar y participar en las plataformas tecnológicas.
  • Enviar aportes al blog de la Conversación.

Las actividades y herramientas tienen que seguirse inventando. Para ello se realizarán varios eventos a lo largo del 2016, entre ellos la activación de la conversación con la educación a través del proyecto #LaPazEsUnaNota y 32 Ciudades Dialogan de Paz.

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La provocación: reflexiones para llevar a casa

La Conversación Más Grande del Mundo es una provocación para que se acabe el secuestro de la conversación de la paz, un manifiesto para decirle adiós a la guerra, un vehículo para mostrar qué estamos haciendo con lo que el conflicto hizo de nosotros. El silencio nos hace vulnerables y debemos romperlo. Por eso, consideramos que el compromiso institucional de conversar complementa y potencia el trabajo que Rodeemos el Diálogo viene haciendo desde la sociedad civil.

Desayuno de paz No. 2 de 2016

Invitada: Claudia Girón (Co-gestora del Costurero de la Memoria)

Tema: La función reparadora de la memoria

Bogotá, 30 de enero

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En este desayuno dialogamos sobre los retos de la reconciliación y el perdón a partir de la función reparadora de la memoria, y las apuestas ético-políticas y estéticas que encarnan los procesos de construcción de memoria hacia la construcción de paz. Nuestra invitada, Claudia Girón, psicóloga de la Universidad de los Andes y co-gestora del proyecto Costurero de la Memoria, del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación Distrital.

Presentación de la invitada

Claudia se definió como una psicóloga a la que le gustan las artes, que optó por trabajar la memoria a partir de un acontecimiento cercano que la marcó y la llevó a cambiar su mirada de sí misma y su posición como sujeto en un contexto político: el genocidio de la UP, en especial el asesinato de su suegro, Manuel Cepeda Vargas. Realizó una reflexión en la que explicaba cómo el miedo y el dolor se ven reflejados en las facciones y la energía de las personas, y planteó preguntas fundamentales como ¿qué implica para una sociedad que existan procesos de genocidio y limpieza social?

Su trabajo en la construcción y recuperación de la memoria inició en la Fundación Manuel Cepeda Vargas, donde se designó un espacio para pensar la memoria de forma compleja, cuestionar cómo construir memoria sin negar el dolor, pero sin darle protagonismo central dentro del proceso. Años después ingresó a formar parte del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Bogotá.

En principio, Claudia fue crítica de la Ley de Justicia y Paz por no reconocer como víctimas a aquellas afectadas por los crímenes de Estado. Pero reconoce que este tipo de marcos legales abrieron la puerta para publicar ejercicios de memoria que antes estaban en la clandestinidad por persecuciones como las que sufrieron los participantes del proyecto Colombia Nunca Más; un trabajo colectivo donde se crearon nichos de memoria, galerías de memoria y ejercicios alrededor del reconocimiento de que los ausentes son seres humanos que dejan grupos familiares y de amigos afectados.

El Costurero de la Memoria inició en el año 2012 y forma parte de un macro-proyecto llamado Los Oficios de la Memoria, en donde hay otras iniciativas como Saberes y sabores y el Teatro del Oprimido. Es un espacio en el que mediante la labor de tejer se cuentan historias, entendiendo que la memoria y el olvido no son fines en sí mismos, sino medios para asumir retos y reconstruir procesos de vida. Lo que se busca es resignificar sucesos dolorosos, con el fin de promover la no repetición y la valoración o reconocimiento de las memorias individuales dentro de la sociedad.

Los asistentes del Costurero de la Memoria representan la diversidad: se encuentran víctimas de los grupos armados ilegales, de las fuerzas militares y del Estado, pero no es requisito ser víctima para participar en ellos. Allí se piensa el tejido como una metáfora del tejido social. Durante los costureros se destejen prácticas violentas que se han naturalizado, y se tejen nuevas formas de relacionamiento entre los colombianos. Este es un espacio de justicia donde se utiliza la memoria como herramienta de paz. En la actualidad, además del costurero de Bogotá y sus localidades, hay uno en Putumayo y otro en los Montes de María.

