Bandera Itinerante – 20 de Julio

20 de julio 078 20 de julio 079 20 de julio 080 Evento de la Bandera Itinerante por la Paz. Muchas Gracias a todos los que participaron.

Negociación en medio del conflicto armado

Sacado de: Revista Semana

Por Wilson López López*

OPINIÓN

Nuestro proceso es comparable con otros que han sido exitosos y de ellos podemos aprender los caminos recorridos, aciertos y desaciertos.

Los procesos de negociacion son tan antiguos como la historia de la comunicación humana aún cuando los estudios sistemáticos sobre las condiciones de la negociación de conflictos son propios de la historia reciente de las ciencias sociales. La mayor parte de ellos terminan por identificar un co

njunto de condiciones, de formas y acciones para incrementar la probabilidad de éxito de un proceso de negociación. Vicenc Fisas en varios de sus exelentes trabajos sobre procesos de paz y negociacion de conflcitos armados en el mundo señala algunas de las condiciones necesarias para adelantar un proceso de negociación, que recojo aquí para recordar las complejidades de un proceso social dinámico como la negociación de conflictos armados, estos son:

Lograr que “participen los actores clave” en la negociación. Que sean realmente los que representan al grupo o que han sido legitimados para representarlo. Acordar “cómo y quién dirigirá el proceso”. En ocasiones se acuerda que sea un tercero quien juegue este papel (como fue el caso de Irlanda). Propiciar que “los lideres no pierdan el apoyo de sus bases”, pues podría suponerse que se esta entregando el proceso; lo que ha pasado es que la pérdida de contacto entre los líderes que están negociando y su grupo, genera fracturas, surgen nuevos actores que con otros nombres continúan el conflicto. Precisar “la forma cómo se tomaran decisiones”, por ejemplo, para el caso colombiano se ha repetido que: “no se acuerda nada definitivamente hasta que todo este acordado” (esta consigna fue usada en Irlanda del Norte); en otros casos, se busca consensuar cada una de las decisiones (como ocurrió en Suráfrica). Se puede “cambiar el orden de los temas a discutir” y es preferible que incluso los más controvertidos se dejen para el final. Ademas, en un conflicto, como el colombiano, una de “las partes, la más débil en el proceso exija medidas de proteccion”; aquí ya tenemos historia de líderes muertos después de procesos de negociación lo cual genera desconfianza entre las partes. Se suelen “exigir medidas que garanticen el cumplimiento de lo pactado”. Esta es una de las más complejas acciones para conseguir. Hoy se tejen debates frente a las salidas jurídicas y políticas para asegurar la legitimidad legal de lo pactado. Es necesario buscar “explicitar los intereses comunes”, literalmente, este es un espacio indispensable para construir confianza. “Definir las estrategias de comunicación y confidencialidad” del proceso. “Disminuir la intensidad de los fracasos del proceso”, buscar darle final a un proceso de tan larga duración requiere saber que se tendrán dificultades y que es necesario darle tiempo. “Fijar conjuntamente calendarios realistas”, sin buscar resultados precipitados. “Estabilizar la agenda, que los temas no cambien”. Buscar “la mediación de terceros”, cuando se presenten situaciones donde haya rupturas entre las partes. “Crear espacios de acercamiento y discusión informales” entre los actores involucrados. “Utilizar canales paralelos”, cuando sea pertinente hacer foros abiertos y discretos que permitan la discusión de los temas buscando múltiples miradas. “Las negociaciones nunca son lineales sino cíclicas y con altibajos”, en diversos momentos los diálogos pueden parecer un fracaso y es necesario darse tiempo para reanudar las conversaciones. Tener en cuenta “las dimensiones vertical y horizontal de los diálogos”, la necesidad de contar con las fuerzas políticas, económicas y militares con poder que pueden incidir facilitando o obstaculizando el proceso.
Seguramente, muchos de los elementos mencionados se han tenido en cuenta. Por ejemplo, cuando vemos declaraciones de parte y parte, en las que “parece” que se atacara al proceso, lo que ocurre, probablemente es que se busca es ganar la confianza de las bases y de los actores que son fuente de poder y que pueden oponerse desde dentro. No podemos pretender ademas, que luego de múltiples intentos fracasados todo el proceso se mueva en forma perfecta y sin altibajos. Debemos entender que existirán momentos de crisis, más aún como en nuestro caso, no se hace un alto al fuego.
Debemos prepararnos para la pos negociación y los procesos que con lleven al desarme, el cual como lo muestran otras experiencias debe ser verificable por comisiones independientes, con o sin el requisito de la entrega de armas o si las mismas son sepultadas en la selva. En muchos procesos supuestamente se entregaron armas y luego o se compraron nuevas o se evidenció que la entrega fue una ficción. Además, se deben buscar medidas para garantizar la seguridad y la incorporación a la vida en sociedad de quienes se han desarmado, esta condición es tal vez una de las más complejas pues se trata de desarrollar acciones de mediano y largo plazo que permitan ofrecer y encontrar los mecanismos que aseguren que estos grupos entren en el sistema educativo y productivo en forma segura y estable. También se han de hacer explícitos los intentos por boicotear el proceso por parte de los grupos que no están interesados en que el mismo tenga éxito.
Fisas en numerosos trabajos describe múltiples experiencias en el mundo. Nosotros no somos la excepción. Nuestro proceso es comparable con otros que han sido exitosos y de ellos podemos aprender los caminos recorridos, aciertos y desaciertos. Tendremos que leerlo y releerlo para entender el proceso.
*Grupo Lazos sociales y Culturas de Paz. Profesor asociado Pontificia Universidad Javeriana. Editor Universitas Psychologica. Correo electrónico: lopezw@javeriana.edu.co. Twitter: @WilsonLpez9

