Los desayunos de paz se realizan bajo la dirección de ReD Bogotá con el objetivo de reunir a diferentes conferencistas para que nos expliquen diferentes temas politicos relacionados con la paz de Colombia.

Desayuno de Paz No 16 de 2016

Invitado: Paulo Tovar, Fundación Ideas para la Paz

Tema: Participación  ciudadana con enfoque territorial

21 de mayo de 2016

Paulo Tovar es sociólogo de la Universidad Nacional con maestría en Gerencia Pública del London School of Economics and Political Science. Ha trabajado con el DNP y con la Red de Programas de Desarrollo y Paz. Desde hace 3 años trabaja con la Fundación Ideas para la Paz (FIP). Nos cuenta que es padre de un niño de 3 años.

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La FIP y la paz territorial

Paulo comienza contándonos sobre la FIP, como un centro de pensamiento independiente, creado por un grupo de empresarios en 1999, cuando se desarrollaban las negociaciones de paz en el Gobierno de Pastrana. La FIP tenía como misión reflexionar y aportar ideas sobre la paz en Colombia; luego de terminadas las negociaciones, la FIP decidió seguir investigando y explorando cómo lograr la paz en Colombia y desde entonces esa ha sido su contribución.

Paulo trabaja en el área de Posconflicto y Construcción de Paz, cuyo propósito inicial es identificar las transformaciones que se necesitan para que la paz sea estable y duradera. Ejercicio importante en esta coyuntura por la cercanía a la firma del acuerdo con las FARC y las posibilidades que tenemos para iniciar conversaciones con el ELN. En este marco, ha trabajado sobre el concepto de paz territorial, que se construyó desde la Oficina del Alto Comisionado para la Paz (OACP). Son tres los componentes que la FIP y la OACP plantean para la paz territorial:

  • La relación entre desarrollo y paz; para romper el círculo vicioso que hay entre inequidad y violencia. Esta posición se ha fundamentado el enfoque de capacidades y desarrollo humano que maneja el PNUD.
  • La reformulación de la política pública con un enfoque territorial, que supere los problemas de las recetas únicas que se piensan a nivel nacional. En ese sentido se retoman planteamientos de descentralización.
  • La participación de las comunidades como herramienta y metodología crucial para que los acuerdos se implementen en los territorios.

Paulo aclara que la participación de las comunidades en la propuesta de paz territorial no es novedosa, pues en Colombia se encuentran menciones a ésta desde la constitución de 1991. Desde esta época se ha visto la participación de las comunidades como una forma de acercar la política pública a los destinatarios, y como un mecanismo que genera una relación de confianza. La FIP considera importante hacer una reflexión sistemática que permita recoger aprendizajes y errores del pasado, ya que el balance de la participación en estos 26 años es agridulce: aunque hay argumentos fuertes para impulsarla, en la práctica se encuentran muchas debilidades.

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Promoviendo la Participación Ciudadana

Actualmente la FIP está trabajando en dos proyectos concretos para promover y mejorar la participación ciudadana. El primero, los Consejos Territoriales de Paz, instancia inscrita por ley desde 1998, que invita a la participación. El segundo, el proyecto de Compromiso Ciudadano por la Paz, en el cual se quiere crear un sistema de veedurías en los espacios de participación que se van a generar con los acuerdos, siguiendo la idea de que una paz sostenible requiere esfuerzos del Estado, de la sociedad civil y del sector privado.

Por otro lado, la FIP está haciendo un proceso de observación de participación ciudadana en las localidades de Bogotá, en el cual Sumapaz, la localidad de mayor extensión y la única 100% rural, está siendo un ejemplo importante para la inclusión de las propuestas ciudadanas en el Plan de Desarrollo Local. Además, por la complejidad de las dinámicas y el contexto de Sumapaz, se espera que sea un ejercicio representativo para las prácticas de planeación participativa cuando se implementen los acuerdos.

Los retos de la participación

Paulo nos comenta que la participación ciudadana tiene 3 retos:

Primero, mejorar los canales, pues el mecanismo de los comités creados para fomentar la participación ciudadana resulta siendo una carga más para los funcionarios, ya que desconoce las particularidades territoriales, pues la mayoría de los municipios no tienen la capacidad técnica y económica para responder por ellos.

Segundo, garantizar la seguridad de los líderes sociales, quienes se han convertido en el objetivo de la violencia en los territorios, ya que son la cara visible de esa participación.

Tercero, cumplir los acuerdos que se construyen con la participación ciudadana, pues el incumplimiento de los compromisos es muy alto y esto genera desconfianza en la población. Según cifras del DNP, en los últimos 13 años se han incumplido el 80% de los acuerdos.

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Espacio de discusión

Las preguntas de los asistentes permitieron hablar de los problemas que tiene la institucionalidad para concretar la participación ciudadana, pues la lógica sectorizada estatal no responde a necesidades territoriales, a esto se suma al desinterés y la poca credibilidad que los funcionarios dan al valor de estos espacios. Ante la posibilidad de que surja otro tipo de disputas con el cierre del conflicto armado por los diferentes intereses que hay sobre el territorio, como la minería y los planes surgidos de emprendimientos comunitarios, como el turismo, la FIP considera que es un gran avance abordar esas discusiones sin actores armados.

Paulo también habló de la necesidad que tiene el sector público de enfocarse en generar más pasión y  compromiso en los funcionarios. Este vínculo emocional también permitiría que se renueve la visión que tenemos los colombianos sobre la política, esencial para que vincularse sea un motivo de orgullo. No obstante, reconoce que es importante crear estímulos que impulsen la movilidad de las personas con capacidad técnica para que trabajen en zonas alejadas de Colombia; por ello celebra el programa Manos Por la Paz, del Ministerio del Posconflicto, para que estudiantes de últimos semestres vayan a los territorios para apoyar los procesos.

Al final, cerramos el desayuno abriendo algunas preguntas que nos invitan a reflexionar sobre los retos de la participación ciudadana en Colombia: ¿Cómo se sensibiliza a la sociedad? ¿Cómo se construye y reconstruye el tejido social después de tantos años de violencia? ¿Cómo transformar la burocracia para que la participación ciudadana sea efectiva?

Desayuno de Paz No. 17 de 2016

Invitado: Fernando Serrano (investigador y consultor en temas LGTBI)

Tema: Políticas sociales y participación del movimiento LGBTI en la construcción de paz

28 de mayo de 2016

En esta oportunidad, Rodeemos el diálogo conversó con Fernando Serrano, antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia (1994), magister en Resolución de Conflictos de la Universidad de Bradford en Inglaterra (2004) y profesor de la Universidad de los Andes. Fernando es parte del movimiento LGBTI en Colombia y también se ha aproximado al mismo desde una perspectiva académica. La pregunta alrededor de la cual giró el diálogo fue: ¿cuáles han sido los aportes del movimiento LGBTI a la construcción de paz en el país?

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Las transformaciones del sector LGTBI en los últimos 20 años

Fernando inició el diálogo reconociendo que en los últimos 20 años en Colombia se han generado, en poco tiempo, grandes cambios para el sector LGTBI, pues se ha transitado de un escenario de represión y persecución, a un momento en el que las demandas de este grupo se han posicionado en la agenda pública. Estos cambios han sido resultado de una serie de movilizaciones sociales y de procesos de resistencia civil no violenta, que si bien han estado ligadas a una reivindicación identitaria, también han estado orientadas a una apuesta de transformación social.

