Los desayunos de paz se realizan bajo la dirección de ReD Bogotá con el objetivo de reunir a diferentes conferencistas para que nos expliquen diferentes temas politicos relacionados con la paz de Colombia.

Pedagogía y habilidades para la paz y la vida

DESAYUNO DE PAZ No. 33

Invitado: Julián de Zubiría, pedagogo, Rector del Instituto Merani

Tema: Pedagogía y habilidades para la paz y la vida

26 de septiembre de 2015

Julián de Zubiría nos habló de pedagogía, del sistema educativo, de sus debilidades y sus implicaciones en la sociedad del futuro. Nos cuenta que hace 30 años decidió trabajar una nueva forma de enseñar, con un currículo diferente, diferentes criterios y formas de evaluar. El Ministerio de Educación no estuvo de acuerdo, pero desarrolló su propuesta.

La idea fuerza de Julián es que el sistema educativo se centra en la trasmisión de información, y no en la formación de los estudiantes para vivir en sociedad. Es decir, se crean dos realidades, una que se vive en la vida diaria y otra en la escuela. Tampoco se les capacita para argumentar, contradecir y ser críticos. Según el antiguo proverbio, se les da un pescado (información), pero no se les enseña a pescar (pensar). La educación está mal concebida. Para ilustrar sus críticas, Julián hace referencia a “The Wall” de Pink Floyd. El sistema educativo ha fracasado rotundamente. Esto se evidencia actualmente en que en Colombia sólo 3 de cada 1000 jóvenes de 15 años entienden lo que leen. 50% tienen a los 17 años el nivel de lectura de niños de seis. No se puede desarrollar competencias para la vida si no se desarrollan habilidades básicas como la lectura.

Adicionalmente, no hay articulación entre los profesores de las escuelas, ni entre las instituciones de educación media y superior, lo que lleva a que no se forme a los estudiantes de manera coherente y unificada. Sin embargo, rescata la educación inicial, hasta los 5 años, dado que hasta ese momento no ha empezado la trasmisión de información.

Respecto a la guerra, dijo que ésta siempre degrada la vida humana. Pero cuando dura tanto como en Colombia, la guerra tiene un impacto mucho más grande; permea todas les estructuras del Gobierno, las instituciones y la sociedad. Un ejemplo de ello es el lenguaje que se maneja en la educación: expresiones como “concentración escolar”, “bandas de guerra” o “desertores  escolares” (los que salen del sistema) son términos bélicos, agresivos. Y el lenguaje de la izquierda es igual de intolerante que el de la derecha.

Asimismo, se ha fracturado el tejido social en Colombia; ya no se confía en el otro. La cultura mafiosa al estilo de “el vivo vive del bobo” se ha establecido en el corazón de la sociedad. La estructura valorativa de las personas se ha visto trastocada. Y es aquí donde se ve la importancia de la educación, ya que el problema no son ni los ex combatientes, ni los combatientes, sino toda la sociedad, que se ha llenado de odio y desconfianza.

Hay que cambiar el modelo educativo – y el sentido mismo de la educación que se imparte actualmente. Pero a corto o mediano plazo es muy difícil de llevar a cabo esa transformación en el plano institucional. Asimismo, es muy largo el tiempo necesario para romper las estructuras que la guerra ha creado en la sociedad colombiana. Tomará décadas transformar las estructuras valorativas generadas por la guerra.

Ante la pregunta sobre qué se está haciendo bien en educación, Julián dice que se ha mejorado la cobertura, y que se está tendiendo a pensar más en la integralidad y en formar en competencias ciudadanas. Menciona el programa de “maestros formando maestros” que implantó Abel Rodríguez cuando fue Secretario de Educación aunque el actual secretario no lo continuó. Considera que es muy buena la Ley General de Educación, que creó el Proyecto Educativo Institucional; piensa que se debe volver a este modelo, dándoles autonomía y acompañamiento a los colegios.

Es necesario replantear la formación de los docentes, aunque esto es sólo una parte; se requiere reformar el sistema educativo, y sacar la educación pública de la pobreza. El sistema actual agrava la inequidad, pues marca grandes diferencias en las oportunidades dependiendo de la calidad de educación según el colegio al que se tenga acceso.