TRAIGA SU BANDERA POR LA PAZ

El Grupo RED ha decidido apoyar una iniciativa iniciada en Paris de llevar la Bandera Itinerante por la Paz a varios lugares del mundo. Estamos convocando para que el día 20 de Julio los colombianos y amigos de Colombia llevemos las banderas de Colombia, las unamos y creemos una gran bandera. Luego, nos tomaremos una foto en el Big Ben y las casas del Parlamento. Esperamos con esta propuesta apoyar los diálogos de Paz y promover la solución negociada al conflicto. El músico César López, creador del la Escopetarra, posiblemente estará en Londres y también se unirá a este esfuerzo. Finalmente, terminaremos ese día asistiendo al concierto de Andrés Cepeda.

Esperamos que su organización se una a la iniciativa de la Bandera por la Paz y nos ayuden a convocar a los colombianos interesados.

Punto de encuentro: London Eye

Hora: 2pm

Información: rodeareldialogo@gmail.com

Proyecto de la Bandera Itinerante:

http://www.redescolombia.org/noticia/Colombianos-exterior-bandera-paz%20?_mrMailingList=192&_mrSubscriber=19393

César López y la Escopetarra:

http://www.youtube.com/watch?v=DIR5eYRwQwk

¿‘Refundar la patria’ o reformarla?

¿‘Refundar la patria’ o reformarla?. La holandesa Alexandra Nariño, Jesús Santrich, Iván Márquez y Marcos Calarcá, de la delegación de las Farc en Cuba, el 21 de junio en la rueda de prensa que marcó el fin de la décima ronda de conversaciones. Los guerrilleros insistieron en su propuesta de constituyente.

PARTICIPACIÓN POLÍTICAHay propuestas de las Farc que son negociables para el gobierno. Otras no.

Diálogo social como elemento para la reconciliación y la paz

Tomado de: Revista Semana

Por Wilson López López

La paz como construcción social requiere espacios de diálogo sin agendas predeterminadas por alguno de los actordies.

En la primavera de 1994, en solo tres meses, entre ochocientos mil y un millón de hombres, mujeres y niños fueron asesinados en uno de los peores genocidios de la historia reciente de la humanidad. Los asesinatos se cometieron con machetes en su mayoría, 200 mil mujeres y niñas fueron violadas antes de ser asesinadas; en muchas ocasiones los perpetradores obligaron a los hijos a violar a sus madres. Algunos de los victimarios afirmaron: “descuartizábamos a conocidos, a nuestros vecinos“; otros que jamás pidieron perdón por estas terribles acciones solo aseveraron: “cumplíamos órdenes. Estábamos todos entusiasmados. Formábamos equipos y salíamos de caza como si fuéramos hermanos… Si en el momento de matar alguno sentía pena y vacilaba, tenía que mirar muy bien lo que decía y procurar no revelar sus dudas por temor a que le acusaran de complicidad… Habíamos matado tanta gente que ya no le daba importancia….”

