Desayuno de Paz No. 18 de 2016

Invitado: Sergio Guarín, Director Área de Posconflicto, Fundación Ideas para la Paz

Tema: Contenidos de los acuerdos de La Habana y los retos del post-acuerdo

Bogotá, 4 de junio

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El sábado 30 de mayo nos reunimos con Sergio Guarín, director del área de Post-Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz para hablar de los retos que afrontará Colombia durante la etapa posterior a la firma del acuerdo con las FARC. Sergio es graduado en Historia en la Universidad Nacional; luego fue profesor en el Colegio San Carlos y posteriormente en algunos colegios rurales. Fue en estos cuando “se encontró con el conflicto en la cara”. En el sector público trabajó con Planeación Nacional por ocho años, y en programas de Paz y Desarrollo y de Convivencia Ciudadana. Cuando empezó el Proceso de Paz decidió que prefería estar en el sector privado. Dirigió la Red Nacional de programas de Desarrollo  Paz y se vinculó a la Fundación Ideas para la Paz.

La Sociedad en el Proceso de Paz

Al ser preguntado acerca de si estamos preparados por la paz, Sergio hizo una analogía con la decisión de tener hijos, diciendo que uno no puede esperar a estar preparado para empezar. También hizo énfasis en que los negociadores ya dicen que el proceso está por cerrarse, en menos de dos meses, por lo cual hay que preparar celebración.

Menores de edad en el conflicto

Sergio considera esencial entender que la juventud y la niñez en la ciudad y en el campo son muy diferentes. Las visiones de lo que debería ser el crecimiento de una persona son tan distintas que desde la ciudad es imposible saber qué necesitan los jóvenes del campo sin ir a hacer trabajo de comunidades. Muchos de los niños que entraron a la guerrilla, aparte de los que fueron reclutados forzosamente, llegan porque no tienen otras opciones de vida. Muchos de ellos se ven afectados, no sólo por problemas económicos sino por una falta de identidad que es suplementada por ser parte de una organización como las FARC. Esto no es una justificación para que tengan menores en las filas pero ayuda a entender el fenómeno con una perspectiva diferente. También destaca que muchos de los niños que entran a las FARC son hijos o hijas de colaboradores de las FARC, así que al continuar el conflicto sólo habría un reciclaje de las prácticas de sus familias. También afirmó que hay una seria intención bilateral, tanto del Gobierno como de las FARC, de encontrar soluciones de fondo al problema por medio de un protocolo especial y la creación de una Mesa Técnica con participación de la ONU y las entidades  nacionales idóneas para este tema.

Diferentes formas de violencia

Si bien con los diálogos de paz entre el gobierno y las FARC no se termina la violencia en Colombia, sí es la cuota más relevante para ir acabando la guerra. Falta todavía desarrollar las negociaciones con el ELN. Ahora bien, esta es una de las manifestaciones de violencia: la que tiene justificaciones políticas. Por otra parte viene la dura tarea de combatir la violencia criminal, que protege las economías ilegales. Por ejemplo los grupos neo-paramilitares, o BACRIM, que buscan actualmente la protección de mercados ilícitos como el del narcotráfico. Ahora se debe luchar para que al cerrar estos ciclos de violencia no se conviertan en otras formas de reproducirla, esta vez en el crimen común, como ocurrió con algunos miembros a las AUC luego de su desmovilización en 2003.

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Garantías de seguridad

Para Sergio este es el desafío más importante ante la perspectiva del desarme. Los riesgos vienen no solamente de grupos armados sino de personas en la legalidad que ven sus intereses amenazados y pueden acudir al mercado ilegal para defenderse, como en el caso de la restitución de tierras en que se ha venido asesinando a líderes comunitarios. Sin embargo, el país está ante una situación diferente a lo sucedido con la Unión Patriótica, en donde hubo alianza entre cuerpos de seguridad del Estado y grupos paramilitares.

Por otra arte destaca que hay un grupo grande de empresarios, ganaderos y otros miembros de la sociedad civil quienes, ya sea por intereses económicos o por interés humanitario, están dispuestos a apoyar las transformaciones que vienen. Anota que según se ha visto, la reforma rural integral acordada en La Habana es bastante conservadora si se comparan con el informe de la Misión de Observación para la Transformación del Campo Colombiano.

Oposición al proceso

La oposición al proceso por parte del Uribismo se basa en dos aspectos esenciales, uno epistemológico y uno de poder: el primero, es que Uribe concibe a las FARC como un grupo armado de crimen común dedicado al narcotráfico en vez de un grupo armado beligerante como la ha reconocido el gobierno en estos diálogos. Esto explica la razón por la cual la estrategia del entonces Presidente Uribe contra las FARC fue de fuerza mientras la del Presidente Santos lleva al diálogo. Por otro lado, Uribe ve en Santos una traición a su política de Seguridad Democrática y en su bancada una fuerte fuerza contraria a la política de mano dura que se había plantado con fuerza en el país durante su mandato.

Reflexiones finales

Es incorrecto denominar a la oposición al proceso como enemiga de la paz. Al contrario, se debe considerar como una opinión válida que debe ser tomada en cuenta como parte del proceso de postconflicto.

Hay varias tareas necesarias en la etapa del post-acuerdo. En particular, revisar la extrema centralización de los recursos que hay actualmente ya que hay una marcada inequidad, que afecta en especial a las regiones apartadas y municipios pequeños en temas como la distribución de los recursos fiscales y la asignación de becas de estudio.

Finalmente, cerramos el desayuno enfatizando la importancia de ver oportunidades en los retos que están por venir; encontrar antídotos contra la polarización; y reconocer que en nuestras manos está la posibilidad de construir un país en paz.