Perdón y Construcción de Paz en Colombia
Perdón y Construcción de Paz en Colombia
Bogotá, Universidad Javeriana
Junio 17 de 2015
’ Perdonar no es sólo decir “yo perdono”; es recordar sin odio ni rabia. Logré perdonar al ponerme en los zapatos de la otra persona y, cuando entendí que el pasado es pasado, perdonar me permitió liberarme del dolor y del resentimiento, para no transmitirlo a otros’. Yadira Perdomo, 22 años. Estudiante de música. Víctima de matoneo escolar.
El Instituto Pensar, Plan Perdón y Rodeemos el Diálogo invitaron a una reflexión sobre el papel del perdón en la construcción de paz. El conversatorio contó con la presencia de Martha Luz Amorocho, víctima del atentado de El Nogal y participante en una de las delegaciones de víctimas en La Habana, David Giraldo, director de Plan Perdón y Andrei Gómez, miembro de ReD e investigador asociado de la Universidad de Oxford.
La conversación nos ayudó a entender el perdón en tres diferentes facetas: primero, como una fuente de inspiración para la resolución de conflictos; segundo, como un proceso que implica una transformación personal en relación con el “otro”; tercero, como elemento de sanación.
La discusión puso de manifiesto que en Colombia, y en otros países que han atravesado un conflicto armado, persisten las tensiones que surgen entre víctimas y victimarios, lo que crea un escenario para la prolongación o la reanudación del conflicto. Esto nos lleva a reflexionar: ¿A qué están dispuestos los individuos y cada sociedad para lograr la paz?
En este contexto es fundamental reconocer el poder del perdón. El perdón entendido no sólo en su connotación religiosa, con la que generalmente se asocia, sino también entendido como un acto político, un acto humano, un acto de liberación. El perdón como una opción personal y no como una obligación, ya que éste no puede ser impuesto desde afuera.
El perdón puede contribuir a la no repetición de hechos violentos. Sin embargo, hay que precisar que el acto de perdonar es independiente de los procesos de aplicación de justicia. El perdón es un acto humano, individual. La justicia es una responsabilidad institucional.
El conflicto armado en Colombia ha dejado millones de víctimas que encarnan historias que merecen ser contadas, escritas, escuchadas o compartidas: “Cuando cuento, libero”, es lo que nos comparte uno de los asistentes, quien perdió a varios miembros de su familia en hechos violentos y continúa siendo amenazado; manifiesta que su forma de sanar ha sido escribir su historia, la que resultó en la publicación de un libro con su testimonio.
Perdonar implica recordar sin dolor, haciendo posible a quien perdona continuar con su vida y abrirse a la posibilidad de generar nuevas alternativas que contribuyan a una sociedad en paz. Esta relación que existe entre perdón y paz, hoy toma relevancia en el contexto de los avances alcanzados en la mesa de conversaciones entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP.
Por tanto, iniciativas como Plan Perdón representan un aporte valioso en este momento, pues su misión es destacar casos de personas que han decidido perdonar a sus agresores, como una manera de seguir viviendo y construyendo un futuro para sí y para la sociedad. Entre sus mecanismos de divulgación desarrollan charlas y talleres, una página web, un libro que está incubándose, y una exposición itinerante que consta de varios paneles que muestran las imágenes y los testimonios de perdón de varias de las personas que han sufrido los efectos de la violencia y han optado por perdonar como una nueva opción de vida.
Igualmente, es necesario reconocer que el Estado colombiano viene haciendo importantes aportes desde la institucionalidad, a través del Centro Nacional de Memoria Histórica, para reconocer el pasado y propiciar un contexto más favorable al perdón individual y colectivo. No obstante, lo cierto es que el conflicto armado en Colombia ha sido sentido por todos y todas con intensidades diferentes; entonces, ¿Cómo conciliar el perdón con la impunidad? ¿Cómo visibilizar en la sociedad las experiencias positivas de perdón vividas por las víctimas? ¿Cómo percibe el “otro” la decisión de la víctima de perdonar? ¿Finalmente, cómo podemos contribuir a la formación de nuestros ciudadanos en la ética del cuidado por el otro?
Escuchar la historia de perdón de una madre que, tras el atentado de las FARC-EP al Club El Nogal de Bogotá, tuvo que presenciar la muerte de uno de sus hijos, al mismo tiempo que enfrentaba el coma de 13 días al cual logró sobrevivir su otro hijo, hoy en condición de discapacidad, o la de una estudiante que sufrió en silencio el matoneo de sus compañeros de clase, hasta que un día cualquiera cayó al vacío y chocó contra un pupitre, quedando privada de la movilidad de sus piernas -al perder el equilibrio mientras intentaba bajar del balcón, al cual sus compañeros la desafiaron a subir para rescatar un balón que habían lanzado intencionalmente- nos permite ver la capacidad de los seres humanos de aceptar lo sucedido y encontrar la fuerza para mirar hacia adelante, empezar a crear nuevas oportunidades y renunciar al odio en sus vidas. Ellas han convertido su dolorosa experiencia en una oportunidad para invitar a otros a la reflexión, al cuidado del otro y a la prevención de actos violentos.
Entonces, evocar la historia vivida y recordar el hecho particular que signa a una víctima, no puede entenderse como un acto revictimizante. Cada víctima tiene la opción de decidir qué hacer con aquello que le pasó, eligiendo o no el perdón y la construcción de paz como posibilidad. Y ese “volver” es también volver sobre sí mismo, dimensionando lo que se perdió y lo que se está procesando como dolor individual, pues en la ruta hacia el perdón es preciso perdonarse a sí mismo. Aquí acontece el giro hacia el cambio.
Estas vidas singulares de las víctimas, convertidas -como diría Foucault hablando desde una condición poética- “por oscuros azares, en extraños poemas”, finalmente transmiten en sus voces que perdonar es una forma de restablecer las relaciones sociales que se perdieron en el conflicto y por lo tanto implica un proceso de organización y articulación de la sociedad civil para dar lugar a la reconciliación, uno de los mayores retos del país en medio del actual proceso de paz.