Desayuno de Paz No. 13 de 2017

Invitado: Rodrigo Pardo García-Peña (Director Editorial Revista Semana)

Tema: Periodismo, política y paz, de cara al debate electoral del 2018

Mayo 6

Rodrigo Pardo García-Peña ha ejercido el periodismo por poco más de 30 años. Fue director de RCN televisión, trabajó en RCN radio y en prensa escrita en el periódico El Tiempo, El Espectador, la Revista Cambio, y actualmente es Director Editorial de la Revista Semana. En paralelo, ha sido catedrático de la Universidad de los Andes en el departamento de Ciencias Políticas, enfocado en la política internacional. Trabajó en el sector público como Ministro de Relaciones Exteriores y como Embajador en Venezuela, con los gobiernos liberales de César Gaviria y Ernesto Samper. En esta oportunidad conversamos acerca de su percepción sobre el periodismo colombiano, el papel que jugaron los medios en el resultado del plebiscito, los retos frente al seguimiento de la implementación de los acuerdos con las FARC y el proceso de paz con el ELN.

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El periodismo en Colombia

Indagar por la percepción general del periodismo en Colombia, a pesar de ser una pregunta pertinente, conlleva el peligro de hacer un análisis totalizante del periodismo sin tener en cuenta que no se puede hablar de ‘un periodismo’ que funcione igual en todo el país y en todos los medios; aún más porque hay una diferencia sustancial entre el periodismo de las grandes ciudades y el de las regiones, en un país tan diverso y desintegrado. El problema del periodismo colombiano, reflexiona Rodrigo, no tiene tanto que ver con la falta de independencia de los medios de comunicación, ni con la propiedad de éstos por parte de los grandes poderes económicos, aunque no es una cuestión menor. Más bien, tienen que ver con la banalización de la realidad y la falta de análisis de las noticias.

Rodrigo recuerda una frase del mismo García Márquez: “No existen medios independientes, existen directores independientes”. En este sentido, hay una delgada diferencia entre asumir una posición editorial, y la militancia política en el periodismo, esta última cuestionable en cuanto impide la neutralidad de la información, tiende a la censura y privilegia unas posturas sobre otras. A pesar de que la objetividad plena no exista, no se puede caer en la subjetividad arbitraria de desconocer la realidad por fines políticos o económicos particulares. El periodismo debe enfocarse en la profundidad y seriedad de la información y tiene que hacerse con un lenguaje comprensible para el ciudadano del común. Por eso, considera que Revista Semana es el medio que más encaja con lo que considera esencial en el periodismo: el análisis de las noticias.

El cubrimiento del proceso de paz desde RCN y Semana y su papel en el resultado del plebiscito

Mientras fue el director de RCN televisión, tuvo una línea editorial en extremo diferente a la que se presenta actualmente. Durante el Proceso de Paz – lo más importante que ha pasado en su vida –, realizó viajes a La Habana con el fin de conocer los puntos de vista del equipo negociador, con la convicción de que para dar y explicar una noticia, antes hay que entender la realidad. Por eso, fortaleció el equipo de cubrimiento en La Habana y apoyó la realización de dos documentales (realizados por Carlos Julio Betancourt y Natalia Orozco). Por su parte, la Revista Semana realizó publicaciones respaldando claramente el Sí en el plebiscito, en las que se explicaban las ventajas de por qué para Colombia era positivo el Acuerdo de Paz.

Reconoce que hubo errores de los medios, que contribuyeron al triunfo del No en el plebiscito: Uno, aceptar una narrativa en la cual influyó fuertemente el uribismo, cayendo en la trampa de verla como un pulso entre Santos y Uribe. Dos, haber intentado una campaña muy racional sin entender lo que emocionalmente significaba para los colombianos. Un plebiscito es un fenómeno político distinto a una elección presidencial y los medios en general cometieron el error de cubrir al plebiscito como si se tratara de una elección. De manera que mucha gente fue a votar pensado en un voto y no en una decisión colectiva que ponía fin a la guerra y que marcaba un nuevo derrotero para Colombia.

