Es necesario preparar el terreno para un diálogo nacional

Después de 28 días del paro vemos que aún no existen condiciones para un diálogo nacional. El uso de la violencia por parte de la fuerza pública en contra de los manifestantes continúa en varias ciudades de Colombia. En muchos puntos de concentración los manifestantes han sido atacados por actores armados, y las denuncias  de violencia sexual por parte de la policía son alarmantes. 

Los múltiples sectores que ejercen el derecho a la protesta, entre ellos las organizaciones que originalmente convocaron el paro  y muchos que se han unido, sobre todo jóvenes, siguen en las calles porque no encuentran en el gobierno nacional un actor dispuesto a escuchar. Al contrario, expresan más desconfianza en el gobierno porque sienten que el presidente Duque quiere instrumentalizar el diálogo sólo para desmontar el paro. Es preocupante que el presidente no haya reconocido el uso excesivo de la fuerza contra el derecho legítimo a la protesta, pese al pedido reiterado de la sociedad en este sentido. 

Desde Rodeemos el Diálogo, recogiendo voces y propuestas que hemos escuchado desde diversos sectores, consideramos: 

Primero, es necesario detener inmediatamente la represión militar frente a la protesta social y  permitir que una comisión internacional investigue los hechos violentos ocurridos durante el paro nacional, por ejemplo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que ha solicitado al presidente autorizar su visita al país con ese fin. Una veeduría de dicha comisión ayudaría a reconstruir la confianza entre los manifestantes y el Estado.

Segundo, respaldamos la propuesta de varias universidades que se han ofrecido para adelantar diálogos sobre problemas estructurales históricos. Invitamos a ampliar esta iniciativa e involucrar a las instituciones de educación básica. Según la encuesta de Cifras y Conceptos y la Universidad del Rosario, los jóvenes creen más en sus maestros que en otros sectores; esta es una oportunidad única para expandir los espacios de diálogo y así incluir un espectro más amplio de jóvenes.

Tercero, es necesario preparar el terreno para un diálogo nacional con el próximo gobierno. El diálogo exige una preparación de todos los participantes, porque conlleva muchos retos. Es importante formar facilitadores y fortalecer las capacidades de diálogo para evitar convertir el diálogo en una transacción. El diálogo es un proceso que prepara el terreno de la deliberación, luego hace posible una negociación conducente a acuerdos, y finalmente permite una participación incluyente de toda la sociedad en la materialización de dichos acuerdos. 

Cuarto, el diálogo debe enmarcarse en una visión comprehensiva que incluya la dimensión histórica de la crisis coyuntural y una proyección hacia un futuro de corto, mediano y largo plazo. Se requiere paciencia y humildad entre los que quieren apoyar este proceso desde lo local, lo nacional y lo internacional. 

Por tanto, invitamos a la sociedad colombiana a reconocer que la situación actual es una gran oportunidad para poner la cultura de diálogo en el centro de la construcción de paz.