Miembros de la Comunidad de Prácticas Pedagógicas por la Verdad reflexionan sobre la importancia de la acción sin daño y del arte para construir paz

Integrantes de las comunidades educativas, que hacen parte de los laboratorios de cocreación de herramientas pedagógicas, dialogaron sobre dos elementos clave para contribuir a la apropiación del sentido de la verdad por parte de las nuevas generaciones y al fortalecimiento del legado de la Comisión. 

Participantes de los laboratorios comparten, en una frase, qué representa para ellos hacer parte de esta comunidad de prácticas pedagógicas por la verdad.

El sábado 22 de mayo el tema central de la octava sesión de los laboratorios de cocreación fue el enfoque de acción sin daño, que la Comisión de la Verdad incorpora de manera transversal en su trabajo cotidiano. Esta perspectiva parte del reconocimiento de que ninguna intervención externa (de orden humanitario, para superar la pobreza, para construir paz, entre otras) está exenta de generar impactos negativos no esperados. 

Olga Lucía Vásquez, experta en acción sin daño en Colombia, se refirió a los principales elementos a tener en cuenta para evitar que las acciones de pedagogía en los territorios afecten a personas, familias y/o comunidades, especialmente en temas complejos como la verdad, que pueden generar tensiones y desacuerdos.

“Tenemos que ser capaces de diálogos constructivos”. De lo contrario, “si el ejercicio pedagógico de difundir la verdad, que es nuestra intervención, genera más conflictividad, estamos generando daño”, explicó.

Luisa Isidro (ReD) y Olga Vásquez, experta en Acción sin Daño en Colombia.

Vásquez mencionó tres elementos clave del enfoque de acción sin daño.

1. Leer el contexto local (la cultura, la historia, las capacidades, las tensiones).

2. Analizar el tipo de intervención a realizar y considerar si puede unir o potenciar a una comunidad, o por el contrario dividirla.

3. En caso de identificar efectos negativos, hacer ajustes, apelando a la “capacidad creativa” para encontrar nuevas rutas de intervención.

En la práctica, de acuerdo con la experta, la acción sin daño aplicada a la pedagogía de la verdad incluye reconocer que pueden presentarse desbordamientos emocionales en quienes reviven experiencias traumáticas o situaciones difíciles del pasado (las poblaciones con las que se trabaja) y en quienes escuchan (los y las docentes y otros miembros de comunidades educativas que lideran los ejercicios). 

También implica considerar problemas de seguridad que se pueden presentar. Además, la posibilidad de generar tensiones o conflictos, o profundizar los que ya existen. Este último es un daño doblemente grave porque, según Vásquez, “no estamos logrando el fin último de la verdad que, ya lo dijimos, es lograr la transformación social; lograr que no se repita, que (no) se vuelva a generar la guerra”.

Varios participantes de los laboratorios de cocreación destacaron la importancia de considerar el enfoque de acción sin daño para trabajar con diversas poblaciones, entre estas los jóvenes, dada la importancia de sus relatos y experiencias como aporte a la construcción de paz, especialmente en el contexto actual del Paro Nacional.

En una nueva sesión de los laboratorios, el sábado 5 de junio, se dio un espacio de intercambio alrededor del rol del arte para la pedagogía de la verdad con Héctor Aristizábal, psicoterapeuta con más de 20 años de experiencia, quien contó que tuvo que exiliarse en EE.UU a causa de la persecución política y la violencia directa que sufrió en su ciudad, y regresó a Colombia, 27 años después, tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016. Héctor, desde hace dos décadas, usa metodologías para crear rituales de sanación comunitaria en zonas de guerra y postconflicto, entre estas el teatro que, según dijo, “literalmente me salvó la vida”.

Arriba: Karen Artega y Sebastián Mutis (ReD). Abajo: Héctor Aristizábal, invitado experto.

Aristizábal hace parte del equipo de Reconectando, iniciativa eco-psicosocial que trabaja desde 2018 con la Comisión de la Verdad y con las víctimas, líderes sociales y ambientales, exguerrilleros, exparamilitares, exmilitares y expolicías, que vivieron el conflicto y buscan sanar sus heridas emocionales para ayudar a no repetir la violencia. Habló sobre ‘Territorio Sagrado’, un proyecto artístico transmedia de cocreación, liderado por Reconectando, en el que convergen el cine y el teatro para la reconciliación. Los y las participantes de los laboratorios de cocreación vieron y compartieron sus reacciones al video de lanzamiento que tendrá lugar simultáneamente a la presentación del informe final de la Comisión en noviembre de 2021.

Luego, en la segunda mitad de la sesión, el grupo realizó, con el acompañamiento de Aristizábal, el ritual del Mandala de nuestras Verdades. Es una herramienta pedagógica que les permitió compartir sus emociones y conectarse como comunidad,, a través de la expresión del dolor, la rabia, la incertidumbre y el miedo que cada persona experimentaba.

“Tenemos que trabajar todas y todos para sanarnos. Eso no es un problema de las víctimas, ni es un problema de los perpetradores o de las personas que protagonizaron actos de violencia. Somos todas y todos los que estamos invitados a trabajar en esta sanación colectiva”, afirmó Héctor Aristizábal y agregó: “Para mí la no repetición tiene que ver con sanar”.

Para una de las participantes, el mandala fue “un ejercicio colectivo de compartir el dolor pero también de compartir la esperanza y de sanarnos colectivamente”. Otro de ellos destacó la importancia de esta herramienta para los jóvenes “en un contexto tan complejo como Colombia, (en el que) el arte es una herramienta de sanación”. 

Conoce más aquí sobre los laboratorios de cocreación, iniciativa que lideran la Comisión de la Verdad y Rodeemos el Diálogo.

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