El nuevo reto: la implementación de los Acuerdos de Paz

Los procesos de paz no solo sirven para silenciar fusiles, también sirven para inducir dinámicas de cambio en una sociedad, transformar políticas y realidades estructurales que deberían conducir a una mejor comunicación entre el centro y la periferia. En los centros urbanos y las áreas rurales hay realidades distintas y desconectadas y, la coexistencia de estas realidades es a su vez una fuente de problemas que acentúa la violencia. El Proceso de Paz bien implementado generaría mejores posibilidades para solucionar esos problemas que se han acumulado en el país por mucho tiempo.

Es necesario que los medios de comunicación expliquen a profundidad e informen con neutralidad la implementación de los acuerdos. El problema es que hay una fuerte oposición y hay una audiencia escéptica frente a un proceso que todavía está en juego y que depende, fundamentalmente, de la voluntad política de todos los colombianos para que se lleve a cabo.

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Venezuela y su impacto en la política nacional

La situación de Venezuela incide en la agenda política interna y en la polarización colombiana. Es difícil hablar sobre Venezuela sin que eso sea interprestado como ser santista o uribista y sin que se califique como castrochavista, término acuñado por el uribismo. En general los colombianos no entendemos la complejidad de la situación de Venezuela y nos limitamos a fijar posiciones irresponsables y banales.

Hay que recordar que el chavismo está gobernando de 1998 y que surgió en un contexto en que la política tradicional venezolana tuvo una crisis muy profunda. En Colombia, esta revolución se vio con cierta simpatía porque se concibió como una opción de cambio que desafiaba la maquinaria tradicional y corrupta. Le cabe gran responsabilidad a la oposición venezolana, pues durante este periodo tan largo no ha sido capaz de construir un proyecto político que entusiasme a la sociedad venezolana.

La negociación con el ELN

A pesar de que hay voluntad de llegar a un acuerdo entre el ELN y el gobierno, la mayor dificultad es la desconfianza mutua que afecta las posibilidades de una negociación rápida. El ELN percibe que el gobierno desea un acuerdo exprés que se ancle a lo pactado con las Farc, sin que ellos tengan ningún protagonismo, ni refleje un sello propio y una identidad. En el gobierno hay una desconfianza frente a la voluntad política del ELN, sobre todo, por el hecho de que estamos en una negociación en medio del conflicto.

De otra parte, hay inquietud sobre cuál será el próximo gobierno y si este modificará las reglas de juego, por lo cual resulta difícil asumir un compromiso previo frente al panorama político incierto de las próximas elecciones presidenciales del 2018. A pesar de que es precipitado hablar de elecciones, en esta ocasión, afirma Rodrigo, hay un desgaste de opciones tradicionales que favorece un escenario distinto. A pesar de que hay diferentes formas de hacer oposición, la de Uribe es una oposición diferente a la tradicional y se ha desgastado.

Reflexiones finales: el efecto de la post-verdad

Hoy en día, las redes sociales permiten la difusión de versiones sin responsabilidad y en anonimato, que contribuyen a las noticias falsas o ‘verdades alternativas’. El efecto de esto es negativo y peligroso porque pone en tela de juicio el valor de la verdad. El reto actual consiste, precisamente, en superar la desconfianza entre unos y otros, en entender que hay puntos de vista diferentes y abrir canales de comunicación que despolaricen la sociedad. Ahí, los medios de comunicación tienen la responsabilidad de dar a conocer las realidades de las regiones, dejar la visión estigmatizada entre el país de “los buenos” y el de “los malos” y contribuir a narrativas en las que nos reconozcamos como humanos. Esto toma tiempo. Para construir confianza necesitamos pensar que, finalmente, las Farc también tomaron una decisión muy difícil: abandonar una lucha en la que muchos de ellos creyeron sinceramente, para hacer parte de un proyecto de país que fue la misma causa por la cual ingresaron, en su momento, a las filas.