Estas notas son tomadas de la narración que hace Philip Zimbardo en su libro “El efecto lucifer: el porqué de la maldad”. Y forman parte de su esfuerzo de explicar y comprender qué mantiene el horror, y deja en claro que el uso de estrategias psicosociales como de deshumanización del adversario, la identidad grupal y el seguimiento a la autoridad sin discusión, la evaluación asimétrica del sufrimiento, la naturalización de la violencia, entre otros, son frecuentemente utilizados para legitimar la violencia y la guerra; los ejemplos muestran que esto ocurre en cualquier contexto violento. Estas terribles acciones han ocurrido también en Colombia.  Solo tenemos que recordar algunos lugares comunes  de las 1942 masacres  (que reporta el Portal Verdad Abierta, desde los años 80 hasta nuestros días)  donde además se ha usado todo el horror que podamos imaginar.  Recordemos en memoria de las víctimas los nombres de los lugares donde se cometieron algunas de estas masacres:  Trujillo, en las fincas de La negra y Honduras, Puerto Boyacá, El Tomate, La mejor esquina, Segovia, La Rochela, Pueblo Bello,  El Nilo, Caño Sibao, Aracatazo, Carmen de Viboral, Pichilin, La Granja, Mapiripan, San Carlos de Guaroa, Aro, Urrao, Puerto Alvira, Barrancabermeja, El tigre, El Piñón, Tibú, La Gabarra, Manpujam, Trojas de Cataca, Macayepo, Nueva Venecia y Buena Vista, El Naya, El Chengue, Alazka, Bojayá, Bahía Portete, San José de Apartado, Atanquez, El Salado.  Esto sin contar los miles de asesinatos selectivos,  desapariciones, violaciones, tortura, secuestros, muertos en combate, muertos por minas, desplazados y todas las formas de intimidación que nuestra  historia de conflicto violento ha generado.

 Y ni hablar de  las 5 millones de víctimas actuales directas  y de los ejércitos de victimarios que no saben vivir sin violencia. Es evidente que todo este horror debe detenerse y debe ser ya. Parece claro que además de detener el horror  debemos procurar construir un mínimo social y este es renunciar al uso de la violencia. Seguramente estos mínimos requerirán que en lo posible los victimarios “todos” pidan  perdón sincero a todas las víctimas.  Se debe exigir compromiso con  la no repetición y el abandono de la violencia  para el logro de cualquier objetivo por más loable que aparezca, y, buscar la reparación en todo el sentido de la palabra.

No podemos ser ingenuos y pretender que estas acciones curarán las heridas de la noche a la mañana y que detendrán de inmediato la violencia, esto será seguramente un paso dentro de un proceso para caminar a la construcción de una cultura de paz.

Será necesario además,  propiciar que la sociedad inicie procesos de dialogo entre los actores que han estado en los diferentes bandos o que incluso han simpatizado o construido identidad con alguno de los actores de la guerra. Es pertinente aclarar que cuando hablamos de dialogo es en el sentido de no buscar con trucos retóricos probar nada, ganar o persuadir para legitimar o deslegitimar una visión o un sistema de creencias de este grupo. De lo que se trata es de buscar construir comunicación en la mayor simetría posible, de forma que este dialogo social permita la emergencia de  escenarios de reconciliación (reconciliación en por lo menos un nivel mínimo de aprender a vivir sin violencia de nuevo con quienes no toleramos).

Este proceso debe iniciarse pronto, con o sin firma de los acuerdos de la Habana y estos encuentros para dialogar deben propiciarse  entre los enfrentados. No tiene sentido hacer diálogos entre quienes hay consenso y tampoco estos deben buscar necesariamente acuerdos totales, los desacuerdos y desencuentros que se produzcan serán enriquecedores para el proceso solo como práctica pacífica. Estos diálogos sociales deben darse sin líderes políticos; ya sabemos que los líderes políticos buscaran por todos los medios mover el dialogo en la dirección de destruir al adversario como lo hemos visto hasta ahora, la paz como construcción social requiere que la sociedad inicie espacios de dialogo sin agendas predeterminadas por uno de los actores, sin afanes y con el cuidado de no deshumanizar al contrario; debe darse entre quienes tienen diferencias que parecen irreconciliables.

