Desayuno de Paz No. 26
Desayuno de Paz No. 26
Invitado: Alfredo Molano Jimeno, redactor de El Espectador
Serie sobre medios de comunicación y Construcción de Paz
1 de agosto de 2015
Alfredo Molano Jimeno, historiador, periodista desde hace 5 años del periódico El Espectador, tiene a su cargo en este diario el tema del Proceso de Paz desde su iniciación, lo que le ha dado la oportunidad de cubrir el proceso desde La Habana. Manifiesta que a través de conversaciones con miembros de las FARC y del Gobierno, de contactos con víctimas y visitas a campamentos de la guerrilla, ha vivido el Proceso de Paz intensamente, más allá de lo que se refleja en los medios, y para él ha sido personalmente enriquecedor y emocionante.
Dos pilares fundamentales que han orientado su rol como periodista, son la humanidad y el equilibrio. Hace especial énfasis en que los comunicadores deben tener la sensibilidad y la disposición para oír historias de la gente que ha vivido la guerra, para darle cabida a las versiones no oficiales, a muchas voces que no han sido escuchadas, ya que la versión que en general todos conocen es la oficial. En sus palabras, “muchas veces se muestra la maldad, pero detrás de esto hay seres humanos con miles de historias que deben ser entendidas”. Nos habla de la importancia de darle cabida a las diferentes versiones y ponderar la información de ambas partes. Para Alfredo, el equilibrio parte del lenguaje: algunos periodistas repiten el lenguaje del cubrimiento del conflicto de manera automática, sin dar a las palabras la dimensión que tienen, y esto dificulta el equilibrio de las versiones. Por lo tanto, lo que ha buscado hacer en El Espectador es que se miren los diferentes lados de la información para lograr ponderarla y dar una versión más balanceada del tema.
Considera que a lo largo del proceso se ha visto un cambio en el discurso de los medios: hay una mayor disposición a entender y a encontrar la verdad, en vez de apresurarse a acusar a la guerrilla, como antes se hacía cuando se producía un atentado. A petición de varios asistentes, se refirió al tema del desescalamiento del lenguaje que pidió el presidente Santos recientemente. Alfredo coincide en que es necesario humanizar el lenguaje, y que el presidente no podía evitar referirse a esto. Sin embargo, opina que el Gobierno ha cometido el gran error de querer presentar el Proceso de Paz como un proceso de sometimiento de la guerrilla, como un proceso contra las FARC, y no como una negociación entre dos partes que buscan llegar a acuerdos. Aunque es difícil cambiar esta forma de pensar después de 50 años, está convencido de que para que haya paz es necesario que la sociedad acepte que tanto los responsables de los falsos positivos, como las FARC y los paramilitares, paguen sus deudas con formas de justicia alternativa. Además de esto, debe haber no solamente desescalamaniento del lenguaje, sino sobre todo un desescalamiento del discurso; si no se da un verdadero desescalamaniento del discurso oficial es muy difícil transmitir las diferentes versiones del conflicto y lograr una disposición de la sociedad para asimilar y apoyar los cambios que vienen.
En el cubrimiento del Proceso de Paz Alfredo se ha encontrado con personas reales, detrás de los imaginarios que han construido los colombianos; y al tratar de humanizar a las personas ha hecho un valioso ejercicio de sentir al otro, de reconocer de dónde vienen las diferentes angustias, sentimientos y dolores de quienes verdaderamente viven la guerra. Este contacto humano lo ayuda a entender muchas cosas, pues “estamos en una sociedad enferma, en la que se está dispuesto a matar al otro en un segundo”. Y esto se observa en el comportamiento agresivo de muchos de nosotros en la cotidianidad. Sin embargo, es paradójico que “los que no están dispuestos a perdonar son las personas de la ciudad que han vivido el conflicto desde los noticieros”. A partir de las diferentes historias que ha conocido, dice que las víctimas lo que más piden es la verdad: saber qué pasó para poder hacer el duelo. Uno de sus grandes aprendizajes en este cubrimiento ha sido que en realidad “todo el mundo quiere contar su historia, pero busca a alguien que lo quiera entender y no juzgar”.
Ante una pregunta sobre el rol de los medios de comunicación en la pedagogía del Proceso de Paz, Alfredo manifiesta que los medios de comunicación no son los responsables de educar, pues no están creados para eso. Opina que a los medios les corresponde poner sobre la mesa las diferentes caras de la situación y proveer los elementos de juicio, pero no educar a la sociedad civil. Está convencido del gran poder del “voz a voz” para hacer pedagogía del proceso; “cada quien debe ir aportando y abriendo su mente en la medida en que sus dolores se lo permitan; la esencia está en que cada uno de nosotros sea capaz de difundir. Se necesitan esfuerzos individuales de difusión, veeduría, verificación de la información”.
Otro tema de análisis fue la postura de los medios frente a la oposición de Álvaro Uribe al Proceso de Paz; para Alfredo, “Uribe no es otra cosa que la expresión de muchos colombianos; él encarna una expresión social; todos, los periodistas incluidos, hemos sufrido el impacto de la guerra”. Por esto considera que no habrá paz sin Uribe en la mesa: el sector de la sociedad civil que él representa cree que la guerrilla es una amenaza criminal y debe ir a la cárcel , y no puede ver más allá de ese discurso que se repitió durante mucho tiempo en los medios de comunicación. Lo cierto es que estos sectores representan a una sociedad punitivista, muy aficionada a la cárcel, que no ha tenido en cuenta el conflicto social que se ha vivido durante tantos años en el país.
Considera que también hay enemigos del Proceso de Paz dentro de las fuerzas armadas, y por esto es necesario que éstas también participen en la mesa de diálogos. Por otra parte, no debemos esperar que haya una entrega de fusiles, ni ver a Iván Márquez, por ejemplo, en prisión. Para que haya paz la sociedad debe estar dispuesta a ver en libertad tanto al guerrillero, como al paramilitar, como al responsable de falsos positivos.
Alfredo ha vivido el proceso de paz en La Habana como una montaña rusa en donde se pasa de tener fe en el resultado a sentir que no hay una salida. En este momento, es optimista: después de una crisis grave se ha llegado a un momento de estabilidad. Finalmente, reitera su convicción sobre la importancia del rol de organizaciones como Rodeemos en Diálogo en la tarea de divulgar y contribuir a la comprensión de los diferentes matices del proceso.