Espacio de conversación

Sobre qué pasará con el Costurero de la Memoria con el cambio de administración, aún hay incertidumbre. No se ha recibido información oficial, pero ya se han dado algunos cambios relacionados, como que la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas ahora se llame Alta Consejería para los Derechos Humanos. Pone de relieve que es una realidad la diferencia de prioridades del nuevo gobierno y la necesidad de que sea la sociedad civil quien se encargue de que los logros y buenos programas de años anteriores se rescaten y se mantengan.

Sobre la relación entre la atención psicosocial y la memoria, considera que la verdadera atención en lo psicosocial implica ampliar las esferas públicas del duelo, ya que no basta con la catarsis, sino hay que saber qué hacer con el dolor que sale. El dolor se debe reconocer como asunto de todos y no de individuos aislados afectados por el conflicto. Ante una pregunta sobre el enfoque de género, Claudia nos explica que en el Costurero se habla más bien de nuevas masculinidades.

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Sobre cómo se fomenta la memoria desde la educación, y cómo se fomenta el arte como herramienta de ejercicio de memoria, Claudia manifiesta que como docentes es necesario salir del aula e ir más allá de los libros. Por otra parte, el arte es un mecanismo para trabajar no solo con víctimas y victimarios, sino para que aquellos que se sienten ajenos a la guerra entiendan la sociedad que ha producido el conflicto armado, sus causas y consecuencias.

Claudia considera que el papel central que se ha dado a las víctimas, dentro de su diversidad, en estas negociaciones es positivo porque resalta la relevancia de la memoria; es un avance importante que responde a su propia movilización y demanda por espacios de reconocimiento. Hoy, ambas partes han reconocido que hay responsabilidades y culpas de cada lado.

El Costurero de la Memoria ha trabajado en el reconocimiento de que ser víctima no es opuesto a ser ciudadano; en esta línea ha promovido procesos productivos a través del tejido; la memoria está presente en objetos útiles, que a la vez siguen contando una historia. Las Tortugas de la Memoria, por ejemplo, representan el cambio que fluye con calma.

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Los retos de la Memoria: ¿Estamos acostumbrados a juzgar muy rápido al otro?

El desayuno cerró con unas reflexiones finales frente a los retos asociados con la memoria: ¿Estamos acostumbrados a juzgar muy rápido al otro? ¿Cómo interpretar el mensaje de quien piensa diferente? ¿Qué retos tenemos frente a la obsesión de proteger y defender nuestra identidad cuando escuchamos las memorias de otros? ¿Cómo reinventar las identidades que hemos construido alrededor de las memorias que tenemos de un conflicto armado que nos polariza?

Rodeemos el Diálogo

Tertulia de la serie: Los artistas y la construcción de paz

Invitado: Diego Trujillo, actor, escritor y director de teatro

9 de diciembre de 2015

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El actor Diego Trujillo, nuestro invitado, inicia diciendo que más allá de ser actor es un ciudadano común y corriente que también se preocupa por el país. Cuenta que aunque ejerció durante 10 años la arquitectura, desde que estaba en el colegio hizo teatro como hobby y con el tiempo se dio cuenta de que en el teatro podía sentirse más realizado y exitoso por lo cual decidió dedicarse por completo a esta profesión. Empezó actuando en televisión hace 21 años y durante este tiempo también ha hecho teatro y cine.

La televisión como formador de subjetividades

Ante la pregunta sobre cómo ve el papel de la televisión en la formación de subjetividades y en la construcción de paz, Diego opina que los contenidos en la televisión han ido perdiendo calidad. El Estado abandonó los canales públicos como medio para la cultura, dejando todo el espacio a los canales privados con fines lucrativos, que responden a intereses particulares. Antes, estos mismos canales hacían programas con otro tipo de contenido como las telenovelas que mostraban las regiones, sus costumbres y su cultura y eran educativos a la vez que entretenían. Ahora no existen programas de este tipo en la televisión. Se tiende a copiar y repetir las mismas fórmulas, pareciera que los libretistas estuvieran estancados. Diego considera que la televisión en Colombia está ahora en un proceso de contar su historia a través de estos formatos. Sin duda hace falta mejorar pero se está en el proceso de construcción, y en este sentido rescata algunos logros. Por ejemplo, se ha tendido a satanizar producciones como la serie sobre Pablo Escobar y piensa que es importante contar esto para que la sociedad no repita la misma historia.

