Desayuno de Paz No. 8 de 2016

Invitada: Nathalia Salamanca Sarmiento, Investigadora

Tema: desvinculación y reintegración de menores

Bogotá, 19 de marzo de 2016

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Nathalia Salamanca nos habló sobre su trabajo de investigación sobre la desvinculación de personas reclutadas por grupos ilegales cuando eran niños y que, una vez fuera, buscan la forma de reintegrarse a la sociedad por medio de la empleabilidad. Nathalia afirmó que no se ve a sí misma como una experta sino como una conversadora, e invitó a los asistentes a hacer parte de la conversación alrededor de este tema.

El camino para entender las diversas experiencias del reclutamiento

Llegar a estudiar el conflicto y el reclutamiento de menores le tomó pasar por otros campos. La experiencia adquirida como periodista de viajes en diferentes regiones del país la llevó a dar el salto al campo de los derechos humanos, desde donde vio la oportunidad de hablar sobre lo que estaba pasando con las víctimas de la Ley de justicia y paz y las violaciones de los derechos humanos que debían ser denunciadas. Es en COALICO (Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia) donde Nathalia trabaja de cerca con adultos jóvenes reclutados cuando niños, acercándose a sus historias de vida y viendo cómo hay algo en esas vidas que va más allá de la estigmatización y de las etiquetas de víctima y victimario.

De esta labor resulta su trabajo de maestría, en el que abordó lo que no se ve y no se está diciendo sobre las experiencias del reclutamiento. Así, se enfoca en las autobiografías de niños que fueron a la guerra en distintos lugares del mundo: Sri Lanka, Nigeria, Sierra Leona. De estas historias, Nathalia destaca la idea de una infancia idealizada, que en el caso de Colombia pasa por alto las oportunidades y posibilidades que los grupos ilegales ofrecen a los menores. El discurso no admite que los menores se hayan unido voluntariamente a los grupos ilegales. Es un tema tabú. Asimismo, resalta el mito de la infancia, cómo se tiende a creer que la participación en dichos grupos les “roba la infancia” a los niños, cuando en muchas regiones del país esa es la manera de vivir la infancia.

Actualmente, Nathalia avanza en su trabajo de doctorado. en el que profundiza su interés en las historias de vida de las personas desvinculadas del conflicto. La metodología de trabajo abre un espacio en el que las personas pueden contar lo que quieran y que no necesariamente se relaciona con sus vivencias en la guerra. Sin embargo, es un espacio que todavía no se da plenamente porque el énfasis sigue estando en el investigador, en el adulto, y se desconoce la vida antes de la guerra. El interés se concentra en aquellos años, sin mirar qué hubo antes: la familia, la cotidianidad.

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Aprendiendo las diferencias: Desvinculados y/o Desmovilizados

La diferencia entre desvinculado y desmovilizado radica en la edad de las personas al momento de dejar los grupos armados: el primero hace referencia a menores de 18 años y el segundo a mayores de edad. Al ser menores, los desvinculados son tratados como víctimas y no son juzgados. El ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) tiene un programa de acogida a los menores de 18 años, y al cumplir la mayoría de edad los jóvenes siguen con el programa de la ACR (Agencia Colombiana para la Reconciliación). No obstante, en esta segunda etapa no hay seguimiento, por lo que la continuidad del proceso se rompe.

Nathalia les pide a los asistentes que piensen en qué espacios los desvinculados pueden tener empleabilidad y que anoten sus respuestas. Nathalia vincula este ejercicio con la experiencia de una mujer desmovilizada que en una publicación de la Agencia Española de Cooperación expone la realidad de buscar trabajo: su experiencia no se sustenta en diplomas. Nadie certifica las habilidades adquiridas. De ahí surge la reflexión sobre el tipo de saberes con que regresan las personas otrora vinculadas a la guerra y ahora en busca de un trabajo digno. Estos saberes van en contravía de lo que se espera de ellos cuando buscan trabajo; si bien las habilidades aprendidas son valiosas, hay estigmas y señalamientos por parte de la sociedad.

Nathalia resalta que no todas las personas que buscan reintegrarse a la sociedad civil tienen la intención de vincularse en oficios pequeños, porque no todas están buscando ni saben lo mismo y porque no necesariamente lo que les propone la ACR para iniciar, como proyectos productivos, es algo que ellos quieran hacer (un salón de belleza, por ejemplo). Existe, entonces, la necesidad de escuchar sus historias, ya que la homogeneización de las experiencias está llevando a un trato homogeneizador que limita las oportunidades.

Un asistente destaca la importancia de la creatividad para generar espacios en los que los desvinculados puedan poner en práctica dichos saberes. Adicionalmente, sugiere que el reconocimiento social de estas personas es lo que les abre muchas posibilidades más allá de las armas. Otra asistente menciona la necesidad de preguntarles qué quieren hacer y de censar las habilidades y saberes adquiridos en la práctica. Por otra parte, hay desvinculados que por ser víctimas no prestan el servicio militar, pero desean ir al ejército. Es necesario reconocer lo que pasa en ese tiempo de la guerra: los saberes que adquieren, las relaciones que construyen, el tejido social que se crea entre los miembros de los grupos.

Reflexiones finales

Nathalia cierra el espacio afirmando que es necesario reconocer que una sola experiencia no es determinante de la vida de una persona, como en el caso de las víctimas o los desmovilizados. El reto consiste, entonces, en abrir otro tipo de espacios para hablar y humanizar a las personas independientemente de sus historias de vida.