La reconciliación es un asunto de todos: Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón
Por: Valentina Guerrero
Al emprender la tarea de analizar el momento que atraviesa Colombia, las tensiones se hacen evidentes: mientras trabajamos por poner punto final a una guerra de más de cincuenta años, la cotidianidad y la vida pública demuestran que estamos aún muy lejos de aprender a convivir bajo los principios del respeto y el diálogo. Al tiempo que damos los pasos que durante tantos años anhelamos y detenemos el derramamiento de sangre, las reacciones se pierden en la indiferencia.
Lo cierto es que nos encontramos escribiendo otra página en nuestra historia y hemos logrado importantes avances en el camino a la paz. Pasar de recibir 424 militares en el Hospital Militar en 2011 a poder contar con los dedos de una mano los heridos en lo corrido del 2017, es uno de los tantos ejemplos del trayecto recorrido. El país está experimentando una fuerte transformación; sin embargo seguimos sumidos en el resentimiento, el odio, la desconfianza y la desinformación.
Los jóvenes somos quienes debemos llevar la bandera de la reconciliación, pues somos nosotros quienes con rebeldía y esperanza nos atrevemos a soñar una sociedad diferente.
Después de un hecho trascendental como lo fue la entrega de armas de las FARC, las celebraciones brillaron por su escasez. ¿Qué pasó con todos los colombianos y colombianas que se movilizaron después del plebiscito para no dejar escapar el sueño de una nación en paz? ¿Dónde quedó la alegría y el espíritu de celebración que tanto nos caracteriza? ¿Qué pasó con el deseo común de acabar con más de medio siglo de guerra? Nos hemos sumido en un ambiente en el que reinan la indiferencia y el pesimismo. Aún las heridas del conflicto penetran profundamente en el tejido social del país, y el otro, en lugar de ser visto como un compañero o un ser humano digno de respeto, es visto como un enemigo.
Los cambios que se están procesando a través de leyes, deben penetrar en la mentalidad de los ciudadanos. Es tiempo de saldar la cuenta que tenemos pendiente con la alegría, la esperanza y el futuro. Es hora de soltar las mariposas amarillas y comprometernos con los cambios que se están dando. Es momento de entender el asunto de la paz, el perdón y la reconciliación como un tema que nos incumbe a todos y que permea lo nacional y lo individual. Ya fue suficiente dolor e indiferencia, debemos empezar a reparar lo que la guerra destruyó.
(Fuente: El Espectador, http://www.elespectador.com/noticias/paz/convocan-gran-movilizacion-paz-de-colombia-articulo-515580)
Frente a la delicada situación que hoy atravesamos, recordamos una frase de Buda que comprueba una vez más su pertinencia: “El odio no se termina con odio, se termina con amor, es la regla eterna”. En medio de palabras y acciones rebosantes de desprecio, la reflexión y la reconciliación son el camino que debemos seguir si aspiramos algún día vivir en verdadera paz.
No podemos esperar a que el cambio quede en manos de aquellos que han dejado el proceso en la cuerda floja. Los jóvenes somos quienes debemos llevar la bandera de la reconciliación, pues somos nosotros quienes con rebeldía y esperanza nos atrevemos a soñar una sociedad diferente. Colombia debe empezar a sanar y es por esto que la Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón, una iniciativa propuesta por jóvenes de Rodeemos el Diálogo (ReD 020) entre otros, es un espacio propicio para movilizarnos a favor de la reconstrucción de lazos. Esta jornada, a la que cada vez se suman más voces de apoyo como la del educador Julián de Zubiría y “Todos por la Educación”, tiene la intención de unir a toda la ciudadanía el próximo 30 de agosto, a las 12 del día, para emprender demostraciones masivas de afecto y gestos de perdón.
El llamado a la reconciliación es un mensaje que se extiende a toda la sociedad civil, puesto que si seguimos aceptando vivir una Colombia sumida en el resentimiento, estamos condenados a fracasar como nación. Restaurar la confianza es un antídoto contra los efectos imperceptibles de la guerra, contra ese endurecimiento de humanidad que las balas nos imprimieron en el alma. La Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón es uno de los tantos esfuerzos que surgen desde los jóvenes para desacostumbrarnos a la violencia –que no se relaciona únicamente con la guerra- sino con nuestra cotidianidad.
Permitirnos ser libres soñando e imaginar que podemos unirnos el próximo 30 de agosto, es una razón para creer que la tolerancia y el dialogo pueden convertirse en los nuevos principios para la convivencia. Visualizar una multitud de ceremonias simbólicas y expresiones artísticas en pro de la reconciliación a lo largo y ancho del país, es visualizar que la paz está ganándole al odio.
Démosle la oportunidad a la euforia, a la reflexión y a la amistad de combatir el desasosiego, el terror y la incertidumbre que se incrustó en nosotros. Emprendamos acciones concretas y demostremos que está naciendo otra Colombia.