*Grupo Lazos sociales y Culturas de Paz. Profesor asociado Pontificia Universidad Javeriana. Editor Universitas Psychologica. Correo electrónico: lopezw@javeriana.edu.co. Twitter @wilsonLpez9

La humanización del conflicto: un paso necesario en los procesos de paz

Tomado de: Revista Semana

Por Wilson López-López

No es cierto que los colombianos sean violentos por naturaleza. Exijamos e imploremos humanizar a los actores de la guerra, otro principio para la reconciliación y la paz.

Una estrategia usada en la guerra por quienes manejan la comunicación es convertir a los combatientes y víctimas en cifras. Por esta razón, es frecuente que en los medios de comunicación escuchemos noticias como “15 policías o miembros de las fuerzas militares muertos, 10 guerrilleros dados de baja, 15 campesinos asesinados, 5 miembros de las Bacrim o paramilitares muertos…”. Se disfraza la muerte con números o con palabras, se oculta lo que hay debajo de estas: el dolor, el sufrimiento, el vacío de hijos, madres, esposas, amigos y personas con las que se ha compartido la vida. Y lo que resulta de todo esto  es  desesperanza, desconcierto, ira, odio  y sentimientos de venganza.

Sin importar el lado del que se esté, los grupos armados se construyen con hombres y mujeres que en su mayoría pierden su nombre; deben perderlo para poder matar a otro con una identidad que no es la suya sino la del grupo al cual pertenecen y en muchos casos lo cambian;  esa es una de las razones para que conozcamos a muchos de estos hombres violentos con “alias”. En otros casos, cuando lo conservan, están cubiertos por el nombre de un grupo que legitima sus acciones violentas.

Lo terrible de esta doble condición es que  sí víctimas y victimarios no tienen nombre, ni seres que aman, ni historias de cuidado por otros, es fácil cubrir de asimetría el dolor  y legitimar la violencia contra otro que es un semejante.

Es más fácil matar a otro sin nombre, es más fácil ordenar una masacre si los otros no tienen identidad personal, ni vida, ni seres queridos. Es más fácil, sí son números o palabras  que rotulan en forma negativa al semejante; es más fácil naturalizar la muerte cuando ésta no tiene rostro.  

Para matar no es necesario ser un asesino por naturaleza o tener un perfil psicológico de asesino, “enfermo” o poseído por el “demonio”. Seguramente en los grupos armados hay muchos hombres que tienen esos perfiles que han sido construidos por años de violencia desde la infancia, pero en su gran mayoría quienes conforman los grupos armados son personas comunes y corrientes que son llevados a perder su identidad individual para construir una identidad grupal. Esto es lo que permite que hombres pacíficos se conviertan en asesinos y que miles de nosotros como ciudadanos, también pacíficos, terminemos por legitimar o justificar el uso de la violencia contra otro ser humano.

Zimbardo en un experimento clásico en psicología social mostró como un grupo de hombres educados y sin historias de vida disfuncionales, de clase media alta  (estudiantes de la Universidad de Stanford), podían en pocos días cometer actos de violencia y abuso de poder contra sus semejantes, al ser sometidos a un ambiente y a unas reglas en las que ellos perdían su identidad personal; los actores tenían un disfraz (uniformes que incluían gafas oscuras) y se les entregaba un papel que deberían seguir (carceleros o  prisioneros) con el cual  se debían comprometer y, por último, se les daban un conjunto de reglas que les asignaba poder a unos sobre otros; los prisioneros también perdían identidad (solo tenían uno de sus nombres y un número con el que se identificaban) y aun cuando todos sabían que era un simulacro, el terrible descubrimiento fue que los que jugaban el rol con poder perdieron el control y empezaron a abusar y a ejercer la violencia contra quienes tenían menos poder.

