Conversatorio No. 3 de 2017

Invitada: Carolina Rodríguez

Tema: Desplazamiento forzado en Irak y Colombia.

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Durante una pasantía para su master en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown en 2013, Carolina trabajó en el sur de Bolívar junto con el Servicio Jesuita de Refugiados, atendiendo a personas desplazadas. Estando allí estableció contacto con una ONG estadounidense, para la cual trabajó posteriormente, ayudando a desplazados por el conflicto de Irak entre 2014 y 2016. En este conversatorio nos contó acerca de estas dos experiencias.

Retos en el Sur de Bolívar, Colombia

Su trabajo le enseñó principalmente a ayudar a las personas en la generación de confianza entre diferentes actores y distintas generaciones. En la región notó la ausencia del Estado y la carencia de atención en las necesidades básicas, como los servicios sanitarios y la electricidad. También recuerda la dificultad y demora para trasladarse entre las veredas y los sitios de trabajo, dada la ausencia de vías de tránsito adecuadas. Observó que muchos de los problemas sociales de la zona surgen como consecuencia de la minería ilegal. Fue testigo, por ejemplo, del incremento de violencia sexual contra las mujeres tras la llegada de muchos hombres que fueron a explotar oro, violencia que se mantuvo debido a la falta de un sistema efectivo de denuncia.

Retos en Irak

A su llegada a Sulaymaniyah, en Irak, la ciudad estaba en crisis por el desplazamiento masivo de Yazidis debido a invasiones del Estado Islámico en otras regiones. Carolina se planteó la posibilidad de abandonar el lugar por falta de condiciones de seguridad, pero decidió quedarse e inició su trabajo en los campamentos que la ONU construyó para los desplazados.

Algunos retos que las ONG debieron sortear en la entrega de ayudas se relacionaban con la intolerancia frente a la diversidad cultural. En los campamentos de refugiados se presentaron réplicas de la crisis nacional, con conflictos entre grupos de distintas identidades culturales, donde fue difícil mantener la seguridad de las mujeres que seguían siendo acosadas. Al respecto, recuerda un proyecto exitoso que buscó generar cohesión social e integrar distintas poblaciones resaltando aspectos en común; así, las organizaciones consiguieron que los grupos se integraran pacíficamente, dando y recibiendo clases del idioma local, o en reparaciones a la mezquita para uso de todos, y donde las mujeres también generaron lazos de amistad.

Frente al trabajo de las ONG señaló algunas situaciones en que los mismos sistemas de ayuda de las organizaciones entorpecieron o limitaron su efectividad:

  • La falta de continuidad de algunos proyectos exitosos.
  • El informe de actividades de las ONG destacaba resultados cuantitativos y omitía información cualitativa (como logros en la cohesión social), lo que no reflejaba su verdadero alcance.
  • Adicionalmente, en ocasiones en lugar de dar un tratamiento equitativo a las personas desplazadas y a la población local, se daban prácticas en las que se establecían diferencias entre estos grupos, además de un trato privilegiado a los miembros de las organizaciones de ayuda y a personas del gobierno, lo que afectaba el éxito de las intervenciones.

Pese a estas dificultades, Carolina destaca proyectos de las ONG que se enfocaron en la recuperación de la dignidad de las víctimas, haciendo posible y promoviendo que ejercieran su capacidad de decidir en qué invertir el dinero de la ayuda, que se sintieran útiles, o que pudieran incluso quejarse de las mismas ayudas que recibían cuando lo estimaban necesario. Subraya también la importancia que se le dio al enfoque de “acción sin daño” que busca reducir el impacto negativo que una ayuda puede generar en la comunidad; y propuestas que le parecen altamente positivas, como la capacitación a las víctimas para resolver sus conflictos de manera creativa.

Similitudes, diferencias y retos para la construcción de paz en Colombia e Irak

En los dos casos los conflictos están relacionados con la explotación de recursos naturales como el oro y el petróleo, productos de comercio legal a diferencia del narcotráfico, y su explotación no se puede restringir para disminuir los conflictos que genera.

Aunque en ambos países los conflictos producen dificultades similares, como la falta de recursos y servicios, lugares de hospedaje, oportunidades de educación, hospitales, etc., el hecho de que en Irak se desplacen grandes masas humanas al mismo tiempo, hace que las regiones que los reciben estén sobresaturadas y la situación se torne más crítica.

Quizá la mayor diferencia entre los países se relaciona con la diversidad cultural. En Irak las diferencias religiosas y culturales están entre los principales motivos de conflicto que causan enfrentamientos y violencia. En Colombia, dice Carolina, no nos enfrentamos ni nos matamos por estos motivos. Adicionalmente, la variedad de idiomas en Irak dificulta la comunicación y la provisión de servicios como la educación, hospitales y oportunidades de trabajo para desplazados en zonas donde se habla otro idioma. En Colombia, aunque las poblaciones indígenas tienen sus propias lenguas, predomina el español. Por otra parte, en Irak la población tiene menos acceso a las drogas ilícitas, pero mayor acceso a las armas que en Colombia.

La situación de las mujeres en los dos conflictos también es diferente: aunque en ambos casos son víctimas de violencia sexual, en Colombia tienen más libertad para hablar de su propio cuerpo, y no tienen que dar tantas luchas como en Irak, donde viven bajo una intensa opresión masculina, tienen grandes restricciones en el uso de espacios públicos y en la expresión de su individualidad. Acerca de las diferencias culturales, al ejecutar un proyecto en que las mujeres podían aprender destrezas prácticas en espacios seguros y al mismo tiempo conocer sus derechos, Carolina se cuestionó si al promover el empoderamiento de las mujeres se incurría en expresiones de colonialismo occidental.

En cuanto a la comida, en Irak la producción se limita a la cercanía de los ríos donde hay tierras fértiles, y muchos productos son importados de Turquía, lo que aumenta el costo de los alimentos básicos. En Colombia existe mayor seguridad alimentaria gracias a la fertilidad de la tierra. Una curiosa similitud es que, igual que en Colombia, en Irak los partidos de fútbol son un factor unificador.