Desde sus inicios, el movimiento de liberación homosexual que surgió en Estados Unidos en el contexto de los movimientos contra la guerra de Vietnam, y en Latinoamérica durante los procesos de democratización de finales de los 70s e inicios de los 80s, ha tenido una relación directa con la construcción de paz. En Colombia, la semilla del movimiento LGBTI fue plantada en el año 2000 por el proyecto Planeta Paz, en el que aun cuando en el país todavía no se reconocía a este movimiento, se les invitó, junto a otros sectores sociales, a dar sus aportes para la de paz del país. A partir de este momento, se fueron generando distintos espacios de participación para esta comunidad, que han abierto la posibilidad de un cambio.

De acuerdo a Fernando, aunque el movimiento LGBTI ha obtenido ganancias en el ámbito de las políticas públicas al conseguir que se aprobara el matrimonio igualitario, y que se reconocieran los derechos patrimoniales de las parejas del mismo sexo, entre otros logros, ha perdido de vista la importancia de luchar por la generación de cambios culturales, y se ha desconectado de sus base, pues si bien los cambios legales pueden desencadenar transformaciones culturales, también pueden reproducir vulnerabilidades en aquellos miembros del movimiento cuyas necesidades básicas insatisfechas son tan apremiantes, que los beneficios otorgados por las leyes pasan a un segundo plano, porque aunque buscan cobijarlos desde una perspectiva identitaria, no abordan sus necesidades más básicas. Para superar esta dificultad, Fernando sugiere lograr un balance entre la agenda legal y la agenda cultural del movimiento.

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Diversidad y participación en las negociaciones de paz de La Habana

Más adelante, algunos asistentes reflexionaron sobre la importancia de evitar que la efervescencia de la diferencia y la excesiva categorización sectorial atomicen el movimiento social en Colombia, para lo cual Fernando afirmó que aunque es importante celebrar la diferencia, es esencial generar alianzas intersectoriales que permitan construir un proyecto colectivo de paz territorial.

En relación al acompañamiento que hizo nuestro invitado a la organización Caribe Afirmativo, la cual trabaja por el reconocimiento de los derechos de la diversidad sexual e identidades de género y fue invitada a participar en los diálogos de la Habana, Fernando señaló que esta organización presentó una agenda de paz en la que se abordaron temas como la verdad y la importancia de esclarecer los hechos bajo los cuales la guerrilla persiguió a personas con VIH en las regiones, el proceso de desmovilización y reinserción a la vida civil de los miembros de las FARC, y los derechos de los LGBTI que hacen parte de este grupo armado.

Para nuestro invitado, la gran ganancia de estos años para el movimiento LGBTI, es que ya tienen la posibilidad de ser escuchados, pero de ahí a que les hagan caso es otra historia; pues aunque el movimiento ha encontrado nuevos escenarios de expresión, éste ha sido instrumentalizado por la clase política del país, la cual ha nutrido sus campañas al completar la foto multicolor e incorporar la diversidad en su proyecto político para ganar votos pero con la intención de  mantener el status quo vigente. En relación a la interlocución que ha tenido este movimiento con la Iglesia, recordó que existen distintos sectores dentro de la misma, y que en algunas ocasiones ha sido más fácil abrir espacios de diálogo con la iglesia católica que con las iglesias cristianas evangélicas, las cuales predominan en algunas regiones del país.

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Reflexiones finales

Para finalizar, Fernando afirmó que el movimiento LGBTI tiene mucho que aportar a la construcción de paz en Colombia, pero para identificar estas contribuciones es clave poner el ojo en los detalles, y ser humildes y respetuosos frente a lo que se hace en los territorios. Para él, las prácticas cotidianas de este sector son muy valiosas, por ejemplo en la creación de formas alternativas de manejo de conflictos por medio de recursos como el humor y el lenguaje no verbal. Además, la apropiación de ciertos roles dentro de sus comunidades (peluquería, decoración, etc) y la creación de redes de apoyo son ejemplo de resistencia, siempre y cuando no sean abordadas desde la curiosidad por lo exótico o para reforzar los estereotipos, sino como prácticas efectivas de construcción de paz.

 

Desayuno de Paz No. 15 de 2016

Invitado: Coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez

14 de mayo de 2016

Bogotá

¿Quién es el coronel Carlos Alfonso Velásquez?

El coronel es un militar que siempre ocupó el primero puesto en todos los cursos de ascenso de su carrera de oficial del Ejército que empezó en 1966, la cual, sin embargo, terminó de manera abrupta a finales de los años 90. Tras su salida se vinculó como profesor de la Universidad de La Sabana, primero de planta y luego de cátedra, oficio que mantiene en la actualidad.

Carlos Alfonso, además de instructor de la Escuela de las Américas en 1978 y 1980, fue el comandante del Bloque de Búsqueda encargado de la persecución del Cartel de Cali a mediados de la década del 90. En esa posición halló los cheques y nóminas que permitieron la apertura del “proceso 8.000.” El cartel de Cali le tendió una trampa con el fin de chantajearlo, que le causó muchos problemas profesionales y personales, los cuales superó luego de aclararse el montaje dispuesto por la mafia, y fue nombrado segundo comandante de la Brigada XVII en Carepa, Urabá Antiqueño.

Era la época en que Gloria Cuartas era alcaldesa de Apartadó, Álvaro Uribe era gobernador de Antioquia, y la población civil estaba siendo masivamente víctima de asesinatos por el creciente enfrentamiento de las guerrillas y los paramilitares. En respuesta, el Coronel decidió establecer medidas para proteger a la población, como el montaje de operaciones de defensa disuasiva y cambio de indicadores de gestión: en lugar de evaluar el éxito de la brigada en términos de muertes en combate, Velásquez constataba el número de muertes evitadas.

Estas medidas funcionaron mientras fue comandante de la Brigada el general Víctor Álvarez. Luego, es nombrado en ese cargo el general Rito Alejo del Río, quien cambió la forma de operar de la brigada, y decidió que Velásquez se dedicara a tareas administrativas exclusivamente. Las denuncias sobre la actuación de su superior lo hicieron incómodo para ciertos sectores de las fuerzas militares y fue retirado del servicio, mientras el general del Río fue nombrado comandante de la Brigada XIII, la más importante por estar en la capital del país. Hoy, del Río está preso.

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Paramilitarismo y fuerzas militares

Durante su paso por Urabá, el coronel Velásquez se percató que en el comando de la Brigada había algo más que una mala gestión estratégica. Indica que el paramilitarismo pudo penetrar a las fuerzas militares pero esto no necesariamente fue el resultado de una política de Estado. En muchos casos, la participación del Ejército en casos relacionados con paramilitarismo se explica por la omisión en sus responsabilidades. En sólo pocos, hubo participación por acción directa. Cita el caso de la puesta en práctica de una directiva del comando general del Ejército que fue interpretada de manera contradictoria por dos comandantes de brigada: para uno, dicha directiva se concretaba en la provisión de armas para la población civil; para otro, se trataba de proteger la población pero en ningún momento la entrega de armamento. Agregó que muchos de los superiores en su momento le temieron a buscar la verdad y simplemente dejaron de buscarla.

 

El proceso de paz de La Habana visto por de un ex militar.

Para el coronel Velásquez, el conflicto colombiano es de carácter revolucionario y no una guerra civil, y se ha ido descomponiendo en cada uno de los bandos. La descomposición se ejemplifica en acciones como el secuestro, el narcotráfico, la alianza con los paramilitares y los “falsos positivos”.

