Relatoría Desayuno de Paz No 16

Desayuno de Paz No. 16

Invitada: Ana María Forero, antropóloga, profesora Universidad de los Andes

Tema: La construcción de identidad de los militares y sus implicaciones para el proceso de paz.

23 de mayo de 2015

La investigación doctoral de Ana María fue  una búsqueda para conocer y comprender la forma en la que algunos oficiales conciben la historia del Ejército y la historia nacional colombiana, para con ello entender como conciben su quehacer, su misión y visión en el contexto nacional. Fue un ejercicio de escucha. Antes, en 1996, había visitado el Museo Histórico de la Policía y al ingresar, después de pasar una gran fachada con los símbolos de la institución, se encontró con la sala de caídos, en la que había imágenes de los uniformes baleados y ensangrentados de los hombres que cayeron prestando servicio: sintió que las víctimas no estaban sólo en la sociedad civil.

El escenario etnográfico de su tesis doctoral fue la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova más específicamente la biblioteca Tomás Rueda Vargas. Trabajó con algunos miembros de la Academia Nacional de Historia Militar e hizo trabajo de archivo con la revista de ACORE (Asociación Colombiana De Oficiales Retirados). Conoció la historia de las víctimas de las fuerzas militares. Comprendió cómo se ha creado una relación de hostilidad con los civiles.

En este contexto, en nuestro desayuno, desarrollamos una conversación entre muchos participantes alrededor de los siguientes temas:

Ficciones:[1] Algunas ficciones ayudan a definir a la identidad del Ejército. Los mitos fundacionales se remontan a la noche de los tiempos en los que, al decir de algunos oficiales, el hombre era lobo para el hombre. Fue solo gracias a la voluntad de delegar el uso de la fuerza en un grupo de hombres, que se dieron las condiciones necesarias para la evolución de la humanidad. Otro mito se refiere a Simón Bolívar, quien, en palabras de algunos militares supo liderar el único momento glorioso de nuestra historia militar. Luego vino ‘la Patria Boba’, y desde ahí hemos tenido unas fuerzas armadas politizadas, que en la historia contemporánea han cumplido su misión en un permanente “estado de excepción” en donde los militares adquirieron autonomía sobre el orden público, cuestión que contribuyó a que la la identidad de la insttución fuera moldeada alrededor de principios antisubversivos.

La desconfianza hacia el Estado nace en el momento en el que este limita su presencia en las regiones a mandar tropas. El Ejército después de sofocar focos de insurgencia no es seguido por otros brazos estatales, a saber: educación, salud, vías etc., lo que repercute en el recrudecimiento de las fuerzas insurgentes que muchas veces son quienes cuentan con el apoyo de la población civil. Cuestión que dificulta la relación con los sectores más vulnerables de la población.

Línea de mando: En nuestra conversación, durante el desayuno, también surgió el tema de cómo en las regiones la línea de mando no necesariamente funciona. Así mismo, la identificación con Uribe y su discurso, no es obvia en la totalidad de la institución. La afinidad o lejanía con los discursos del exmandatario no sólo varía de persona en persona sino de región a región. Esto mismo sucede con respecto al actual proceso de paz: no hay un solo posicionamiento dentro del Ejército. El Ejército es, como cualquier institución total, una fuerza heterogénea.

Autoimagen: Es un Ejército que se autodefine como bolivariano; en esto se asemeja a la guerrilla, que también se considera bolivariana.  A la vez, se  percibe como víctima: está dolido, resentido, pues ha servido siempre a la democracia (no ha dado ningún golpe de Estado a diferencia de las instituciones militares de otros países de la región), y está necesitado de reconocimiento y gratitud de parte de la sociedad civil. Algunos miembros del Ejército reconocen ha habido errores, lo que de ninguna manera altera la  quinta esencia de la institución que se ha mantenido intacta. El Ejétcito, en las narrativas militares, pese a los errores cometidos se conserva como una fuerza democrática respetuosa del estado de derecho.

Encuentros: Por las circunstancias de la guerra, que dejan víctimas de ambos lados, hay situaciones de encuentro en las regiones en donde, soldados, guerrilleros,  madres y familiares de las diferentes partes en conflicto se solidarizan en el dolor. Se vio como en los escenarios regionales procesos de paz cobran vida, sin importar las agendas o ritmos de las instituciones centrales. Se subrayó que en estos escenarios se dan relaciones cara a cara, y que  esta cercanía se da en medio de  emociones que llevan a  una apertura en la escucha, paso indispensable para apuntar a una posible solución. En el posconflicto se requiere lograr un cambio de mentalidad, pues debe cambiar la relación entre todos los sectores de la población colombiana.

Justicia: Con respecto a la justicia transicional, hay mucho temor dentro del Ejército, algunos miembros sienten que no hay seguridad jurídica por lo cual están buscando hacer sus  versiones de memoria que desemboquen en materiales que los apoyen en procesos de justicia transicional. Además del castigo, sus reticencias aumentan al ver amenazada su identidad,  su imagen ante sus hijos y familiares: pasar de ser el héroe a ser sancionado por sus actos.  Más que un binario, el héroe que vence a los malos, podemos observar en la institución  una superposición: “soy héroe y a la vez soy víctima.”

Debilitamiento: La posible estrategia del Gobierno en un plausible escenario post conflicto es darle nueva fuerza a la Policía. A medida que se va reduciendo el Ejército,  la Policía podría  fortalecerse preparándose para un posible escenario postconflicto, por ejemplo vinculando muchas mujeres destinadas a la a educación de la población en el cuidado, en la cultura del no-conflicto.  En este contexto, el Ejército debe buscar alternativas para justificar su misión en un posible escenario post-firma y debe apostar que se defina entre los ciudadanos como una institución digna, lo que  es difícil debido a  otros retos asociados con el posconflicto.

Reflexión final: Sentir empatía por ese otro que se estudia, y a la vez condenar algunas de sus acciones, es emocionalmente muy difícil. Esta paradoja de la antropología se piensa desde la polifonía, es decir permitir que una variedad y cantidad de voces coexistan no solo en la  investigación sino en la escritura de la misma. Sin embargo, este elemento no le pertenece solo a la antropología, quizá en la apuesta de rodear el diálogo hemos recurrido inconscientemente a la polifonía como una práctica para la construcción de una Cultura de Diálogo, abonando el terreno para apoyar un eventual acuerdo de paz

[1] De ninguna manera hablar de ficciones significa dar un carácter de falsedad a las narrativas militares. Significa simplemente reconocer su carácter de construcción cultural. El interés de la investigación de Ana María no fue el de establecer la veracidad o la falsedad de las afirmaciones escuchadas, fue el de entender su significado en el contexto de su producción

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