Para Julián la idea de Rodeemos el Diálogo es muy profunda. Hay que continuar con ella, poner personas diferentes a dialogar; y para lograr mayor impacto, llegar al corazón de la gente, buscar no sólo transmitir ideas sino emociones, a través de actos simbólicos. Esto es lo que hacen con mucha eficacia las voces que se oponen al proceso de paz.

La Cátedra para la Paz como está concebida actualmente es una idea floja, tradicional. Lo que no implica que la educación para la paz sea un caso perdido: para Julián – y aquí hubo consenso – la educación para la paz debe desarrollar competencias cognitivas, valorativas y prácticas; habilidades transversales básicas para vivir, pensar y comunicarse, para conocerse y conocer al otro, para vivir con tolerancia… es decir, para ser más humanos, de forma tal que pueda crearse un futuro diferente. Se debe privilegiar el ser por encima del saber y convertir la paz en una competencia transversal. Y es que, tal como lo manifestó, “Las guerras nacen en la mente de los hombres, entonces la paz también. Si construimos esta sociedad, también podemos construir otra”.

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Experiencias comparadas de pedagogía de paz

Desayuno de Paz No. 32

Invitada: Alicia Cabezudo, Vicepresidenta del International Peace Bureau

Tema: Experiencias comparadas de pedagogía de paz

19 de septiembre de 2015.

 

En esta ocasión nos acompañó la pedagoga Argentino-Italiana, experta en pedagogía en construcción de paz, Alicia Cabezudo,  quien nos habló desde su visión como experta, y de su experiencia desde cuando  se empezó a hablar de estos temas en la época de la  dictadura en su país, Argentina. El concepto de pedagogía para la paz, que en principio fue entendido como educación para la democracia y defensa de los derechos humanos. Se tornó área de conocimiento desde los años 70, cuando  en Latinoamérica estaba el auge de las dictaduras militares – Perú, Argentina, Uruguay- que creó un escenario en el que se tenía que defender la democracia, y los jóvenes se reunían: obreros y estudiantes,  en el campo y  las ciudades,  con la necesidad de construir nuevas realidades, a partir de la historia, de sus  memorias.

La  pedagogía para la paz debe ser consciente de la realidad en que se vive y del entorno histórico. Requiere también encontrarse, no solo con los que piensan igual; resalta la importancia del diálogo, del que hablaba Paulo Freire. Toda construcción de paz, debe implicar la construcción de democracia y ciudadanía y la defensa de los derechos humanos; de lo contrario, Alicia considera,  sería un “cascarón vacío”

Al principio se hablaba de educación para los derechos humanos, y educación para la democracia, pero no estaban conectados estos campos. En los años 80 y 90, sobreviene en Latinoamérica  la oleada de las democracias y se estructura la idea de ciudadanía;  las guerras que habían existido, bajo la forma de dictaduras, caen. No así  en Colombia  donde se ha dado un conflicto armado. En ese momento se crean  diseños curriculares para hacer pedagogía de los derechos humanos y la democracia y se instauran en Argentina dentro de la educación formal.

Hay tres tipos de educación:  El primero es el formal, que se refiere a la educación dictada en las instituciones escolares (colegios y universidades), que necesariamente está vinculada al Gobierno;  es el brazo político del  Gobierno de turno. El segundo hace referencia a la educación no formal, que se puede dar en cualquier ámbito,  no tiene un programa establecido por la autoridad política, y   es también conscientemente  un proyecto pedagógico; es mucho más flexible en cuanto a quién va dirigida, el lugar y el tiempo en el que se ofrece, es de lejos mucho más creativa e ingeniosa y puede ser más importante  que la educación formal. Por último, está la informal, en la cual el ciudadano recibe ciertos mensajes o ideas sin que él pueda controlarlo, como  es la información recibida día a día en la prensa, la publicidad, la familia, sin que a veces seamos conscientes de ella,  y es muy poderosa.  Ninguna de las tres formas de educación se debe subestimar.

Durante la época del auge de las democracias, el error fue centrar la educación para la paz sólo en lo formal, mientras que durante las dictaduras había prevalecido  la educación no formal, y se habían logrado muchas cosas buenas, pues esta contenía mayor  potencia y  alcance ya que sumaba  a todos los actores.

