El papel de los jóvenes en el posconflicto
Invitado: Manuel Echavarría, del Campamento por la paz y Ojo a la paz.
Desayuno de Paz No.38
11 de noviembre de 2017
Nuestro invitado, egresado del Colegio Anglo Colombiano y diseñador industrial de profesión con maestría en diseño de interiores, empieza hablando de su convicción de que el emprendimiento es una forma de crear valor y de transformar la sociedad, razón por la cual desde su época de estudios en Italia se interesó por hacer empresa. También desde muy temprano se sintió atraído por la política, y cuando conoció el anuncio de la firma del acuerdo de paz con las FARC, se emocionó al encontrar un espacio donde su deseo de participación en política se haría realidad.
Conoció a Andrei Gómez y a Rodeemos el Dáalogo y ofreció su apoyo a ReD, que se plasmó en el diseño del logo de la campaña “Yo firmo la paz”. Asimismo, se integró al equipo que apoyaba el SI en el plebiscito. Allí observó mucho afán de protagonismo, lo que en su criterio es erróneo. Propone que la pelea se dé por los objetivos y nos por los egos, cambiando de esa manera la discusión que hasta hoy prevalece.
El Campamento por la Paz
El 2 de octubre con el triunfo del No surge la idea de salir a acampar por la paz. Decide renunciar a su trabajo, con unos amigos convocan por whatsapp, y se inicia el campamento en la Plaza de Bolívar con unas pocas carpas. El 4 de octubre se lleva a cabo el primer encuentro de Paz a la Calle, todo esto movido principalmente por jóvenes universitarios, y se convoca para el 5 la Marcha del Silencio que tuvo una respuesta masiva, mucho más allá de lo que imaginaban.
Manuel define el Campamento por la Paz como un microcosmos; una mini- Colombia con todas sus diferencias y particularidades. Para proteger el campamento y evitar problemas con la Alcaldía y los medios, desde el comienzo establecieron reglas básicas (respeto, no droga, no sexo ni alcohol) y fijaron los objetivos del campamento:
1.- La firma del acuerdo de PAZ en forma inmediata.
2.- Cese bilateral indefinido.
3.- El centro del acuerdo deben seguir siendo las víctimas.
Como un dato curioso que refleja un rasgo característico de nuestra realidad, observa Manuel que el campamento se mantuvo, se toleró, porque al frente de éste estaba un grupo de gomelos. En contraste, en la misma plaza frente a la Alcaldía se había instalado hacía semanas un campamento de victimas que no recibió ayuda ni apoyo alguno. Esto demuestra la sociedad en la que vivimos.
Cuando el Presidente Santos recibió el Nobel de PAZ, llegaron victimas de todo el país y el campamento pasó de tener 11 carpas a 70. También llegaron las dificultades. Se requería una organización, y se creó una especie de liderazgo fantasma que gestionaba todas las necesidades. se establecieron unas asambleas para tomar las decisiones, pero este exceso de democracia impedía llegar a decisiones estratégicas.
Cuando se anunció la firma del segundo acuerdo de paz, los que iniciaron el campamento consideraron logrado el objetivo y decidieron levantarlo. Allí se dió una ruptura pues otro grupo se quería quedar, y reclamaba una superioridad moral por el hecho de no abandonar el campamento. Hubo incidentes difíciles, incluso amenazas. El primer grupo se retiró y esa misma noche entró el ESMAD, aunque Manuel reconoce que el trato que les dieron fue moderado. Esto coincidió con un evento cultural programado en la Plaza de Bolívar que justificó en cierta medida el desalojo.
Ojo a la Paz y el liderazgo de los jóvenes
Para acompañar la implementación se creó Ojo a la Paz, en el que están unos pocos jóvenes. Este grupo se apoya mucho en redes sociales para denunciar lo que pasa en el Congreso con la implementación. Hay que llegar a la gente joven con medios y lenguaje jóvenes. Llevar información fácil de digerir. Manuel resalta el hecho de que en las próximas elecciones entran 2 millones de personas nuevas aptas para votar. Al contrario de lo que indica la norma social, cree que se debe hablar de política y religión en los círculos de familia y amigos, con la gente cercana, pues es como se va formando el pensamiento.
¿Cómo Seguir?
Se requiere generar una cultura de hacer empresa. “Sin generar progreso, sin estabilidad económica, sin que los desmovilizados encuentren qué hacer para vivir, vamos a volver a lo mismo,” señala Manuel. Se requiere que los jóvenes se empoderen de su ciudadanía y que si salen del país a formarse, vuelvan a hacer patria; es así como van a lograr impactar a la política.
Estamos en un momento en que, si bien se cumplió el objetivo, también se siente que se requiere una fuerza grande que apoye el acuerdo. Tenemos que encontrar la manera de que se transmita y llegue a los oídos de los Colombianos información verdadera. Los senadores continúan saboteando la implementación; continúa el asesinato de líderes.
Comenta sobre la campaña No nos quiten los colores, dirigida a acabar con toda clase de estigmatización, tanto a la izquierda como a la derecha. “Cada lucha es un color y debemos protegerlos a todos; ver el panorama completo”. A la vez, opina que las muertes de líderes sociales se están visibilizando más en la medida en que no hay conflicto abierto, armado. Antes, no se conocían.
Reflexión final
Necesitamos aprender que estamos ante un proceso en el que no nos podemos afanar. Hay que fortalecer la veeduría ciudadana y el activismo, en especial de los jóvenes. Ser recursivos y fuertes en la deliberación y en el autocuidado. Saber pelear en el mismo espacio. Manuel concluye resaltando que la FARC tiene derecho a hacer política y esto hay que respetarlo y defenderlo desde nuestro discurso.