El rol del teatro en la construcción de paz

Diego señala que el teatro puede ser un medio de catarsis que permite expresar los gustos, los dolores, las angustias, entre otros sentimientos. Al sacar a flote todas las emociones tiene un poder transformador en las personas y puede ser un espacio para sanar. Hay experiencias en las cuales los actores han trabajado por propiciar espacios de reconciliación en el teatro. Es el caso del Teatro del Oprimido surgido en Brasil, practicado con variaciones en otros países como Argentina y Colombia.

En cuanto a los diferentes formatos del teatro, nos cuenta que aunque al principio creyó que el drama era el medio más adecuado para contar sus historias, descubrió que era capaz de comunicar mejor a través de la comedia y el humor. Define el humor como una actitud frente a la vida y como un lenguaje a través del cual se puede hacer crítica social, denunciar el malestar de la sociedad y contar historias terribles que, aún en medio de la risa, logran transmitir emociones profundas a la gente.

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Los actores en relación con el proceso de paz.

A la pregunta sobre el compromiso de los actores con la construcción de paz, Diego manifiesta que en general las nuevas generaciones de actores se han formado en función de intereses comerciales, lo que no depende de ellos, sino de las escuelas de formación. Destaca que hay sin embargo algunos actores que han dedicado su carrera a transmitir contenidos de calidad. Está convencido de que los actores pueden ser fundamentales en la visibilización del proceso de paz, ya que el reconocimiento con que cuentan puede ser de gran valor para informar y transmitir a los ciudadanos la importancia de este proceso. Señala que por primera vez los actores han logrado organizarse en un sindicato que reúne más de 1.200 miembros. Este puede ser el canal de comunicación con el gremio para empezar a trabajar juntos, empezando por hacer pedagogía sobre el proceso de paz. Agrega que otro actor clave son los libretistas, ya que cumplen un papel fundamental en el contenido de los programas y dramatizados.

Su percepción sobre el proceso de paz.

Diego Trujillo cree en la importancia de apoyar este proceso a pesar de los inconvenientes o imperfecciones que pueda tener. Considera que iniciativas como Rodeemos el Diálogo se deben difundir, con el objetivo de empezar a hablar de manera colectiva sobre lo que está sucediendo en el país. Hace falta información, la gente está a la expectativa y no tiene muy claro lo que está sucediendo en la Habana. Nos habla de la emoción que le produjo ver a Santos y Timochenko, el 23 de septiembre de 2015, darse la mano. Ahí pensó que a pesar de todo “vamos para adelante”. Y sobre la eventual firma del acuerdo de paz el 23 de marzo de 2016, manifiesta que su mayor preocupación son los niños, porque la decisión finalmente no está en sus manos sino en las personas poderosas y necesitamos ser capaces de dejarles a las nuevas generaciones un país en paz.

Reflexiones finales

Los invitados señalan que la televisión y el teatro tienen audiencias distintas aunque es mayor el impacto de la televisión dado que es un medio de comunicación masivo. Diego ve sin embargo más posibilidades en el teatro, por su naturaleza. Se esperaría que exista un cambio en las narrativas, lo que no significaría contar una sola verdad sino poner sobre la mesa las diferentes perspectivas. Ahí el papel de la televisión, el cine y el teatro juegan un rol fundamental.

Desayuno de Paz No. 1 de 2016

Invitado: Carlos Holmes Trujillo, Alto Consejero de Paz 1994-1995, ex-candidato a la vicepresidencia por el Centro Democrático

23 de enero de 2016

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Rodeemos el Diálogo conversó con Carlos Holmes Trujillo acerca de los retos de la reconciliación en Colombia. Nuestro invitado es abogado especialista en derecho penal y criminología de la Universidad del Cauca y ha desempeñado importantes cargos, entre ellos alcalde de Cali, Embajador en Japón y Bruselas, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Ministro del Interior y de Educación y candidato a la vicepresidencia con Oscar Iván Zuluaga por el Centro Democrático (CD).