De la discusión quedaron ciertos consensos: la pedagogía para la paz puede ser dictada por cualquiera, ya que lo determinante  es la sensibilidad a cuestiones sociales y a la realidad,  y el contacto con los demás. Sin embargo, para obtener un buen resultado, se debe operar en los tres niveles, y asimismo evaluarlos para conocer su impacto y mejorar en su implementación. Por ello, en la educación formal se necesita el compromiso del Gobierno actual. La educación para la paz debe abordar conceptos como violencia, guerra, paz, conflicto, entre otros.

A lo largo de la discusión se resaltó la importancia de la educación no formal. Se aclaró sin embargo, que el hecho de que la educación formal haga parte del proyecto político vigente no implica que no pueda generar cambio, ya que tiene siempre dos aspectos: como reproductora del sistema, al establecer los conocimientos y principios morales y éticos que se quiere inculcar en la sociedad y como transformadora, cuando enfatiza el juicio crítico, la escucha, la comunicación y la lectura; este último es  el que debe prevalecer en las democracias, y dependerá de cada  gobierno determinar a cuál  darle mayor peso. Por ello, el papel de los educadores es muy importante. A este respecto Alicia menciona la valiosa labor que vienen haciendo Bolivia, Uruguay y Argentina.

Al pedirle su concepto sobre la Cátedra de la Paz, la propuesta actual para el país en la educación formal, comenta que no la conoce a fondo pero ha oído que se le han hecho muchas críticas. Sin embargo, hay mucho por hacer por otros medios como el no formal y el informal. Manifiesta que es muy importante hacer más entre todos, para explicar lo que se está ocurriendo el proceso de paz. Es necesario que el proceso de pedagogía sea sistemático, y tenga continuidad, y  llegue también a los sectores que están en contra. Considera que en Colombia, no existe apatía, más bien  oposición, y  los colombianos no se han  dado cuenta de la gran importancia que tiene el proceso de paz, independientemente del resultado. El colombiano “de la calle” no valora lo que sucede,  dice que “se está entregando el país a las FARC”;  en comparación, menciona Alicia los casos de la terminación del conflicto en  Irlanda, y de España, con la ETA, en donde no se habló de que se estaba entregando el país por haber hecho una negociación. Por ello, la importancia de la pedagogía que se está proponiendo hacer en diversos escenarios, entre los que se encuentra Rodeemos el Diálogo.

Finalmente puntualiza algunos elementos centrales para que la pedagogía sea efectiva: (1) Diagnóstico o reflexión sobre lo existente. (2) Definición de las estrategias para “deconstruir” la apatía.  (3) Objetivos: definir lo que queremos construir, los elementos, los actores. (4) Elaborar el proyecto pedagógico. (5) Evaluar los resultados y el proceso.

El sentimiento final fue reconocer el papel determinante que tiene la ciudadanía y la necesidad de que cada uno de nosotros haga lo que esté a su alcance para contribuir con acciones pedagógicas a la construcción de paz.

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Desayuno de Paz No. 20

Desayuno de Paz No. 20

Invitados: Paola Forero A., Directora de Programas y Luis Carlos Gómez, Periodista, de Reconciliación Colombia.

20 de junio de 2015

Comenzamos el desayuno agradeciendo a Reconciliación Colombia (RC) la visibilidad que le ha  brindado a Rodeemos el Diálogo.

Nuestros invitados contaron que RC nació a principios de 2014, como proyecto periodístico de la Revista Semana y otros aliados, con  el propósito de cambiar las narrativas  dentro del país. Así, en una primera fase recorrieron el territorio colombiano para buscar proyectos e iniciativas de reconciliación; encontraron más de 500, que se pueden definir como ejemplos de resiliencia. Descubrieron que había muchas visiones diferentes: se notaba  una desconexión entre la perspectiva prevaleciente en Bogotá y la de las regiones. Se hablaba de dos Colombias. Desde ese entonces, RC ha trabajado para minimizar esa ruptura.

Para tal propósito RC organizó encuentros nacionales para entablar diálogos intersectoriales e interregionales. Para ello, reunió a representantes de diferentes iniciativas y proyectos desde las regiones (gobernadores, alcaldes, ciudadanía) para que se escucharan entre ellos; no sobra resaltar que la  escucha representa la base, en la opinión de nuestros invitados, de toda reconciliación.