Por su parte, factores como la cohesión y la organización de las guerrillas, las condiciones geográficas y climáticas, la fuente casi ilimitada de financiación y la incoherencia de las respuestas de los gobiernos frente a las guerrillas, explicarían la prolongación de la guerra en Colombia.

Hoy, la condición más favorable para el proceso de paz es la superioridad moral del Estado colombiano, que es reconocida por las FARC. También influye el contexto internacional a favor del mismo. El Estado colombiano ha venido recuperando la superioridad que estuvo muy cuestionada a finales de los 90, cuando los golpes propiciados por esta guerrilla hicieron creer que podían derrotar al gobierno. En contraste, los procesos judiciales como “la parapolítica”, las “chuzadas” del DAS, los “falsos positivos”, Agro-ingreso Seguro y el desfalco en Bogotá, han puesto a personas poderosas en la cárcel, demostrando que el Estado puede impartir justicia como nunca antes.

Las partes han demostrado madurez en su capacidad de diálogo y objetivos claros en la negociación que antes no se había revelado.

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La propuesta de la guardia nacional rural

Una de las preocupaciones comunes de los asistentes al desayuno fue la seguridad en las regiones y la amenaza de las llamadas bandas criminales. Para hacer frente a este desafío, el coronel expuso su tesis de la “guardia nacional rural”, una fuerza armada de carácter civil a ser conformada por personal del Ejército y la Policía remanentes, y de personal desmovilizado de las FARC y el ELN que quieran pertenecer voluntariamente a la nueva fuerza. Esta guardia nacional haría presencia en las zonas rurales donde no hay actualmente presencia de la fuerza pública. La seguridad que proveería le daría confianza a potenciales inversionistas tanto como a otros desmovilizados de las FARC.

 

La justicia transicional para miembros de las fuerzas militares

Entre los sectores militares y de ex militares fue muy bien recibida la propuesta de la creación de un procedimiento penal transicional para miembros de las fuerzas militares, distinto al de las guerrillas. En particular, según el coronel Velásquez, ven con buenos ojos el acuerdo sobre la obligación de establecer la responsabilidad de mando mediante prueba de que el comandante tuvo pleno conocimiento de la actuación ilegal de su subalterno y que pudiendo evitarla no lo hizo. De lo contrario, no podría imputarse responsabilidad por línea de mando, lo que elimina la imputación automática por línea de mando.

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Segundo Desayuno serie Los Grandes de Retos de la Paz

Uniandinos, Universidad de los Andes, Rodeemos el Diálogo (ReD)

Invitada: María Alejandra Villamizar, Directora de Pedagogía de Paz de Presidencia

Abril 26 de 2016

La conversación inició con el planteamiento de Angelika Rettberg (Uniandes) acerca de la necesidad de una pedagogía sobre el proceso de paz que no se limite a dar información sobre los acuerdos, y la pregunta de Andrei Gómez (ReD) sobre si la labor de pedagogía depende solamente del Gobierno, o la sociedad civil debe también apropiarse. Entre los asistentes estaban personas de organizaciones que vienen desarrollando acciones en este sentido y compartieron algunas de las experiencias, como: Buena vibra por la paz, Citurna (productora de cine), Rodeemos el Diálogo, Corporación Kayros.

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Hablamos de la importancia de conocer las diferentes iniciativas y encontrar puntos de complementación o afinidad; de la necesidad de articularse con lo público y de que los recursos públicos se inviertan en una política pública de educación para la paz; de cómo el lenguaje debe ponerse al alcance de los diferentes grupos y de la urgencia de llegar con esta formación a los niños y a los adolescentes; de que todas estas acciones pedagógicas y comunicativas se hagan más visibles ya que aunque muchos las están llevando a cabo, parecen ser más visibles las acciones de quienes se oponen al proceso de paz.

La Conversación más Grande del Mundo: Sensibilización y cambio conceptual

María Alejandra Villamizar expuso el plan que está liderando desde Presidencia. Considera que debe hacerse una construcción conjunta de pedagogía desde el Gobierno, no sólo cuando se firme el acuerdo final sino desde ahora. En esto encuentra una diferencia con la Oficina del Alto Comisionado de Paz, quienes están concentrados en lograr la firma del acuerdo final.

Para esta propuesta partieron de un diagnóstico sobre el lenguaje y el enfoque que se traía de los gobiernos anteriores, y la necesidad de hacer un trabajo para cambiar esos significados: se venía de hablar de derrotar, ganar, y se pasó a negociar, lo que implicó entender que había una razón para y algo qué negociar. Durante las administraciones de Ernesto Samper (1994-1998) y Andrés Pastrana (1998-2002) se hablaba del Derecho Internacional Humanitario para establecer unas reglas mínimas humanitarias en el marco del conflicto armado, luego durante la presidencia de Álvaro Uribe (2002-2010) se instaló en los colombianos el discurso que no había conflicto armado sino una amenaza terrorista.

Por consiguiente, los colombianos no estaban preparados para comprender la decisión del presidente Juan Manuel Santos de iniciar una negociación con las FARC. La desconfianza entre las partes que se ha ido superando gracias a la confidencialidad de las negociaciones no necesariamente había sido acompañada, al menos hasta 2015, por una estrategia pedagógica que cambiara el marco conceptual de los colombianos comunes y corrientes.

La Conversación Más Grande del Mundo busca trabajar por acompañar la transformación buscando recuperar el hábito de conversar, pues la sola explicación de los acuerdos no ayudará para cambiar las actitudes. Empezar con la sensibilización y la reflexión, invitando a la conversación a quienes piensan distinto. Reconocer que hay unas emociones presentes como el miedo. Mostrar que hay que hablar de eso.

Además, la Conversación más Grande del Mundo, parte de la confianza para conversar, y de idea de grandeza porque es de todos. Busca promover conversaciones y reconocer conversaciones que ya existen. La intención es que se logre y se mantenga una gran conversación porque es necesaria. La conversación es una fuerza muy poderosa que debemos usar para construir paz. El Estado tiene la obligación de abrir espacios de participación, y debe hacerse desde ya.

Conversación de los ciudadanos y también de las instituciones

Se está buscando que no sólo los ciudadanos sino también las instituciones se integren a La Conversación. En diciembre en un evento de la ESAP se preguntó a los alcaldes: ¿Cuál es la conversación pendiente en su municipio? La oficina de María Alejandra está analizando esta información y se enfocará en que estas conversaciones sobre los temas que interesan se lleven a la plaza pública.

Con los maestros también se vinculó a FECODE y a las Secretarías de Educación para la jornada #LaPazEsUnaNota el 25 de febrero, en la que participaron más de 25 colegios, y se logró que el gremio de los maestros se apropiara del tema, entendiendo que además de su rol de educadores, también muchos han sido víctimas.

Con los grandes medios de comunicación no se ha encontrado apoyo. Se convocó a un encuentro de periodistas, que tuvo eco sobre todo en las regiones, para el taller; “Adiós a la guerra; bienvenida la conversación sobre la paz.” Con empresarios, se está buscando aproximación para que también participen de la conversación.

En un principio se pretende hacer pedagogía, sensibilización y movilización, con miras a la refrendación. Más adelante, continuar fomentando la construcción de cultura de paz. Razón por la cual será importante desarrollar una articulación más estrecha con el Ministerio de Educación.