La conversación inició con algunas preguntas que dieron lugar a un valioso diálogo: ¿Cómo ha contribuido el Centro Democrático a la paz en Colombia? ¿Cuál es la perspectiva del partido frente al proceso de paz y cómo se ha ido matizando a lo largo de estos 3 años? ¿Cómo hacer para que no sea únicamente la paz de “Santos”, como han dicho muchos?

 

La paz no puede tratarse como una batalla entre extremos irreconciliables

Se trata, dice Carlos Holmes, de construir conjuntamente mediante diferentes aportes e ideas. Por eso, inicia su presentación felicitando a ReD por su labor; comenta que el país requiere este tipo de espacios para trazar el camino al postconflicto. Comenta que el actual proceso de paz necesita la existencia de espacios donde tengan lugar acuerdos posibles; en consecuencia, el tema de la paz no puede tratarse como una batalla entre extremos irreconciliables.

El panorama de hoy nos convoca a un esfuerzo pedagógico y de comunicación –de dar, recibir y procesar información– para evitar que el proceso se afecte por el evidente debilitamiento del sistema político del país.

Carlos Holmes plantea la existencia de un falso dilema entre pacifistas –amigos del diálogo– y guerreristas –amigos de la acción de las fuerzas armadas–, frente a lo cual propone que el diálogo y la acción armada de la Fuerza Pública no son incompatibles: el diálogo siempre ha sido una opción. Menciona que como Alto Comisionado para la paz y miembro de la ANC, él siempre creyó en la bondad de los diálogos. Aclara que el CD nunca ha sido enemigo del Gobierno y que lo que el partido tiene son reparos respecto a la manera en que los diálogos se han adelantado, además de planteamientos para mejorar las condiciones del proceso. En este sentido, el CD siempre ha propuesto el cese al fuego unilateral de acciones violentas por parte de las FARC, pues la sociedad no comprende cómo pueden coexistir de manera simultánea las conversaciones de paz y manifestaciones de violencia.

En este sentido, explica que cuando un presidente –cualquiera que sea– anuncia esfuerzos de paz, en un primer momento hay un gran apoyo por parte de la población. Luego, si durante el proceso sigue la violencia, se pasa al escepticismo, después al rechazo y finalmente a la exigencia de acabar con las negociaciones. Recordó que esto fue lo que ocurrió en el gobierno de Andrés Pastrana. En consecuencia, es urgente minimizar la violencia para que el proceso de paz gane un espacio “realmente” pacifico.

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Las exigencias del Centro Democrático

El Centro Democrático ha sido enfático en pedir la verificación de ese cese al fuego que hace 6 meses asumió las FARC, también ha insistido en su concentración como condición fundamental para que dicha verificación sea posible. Respecto a la dejación de armas, el CD ha exigido la entrega definitiva de las armas por parte de las FARC, además de aportar recursos para el proceso de reparación.

Lo anterior es importante porque la manera como se ha ido desarrollando el proceso de paz en Colombia ha llevado a que buena parte de la población que percibía al Centro Democrático como “enemigo de la paz” vea hoy que sus exigencias se han ido materializando en la práctica.

Respecto al tema de justicia, el CD ha planteado un consenso nacional y, en materia de refrendación, ha hablado de un acuerdo político y de estado que considere fundamental la opinión de la gente, dándole al post-acuerdo estabilidad y legitimidad.

Carlos Holmes opina que los mecanismos de participación como la consulta popular o el plebiscito, consagrados en la Constitución Política, no son los más idóneos ya sea por su naturaleza o por dificultades prácticas para su aplicación. Por ejemplo, el plebiscito no es idóneo porque sirve para pronunciarse sobre políticas generales del ejecutivo, la totalidad sin el detalle, por tanto es potencialmente polarizador; además no es vinculante. El referendo es particularmente complejo porque pone en consideración del ciudadano un texto legal o constitucional para ser incorporado a la Constitución o al ordenamiento legal, o para ser derogado. Las asambleas constituyentes tampoco son la opción adecuada porque son fundacionales, para expedir una nueva constitución y no para desarrollarla.