Este terrible hallazgo ha sido corroborado por otras investigaciones (Bar-Tal, Tajfel, Sabucedo, Barreto, Alzate, Borja y López, entre otros) y nos permite concluir que si construimos contextos donde se legitime el abuso de poder, se deshumanice a los semejantes (autoritarismo o democracia cooptada); se impongan reglas arbitrarias para regular las relaciones (justicia deslegitimada y abusadora); se destruya la identidad individual crítica y se construya una identidad acrítica o fanática entorno a un grupo  que no respete la vida o las creencias de los otros, se  termina por construir asesinos que naturalizan y justifican su violencia. Zimbardo confirmó -en solo 6 días- que las situaciones y los contextos son determinantes en la producción, el mantenimiento y la legitimación de la violencia.

Desafortunadamente, se nos ha convencido que la bondad o la maldad son características intrínsecas de los individuos y no lo son.  El comportamiento es el resultado de esa compleja dinámica entre biología y ambiente. En el caso de los humanos, el contexto que construimos en nuestra cotidianidad es determinante en todo lo que hacemos.  No se trata de unos individuos buenos o malos por naturaleza sino de reconocer el poder de las redes y los sistemas sociales, la forma como las situaciones que propiciamos y mantenemos por acción u omisión terminan por configurar el comportamiento violento.

Debemos identificar, denunciar y oponernos a situaciones o contextos donde se legitimen acciones que dañen la vida, en los que se naturalice, se haga cotidiana la muerte;  debemos pedir, exigir  que las víctimas “todas” tengan historia, rostro y nombre.  No más noticias donde los muertos son solo números o rótulos;  debemos mencionar sus nombres y, si las personas cercanas lo permiten, que su dolor se conozca, debemos humanizar la guerra y a sus actores, incluso a los que consideramos responsables.

No más actores intelectuales y materiales anónimos, sabemos que aun nuestro país tiene muchos victimarios en la oscuridad que abusan del poder bajo cualquier mascara ideológica o  política (tal como afirma Collier, “con un trasfondo económico”). A todos los actores debemos pedirles  que se detengan, (así parezca una ingenuidad, un pedido en el vacío), que no incentiven la violencia ni con acciones, ni con discursos.  A los seres queridos de estos actores (madres, padres, hermanos, hijos e hijas, a todas las personas que los aman y que ellos aman) les debemos pedir que, por el dolor que se sigue causando, pidan que se detenga la muerte.  

Cada uno de nosotros que vivimos en este país cubierto por más de 50 años de muertos, no permitamos que los discursos que buscan deshumanizar las víctimas y los actores de la guerra logren su propósito. No es cierto que los colombianos o ningún grupo sea violento por naturaleza.  Exijamos e imploremos humanizar a los actores de la guerra.  Este es otro principio para la reconciliación y la construcción de una cultura de paz.   

*Grupo Lazos sociales y Culturas de Paz. Profesor asociado Pontificia Universidad Javeriana. Editor Universitas Psychologica. Correo electrónico: lopezw@javeriana.edu.co. Twitter: @WilsonLpez9

Colombia quiere que el presidente Mujica participe del proceso de paz

“El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, quiere que su par uruguayo, José Mujica, “esté más cerca” del proceso de paz en Colombia, para lo cual lo invitó a visitar su país, dijo el en Montevideo la canciller colombiana María Ángela Holguín”.

“Queremos que vaya a Colombia, que esté más cerca de este proceso que Colombia está llevando a cabo”, dijo Holguín, de visita en Montevideo en el marco de una gira regional que inició en Perú y continuará en Argentina y Chile.

“Tenemos un profundo agradecimiento con el presidente Mujica por todas sus manifestaciones de apoyo al proceso de paz en Colombia. Para nosotros es de vital importancia este proceso y las manifestaciones que ha hecho, incluso en su conversación con el papa Francisco, se las agradecemos profundamente”, indicó Holguín en conferencia de prensa, tras reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Almagro, y previo a un encuentro con Mujica.

En una reciente visita a España y El Vaticano, Mujica llamó a la comunidad internacional a colaborar en todo lo que se pueda en la culminación del proceso de paz en Colombia.

La canciller colombiana explicó que Santos desea que Mujica “conozca de primera mano (…) cómo va este proceso”, pero también escuchar al mandatario uruguayo.