La Conversación en las familias

Una encuesta mostró que el 28% de la población conoce esta iniciativa; faltan recursos para hacerla más masiva. Sin embargo, se preguntó si se está conversando sobre la paz y se encontró que el 61% lo ha hecho. El mayor porcentaje, un 33% lo ha hecho con la familia. En proporción menor: los espacios sociales, trabajo y colegio, y algo que sorprendió es que los menores porcentajes se dan en: las redes sociales con un 5%, y en foros, encuentros y seminarios con un 4%. Esto muestra la importancia de visibilizar la conversación que ocurre al seno de las familias.

María Alejandra nos comenta que Caracol Televisión está estrenando la telenovela La Niña, basada en hechos reales, que cuentan la reinserción a la sociedad de una guerrillera que fue reclutada de niña y sufrió toda clase de abusos. Hay expectativa sobre cómo lo recibirá la audiencia pues la historia es muy dura pero es una forma de sensibilizar a las familias y acercarlas a esa realidad.

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Extender la conversación

Establecer la conversación es hablar con la humanidad del otro. No es para ponerse de acuerdo; es también para expresar nuestras diferencias. Por eso, María Alejandra aspira poder llegar con La Conversación a cada lugar de Colombia. Que haya espacios para que la gente llegue a conversar. Se quiere también llegar a “cruzar “conversaciones entre regiones diferentes y remotas. Encontrar qué le puede aportar un municipio a la paz de otro. Poner a todo el país a conversar.

Considera que esta conversación debió comenzar desde que se inició el proceso de paz pues muchos mitos se han ido arraigando en una postora emocional contraria al proceso de paz. Por consiguiente, el reto hoy conseguir más embajadores de la Conversación, para encontrarnos con el otro y no perder esta oportunidad histórica de resolver nuestras diferencias por la vía del diálogo.

Reflexión Final

Carlos Jaime Fajardo (Uniandinos) cerró la conversación invitando a los asistentes a articularse a través de Uniandinos por la Paz. Así como Rodeemos el Diálogo ha venido participando y fortaleciendo su trabajo a través de alianzas, se espera que la Conversación Más Grande del Mundo y otras iniciativas estrechen sus lazos para lograr unir esfuerzos entre lo público y lo privado en clave de lograr una participación de la sociedad civil más amplia y pluralista en la construcción de paz.

Desayuno de Paz No. 11 de 2016

Invitada: María Ubilerma Sanabria, del grupo de Madres de Soacha

Bogotá, 16 abril

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“¿Ustedes creen en el proceso de paz?” Esa fue la pregunta que nos planteó para conversar durante el desayuno María Ubilerma, madre de un joven de 16 años, cuya fotografía nos entregó en un cartel que fijamos en la pared durante la conversación y quien fue presentado como un falso positivo por el Ejército.

El 6 de febrero de 2008 Jaime Estiven Valencia Sanabria desapareció de un barrio de Soacha donde habitaba. Después de buscarlo durante ocho meses, María Ubilerma se enteró de que su hijo había sido asesinado en Ocaña, Santander, y que había sido presentado por la Brigada 15 del ejército como guerrillero muerto en combate dos días después de desaparecer. “¿A qué horas tuvo tiempo mi hijo de ser guerrillero?” enfatiza María Ubilerma. Este caso es uno de los 6,800 que se han denunciado en el marco del fenómeno de los falsos positivos durante el anterior gobierno, más 400 que van registrados en el actual.

“Mi vida por la vida”

María Ubilerma hace parte del grupo de las madres de Soacha, valientes mujeres que han denunciado los casos de ejecuciones extrajudiciales cometidas por el ejército. En su búsqueda de justicia, han sufrido amenazas para que no denuncien y no continúen con los procesos judiciales. Pero como ella misma dice: “mi vida por la vida”. Si calla ante lo sucedido, sería como volverse cómplice.

Para ella es difícil creer en la paz al ser víctima de un delito cometido por actores legales. Su percepción del proceso de paz es que se trata de “una paz de protocolo”, cuando en realidad hay una gran necesidad de verdad. También le da miedo que se negocie la justicia sobre las ejecuciones extrajudiciales, sobre todo en vista de la ampliación del fuero penal militar que crearía más impunidad y mina la confianza en la voluntad política para la aplicación de justicia. En cuanto a la reparación, le parece que eso es como reparar un espejo que se ha roto, que no vuelve a dar una imagen completa.

Lamentablemente, las madres de Soacha no sólo no han recibido justicia, sino que en vez de recibir atención o ayuda estatal son amenazadas. En las protestas públicas que han hecho les han enviado el ESMAD y los procesos judiciales que se han abierto han sufrido innumerables dilaciones y pocas condenas. Por ejemplo después de 6 años de labor fue reemplazado el Fiscal 97 que llevaba el caso. Además, ellas y sus familias son revictimizadas tanto por el sistema judicial, incluyendo la falta de respuesta por parte de la institucionalidad, como por los medios de comunicación.

Pero estas mujeres persisten en su demanda de justicia y para responder a aquellos que han querido acallarlas, han llevado a cabo charlas en colegios y otros espacios, videos. Han montado obras de teatro con la dirección de Patricia Ariza, que han llevado en giras por varios países del mundo: “Semillas de Memoria”, “Las 100 Manuelas”, “Antígona: Tribunal de Mujeres”, son algunas de ellas. En el camino han descubierto el poder de la obra teatral como medio para denunciar y sanar.

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La paz debe hacerla el pueblo

A pesar de su escepticismo sobre los diálogos, para María Ubilerma dice que la paz debe hacerla el pueblo, tejiéndola entre todos con lazos de hermandad, dejando de lado el orgullo y el egoísmo.

Los participantes también expresaron sus opiniones sobre las negociaciones. Algunos se mostraron escépticos, desconfiando de lo que se negocia en La Habana. También surgieron voces que nos recordaban que ésta no puede ser la paz del Gobierno ni de la guerrilla, sino que entre todos debemos participar y construir el proceso de paz. Otros participantes opinaban que a pesar de todo, es necesario que se termine esta guerra para que esos hechos no se sigan repitiendo.

Se reflexionó también sobre el papel que los miembros de las fuerzas armadas van a jugar en el pos-acuerdo. Es de suma importancia que ellos también se perciban como constructores de paz. Pero para esto debe haber transformaciones al interior de las instituciones y debe aplicarse justicia a los delitos cometidos por ellos, en particular, las ejecuciones extrajudiciales.

En ese orden de ideas, María Ubilerma denunció el caso del cabo del ejército John Lewis Rivas, destituido de la institución castrense, inhabilitado por diez años para ocupar cargos públicos, y finalmente con un precio por su cabeza, por haber llamado la atención a sus superiores sobre el patrón de los “falsos positivos”.

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Cantándole a la vida

Además de hacernos la recomendación de ver la película Silencio en el Paraíso, que relata una experiencia parecida a la de su hijo, el desayuno finalizó con una sencilla y conmovedora canción que cantó nuestra invitada y que da cuenta de la gran tragedia sufrida por las madres de Soacha, pero también de su gran capacidad de crear en medio del dolor.

“Grita la tierra,

lloran las piedras,

los montes suspiran,

los campos han sido maltratados con sangre de inocentes,

con gritos de torturados.

 

El cielo azul se ha tornado gris,

lágrimas derramadas por madres angustiadas,

buscando a sus hijitos,

fruto de sus entrañas.

 

Por qué papito Dios?,

te pido por favor de que a mi mamita

tú le des resignación,

porque yo viviré como un tatuaje en su corazón.