El Centro Democrático ha propuesto la generación de un nuevo mecanismo, una consulta refrendadora. Pero ¿quiénes participarían? ¿Cómo se legitimaría? ¿Cómo se legalizaría? Aunque éstas son preguntas complejas sin obvias respuestas, Carlos Holmes comenta que dicho mecanismo debe ser acordado entre el Estado y los partidos políticos para que logre validez y sea eficaz.

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Espacios de diálogo entre colombianos: antídoto para la polarización

En el diálogo abierto se preguntó cuáles han sido los errores del pasado que en los actuales diálogos de paz no deben volver a cometerse. Carlos Holmes reiteró que el peor error cometido hasta el momento ha sido la polarización entre amigos y enemigos de la paz. Afirmó que tanto los partidos políticos como los medios de comunicación han contribuido a esa confrontación. Muchos participantes centraron sus inquietudes en este tema: ¿Cómo comunicarnos mejor para evitar dicha polarización? En este sentido se enfatizó la necesidad de la pedagogía y el diálogo.

Otro participante opinó que otro de los errores ha sido el desinterés de la sociedad civil respecto al tema de la paz, que es el resultado de una sociedad desinformada. Por tanto, se hizo hincapié en que no se trata de un acuerdo de paz sino de un acuerdo para la terminación del conflicto, que es diferente. Frente a la construcción de paz se afirmó que dos retos mayores son la debilidad institucional y la corrupción.

Varias de las intervenciones plantearon la inquietud sobre qué pasaría si el resultado de la refrendación popular fuera un NO a la paz. Al respecto Carlos Holmes señaló que sería el peor escenario; por eso invitó a pensar mejor el mecanismo refrendador para evitar poner en riesgo los logros del proceso de paz. Para finalizar, Carlos Holmes invitó al diálogo permanente y manifestó su disposición a apoyar la decisión que tomen los colombianos independientemente del mecanismo refrendador.

Desayuno de Paz No. 40

Invitado: Hernán Pedraza, Investigador, Corporación Nuevo Arco Iris

Tema: Paz en medio del resurgimiento del paramilitarismo

21 de noviembre de 2015

Empezamos el desayuno con una ronda de presentaciones y preocupaciones, especialmente sobre la presencia militar y el proceso de paz en La Habana, y sobre los paramilitares y las BACRIM.

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La estrategia geopolítica paramilitar

Hernán Pedraza, antes odontólogo del SENA, trabajó en la Costa Atlántica, donde percibió la alta presencia de paramilitares y sus vínculos con los políticos locales, habló del nacimiento de Nuevo Arco Iris y de su trabajo mostrando los vínculos del DAS con el jefe paramilitar Jorge 40, que condujo a que Investigadores del avance paramilitar en la Costa fueran asesinados. Enfatizó la existencia de vínculos entre paramilitares y el Estado, financiados con recursos de la salud y de la educación. Esos grupos asesinaban sindicalistas sistemáticamente, tenían relaciones también con las grandes transnacionales como Drummond y gozaban del apoyo de los municipios. Dirigentes sindicales de la Drummond y de las electrificadoras fueron asesinados.

Este fue el resultado de una gran estrategia geopolítica paramilitar en la que participaron grupos de alcance nacional. Entre 1997 y 2004, el poder de la casa Castaño creció y la vinculación entre paramilitares y políticos fue una realidad en Colombia. Después de la desmovilización de 2006, algunos líderes fueron traicionados y extraditados a Estados Unidos debido a la fuerte presión internacional; pero la mayoría cumplieron penas de ocho años; algunos ya han salido de la cárcel y han encontrado sus viejas estructuras cambiadas, pero aún existentes.