“Creo que el presidente Mujica tiene mucho por decir en este campo, tenemos mucho que aprender en todo el tema de reconciliación, que Colombia es en lo que entra: en un proceso de reconciliación que es vital para la nación”, aseguró.

 El gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC desarrollan desde noviembre pasado conversaciones para poner fin a un conflicto armado de casi medio siglo y hasta ahora han logrado consenso en el primero de cinco puntos de la agenda: el desarrollo agrario.

Actualmente discuten el segundo punto, sobre la participación política de los guerrilleros. Las FARC son la guerrilla más antigua de América Latina, lleva 48 años de lucha armada y actualmente cuenta con unos 8.000 combatientes. “

Farc insisten en constituyente y piden devolverle personería jurídica a la UP

Tomado de El Espectador.

20 Jun 2013 – 12:06 am

¿Propuestas mínimas?

Una vez más, las Farc se salen de la agenda de la negociación y piden un rediseño del orden jurídico-económico del país y acabar con el “carácter presidencialista” del Estado.

Los miembros del equipo negociador de las Farc ‘Rodrigo Granda’, ‘Iván Márquez’ y ‘Andrés París’, a su llegada al Centro de Convenciones de La Habana. / AFP

En un comunicado leído ayer por Rodrigo Granda, minutos antes de iniciar una nueva sesión de conversaciones con el Gobierno en el Centro de Convenciones de La Habana, las Farc comenzaron a destapar las que consideran sus “diez propuestas mínimas” para la búsqueda de un acuerdo sobre el tema de la participación política. Hablan, por ejemplo, de un rediseño del orden jurídico-económico del país, de la redefinición de los poderes públicos acabando con el “carácter presidencialista” del Estado, de reforma política, de democratización de los medios de comunicación, de reconversión de las Fuerzas Militares, de reforma a la Rama Judicial para dar fin a su “escandalosa politización” y de elección popular de procurador, contralor, fiscal general y defensor del pueblo.

Declaración del Jefe de la Delegación del Gobierno en la Mesa de Conversaciones, Humberto de La Calle

La Habana, Cuba, 11 jun (SIG). Estamos hoy en La Habana para iniciar la discusión de la participación política y la participación ciudadana que es el segundo punto de la Agenda contenida en el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

En todos los procesos de paz -tanto los que se dieron aquí en Colombia como los que se han realizado en otras naciones- hay un elemento común: la transformación en movimiento político legal de los antiguos alzados en armas.

De eso se trata: Que imperen las ideas, no las armas.

Cómo abrir un camino para que las FARC se transformen en un movimiento político y se inserten en la democracia con el pleno ejercicio de sus derechos, pero también de sus deberes.

La que empieza hoy, será una discusión en torno a la organización considerada como un todo, no a las personas o casos individuales.

Soy más explícito, una discusión sobre la creación de un movimiento político y no sobre las personas que saldrán a la política, que es un tema que deberá ser tratado con posterioridad.

Sabemos que en 1991 se ampliaron en profundidad las garantías para el ejercicio de la democracia dentro del Estado social de derecho. Ese es nuestro punto de partida, en el 91 hubo una gran apertura política, vamos a trabajar sobre lo construido.

El problema no está en la Constitución, sino en aprovechar los espacios de participación que se abrieron en ese momento.

¿Qué es lo que vamos a discutir?:

De conformidad con el Acuerdo General ya suscrito, vamos a dialogar en primer lugar sobre las garantías efectivas para la oposición, en especial para los nuevos movimientos que surjan de este proceso. No podemos permitir de ninguna manera que se repita lo sucedido con la Unión Patriótica.

En segundo lugar, la participación ciudadana. La fase de construcción de la paz va a necesitar el aporte de todos para alcanzar las metas y los propósitos que nos fijamos en este acuerdo. Queremos vigorizar la participación de las comunidades locales en sus asuntos más próximos.

Tercero, la promoción de una mayor participación en la democracia con garantías e igualdad de condiciones. Los ciudadanos deben convertirse en sujetos activos de la política.

Y siempre hay que volver sobre el principio esencial de que nada está acordado hasta que todo lo esté.