 

Mamita ya no llores,

mamita ya no sufras,

perdóname si no me despedí,

pero es que madrecita no pensaba demorarme,

pero tampoco te quería hacer sufrir,

Mamita, mamita, dame tu bendición”

 

Desayuno de Paz No. 13 de 2016

Invitada: Deidamia García, psicopedagoga

Tema: Educación para la Paz

30 de abril de 2016

Deidamia García, psicopedagoga de la Universidad Pedagógica Nacional, expuso su trabajo en la Secretaria de Educación de Bogotá durante la administración pasada y la propuesta desarrollada e implementada en relación con la convivencia y la participación ciudadana en la construcción de paz.

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La política y las emociones

Deidamia inició su intervención contando cómo su trabajo de grado en la universidad tuvo que ver con la relación entre la política y las emociones, específicamente la educación sexual y la política. Luego, en su primer trabajo como docente en un colegio, fue parte del equipo que implementó un nuevo proceso de pedagogía en la institución. Entre sus responsabilidades, los cursos de Comportamiento y Salud y Formación Política fueron la forma de vincular su quehacer con su trabajo de grado y formación académica.

Más adelante se vinculó a organizaciones de mujeres que fomentaban el trabajo comunitario y la construcción de tejido social. Se preguntaba Deidamia por qué si las mujeres construyen redes para trabajar, no están en lo alto de la pirámide social para dirigir y administrar. Posteriormente, ejerció como alcaldesa encargada de las localidades de Kennedy y Tunjuelito. En sus palabras, esos cargos fueron su “maestría y doctorado” en el sector público. En 2013 se vinculó a la Secretaría de Educación Distrital (SED) en torno a una propuesta de educación para la ciudadanía que coincidía con la recién instalada mesa de negociaciones en La Habana entre el gobierno y las FARC.

De esta coyuntura surgen interrogantes que dan pie a la consolidación de la propuesta educativa. En primer lugar, se preguntaba la SED: ¿cuál es la responsabilidad del sector educativo el proceso de paz? Segundo, ¿cuáles son los cambios que deben hacerse en el sector para construir paz? Y tercero, ¿cómo construir una generación de paz? Volver al sector educativo, afirma Deidamia, fue darse cuenta de que la vida está llena de ciclos, que “una volvía sobre sí misma pero distinta.”

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La construcción de una generación de paz

Para Deidamia esta era una oportunidad que significaba deber y responsabilidad, puesto que los acuerdos se centran en la cesación del conflicto armado, pero la paz todavía hay que construirla. De ahí que la propuesta de educación para la ciudadanía y la convivencia girara en torno a tres temas claves:

  1. Educación rural: educación para y por los territorios rurales y las zonas afectadas por el conflicto. Sumapaz, localidad rural de Bogotá, es el ejemplo de que la política pública muchas veces se generaliza pero no responde a las necesidades del territorio.
  2. Educación integral: educación para la ciudadanía y la convivencia. En este sentido, no se enfoca únicamente en la paz, sino en una educación de calidad para todas las personas, construir empoderamiento, ciudadanía para todos.
  3. Movimiento social alrededor del arte y la cultura: otros lenguajes, otras maneras de comunicarse. El desarrollo de prácticas culturales y artísticas para resistir y tramitar los conflictos de otra forma.

La propuesta de educación para la ciudadanía y la convivencia se trabajó y se implementó. Deidamia destacó los logros: el empoderamiento y la movilización de personas capaces de cambiar su realidad permitieron que los poderes y las formas de relacionarse dentro de una estructura vertical pudieran transformarse; la integración de la ciudadanía en el currículo supuso pensar en cómo incorporar estos temas en las distintas materias, lo que llevó a considerar el papel de los profesores como facilitadores del aprendizaje y el papel de las tecnologías para llegar a los estudiantes de otras maneras. La construcción de la convivencia implicó tratar la relación con el conflicto y el hostigamiento.

No obstante, este proceso también supuso una serie de complejidades. Hablar del poder en la escuela conllevaba debatir o controvertir el poder de los rectores en las instituciones, ya que la propuesta incentivaba a los estudiantes a participar en los temas del colegio. Por otro lado, se puso de relieve la distancia entre la SED y el Ministerio de Educación Nacional al hablar de capacidades de los niños y jóvenes y no de competencias, como lo hace la agenda del Ministerio. Adicionalmente, aparecen debates en torno a la enseñanza de la memoria, la historia, el conflicto. El interrogante surge alrededor de si deben integrar estos temas dentro del currículo o no.

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Transformaciones y reflexión desde el individuo

Deidamia afirma que la educación no es sólo contenidos sino también hechos. De ahí que una cátedra para la paz entendida como un curso no transforma, pues se necesitan prácticas y no sólo conocimientos. Las reformas estructurales que la paz, la convivencia y la ciudadanía requieren podrían verse beneficiadas por un espacio en el currículo, pero tomará años.

El sector educativo es muy complejo en su gobernabilidad, y contar con un programa no garantiza su implementación, ya que cada institución es libre de ejercer su autonomía. Hay necesidad de diálogo y reflexión dentro de las comunidades educativas: se requiere, además, el involucramiento de las familias, de los padres, porque las familias crecieron de maneras distintas y el colegio no las entendió.

Cabe destacar el papel de los maestros. Durante los tres años de implementación de este programa, con sus avances y obstáculos, el 33% de los 33000 docentes del Distrito se aproximaron a la propuesta. Por el contrario, la construcción del posconflicto durará décadas, al igual que las reformas que se necesitan. Hace falta trabajar en la formación humana de los maestros; es esencial pensar en el manejo emocional, el trabajo colaborativo, en crear redes de docentes.

Deidamia enfatiza que la principal transformación en la cotidianidad es la de nosotros mismos porque educar para la paz significa educar en distintas dimensiones, y una de ellas implica la capacidad de ser con otros; una educación emocional que requiere saber decirle al otro sin herirlo.

Consideraciones finales

Para cerrar, Deidamia afirma que los jóvenes y los niños dentro de la comunidad educativa, a pesar de sus limitaciones, quieren hacer mucho, aprender y cambiar. De ahí que se haga imperioso incidir en la política pública, ya que el Estado se ha construido sobre una base de desconfianza y el diálogo cumple un papel fundamental para restablecer y transformar las relaciones. Es allí donde la ciudadanía tiene cabida y donde las propuestas ciudadanas que aporten al postconflicto son bienvenidas.

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Desayuno de paz No. 12 de 2016

Invitado: Alberto Almonacid, Director de Fundación DOMOPAZ

23 de abril

Nuestro invitado es economista y administrador de empresas y fue durante diez años Secretario de la Comisión de Paz de la Cámara de Representantes. Explicó que aunque en la actualidad se habla de una Comisión de Paz del Congreso, es importante tener en cuenta que son dos: la del Senado y la de la Cámara. Precisó que las comisiones no son de carácter constitucional, ni jurídico: son accidentales y de carácter permanente.

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Las comisiones de paz en el actual gobierno

Alberto destacó varios logros del Gobierno Santos en relación con las Comisiones de Paz: En primer lugar, su fortalecimiento como espacio de discusión respecto al Gobierno anterior. En la actualidad, estas comisiones son espacios para la discusión de temas surgidos en el marco de las negociaciones entre el Gobierno y las FARC en La Habana. Ejemplo de esto fueron las 16 mesas regionales que se realizaron durante 2013 con el apoyo de las Naciones Unidas, y que recogieron las propuestas de la sociedad civil como insumos para la discusión del punto sobre víctimas en La Habana.