Los orígenes de la guerra actual

Hernán volvió a los origines para explicar mejor esta situación. Empezó con el hecho de que todos los colombianos nacidos después de 1946 han vivido en guerra. Mencionó los asesinatos sistemáticos de los años cincuenta. Este país fue el único en América Latina que participó en la guerra de Corea, y cuando el Batallón Colombia volvió, el ejército diseñó una estrategia anti-insurgente que incluyó el lanzamiento de Plan LASO, promovido por Estados Unidos, en el marco de la doctrina de seguridad del Estado, que contribuyó al surgimiento de las FARC.

El ejército ha estado más de 70 años en guerra y dentro de este escenario ha desarrollado una doctrina de seguridad que presente una mentalidad cerrada que incluye a enemigos internos y la concepción de defensa del establecimiento. Hoy en día sigue vigente esa doctrina, que exige presupuestos militares exorbitantes. Según Hernán, la mentalidad del ejército no ha cambiado.

¿Qué tiene que ver el paramilitarismo con esto? Los paramilitares tienen una imagen de sí mismos como autodefensas con intereses políticos propios, por lo que complican el Proceso de Paz. Hernán observa que en las regiones hay muchos partidos políticos y hay que preguntarse: ¿Qué poderes están detrás de algunos de estos partidos?

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De la parapolítica a las mal llamadas Bacrim

Los parapolíticos han florecido: entre sus miembros están senadores, jueces, gobiernos. Hernán sostiene que el Congreso actual es resultado de esa guerra paramilitar, especialmente en Magdalena y Cesar, donde los alcaldes son elegidos por sistemas parapolíticos. La desmovilización de paramilitares no significó que todos entregaran sus armas, y las estructuras parapolíticas se conservan.

Con tantas estructuras parapolíticas en esas zonas, ¿cómo van a participar las FARC en la política? Es un gran desafío que enfrenta el proceso de paz. Pedraza mencionó como los Urabeños, uno de los mayores grupos de BACRIM, tomó el control del territorio comprendido entre el sur de Córdoba y Cesar y que ese grupo ejerce el control social de la población, con violaciones de los derechos humanos. Hernán se refirió a los antecedentes de la violencia. Dijo que después de la constitución de 1991 hubo asesinatos por paramilitares que tenían “listas” que hoy en día tienen los parapolíticos y con las que pueden poner a la población bajo un fuerte control social. Del mismo modo hay preocupación por los grupos sociales y políticos que surgirán después de que se firme el acuerdo: ¿qué garantías de protección tendrán?

Se habló también sobre la diversidad dentro de la Fuerza Pública. De hecho, Hernán cree que hay muchas opiniones diferentes dentro de los rangos medios sobre cómo resolver los problemas de paramilitares/BACRIM, y eso podría ser positivo. Por otro lado, planteó una duda: ¿cómo hacer que las BACRIM se desmovilicen si no tienen ambiciones políticas, sino económicas?

El Proceso de Paz y la lucha por la Tierra de las FARC

Enfatizó la cultura de guerra existente en Colombia: desde la Patria Boba hasta el Tratado de Wisconsin hubo 9 guerras civiles y 6 internacionales, y que después de un periodo de calma entre 1902-1946, la guerra volvió con la violencia que empezó en 1946 y que continúa hasta hoy con la FARC.

En este contexto, subrayó que la pelea es por la tierra. La FARC quiere hacer paz por la tierra, y el gobierno ubica la paz en un contexto de grandes cambios capitalistas. Los grandes terratenientes están perdiendo control de la tierra en nombre del desarrollo, y detrás de la política de paz del gobierno está adelantar su proyecto capitalista.

Nuestro invitado terminó diciendo que los paramilitares ganaron su guerra para perderla. Los paramilitares y la clase social que los apoyaba compraban y controlaban tierras, pero hoy en día la posición de esos grandes terratenientes y ganaderos va disminuyendo y se ven afectados por la reforma agraria capitalista. El actual debate está entre las ZIRES y las Zonas de Reserva Campesina. El gran capital busca hacer la tierra productiva para sus propios fines.

Los paramilitares ganaron las últimas elecciones dentro de una gran cantidad de partidos, pero aun así, las organizaciones de sociedad civil tendrán por lo menos una parte de poder. Por consiguiente, Hernán espera que lo que salga de La Habana sea bueno para todos los colombianos.