Desayuno de Paz No. 38

Invitada: Marta Ruiz, asesora editorial de la revista Semana

Serie: Medios de comunicación y construcción de paz

 31 de octubre de 2015

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La sesión comenzó con una serie de preguntas de los participantes sobre los medios de comunicación en relación con la paz: ¿Cómo informar con imparcialidad? ¿En Semana hay lineamientos sobre lo que se debe o no decir? A continuación, Marta Ruiz comenzó su presentación, contándonos que después de dedicarse durante un tiempo a su especialidad de escribir de libretos para televisión y haber sido colaboradora de la revista Arcadia, actualmente dirige también el portal Verdad Abierta. Sin embargo, en el último año se ha enfocado principalmente a cubrir el conflicto y se viene concentrando cada vez más, casi exclusivamente, al proceso de paz.

Para empezar, expuso tres premisas o principios fundamentales, que se convierten en dilemas que actualmente afronta el periodismo:

En primer lugar, se refiere a los retos éticos, la diaria necesidad de tomar decisiones – acerca de qué destacar, qué informar, cómo titular-, que lo definen como profesional. Por lo tanto, lo más importante que debe tener el periodista es el criterio para discernir dichos conflictos. Su segunda premisa, es que el proceso de paz llega en un momento de crisis de los medios de comunicación. La tecnología, la velocidad y la inmediatez con la que se puede acceder a la información, está haciendo que el periodista desaparezca,  pues se está cambiando la narrativa.  Por último, que el problema de la comunicación y la pedagogía sobre el proceso de paz no dependen tanto de los medios de comunicación, sino de la política y de los mensajes que trasmiten los políticos.

Con más de 10 millones de lectores inscritos en internet, además de una importante circulación de la edición impresa, Revista Semana es un referente para la élite del país. Por tal motivo, más que exponer la información en reportajes o crónicas, se concentra en el análisis de los hechos buscando darle un sentido a la información. Esto es resultado de la reflexión de los diversos enfoques de quienes participan en la redacción; por tanto, los artículos que no van firmados.  Actualmente hay un inmenso acceso a la información, sólo presentarla no es suficiente. Semana trata de ver con ojos de radiografía los huesos de la realidad.

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En cuanto a la realidad colombiana de la que los periodistas son testigos, Marta afirma que los colombianos nos hemos acostumbrado a este conflicto que “se volvió parte del paisaje”,  y nos cuesta mucho creer que puede cambiar. Tanto en lo político como en lo económico, aprendimos a vivir bajo las dinámicas de la guerra;  entonces el cambio a algo distinto, para algunos resulta innecesario e incluso hasta incómodo. La paz rompe en este sentido con cierto equilibrio que se ha creado en la sociedad. Los colombianos somos reacios al cambio. Aquí no hemos vivido revoluciones o fuertes transformaciones, como ha sucedido en otros lugares de América Latina. Acá los pocos cambios se han dado de manera paulatina, casi imperceptible. Por tanto, necesitamos aprender que con la paz vamos a romper ese equilibrio y a construir otro.

Los mensajes fuertemente politizados dificultan una mejor comprensión del proceso de paz. Nos dejamos guiar por la comunicación de los políticos, quienes tienen posiciones e intereses políticos frente al tema. En este sentido, posturas como las de Álvaro Uribe Vélez legitiman la violencia en el país y promueven el odio, a la vez que alientan otras fuerzas oscuras que están en contra del proceso. Lo cierto es que los colombianos conocemos muy poco sobre las FARC, sus lógicas, el país que hay detrás. Aún tenemos pendiente hacer una sociología de las FARC.

Por otra parte vemos cómo, luego de tres años de diálogos en la Habana, aún surgen posiciones como la del Consejo Gremial Nacional exponiendo sus preocupaciones frente al proceso de paz: además de ver muchos problemas en los cambios que plantean los acuerdos, afirman que están en contra de una relación simétrica entre el gobierno y las FARC. Sin embargo, de eso se trata una negociación. Una señal de esta simetría es la fotografía del estrechón de manos entre el Presidente Santos y Timochenko. Marta afirma que esta poderosa imagen debería servir para hacer pedagogía del proceso. Desafortunadamente, el Gobierno no la ha aprovechado.

A continuación, Marta habló sobre los riesgos de hacer periodismo en este contexto de conflicto armado: evidentemente el periodismo es una de las víctimas de la guerra; más aún, lo es la libertad de expresión. Por todo el país las personas fueron silenciadas por medio de las balas y muchos temen hablar sobre lo que les ha sucedido. Es muy difícil encontrar espacios en los que se pueda dialogar sin miedo, y el miedo es el alimento principal de una guerra. A pesar de esto, Marta afirma que, más que los grupos guerrilleros, la fuente principal de violencia contra los periodistas son los políticos corruptos.

Entre las intervenciones, los asistentes se preguntaron sobre las garantías de que esta paz sea sostenible,  la responsabilidad que le cabe a la sociedad para alcanzarla, cómo construir paz con los empresarios, por qué la poca presencia de las mujeres en el proceso, las expectativas con el ELN.

Marta citó a John Paul Lederach, cuando habla de los “diálogos entre improbables”, que permiten acercarse a quienes están en partes opuestas y aprender, a través de largos períodos,  a construir juntos. Se trata de transformar las relaciones entre las personas. Muestra como ejemplo La Habana, donde los negociadores duraron más de 6 meses discutiendo cómo se iban a llevar a cabo los diálogos: en ese tiempo se generó la confianza suficiente para que los representantes de partes enemigas por más de 50 años pudieran sentarse a conversar y llegar a acuerdos trascendentales. Sin embargo, nos habla del alto riesgo de que el proceso fracase en la etapa de implementación, como ha ocurrido con otros casos. Por esto dice, necesitamos apoyar por todos los medios la  “paz territorial” de la que habla el Comisionado de Paz. Se requiere un voluntariado profesional, multidisciplinario, comprometido, que acompañe los procesos en los territorios. Aquí, los asistentes destacan diferentes esfuerzos que se vienen haciendo desde el Gobierno y la sociedad, pero reconocen que la tarea es enorme y muchos  deben sumarse a ella.

Sobre la reintegración de los desmovilizados, considera que en Colombia ya tenemos una larga experiencia. Según Marta, las FARC tienen en mente un modelo de reintegración diferente al que nos imaginamos: muy colectivo y político, que se sitúa mayormente en zonas campesinas. Sin embargo, al firmar la paz “debemos reconstruir el país como se hace después de un terremoto” y esto va ser lo verdaderamente complicado. Debemos pensar en las generaciones posteriores a la guerra: crear las condiciones para que las causas del conflicto no se repliquen y eso sólo se puede hacer a partir de transformaciones desde las bases y desde el territorio.