Luego de una evaluación positiva del trabajo del primer semestre, RC tomó la decisión de seguir adelante y estructuró un nuevo proceso con la comunidad empresarial. Dentro de ésta hay quienes ya están comprometidos con la responsabilidad de fomentar la paz desde su sector, otros a quienes no les interesa, y un tercer grupo compuesto por aquellos que hasta ahora no están involucrados en el tema pero se muestran dispuestos a volverse más activos. Es hacia estos últimos que RC ha enfocado sus esfuerzos.

El trabajo con las nuevas generaciones ha cobrado importancia también. Los niños, adolescentes y jóvenes, quieren pero no saben de qué reconciliarse, ya que no conocen su historia. Esto es también causa de la brecha. El propósito de RC es continuar haciendo visibles las historias de reconciliación en los territorios. La organización quiere ser la articuladora entre sectores, más que inventarse algo nuevo.

RC maneja un fondo de reconciliación que busca atraer inversionistas interesados en apoyar proyectos productivos (empresas sociales) y otros no productivos. Actualmente RC se está alistando para una tercera fase, que consistirá en convertirse en una corporación. El propósito fundamental de RC sigue siendo el de visibilizar proyectos de reconciliación. En la actualidad cuenta con un banco de 620 proyectos e iniciativas.

Entre las ideas y líneas rectoras de RC se destacan las siguientes:

  • no se trata de reinventar la rueda sino construir sobre lo construido;
  • la reconciliación no es un momento sino un proceso que depende de todos;
  • RC representa una invitación a la acción.

Nuestros invitados compartieron algunos ejemplos e historias con las que se habían encontrado. Un caso del empresario secuestrado, cuya empresa quebró por ese acontecimiento, y que luego tuvo la oportunidad de conocer a uno de sus secuestradores; aunque su primera sensación fue la de querer vengarse, con el tiempo se hicieron amigos y lograron una relación de gran confianza.

También se relató lo que ocurrió durante unas jornadas de sensibilización con jóvenes escolares, donde nadie quería hacerse amigo del hijo de un ex-guerrillero. Sin embargo, las  charlas de un ex-paramilitar y de un ex-guerrillero en silla de ruedas tuvieron un impacto impresionante entre la audiencia y al final la actitud cambió: se acercaron y ofrecieron ayuda al hijo del ex-subversivo.

Las lecciones y percepciones de la experiencia de RC hasta la fecha, hacen pensar que lograr la reconciliación pasa necesariamente por entender las causas. También por narrar la historia. Es necesario que personas de diferentes grupos, sectores, etnias, condiciones, se acerquen y aprendan a comunicarse. Sin embargo, para la superación de desconfianzas tradicionales (ej. quienes se niegan a trabajar con el Estado) se requieren pasos hacia la desestigmatización. Se destacó que, en la recuperación de la confianza, las mujeres tienen un lugar especial. A juicio de nuestros invitados, lograr acercar a Bogotá y a las regiones exigirá un gran esfuerzo.

Entre los participantes al desayuno se planteó que sería útil que RC contara con un índice de reconciliación, y que éste se difundiera junto con  un banco de imágenes. RC explicó que no han contemplado  la creación de un índice formal; sin embargo los 620 proyectos que tiene registrados son una señal de que sí se están logrando cosas y esto es un motivo de esperanza.

Otra perspectiva que analizamos fue la de la relación entre la reconciliación y el perdón, y hasta qué punto era interdependientes. RC contó cómo habían presenciado un  momento de encuentro víctima-victimario, donde cabía la expectativa de que se diera el perdón, pero  al momento de hablar, la víctima no lo expresó. Hubo acuerdo en que no se podía obligar a nadie a perdonar, ya que es una decisión y un acto personal. Quedó planteada la cuestión de si puede haber casos de reconciliación sin perdón, ya que no representan lo mismo.

También se preguntó acerca de si RC no debiera adoptar una postura más abiertamente a favor del proceso de paz de La Habana, ya que una paradoja que estamos presenciando consiste en que las negociaciones mismas son una causa de división en Colombia. En respuesta RC aclaró que está a favor de los diálogos, pero que reconoce que la paz no empieza ni termina en La Habana, sino que es un asunto de largo plazo que supone el compromiso de todos; además, que defender un proceso “a ultranza” puede llevar a que uno esté ciego a los errores que se cometan en el marco del mismo.