El Consejo Nacional de Paz

Rescató el fortalecimiento institucional en materia de paz que involucra a diferentes actores y en especial el papel activo del Consejo Nacional de Paz (creado por la Ley 434 del 3 de Febrero de 1998) como la máxima instancia asesora del Gobierno. Este consejo está conformado por cinco ministros, el Procurador, el Defensor del Pueblo, el Alto Comisionado para la Paz, representantes de los gremios, de las iglesias y de 34 sectores de la sociedad civil. Considera que fue un logro de este Gobierno pasar de tener 17 representantes de la sociedad a tener 34.

El Consejo Nacional de Paz tiene 3 subcomisiones: una que trabaja en temas de educación, pedagogía, cultura y comunicación para la paz; otra encargada de la paz territorial; y una que hará veeduría y seguimiento a la implementación de los acuerdos.

Alberto se refirió al carácter limitado de la incidencia que puede llegar a tener el Consejo en la práctica y anunció que durante la próxima reunión, que se llevará a cabo el próximo 6 de mayo, se discutirá justamente acerca de su rol y sus recursos, dado el papel estratégico que debe tener en temas como el de educación para la paz. Menciona como ejemplo que gran parte de la ciudadanía no sabe en qué consisten las negociaciones y que se debe enfatizar en educación desde ahora y después de la firma de los acuerdos. Habló de la necesidad de articular en las regiones los Consejos Territoriales de Paz y de que sea la sociedad civil con incidencia política quien impulse este proceso.

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La RedUnipaz

Por otro lado, Alberto habló de la RedUnipaz, que en la actualidad tiene dos representantes en el Consejo Nacional de Paz. Se trata de una Red Universitaria y de Universidades, una iniciativa de académicos, directivos, investigadores, alumnos, y egresados de diversas universidades públicas y privadas, de las regiones y de Bogotá, creada en 1997 con el fin de enlazar las universidades alrededor de la construcción de la paz. Su reto actual es fortalecer los 6 nodos regionales que la componen.

DOMOPAZ y las Jornadas de puertas abiertas

Alberto es el director de la Fundación Domo Internacional por la Paz -DOMOPAZ, una organización sin ánimo de lucro, dedicada principalmente al fomento a la educación para la formación democrática y el desarrollo de líderes políticos. En la actualidad, DOMOPAZ ha sido crucial en la articulación de los miembros de la RedUnipaz.

Un ejemplo de lo que hace DOMOPAZ es la iniciativa “Jornadas de puertas abiertas” que consiste en la realización de actividades educativas en el Congreso, en cooperación con la Fundación Hans Seidel. En ellas se invita a estudiantes a conocer las instalaciones del Congreso y se les informa sobre las funciones y formas de trabajo de ambas cámaras del Congreso: el Senado y la Cámara de Representantes.

Otro ejemplo del trabajo de DOMOPAZ es el acompañamiento y la capacitación a jóvenes políticos en las regiones. Alberto considera crucial articularse con la política en el contexto de las negociaciones y su posterior implementación, ya que ésta será el andamiaje sobre el cual se realizarán los cambios que implica la firma de los acuerdos. Adicionalmente hay que crear condiciones de seguridad para que la pluralidad sea posible.

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El reto ante los diálogos con el ELN

Alberto considera muy importante el anuncio de los diálogos con el ELN y llama a la creatividad de los negociadores frente al reto del cruce de agendas que pueda darse, de manera que se complementen algunos esfuerzos hechos en el marco de las negociaciones con las FARC. Se pregunta sobre el rol del Consejo Nacional de Paz en este nuevo contexto.

Finalmente, se refirió a la alianza estratégica generada entre DOMOPAZ y Rodeemos el Diálogo, que apunta a sumar esfuerzos para la transformación cultural que requiere la paz en Colombia. Esta alianza es importante porque sincroniza el trabajo que DOMOPAZ hace con líderes políticos y en formación política con la apuesta de ReD de construir entre la sociedad civil una cultura de diálogo.

Desayuno de Paz No. 10 de 2016

Invitado: Miguel Ángel Hernández

9 de abril

Miguel Ángel Hernández, sociólogo de la Universidad Nacional y profesor de la misma durante 30 años, abrió su intervención comentando que el proceso de paz actual es un hito histórico, el momento de pasar la página, y la apertura de un tiempo indefinido para la construcción de paz. Planteó la ambigüedad que genera el término postconflicto, pues una sociedad sin conflicto es una sociedad muerta. Lo que supone la firma del acuerdo es la terminación del conflicto armado.

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Aprendiendo del pasado

Miguel Ángel manifestó que es necesario aprender de las experiencias pasadas de negociación como el Caguán y la Uribe, así como las amnistías pactadas hasta el momento. “En el Caguán hubo una relación asimétrica entre el Estado y las FARC”; los representantes de las FARC estaban siempre armados, en contravía con la idea del Estado como el ente que debe tener el monopolio legítimo de la fuerza. Esta presencia de armas en la mesa desnaturalizó la idea misma de diálogo.

Por otra parte, en el Caguán no quedaba nada por escrito que dejara ver el compromiso de las partes. Miguel Ángel rescata la importancia de la palabra escrita en la medida en que deja fijada una voluntad. “En el Caguán el diálogo era visto como un medio para sacar ventaja del otro,” impidiendo la transparencia del proceso y generando unas relaciones de poder basadas en las cartas de cada actor bajo la mesa. Para Miguel Ángel, la “racionalidad estratégica” (término propuesto por el filósofo Jurgen Habermas), según la cual siempre se está haciendo un cálculo de expectativas, puede viciar los diálogos.

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La negociación entre Santos y las FARC

En contraste con el proceso del Caguán, en el actual proceso con las FARC hay reglas para asegurar que se pueda llegar a acuerdos y plasmarlos por escrito. Para Miguel Ángel, las condiciones de dialogar fuera de Colombia, en La Habana, da garantías para ese diálogo, como lo hace también la reserva con que se han manejado las conversaciones: un proceso abierto impediría que las partes se puedan escuchar. Por el contrario, el blindaje del diálogo permite que las partes se sientan comprometidas y corresponsables.

Otro tema fundamental en el proceso actual es la confianza. Esta es la base de la acción comunicativa en una relación de igualdad en que ninguno es éticamente superior al otro. En el Caguán las partes se recriminaron durante dos años con base en un enjuiciamiento moral del otro. Según Miguel Ángel, en La Habana existe un poder mayor al de la violencia: el del lenguaje; se eliminaron las prevenciones y se definió sobre qué se iba a discutir de manera que se hablara de temas para los cuales los dos actores fueran pertinentes, y se dejaron por fuera aquellos que no lo fueran en la relación de las FARC y el Gobierno.

Lo que se está discutiendo en La Habana es la manera como las FARC pueden hacer parte de la sociedad; es un pedido de un espacio de inclusión. ¿A qué están renunciando las FARC en este proceso? A su proyecto original; lo están negociando por la supervivencia del campesinado en el contexto del modelo económico vigente. Miguel Ángel asegura que el proceso de negociación de La Habana ha sido un espacio de aprendizaje para las FARC en la medida en que este grupo ha entendido que para hacer parte del poder es necesario aceptar los valores democráticos.

 

Conceptos claves para entender las negociaciones

Miguel Ángel menciona varios conceptos. Primero, “verdad proposicional” que se refiere al proceso de ponerse de acuerdo en el mundo en el que estamos sin la necesidad de desmontar el capitalismo. Segundo, la “corrección normativa” como clave para entender el proceso, es decir, el hecho de ponerse de acuerdo sobre ciertos valores y reglas universales. Menciona que la ética es justamente la capacidad de compartir esas reglas universales. Tercero, la “veracidad expresiva”, es decir la capacidad de abrirse al otro, de reconocerlo. Un producto de la mesa es precisamente la imagen de cercanía que se observa hoy entre las partes y que permite que Santos y Timochenko se den la mano antes de firmar la paz.

