Desayuno de Paz N. 42
Invitada: Myriam Criado, representante de las mujeres excombatientes en el Consejo Nacional de Paz
5 de diciembre de 2015
El desayuno del 5 de diciembre tuvo como invitada a Myriam Criado, ex militante del Partido Comunista de Colombia – Marxista Leninista (PCC-ML) y vocera departamental del proceso de paz del EPL. Diecisiete personas nos reunimos para escuchar la experiencia de Myriam quien es vocera de las mujeres provenientes de la insurgencia ante el Consejo Nacional de Paz.
Los inicios y la militancia
Myriam creció en Norte de Santander, una sociedad machista y patriarcal. Sin embargo, su familia, en donde había cinco hijas mujeres, fue muy distinta al contexto santandereano. Tanto su padre como su madre fueron personas creativas y de mente abierta, que las animaban a tomar iniciativa y ser autónomas. Y aún cuando eran una familia humilde nunca careció de lo necesario, y la idea de pobreza le era ajena, hasta cuando comenzó a leer las teorías del Marxismo-Leninismo que explicaban los problemas sociales que ella evidenciaba en su región.
Después de convertirse en maestra rural con 5 grupos de niños a su cargo, Myriam se vinculó al sindicato de maestros. Fue entonces cuando conoció también el PCC-ML que tenía un proyecto político conjunto con el EPL (Ejército Popular de Liberación) y otros movimientos de masas. En ese tiempo la vinculación tanto a un grupo armado como a una propuesta política que lo sustentara estaba basada en la convicción y la decisión de los integrantes de exponer la vida por una causa política.
Entre 1984 y 1988, la labor de Myriam consistió en trabajar en el Magdalena Medio y lograr un espacio para el EPL en un territorio marcado por las operaciones del grupo MAS (Muerte a Secuestradores). Si bien su trabajo no implicaba empuñar un arma, su liderazgo la llevó a ser representante departamental del partido, lo que le produjo enemistades en la región con los militares.
La mujer en la guerrilla
Myriam afirma que el tema de género no es visto ni trabajado en las organizaciones sociales ya que el papel de la mujer dentro de un grupo armado o un partido político de este tipo está muy limitado. Por eso, sus labores se dividían entre cuidar a dos hijas, liderar huelgas sindicales, organizar reuniones del partido y cumplir tareas del hogar. Myriam recuerda que sus compañeros de partido, en la época en que compartían vivienda, la llamaban para que preparara el desayuno para todos con la disculpa de que esa función hacía parte de “su misión histórica”.
Entre 1989 y 1991, el EPL entra en el proceso de desmovilización. Antes de que este momento llegara, los miembros de la guerrilla empezaron a cuestionar si su lucha era realmente la vanguardia de la revolución. Myriam responde “de las luchas sindicales, sí… pero no de la revolución”. El EPL se había situado en el rincón más radical de la izquierda y el socialismo no podía construir desde el radicalismo: “la tarea para construir el socialismo es agotar la democracia”. Myriam fue vocera del proceso que duró un año y medio y como tal tuvo que convencer tanto al Gobierno como a los integrantes del Ejército, de que una persona no armada, y además mujer, también tenía liderazgo político.
Para los integrantes del EPL, se percibía a los miembros no armados del partido como “flojos”, y pues consideraban que “echar discursos era muy fácil”. Esto evidenciaba el modelo establecido de la guerra que relacionaba directamente al hombre con el arma y dejaba a un lado la fuerza política. Estas discusiones internas de las organizaciones eran un reflejo de las que se daban en la sociedad misma. Asimismo, se percibía que el rol que la mujer desempeña en la guerra era de víctima frente al hombre que empuña armas.
Myriam asegura que hay un nivel de responsabilidad de todos los ciudadanos –tanto adentro como afuera de las organizaciones– para reivindicar las estructuras culturales y las prácticas legitimadas en la cotidianidad que victimizan a la mujer. Por tanto, la sociedad civil tiene una obligación de garantizar la reintegración de las mujeres provenientes de la insurgencia en la vida civil.
Violencias
Frente a la pregunta sobre las violencias en el interior de las filas, Myriam afirma que hay diferentes formas de violencia que no solo afectan a la mujer y que son violencias invisibles puesto que no se tiene mucho conocimiento de ellas. Incluso entre diferentes organizaciones, las narrativas son distintas: por ejemplo, mujeres desmovilizadas de grupos paramilitares tienen otras versiones frente a las relaciones de pareja.
Por otro lado, Myriam se refiere a la guerrilla como una forma de violencia revolucionaria y afirma que no siempre la violencia se aprende en la familia. No obstante, es necesario tener en cuenta que el país de hoy es muy distinto al de 1991 y por ello, las formas de irse a la guerra son otras. En su trabajo, ha recogido testimonios de desmovilizados que se vincularon a los grupos armados porque no tenían trabajo y allí recibían un pago. Hay una naturalización de la guerra que dista de la situación de hace 25 años: “yo no concibo que la guerra pueda ser un trabajo”.
Retos de la reintegración
Sobre las FARC, Myriam asegura que esta guerrilla ha dejado demasiados enemigos en todo el territorio y que si no se enfatiza en un proyecto político de paz sin armas, esto puede permitir el rearme de otras fuerzas. Piensa que cuando las FARC inicien du proceso de desmovilización y reintegración, las FARC se darán cuenta de que la sociedad es más compleja de lo que ellos consideran.
Finalmente, ante el interrogante sobre una política pública para mujeres, Myriam sugiere que las mujeres ex combatientes pueden convertirse en una ‘bisagra amable’ en los territorios y para ello deben tener más responsabilidades y derechos de propiedad. Es necesario e importante tener perspectiva de mujer.