Desayuno de Paz No. 12 de 2017

Invitada: Pilar Gaitán (exviceministra de Relaciones Exteriores e investigadora)

Tema: El impacto de la crisis en Venezuela sobre la política exterior colombiana y la implementación del Acuerdo de Paz.

Abril 29

Preocupación, temor, incertidumbre, curiosidad, esperanza, tristeza y solidaridad, entre otras, son las emociones que en un primer momento expresamos los asistentes al desayuno, al pensar en la situación actual de Venezuela y sus efectos en el vecino país, en el nuestro y en la región.

Nuestra invitada Pilar Gaitán, Politóloga de la Universidad de los Andes, principalmente vinculada a las universidades Externado y Nacional de Colombia como docente e investigadora en diversos temas, vivió la época del exilio latinoamericano (Chile, Argentina, Colombia y Centroamérica) mientras cursaba un doctorado en Ciencia Política en la UNAM. En el año 94 fue Directora de Derechos Humanos en el Ministerio de Defensa, cuando el tema era aún novedoso. De allí ingresó a la Cancillería, en donde continuó trabajando en derechos humanos y como Viceministra de Relaciones Exteriores para Europa, Asia y Oceanía, de donde dio un último salto en el sector público a la Dirección de Asuntos Internacionales de la Fiscalía. En Washington trabajo en la Organización de Estados Americanos (OEA) la cual – asegura Pilar — adquiere un papel relevante hoy en día para la región. Actualmente hace parte de La Paz Querida, iniciativa ciudadana que trabaja por la paz de Colombia.

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¿Cuál es la situación en Venezuela?

Desde luego es muy compleja, con problemas de raíz que son de vieja data; al mismo tiempo, se refleja en la suma de todos los sentimientos que expresamos al iniciar el desayuno. Durante muchos años Venezuela se caracterizó por extremos de desigualdad, exclusión, corrupción y pobreza, lo que abrió las puertas para que Hugo Chávez y posteriormente Maduro llegaran al poder. Éstos, en efecto, apostaron por mayor equidad e inclusión; sin embargo, se consolidó un modelo económico asistencial basado en el petróleo, que aportó beneficios para muchos sectores, pero a la vez y de manera progresiva fue recortando algunos derechos civiles.

La concurrencia de una crisis humanitaria, crisis de la industria nacional, crisis política, escasez, precariedad en el acceso a los servicios públicos, y fisuras entre las diferentes fuerzas militares, sumado a la caída del precio del petróleo, no deja de configurar un panorama de angustia.

¿Cómo afecta a la política exterior colombiana?

El proceso de aislamiento en que ha venido avanzando el país vecino, se acentúa con el anuncio de su retiro de la OEA, que tomará dos años en concretarse. A pesar de que Colombia y Venezuela han tenido siempre una “relación de siameses” ya no somos los mismos aliados, según Pilar. Aunque la política exterior de Colombia siempre ha sido de respeto a los asuntos internos de los demás países, y por supuesto de Venezuela, son varias las evidencias que surgen en la actual situación:

  1. Las economías de ambos países son cada vez menos dependientes y los vínculos se han deteriorado, habida cuenta del contrabando de gasolina, armas, drogas y ganado.
  2. Desde el punto de vista de la Real Politik, Venezuela ha jugado un papel fundamental en las negociaciones con las FARC, gracias al rol de intermediación que jugó Hugo Chávez, clave en la consolidación de las negociaciones en La Habana.
  3. Colombia no se deja provocar por el régimen de forma militar; la reacción ante la reciente incursión militar de Venezuela en suelo colombiano es una muestra de ello.

A todo esto hay que añadir que Andrés Pastrana y Alvaro Uribe, de forma irresponsable, usan este tema para impulsar su agenda política e intentan debilitar al régimen venezolano, al mismo tiempo que hacen daño a las frágiles relaciones entre ambos países.