Miguel Ángel opina que el comienzo de las conversaciones con el ELN genera más complejidad, en la medida en que habría que generar las mismas condiciones que con las FARC. ¿Cómo convencer a los “elenos” que no son éticamente superiores al Gobierno? Existe además una diferencia en la composición social: la del ELN es más civil que la de las FARC, que es más militar. Además, para evitar que por la vía de la participación, como lo desea el ELN, no se llegue a ninguna parte, debe haber mesas en las cuales se escuche a la sociedad civil, pero luego debe haber un espacio en que las partes hagan el esfuerzo de llegar a acuerdos y a redactar textos al respecto.

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Reflexiones finales: Legitimidad, ética y negociaciones

Ante la pregunta de cómo se legitima el Estado, Miguel Ángel responde que cuando las fuerzas ilegítimas se someten, reconocen la legitimidad del Estado bajo la constitución vigente. Es también la razón por la cual las FARC piden una asamblea constituyente. En la misma línea, la entrega de armas implica el mensaje que “no nos vencieron por las armas” y de voluntad de transformar el modelo vigente desde adentro y por la vía política.

A la pregunta si hay principios éticos que impidan conversar con los paramilitares, Miguel Ángel responde que sería imposible, ya que estos grupos no tienen ninguna legitimidad histórica, y además sus estrategias de lucha han sido aberrantes.

Miguel Ángel afirma que las actuales conversaciones con las FARC no serían posibles sin los ocho años de Seguridad Democrática. Menciona que en las marchas del 2 de abril confluyeron diversos temas y además hubo un paro armado en el norte del país. Para él, la movilización tuvo el fin de configurar una base política contra la paz. Dicha movilización es producto del hecho que la sociedad no conoce los acuerdos pactados y que existe un discurso distorsionador que apunta a la reacción emotiva, no racional, sin reflexión. Esta es la visión que hoy un sector de la opinión pública tiene del proceso de paz; la oposición es sistemática y tiene resonancia en los medios de comunicación.

El desayuno cerró con la reflexión que la negociación con el ELN podrían ser un espacio para que haya una apropiación social de la importancia de conversar y para empezar a implementar la participación de la sociedad acordada en La Habana.

Desayuno de Paz No. 9 de 2016.

Serie sobre Diversidades y Construcción de Paz

Invitado: Benjamín Jacanamijoy – Uaira Uaua, artista de la comunidad Inga

Bogotá, 2 de abril

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Enchumbando el diálogo

Benjamín viene del Valle del Sibundoy (que significa el sol), en el Putumayo, zona de taitas, yagé y curanderismo indígena a partir de plantas medicinales. Basado en su experiencia, orientó el diálogo hacia tres temas: el yagé y su relación con el conflicto, el arte de contar la propia historia, “el vivir bien” y el “pensar bonito” (ser bueno) , entendido como aprendizaje vital heredado de sus ancestros y aprendido en la interacción con su comunidad.

El yagé y el conflicto

El Valle de Sibundoy está ubicado en la parte alta de Putumayo, la zona que gracias a su posición geográfica ha sufrido de manera leve los estragos del conflicto armado; el medio Putumayo, donde está Mocoa, la capital, es también calmado. En la parte baja, el clima permite la siembra de coca; con las fumigaciones a las plantaciones hubo desplazamientos. Además, una zona del Valle estuvo bajo la influencia del Mono Jojoy, guerrillero de las FARC, quien llamó a un paro armado en el año 1999. Dicho paro involucró amenazas a los miembros de la comunidad Inga de Mano-Santiago, donde nació Benjamín, además saqueos y combates con el ejército amenazaron a sus miembros. La población colona-campesina no obedeció al paro y las FARC aumentaron su presencia allí. Esto llevó a que en el Valle escaseara la comida por tres meses y debieron aprender a alimentarse con unos tubérculos que antes eran sólo usados como comida para los animales. De igual manera, este grupo armado y otros aprovecharon su presencia para reclutar jóvenes ingas. Benjamín dice que en medio de esas dificultades encontraron lo positivo de aprender a sobrevivir de otra manera.

Hay una amplia relación entre el yagé y el “pensar bonito”. El ritual del yagé enseña a pensar bonito: ayuda al Pai Mañá (el corazón que va aprendiendo). Por esto, el yagé sirve como medicina en lo físico y en lo espiritual. El yagé es un elemento importante para el proceso de reintegración de los miembros indígenas que fueron reclutados por distintos grupos armados. Benjamín nos dice que el yagé les hace un llamado a estas personas y les hace entender que lo que ellos hicieron no fue bueno. De igual manera, gracias al yagé, la comunidad perdona y reintegra a los excombatientes Ingas, los cuales son purificados espiritualmente en el ritual. No obstante, la comunidad tiene temor de que algunos excombatientes al volver no sigan por el camino de “pensar bonito”.

Historias Propias y arte

Benjamín considera que las historias propias permiten definir la identidad. A la edad de 5 años empezó a tomar yagé bajo la influencia de su padre, el taita Antonio Jacanamijoy (comedor de curí). Al principio pensaba que todos lo tomaban, luego descubrió que él pertenecía a una familia de taitas. Dos años después, Benjamín fue a vivir con su abuela materna, quien además de tejer y cultivar la chagra, era una gran contadora de historias. Con ella aprendió la tradición del chumbe –un tejido que puede medir de 5 a 10 cm. de ancho por 5 metros de largo, que cuenta historias a través de símbolos y colores y que cumple muchas funciones, entre ellas, dar calor, estabilidad y seguridad al vientre femenino. Generalmente se usa para sostener la cintura de las mujeres o para envolver a los niños con el fin de inscribir en sus cuerpos la rectitud y la buena conducta.

Consciente de la importancia de su tradición, en 1987, Benjamín como estudiante de arte de la Universidad Nacional, empieza a vender los sayos (ponchos) y los chumbes tejidos por su abuela y se interesa en la forma en que éstos cuentan la historia de sus ancestros y de la comunidad. Al ver que no había ningún interés por esto, decidió escribir su primer libro: Chumbe: arte Inga, publicado a principios de los años noventa.

La técnica no fue el único aspecto que Benjamín acercó a su tradición. Benjamín adoptó el nombre artístico de “Uaira Uaua”, palabras quechuas que significan en español “hijo del viento”. Uaira Uraua simboliza también una práctica que los taitas Ingas realizan con cuarzos y con el viento para diagnosticar si un lugar está enfermo. El arte no sólo le permite a Benjamín estar más cerca a su tradición, sino que también le permite ser un intérprete o traductor de su propia cultura.

En el 2015, Benjamín enchumbó (rodeó) con luces LED la Torre Colpatria en la capital de Colombia. Su intención era “enchumbar a don Dinero“, que para él significa el lugar bogotano donde habitan los empresarios y los grandes políticos. Así como los colonizadores pusieron iglesias y cruces para simbolizar su poder, ahora tenemos otros símbolos del poder del dinero. No hace denuncias, al contrario: enchumbar la Torre Colpatria refleja su intención de contar siempre las historias bien tejidas y bien hechas, porque para lo otro están los expertos, nos dice.

