Relatoria OCTAVO DESAYUNO DE PAZ

OCTAVO DESAYUNO DE PAZ

14 de marzo de 2015

Invitados: Jesús Emilio Tuberquia, Comunidad de Paz de San José de Apartado, y

                                      Marta Dolores Villarreal (“Lolita”), Lapingachos

Tema: La visibilización de las comunidades afectadas por el conflicto a través de la comida

Jesús Emilio Tuberquia, líder de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, se encontraba en Bogotá para llevar la historia de la comunidad a diferentes sectores de la sociedad civil bogotana. Lolita, administradora y jefa de cocina del Restaurante Lapingachos, sede de los Desayunos ReD desde 2014, viene presenciando los encuentros de manera muy particular, desde la cocina.

Para comenzar se señaló que el chocolate caliente y el tamal ofrecidos semanalmente en los desayunos de paz son producto de los esfuerzos de los dos invitados especiales. Además se llamó la atención a la intimidad inherente al acto de disfrutar juntos de una misma comida. Lolita, de origen nariñense, nos habló del valor de hospitalidad que prevalecía en esa región en su juventud. Jesús Emilio aseveró que la comida, y en especial el chocolate de la Comunidad de Paz, sirve de vínculo entre dos mundos: el del campesinado colombiano y el urbano.

Sin embargo, ambos han sobrevivido a contextos conflictivos aunque los esfuerzos de resistencia colectiva son muy distintos al esfuerzo individual de salir adelante. La siembra y la producción del chocolate son actos concebidos por la Comunidad de Paz como ‘resistencia’, en este caso frente a la entrada e imposición de semillas no autóctonas a lo largo y ancho del país. Resistencia que también incluye un llamado a los actores armados del corregimiento de San José de Apartadó a respetar los derechos a la integridad física y territorial de la población civil, postura en la cual se mantienen desde la declaración en 1997 de neutralidad y no-violencia activa por parte de los campesinos que conformaron la Comunidad de Paz. Se recuerda también, como en Cumbal departamento de Nariño, la hospitalidad brindada por una pareja local a un grupo armado, y el miedo que se generó cuando aparecieron sus cadáveres en una quebrada tras ese gesto de conexión humana.

Se constató que el miedo producido por la violencia del conflicto se ha extendido a los espacios de trabajo. La metodología laboral de la Comunidad de Paz abarca el trabajo en grupo, además de tareas comunitarias, lo que consolida la identidad cooperativa de la comunidad; pero también responde a una necesidad más básica: la de la ‘seguridad a través de la cantidad’, debido al alto número de agresiones que han vivido los campesinos de San José de Apartadó. En contraste, Lolita admitió que la misma propuesta de realizar los Desayunos de Paz en Lapingachos le provocó un sentido de rechazo, ya que la paz no era un tema para hablar.

Sin embargo, al enfrentarse con sus miedos y sus causas, nuestros invitados se han sentido empoderados para seguir adelante y llevar sus propuestas para otros lados. Lolita calificó de “encanto” el hospedar los Desayunos y convertir tanto al restaurante como al tamal en mensajeros de paz. Lo mismo con la Comunidad de San José: desde que los campesinos alcanzaron a preguntarse ¿En qué consiste ser un colombiano activo?, han venido fortaleciendo su voluntad de neutralidad y de resistencia.

El papel del individuo o del colectivo fue el eje de la discusión frente a la pregunta de los retos en la etapa de pos-negociación. Hubo expresiones de escepticismo al sugerirse que el acuerdo parcial sobre asuntos rurales puede estar preparando el terreno para la entrada de más multinacionales, debilitando aún más al campesinado; y se habló de la posibilidad que la protesta social siga judicializándose. Como punto de vista alternativo se aseveró que, según el mismo texto, el acuerdo rural será algo realmente revolucionario para Colombia, y que el parcial sobre el ejercicio de oposición política concede garantías a todos los sectores. Se habló de la voluntad y de posiciones conformistas de algunos campesinos nariñeses, que parecen haber perdido su vocación por el campo. Hubo acuerdo en que ya es hora de que los colombianos se comiencen a apropiar de la democratización de conceptos como “convivencia”, “reconciliación” y “perdón”, y que es oportuno buscar la “desextranjerización”, entendida como la dependencia de la sociedad colombiana del apoyo externo para resolver sus problemas.

Se cerró el desayuno con un llamado a que vayamos venciendo nuestros miedos. En este camino, el chocolate de la Comunidad de Paz y el tamal nariñense de Lapingachos son una muestra concreta llena de simbolismo en el largo camino de la construcción de paz.