Colombia por su parte se suma a las peticiones de naciones del continente y de la OEA que piden elecciones libres, liberación de presos políticos, libertad de prensa y respeto a la Asamblea Nacional, y afirman que existe una alteración importante del orden constitucional. Este distanciamiento es positivo en cuanto deja con menos argumentos a la derecha, cuando habla del llamado “castrochavismo” para crear un clima adverso al proceso de paz en Colombia.

¿Qué impacto puede tener esta ruptura en el proceso de negociación con el ELN?

Puede que el respaldo concreto sea más difícil a como fue con las FARC, a pesar de que hay buena disposición hacia las negociaciones. Los gobiernos, la geopolítica y el contexto regional han cambiado, y eso de alguna manera afecta su participación. El posconflicto con las FARC ha traído la aparición de nuevos grupos armados sumados a los ya existentes, lo que junto con el asesinato de líderes sociales puede desestabilizar las negociaciones. Además, las declaraciones de Maduro en las que afirmó “tener información de que se planeaba una masacre contra los desmovilizados igual o peor que la de la Unión Patriótica,” no augura una relación constructiva.

¿Cómo generar empatía con la situación en Venezuela?

Para esto hay que “desarmar los espíritus y la palabra”; entender que también hay grandes sectores del país que apoyan al gobierno y hay que acercarse y entenderlos. En esta dinámica, la sociedad civil, jóvenes, estudiantes, tienen que exigir al gobierno colombiano que respete los asuntos internos; la diplomacia de micrófono debería estar fuera de todo acto político en Colombia y seguir persistiendo en el diálogo; generar una salida pacífica implica que Colombia diga en alto: “no a la xenofobia, bienvenidos los venezolanos”. No es el momento de cerrar puertas al pueblo venezolano.

Es el momento de presionar a candidatos e instituciones para que se comprometan a no ahondar el conflicto en Venezuela y a propiciar una salida política, rechazar la violencia y frenar la crisis humanitaria. La obligación de Colombia, teniendo en cuenta el contexto nacional, es llamar a la salida política y negociada a la crisis. Ver que el chavismo es parte del problema pero también de la solución, pues hay un sector importante de la sociedad que apoya al régimen y debe ser tomado en cuenta.

Venezuela es un régimen autoritario, afirma Pilar; sin embargo no estamos en épocas de intervención militar, a pesar de Donald Trump. A la vez, pensar en tumbar a Maduro es absurdo; por eso nuestro deber es exigirle que cumpla.

¿Y para el 2018?

Es difícil predecir el escenario para las próximas elecciones. Sin embargo hay una oposición de la ciudadanía y de los jóvenes que pide cambios en los partidos y la forma de hacer política. Sin embargo, el próximo presidente no cambiará las relaciones con Venezuela. Aunque, la situación es compleja, va a durar mucho tiempo y marcará la política exterior de Colombia a partir del 2018.

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Comentarios finales

Colombia y Venezuela son como un espejo. Nuestra deuda histórica con ellos es grande, no sólo por su apoyo al proceso de paz, sino también porque en los años de mayor expansión paramilitar más de dos millones de colombianos buscaron refugio en el vecino país.

¿Qué soluciones ofrecemos para no contribuir a la lectura fanática de la realidad y no cometer el mismo error de la extrema derecha de verlo todo en blanco y negro, como un problema de buenos y malos? Propiciemos que el diálogo sea la herramienta que permita replantear, corregir errores e incluir diferentes lecturas. A pesar de la salida de la OEA, los estados miembros podrían jugar al respecto un papel importante, porque las organizaciones internacionales son para fomentar consensos entre las naciones. En este sentido, la gran pregunta que nos llevamos es: ¿Cómo puede nuestro país jugar un papel constructivo, así como Chávez lo hizo para Colombia en la búsqueda de la paz, y que sea una apuesta para fomentar la negociación y el diálogo en Venezuela?