Experiencias comparadas de pedagogía de paz
Desayuno de Paz No. 32
Invitada: Alicia Cabezudo, Vicepresidenta del International Peace Bureau
Tema: Experiencias comparadas de pedagogía de paz
19 de septiembre de 2015.
En esta ocasión nos acompañó la pedagoga Argentino-Italiana, experta en pedagogía en construcción de paz, Alicia Cabezudo, quien nos habló desde su visión como experta, y de su experiencia desde cuando se empezó a hablar de estos temas en la época de la dictadura en su país, Argentina. El concepto de pedagogía para la paz, que en principio fue entendido como educación para la democracia y defensa de los derechos humanos. Se tornó área de conocimiento desde los años 70, cuando en Latinoamérica estaba el auge de las dictaduras militares – Perú, Argentina, Uruguay- que creó un escenario en el que se tenía que defender la democracia, y los jóvenes se reunían: obreros y estudiantes, en el campo y las ciudades, con la necesidad de construir nuevas realidades, a partir de la historia, de sus memorias.
La pedagogía para la paz debe ser consciente de la realidad en que se vive y del entorno histórico. Requiere también encontrarse, no solo con los que piensan igual; resalta la importancia del diálogo, del que hablaba Paulo Freire. Toda construcción de paz, debe implicar la construcción de democracia y ciudadanía y la defensa de los derechos humanos; de lo contrario, Alicia considera, sería un “cascarón vacío”
Al principio se hablaba de educación para los derechos humanos, y educación para la democracia, pero no estaban conectados estos campos. En los años 80 y 90, sobreviene en Latinoamérica la oleada de las democracias y se estructura la idea de ciudadanía; las guerras que habían existido, bajo la forma de dictaduras, caen. No así en Colombia donde se ha dado un conflicto armado. En ese momento se crean diseños curriculares para hacer pedagogía de los derechos humanos y la democracia y se instauran en Argentina dentro de la educación formal.
Hay tres tipos de educación: El primero es el formal, que se refiere a la educación dictada en las instituciones escolares (colegios y universidades), que necesariamente está vinculada al Gobierno; es el brazo político del Gobierno de turno. El segundo hace referencia a la educación no formal, que se puede dar en cualquier ámbito, no tiene un programa establecido por la autoridad política, y es también conscientemente un proyecto pedagógico; es mucho más flexible en cuanto a quién va dirigida, el lugar y el tiempo en el que se ofrece, es de lejos mucho más creativa e ingeniosa y puede ser más importante que la educación formal. Por último, está la informal, en la cual el ciudadano recibe ciertos mensajes o ideas sin que él pueda controlarlo, como es la información recibida día a día en la prensa, la publicidad, la familia, sin que a veces seamos conscientes de ella, y es muy poderosa. Ninguna de las tres formas de educación se debe subestimar.
Durante la época del auge de las democracias, el error fue centrar la educación para la paz sólo en lo formal, mientras que durante las dictaduras había prevalecido la educación no formal, y se habían logrado muchas cosas buenas, pues esta contenía mayor potencia y alcance ya que sumaba a todos los actores.
De la discusión quedaron ciertos consensos: la pedagogía para la paz puede ser dictada por cualquiera, ya que lo determinante es la sensibilidad a cuestiones sociales y a la realidad, y el contacto con los demás. Sin embargo, para obtener un buen resultado, se debe operar en los tres niveles, y asimismo evaluarlos para conocer su impacto y mejorar en su implementación. Por ello, en la educación formal se necesita el compromiso del Gobierno actual. La educación para la paz debe abordar conceptos como violencia, guerra, paz, conflicto, entre otros.
A lo largo de la discusión se resaltó la importancia de la educación no formal. Se aclaró sin embargo, que el hecho de que la educación formal haga parte del proyecto político vigente no implica que no pueda generar cambio, ya que tiene siempre dos aspectos: como reproductora del sistema, al establecer los conocimientos y principios morales y éticos que se quiere inculcar en la sociedad y como transformadora, cuando enfatiza el juicio crítico, la escucha, la comunicación y la lectura; este último es el que debe prevalecer en las democracias, y dependerá de cada gobierno determinar a cuál darle mayor peso. Por ello, el papel de los educadores es muy importante. A este respecto Alicia menciona la valiosa labor que vienen haciendo Bolivia, Uruguay y Argentina.
Al pedirle su concepto sobre la Cátedra de la Paz, la propuesta actual para el país en la educación formal, comenta que no la conoce a fondo pero ha oído que se le han hecho muchas críticas. Sin embargo, hay mucho por hacer por otros medios como el no formal y el informal. Manifiesta que es muy importante hacer más entre todos, para explicar lo que se está ocurriendo el proceso de paz. Es necesario que el proceso de pedagogía sea sistemático, y tenga continuidad, y llegue también a los sectores que están en contra. Considera que en Colombia, no existe apatía, más bien oposición, y los colombianos no se han dado cuenta de la gran importancia que tiene el proceso de paz, independientemente del resultado. El colombiano “de la calle” no valora lo que sucede, dice que “se está entregando el país a las FARC”; en comparación, menciona Alicia los casos de la terminación del conflicto en Irlanda, y de España, con la ETA, en donde no se habló de que se estaba entregando el país por haber hecho una negociación. Por ello, la importancia de la pedagogía que se está proponiendo hacer en diversos escenarios, entre los que se encuentra Rodeemos el Diálogo.
Finalmente puntualiza algunos elementos centrales para que la pedagogía sea efectiva: (1) Diagnóstico o reflexión sobre lo existente. (2) Definición de las estrategias para “deconstruir” la apatía. (3) Objetivos: definir lo que queremos construir, los elementos, los actores. (4) Elaborar el proyecto pedagógico. (5) Evaluar los resultados y el proceso.
El sentimiento final fue reconocer el papel determinante que tiene la ciudadanía y la necesidad de que cada uno de nosotros haga lo que esté a su alcance para contribuir con acciones pedagógicas a la construcción de paz.