Desayuno de paz No. 2 de 2016
Invitada: Claudia Girón (Co-gestora del Costurero de la Memoria)
Tema: La función reparadora de la memoria
Bogotá, 30 de enero
En este desayuno dialogamos sobre los retos de la reconciliación y el perdón a partir de la función reparadora de la memoria, y las apuestas ético-políticas y estéticas que encarnan los procesos de construcción de memoria hacia la construcción de paz. Nuestra invitada, Claudia Girón, psicóloga de la Universidad de los Andes y co-gestora del proyecto Costurero de la Memoria, del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación Distrital.
Presentación de la invitada
Claudia se definió como una psicóloga a la que le gustan las artes, que optó por trabajar la memoria a partir de un acontecimiento cercano que la marcó y la llevó a cambiar su mirada de sí misma y su posición como sujeto en un contexto político: el genocidio de la UP, en especial el asesinato de su suegro, Manuel Cepeda Vargas. Realizó una reflexión en la que explicaba cómo el miedo y el dolor se ven reflejados en las facciones y la energía de las personas, y planteó preguntas fundamentales como ¿qué implica para una sociedad que existan procesos de genocidio y limpieza social?
Su trabajo en la construcción y recuperación de la memoria inició en la Fundación Manuel Cepeda Vargas, donde se designó un espacio para pensar la memoria de forma compleja, cuestionar cómo construir memoria sin negar el dolor, pero sin darle protagonismo central dentro del proceso. Años después ingresó a formar parte del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Bogotá.
En principio, Claudia fue crítica de la Ley de Justicia y Paz por no reconocer como víctimas a aquellas afectadas por los crímenes de Estado. Pero reconoce que este tipo de marcos legales abrieron la puerta para publicar ejercicios de memoria que antes estaban en la clandestinidad por persecuciones como las que sufrieron los participantes del proyecto Colombia Nunca Más; un trabajo colectivo donde se crearon nichos de memoria, galerías de memoria y ejercicios alrededor del reconocimiento de que los ausentes son seres humanos que dejan grupos familiares y de amigos afectados.
El Costurero de la Memoria inició en el año 2012 y forma parte de un macro-proyecto llamado Los Oficios de la Memoria, en donde hay otras iniciativas como Saberes y sabores y el Teatro del Oprimido. Es un espacio en el que mediante la labor de tejer se cuentan historias, entendiendo que la memoria y el olvido no son fines en sí mismos, sino medios para asumir retos y reconstruir procesos de vida. Lo que se busca es resignificar sucesos dolorosos, con el fin de promover la no repetición y la valoración o reconocimiento de las memorias individuales dentro de la sociedad.
Los asistentes del Costurero de la Memoria representan la diversidad: se encuentran víctimas de los grupos armados ilegales, de las fuerzas militares y del Estado, pero no es requisito ser víctima para participar en ellos. Allí se piensa el tejido como una metáfora del tejido social. Durante los costureros se destejen prácticas violentas que se han naturalizado, y se tejen nuevas formas de relacionamiento entre los colombianos. Este es un espacio de justicia donde se utiliza la memoria como herramienta de paz. En la actualidad, además del costurero de Bogotá y sus localidades, hay uno en Putumayo y otro en los Montes de María.
Espacio de conversación
Sobre qué pasará con el Costurero de la Memoria con el cambio de administración, aún hay incertidumbre. No se ha recibido información oficial, pero ya se han dado algunos cambios relacionados, como que la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas ahora se llame Alta Consejería para los Derechos Humanos. Pone de relieve que es una realidad la diferencia de prioridades del nuevo gobierno y la necesidad de que sea la sociedad civil quien se encargue de que los logros y buenos programas de años anteriores se rescaten y se mantengan.
Sobre la relación entre la atención psicosocial y la memoria, considera que la verdadera atención en lo psicosocial implica ampliar las esferas públicas del duelo, ya que no basta con la catarsis, sino hay que saber qué hacer con el dolor que sale. El dolor se debe reconocer como asunto de todos y no de individuos aislados afectados por el conflicto. Ante una pregunta sobre el enfoque de género, Claudia nos explica que en el Costurero se habla más bien de nuevas masculinidades.
Sobre cómo se fomenta la memoria desde la educación, y cómo se fomenta el arte como herramienta de ejercicio de memoria, Claudia manifiesta que como docentes es necesario salir del aula e ir más allá de los libros. Por otra parte, el arte es un mecanismo para trabajar no solo con víctimas y victimarios, sino para que aquellos que se sienten ajenos a la guerra entiendan la sociedad que ha producido el conflicto armado, sus causas y consecuencias.
Claudia considera que el papel central que se ha dado a las víctimas, dentro de su diversidad, en estas negociaciones es positivo porque resalta la relevancia de la memoria; es un avance importante que responde a su propia movilización y demanda por espacios de reconocimiento. Hoy, ambas partes han reconocido que hay responsabilidades y culpas de cada lado.
El Costurero de la Memoria ha trabajado en el reconocimiento de que ser víctima no es opuesto a ser ciudadano; en esta línea ha promovido procesos productivos a través del tejido; la memoria está presente en objetos útiles, que a la vez siguen contando una historia. Las Tortugas de la Memoria, por ejemplo, representan el cambio que fluye con calma.
Los retos de la Memoria: ¿Estamos acostumbrados a juzgar muy rápido al otro?
El desayuno cerró con unas reflexiones finales frente a los retos asociados con la memoria: ¿Estamos acostumbrados a juzgar muy rápido al otro? ¿Cómo interpretar el mensaje de quien piensa diferente? ¿Qué retos tenemos frente a la obsesión de proteger y defender nuestra identidad cuando escuchamos las memorias de otros? ¿Cómo reinventar las identidades que hemos construido alrededor de las memorias que tenemos de un conflicto armado que nos polariza?