Finalmente se registró un consenso sobre la necesidad fundamental del proceso de paz y se señaló que la sociedad colombiana tiene que reconciliarse con la historia de violencia que ha padecido, además de comprometerse a resolver los conflictos de manera no-violenta. Los invitados mostraron su aprecio por las actividades de Rodeemos el Diálogo, si bien consideraron que, más que un ejemplo de reconciliación, se trata de un espacio de discusión.

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Desayuno de Paz No. 27

Desayuno de Paz No. 27

Invitado: Diego Rodríguez (Director de Proyectos Fundación Tiempo de juego)

Tema: Deporte y arte como herramientas para la paz en Cazucá

8 de agosto de 2015

En esta ocasión nos acompañó Diego Rodríguez, director de proyectos de la fundación Tiempo de Juego, con la cual Rodeemos el Diálogo realizó días antes una actividad de pedagogía del proceso de paz, dirigida al equipo de profesionales que la integran y que se extenderá en los próximos meses a jóvenes monitores en Cazucá.

Tiempo de Juego nació en el año 2006 en el barrio Cazucá,  perteneciente a la comuna 4 de Soacha, a partir de los juegos de fútbol que el fundador tenía con los niños del barrio. Inicialmente, tomó como modelo el “fútbol por la paz” utilizado ya en varios países, que  buscaba estimular en los jóvenes la participación en actividades para el buen uso del tiempo libre, mitigar la formación de pandillas  y otros problemas sociales. En vista de la creciente acogida (en el 2008 ya contaban con más de 100 niños) se decidió institucionalizarla y se creó la  fundación, con el fin de conseguir fondos, y ampliar espacios a más iniciativas y más miembros. A pesar que su principal financiador es la Fundación Compartir, la sostenibilidad de Tiempo de Juego se basa en el apoyo y compromiso de la comunidad.

Luego de esta contextualización se abrió el espacio a las peguntas de los asistentes, quienes querían saber acerca del objetivo, el número de personas que la componen y la medición de resultados del trabajo de Tiempo de Juego.

Desde su creación Tiempo de Juego ha tenido diversos objetivos, hasta llegar a definir el que se trabaja  actualmente, que busca  generar habilidades para la vida en personas con condiciones de vulnerabilidad. Se basa en una  estrategia creada por la Organización Mundial de la Salud, que se enfoca en desarrollar las siguientes habilidades: conocimiento de sí mismo, empatía por los otros, toma de decisiones, manejo de conflictos, sentimientos y tensiones, pensamiento crítico, y relaciones interpersonales. Las actividades se realizan en la sede de Tiempo de Juego y en algunos colegios con los cuales han creado  alianzas; en el proceso se han vinculado alrededor de 62 docentes. En cuanto a las familias, se empezó  realizado algunas actividades con las mamás  que acompañaban a los niños y niñas a la fundación y se ha ido ampliando a otros grupos.

Hay aproximadamente  1015 beneficiarios, entre 6 y 22 años, que participan por lo menos una vez en la semana en alguna de las 16 actividades programadas. Si se incluyen los que participan en los colegios aliados, llegan hasta 1800  y de éstos, 325 lo hacen tanto en las actividades cotidianas de la fundación como en su colegio. Sobre la distribución por género, acuden aproximadamente un 60% de hombres y 40% de mujeres. Operan con un equipo de profesionales que a través de actividades lúdicas, de arte, música y deporte, desarrollan los procesos tendientes al cumplimiento de los objetivos.

La metodología está diseñada para el desarrollo de las habilidades para la vida, con lo cual el juego de fútbol, por ejemplo, más que la competencia, se fomenta el respeto por el otro, la solidaridad y el juego limpio. La secuencia pedagógica tiene tres momentos: inicio, desarrollo y final. Al inicio se definen los acuerdos, por ejemplo: equipos mixtos, goles sin pases no valen, cuando haya falta todos los jugadores deben sentarse y celebrar el gol del equipo contrario. Después del partido sin árbitros, pero con mediadores que aseguran que los acuerdos se cumplan (desarrollo), se pasa al final que es la autoevaluación.