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Pensar bonito

Benjamín aplica la historia del pensar bonito con cada experiencia que sucede y la relaciona con las historias propias de su comunidad. Cuenta que su abuela le había regalado un banco, una silla pequeña, a la que alguna vez le cayó una gota de pintura; en vez de pensar que se había averiado, aprovechó y continúo pintándolo. Esta experiencia la tomó en sus enseñanzas a estudiantes en colegios, donde explora la espiritualidad a través del arte.

Su padre quedó huérfano a los 5 años y desde los 15 hasta los 85 años se dedicó al arte de curar: soplar para alejar los malos espíritus y agarrar los buenos. Era un hombre que hablaba poco. Sin embargo, le repetía: suma kawsay, suma yuyai: “vivir bien” y “pensar bonito”. Benjamín no sabía qué responderle, hasta que una vez le dijo: “caminar con el corazón contento”. Hoy, su filosofía de vida es que a través de las experiencias podemos entablar una convivencia con el otro y con los nuestros, pues “es tiempo de familia y de ojos estrellas”. Nos explica que las estrellas son los ojos de nuestros antepasados que nos guiarán hacia el futuro.

Respecto del actual proceso de paz, nos dice que los Ingas siempre han vivido en conflicto, por el despojo de sus tierras desde la colonización, ya que se consideraron baldías. Han tenido que vivir entendiendo al otro y ahora no ve por qué no podrían entenderse, escuchando al otro. El arte le permite contar historias buenas: “Somos los nuevos mayores; la historia pasará a nuestros hijos a través de nosotros”.

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Reflexiones finales 

Al cierre de esta conversación, se resaltan tres reflexiones. En primer lugar, en momentos transicionales la capacidad de resiliencia de la gente también tiene una realidad paralela. En segundo lugar, un llamado a construir nuestra propia historia. Reconstruir la memoria y reconocer la historia propia es importante, y no de manera acrítica, porque allí hay gran potencial para construir paz. Finalmente, la importancia de vivir bien y pensar bonito, y de las historias bien tejidas, que de nuevo nos llevan al valor de la memoria.

Desayuno de Paz No. 8 de 2016

Invitada: Nathalia Salamanca Sarmiento, Investigadora

Tema: desvinculación y reintegración de menores

Bogotá, 19 de marzo de 2016

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Nathalia Salamanca nos habló sobre su trabajo de investigación sobre la desvinculación de personas reclutadas por grupos ilegales cuando eran niños y que, una vez fuera, buscan la forma de reintegrarse a la sociedad por medio de la empleabilidad. Nathalia afirmó que no se ve a sí misma como una experta sino como una conversadora, e invitó a los asistentes a hacer parte de la conversación alrededor de este tema.

El camino para entender las diversas experiencias del reclutamiento

Llegar a estudiar el conflicto y el reclutamiento de menores le tomó pasar por otros campos. La experiencia adquirida como periodista de viajes en diferentes regiones del país la llevó a dar el salto al campo de los derechos humanos, desde donde vio la oportunidad de hablar sobre lo que estaba pasando con las víctimas de la Ley de justicia y paz y las violaciones de los derechos humanos que debían ser denunciadas. Es en COALICO (Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia) donde Nathalia trabaja de cerca con adultos jóvenes reclutados cuando niños, acercándose a sus historias de vida y viendo cómo hay algo en esas vidas que va más allá de la estigmatización y de las etiquetas de víctima y victimario.

De esta labor resulta su trabajo de maestría, en el que abordó lo que no se ve y no se está diciendo sobre las experiencias del reclutamiento. Así, se enfoca en las autobiografías de niños que fueron a la guerra en distintos lugares del mundo: Sri Lanka, Nigeria, Sierra Leona. De estas historias, Nathalia destaca la idea de una infancia idealizada, que en el caso de Colombia pasa por alto las oportunidades y posibilidades que los grupos ilegales ofrecen a los menores. El discurso no admite que los menores se hayan unido voluntariamente a los grupos ilegales. Es un tema tabú. Asimismo, resalta el mito de la infancia, cómo se tiende a creer que la participación en dichos grupos les “roba la infancia” a los niños, cuando en muchas regiones del país esa es la manera de vivir la infancia.

Actualmente, Nathalia avanza en su trabajo de doctorado. en el que profundiza su interés en las historias de vida de las personas desvinculadas del conflicto. La metodología de trabajo abre un espacio en el que las personas pueden contar lo que quieran y que no necesariamente se relaciona con sus vivencias en la guerra. Sin embargo, es un espacio que todavía no se da plenamente porque el énfasis sigue estando en el investigador, en el adulto, y se desconoce la vida antes de la guerra. El interés se concentra en aquellos años, sin mirar qué hubo antes: la familia, la cotidianidad.

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Aprendiendo las diferencias: Desvinculados y/o Desmovilizados

La diferencia entre desvinculado y desmovilizado radica en la edad de las personas al momento de dejar los grupos armados: el primero hace referencia a menores de 18 años y el segundo a mayores de edad. Al ser menores, los desvinculados son tratados como víctimas y no son juzgados. El ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) tiene un programa de acogida a los menores de 18 años, y al cumplir la mayoría de edad los jóvenes siguen con el programa de la ACR (Agencia Colombiana para la Reconciliación). No obstante, en esta segunda etapa no hay seguimiento, por lo que la continuidad del proceso se rompe.

Nathalia les pide a los asistentes que piensen en qué espacios los desvinculados pueden tener empleabilidad y que anoten sus respuestas. Nathalia vincula este ejercicio con la experiencia de una mujer desmovilizada que en una publicación de la Agencia Española de Cooperación expone la realidad de buscar trabajo: su experiencia no se sustenta en diplomas. Nadie certifica las habilidades adquiridas. De ahí surge la reflexión sobre el tipo de saberes con que regresan las personas otrora vinculadas a la guerra y ahora en busca de un trabajo digno. Estos saberes van en contravía de lo que se espera de ellos cuando buscan trabajo; si bien las habilidades aprendidas son valiosas, hay estigmas y señalamientos por parte de la sociedad.

Nathalia resalta que no todas las personas que buscan reintegrarse a la sociedad civil tienen la intención de vincularse en oficios pequeños, porque no todas están buscando ni saben lo mismo y porque no necesariamente lo que les propone la ACR para iniciar, como proyectos productivos, es algo que ellos quieran hacer (un salón de belleza, por ejemplo). Existe, entonces, la necesidad de escuchar sus historias, ya que la homogeneización de las experiencias está llevando a un trato homogeneizador que limita las oportunidades.

Un asistente destaca la importancia de la creatividad para generar espacios en los que los desvinculados puedan poner en práctica dichos saberes. Adicionalmente, sugiere que el reconocimiento social de estas personas es lo que les abre muchas posibilidades más allá de las armas. Otra asistente menciona la necesidad de preguntarles qué quieren hacer y de censar las habilidades y saberes adquiridos en la práctica. Por otra parte, hay desvinculados que por ser víctimas no prestan el servicio militar, pero desean ir al ejército. Es necesario reconocer lo que pasa en ese tiempo de la guerra: los saberes que adquieren, las relaciones que construyen, el tejido social que se crea entre los miembros de los grupos.

Reflexiones finales

Nathalia cierra el espacio afirmando que es necesario reconocer que una sola experiencia no es determinante de la vida de una persona, como en el caso de las víctimas o los desmovilizados. El reto consiste, entonces, en abrir otro tipo de espacios para hablar y humanizar a las personas independientemente de sus historias de vida.