Esto quiere decir que estos acuerdos, los de participación política, los del tema agrario, y los que vienen sobre otros asuntos cruciales como víctimas, dejación de armas, garantías de seguridad o justicia, solo se aplicarán cuando haya un acuerdo integral para ponerle fin al conflicto.

Si no va todo en conjunto, incluidas por supuesto las garantías del Estado para el nuevo movimiento que surja de este proceso, no va nada.

Lo que hoy empezamos a conversar es crucial en este proceso porque habla de algo esencial: la paz no permite combinar política y armas.

El propósito final del punto que iniciamos hoy, así como de estas conversaciones en La Habana, es la terminación del conflicto. No más violencia. No más sangre.

Es oportuno reiterar una vez más que cuando finalicemos la discusión de los seis puntos de la Agenda y tengamos un acuerdo general, este será sometido a la refrendación de los colombianos.

Igualmente, las conversaciones sobre este punto deben ser articuladas con los partidos actualmente reconocidos.

En ese momento todos conocerán íntegramente el acuerdo que debe marcar el fin del conflicto y podrán pronunciarse sobre él, después de una amplia discusión ciudadana.

Percibimos un creciente apoyo de los colombianos a este proceso. Para incrementarlo, tenemos que producir resultados. Es la sociedad la que lo exige. No se trata de un capricho del gobierno ni de un deseo de presionar o de fastidiar a nuestra contraparte.

Y también tenemos que concentrarnos en la Agenda si queremos que este proceso tenga éxito. No debemos distraernos en propuestas que poco contribuyen a la claridad como ocurre con la supuesta prolongación del período los elegidos, eso no va, una constituyente no va.

Además del creciente apoyo nacional, hemos registrado complacidos el significativo respaldo que ha recibido este proceso de conversaciones por parte de varios países y organismos internacionales, particularmente a propósito del acuerdo logrado en el tema agrario.

La comunidad internacional tiene confianza en la democracia colombiana y espera resultados positivos de estos diálogos.

Y de nuevo queremos resaltar el importante papel que cumplen los países garantes, Cuba y Noruega, así como los acompañantes Venezuela y Chile, en propiciar un clima de confianza entre las partes.

Gracias a ellos por su invaluable contribución a Colombia.

Somos conscientes de que el acuerdo que quieren los colombianos es uno que haga el país más próspero y seguro.

Es lo que estamos buscando con estas conversaciones que deben llevarnos al fin del conflicto y al fortalecimiento de nuestra democracia, la cual ha probado ser una de las más estables de América Latina.

Muchas gracias.

Doctor Chocolate

Tomado de la Agencia Colombiana para la Reintegración

Fundación santandereana que trabaja con enfermos de cáncer apoya la Reintegración.

Personas en Proceso de Reintegración son ‘doctores chocolate’

Personas en Proceso de Reintegración son ‘doctores chocolate’.

Bucaramanga, miércoles 05 de junio de 2013.

La Fundación Doctor Chocolate, de Santander, abrió sus puertas para que dos personas desmovilizadas, que adelantan su proceso con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), realicen sus acciones de Servicio Social acompañando a personas enfermas de cáncer en Hospitales de Bucaramanga.

Tiberio* y Leonardo* son dos personas desmovilizadas que adelantan su Proceso de Reintegración con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR). Conscientes de que en el pasado se equivocaron al hacer parte de los grupos organizados al margen de la ley, por diferentes motivos, hoy quieren ser útiles a la sociedad. Cada semana se visten con bata blanca y visitan el pabellón de niños enfermos de cáncer del Hospital Universitario de Santander, apoyando la terapia de la risa de la Fundación Doctor Chocolate.

“Hacer parte del Proceso de Reintegración ha hecho que cambie como persona, mi pasado es erróneo, pero hoy es un motivo para levantarme con la frente en alto y demostrar que sí puedo servirle a la gente y ser útil a la sociedad”, asegura Tiberio, quien fue reclutado forzosamente por  las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), cuando tenía 10 años.

Leonardo ingresó a los 14 años a las Auc y hoy, cuando mira hacia atrás, reconoce que en su pasado, en medio del conflicto armado, vivía experiencias muy diferentes a las que vive hoy, sintiéndose orgulloso por ayudar a los niños enfermos de cáncer, como voluntario de la Fundación Doctor Chocolate.