Tiempo de Juego cree en el poder pedagógico de los niños, por eso cuenta con el apoyo de un grupo de monitores de la misma comunidad, que se ha conformado con niños y jóvenes de 9 años en adelante. Ellos muestran especial interés por participar más activamente y reciben formación para colaborar en la logística y en el desarrollo de las actividades.

Una evaluación externa por parte  de la organización Tercera Mirada, que encontró  que los mayores impactos de Tiempo de Juego están en los siguientes aspectos: 1. Mejora de las relaciones interpersonales; 2. Conocimiento de sí mismo; 3. Hábitos de vida; e 4. Incidencia en la familia.

Tiempo de Juego opera en un contexto difícil ya que hay presencia paramilitar en la zona, no obstante sólo durante el último año del Presidente Uribe (2009-2010) algunos miembros de Tiempo de Juego recibieron amenazas. También por épocas ha habido influencia de la guerrilla, sin embargo la fundación ha sido respetada y es muy querida entre la comunidad.  Esta acción se ha fortalecido con algunas labores conjuntas con otras organizaciones presentes en la zona, como la fundación Un Techo para mi País.

Las conclusiones que sacamos de nuestra conversación  con Tiempo de Juego son:

  • Los primeros beneficiarios de cualquier proyecto deben ser los impulsores de éste.
  • En un proyecto social la principal alianza debe ser con la comunidad, de esta forma tendrá duración y la aceptación suficiente para brindar algo de reconocimiento y seguridad a los miembros.
  • Las actividades de Tiempo de Juego contribuyen a que los individuos se piensen colectivamente y de forma comprensiva y pacífica.
  • Para que iniciativas sociales logren el mayor impacto, debe involucrar tres entornos: familia, colegio y el barrio.
  • Se puede apostar por un proyecto de país mejorando la comunicación, fomentando el diálogo y generando empatía, y así lograr el cambio y pensar en una nueva sociedad.

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Desayuno de Paz No. 26

Desayuno de Paz No. 26

Invitado: Alfredo Molano Jimeno, redactor de El Espectador

Serie sobre medios de comunicación y Construcción de Paz

1 de agosto de 2015

Alfredo Molano Jimeno, historiador, periodista desde hace 5 años del periódico El Espectador, tiene a su cargo en  este diario el tema  del Proceso de Paz desde su iniciación, lo que le ha dado la oportunidad de cubrir el proceso desde La Habana. Manifiesta que a través de conversaciones con miembros de las FARC y del Gobierno, de contactos con víctimas y visitas a campamentos de la guerrilla,  ha  vivido el Proceso de Paz intensamente, más allá de lo que se refleja en los medios,  y para él ha sido personalmente enriquecedor y emocionante.

Dos pilares fundamentales que han orientado su rol como periodista, son la humanidad y el equilibrio. Hace especial énfasis en que los comunicadores deben tener la sensibilidad y la disposición para oír historias de la gente que ha vivido la guerra,  para darle cabida a las versiones no oficiales, a muchas voces que no han sido escuchadas, ya que la versión que en general todos conocen es la oficial. En sus palabras, “muchas veces se muestra la maldad, pero detrás de esto hay seres  humanos con miles de historias que deben ser entendidas”. Nos habla de la importancia de darle cabida a las diferentes versiones y  ponderar la información de ambas partes. Para Alfredo, el equilibrio parte del lenguaje: algunos periodistas repiten el lenguaje del cubrimiento del conflicto de manera automática, sin dar  a las palabras la dimensión que tienen, y esto dificulta el equilibrio de las versiones. Por lo tanto,  lo que ha buscado hacer en El Espectador es que se miren los diferentes lados  de la información para lograr ponderarla y dar una versión más balanceada del tema.

Considera que a lo largo del proceso se ha visto un cambio en el discurso de los medios: hay una mayor disposición a entender y a encontrar la verdad, en vez de apresurarse  a acusar a la guerrilla, como antes se hacía cuando se producía un atentado. A petición de varios asistentes, se refirió al  tema del desescalamiento del lenguaje que pidió el presidente Santos recientemente. Alfredo coincide en que es necesario humanizar el lenguaje, y que el presidente no podía evitar referirse a esto. Sin embargo, opina  que el Gobierno ha cometido el gran error de querer presentar el Proceso de Paz como un proceso de sometimiento de la guerrilla, como un proceso contra las FARC, y no como una negociación entre dos partes que buscan llegar a acuerdos.  Aunque es difícil cambiar esta forma de pensar después de 50 años,  está convencido de que para que haya paz es necesario  que la sociedad acepte que tanto los responsables de los falsos positivos, como las FARC y los paramilitares, paguen sus deudas con formas de justicia alternativa. Además de esto, debe haber no solamente  desescalamaniento del lenguaje, sino sobre todo un desescalamiento del discurso; si no se da un verdadero desescalamaniento del discurso oficial es muy difícil transmitir las diferentes  versiones del conflicto y lograr una disposición de la sociedad  para asimilar y apoyar los cambios que vienen.

En el cubrimiento del Proceso de Paz Alfredo se ha encontrado con personas reales, detrás de los imaginarios que han construido los colombianos; y al tratar de humanizar a las personas ha hecho un valioso ejercicio de sentir al otro, de reconocer de dónde vienen las diferentes angustias, sentimientos y dolores de quienes verdaderamente viven la guerra.  Este  contacto humano lo ayuda a entender muchas cosas, pues  “estamos en una sociedad enferma, en la que se está dispuesto a matar al otro en un segundo”. Y esto se observa en el comportamiento agresivo de muchos de nosotros en la cotidianidad. Sin embargo, es paradójico que “los que no están dispuestos a perdonar son las personas de la ciudad que han vivido el conflicto desde los noticieros”. A partir de las diferentes historias que ha conocido, dice que las víctimas lo que más piden es la verdad: saber qué pasó para poder hacer el duelo. Uno de sus grandes aprendizajes en este cubrimiento ha sido que en realidad “todo el mundo quiere contar su historia, pero busca a alguien que lo quiera entender y no juzgar”.

Ante una pregunta sobre  el rol de los medios de comunicación en la pedagogía del Proceso de Paz, Alfredo manifiesta que los medios de comunicación no son los responsables  de educar, pues no están creados para eso. Opina que a los medios les corresponde poner sobre la mesa las diferentes caras de la situación y proveer los elementos de juicio, pero no educar a la sociedad civil. Está convencido del gran poder  del “voz a voz” para hacer pedagogía del proceso; “cada quien debe ir aportando y abriendo su mente en la medida en que sus dolores se lo permitan; la esencia  está en que cada uno de nosotros sea capaz de difundir. Se necesitan esfuerzos individuales de difusión, veeduría, verificación de la información”.

Otro tema de análisis fue la postura de los medios frente a la oposición de Álvaro Uribe al Proceso de Paz; para  Alfredo, “Uribe no es otra cosa que la expresión de muchos colombianos; él encarna una expresión social; todos, los periodistas incluidos, hemos sufrido el impacto de la guerra”. Por esto considera  que no habrá paz sin Uribe en la mesa: el sector de la sociedad civil que él representa  cree que la guerrilla es una amenaza criminal y debe ir a la cárcel , y no puede ver más allá de ese discurso que se repitió durante mucho tiempo en los medios de comunicación. Lo cierto es que estos sectores representan a una sociedad punitivista, muy aficionada a la cárcel, que no ha tenido en cuenta el conflicto social que se ha vivido durante tantos años en el país.

Considera  que también hay enemigos del  Proceso de Paz dentro de las fuerzas armadas, y por esto es necesario que éstas también participen en la mesa de diálogos. Por otra parte, no debemos esperar que haya una entrega de fusiles, ni ver a Iván Márquez, por ejemplo, en prisión. Para que haya paz la sociedad debe estar dispuesta a ver en libertad tanto al guerrillero,  como al paramilitar, como al responsable de falsos positivos.

Alfredo ha vivido el proceso de paz en La Habana como una montaña rusa en donde se pasa de tener fe en el resultado a sentir que no hay una salida. En este momento,  es optimista: después de una crisis grave se ha llegado a un momento de estabilidad. Finalmente, reitera su convicción sobre la importancia del rol de organizaciones como Rodeemos en Diálogo en la tarea de divulgar y contribuir a la comprensión de los diferentes matices del proceso.

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