Literatura infantil y juvenil y su aporte a la reconciliación
Invitadas: Claudia Rueda y Beatriz Eugenia Vallejo, escritoras juveniles
Conversatorio de Paz No. 8, agosto 8 de 2017
¿Por qué escribir libros para niños?
Claudia Rueda nos habla de su obra, el libro-álbum para niños, en el cual la imagen y el texto se complementan, ya que ni la una ni el otro pueden llegar a expresar todo. Considera que la literatura para niños no es “algo para que los niños se diviertan mientras se vuelven grandes”, sino un vehículo que apunta a la capacidad de imaginar, que es lo que nos permite dominar el universo al trasladarnos a otros mundos, otros lugares. Claudia señala que con sus libros no busca responder a un propósito o a una necesidad precisa, sino contribuir a que seamos más humanos.
¿Por qué emplear animales para representar los personajes?
Claudia lo hace porque encuentra que la imagen del animal nos permite tomar distancia y vernos desde otro ángulo. Beatriz Eugenia, por su parte, cuenta que, aunque su actividad central es la academia –es docente en temas de justicia transicional–, la literatura y el dibujo siempre han estado presentes en su vida. Empezó a escribir historias para sus hijas pequeñas y elige siempre como protagonistas a animales porque siente que a través de ellos se acerca al corazón de los niños.
El mundo cabe en la literatura infantil
Beatriz Eugenia comenzó a desarrollar e ilustrar historias para ir describiendo -primero para sus hijas- momentos especiales de la vida; de esa época son: Vamos al colegio grande, Adelaida se prepara, El mejor disfraz, y otros como La selva estaba en peligro, o Muchas ovejas en busca de un cuento. También ha ilustrado libros de otros autores, como Yo tengo derechos y también deberes, de Fernando Soto Aparicio, o Enrique tiene cinco años de Clarita Spitz, sobre un niño con síndrome de Down.
Al mismo tiempo, trabajando en el concepto de justicia transicional y mientras reflexionaba sobre “memoria y niñez”, Beatriz Eugenia se preguntaba quién les explicaría a los niños lo que estaba pasando; comenta cómo mientras para muchos niños los monstruos existen en la imaginación, para tantos otros en nuestro país los monstruos eran reales y podían ser paramilitares o guerrilleros que entraban a sus casas.
Su trabajo académico empezó a permear su obra de escritora. Con ayuda del Centro de Memoria Histórica escribió Un largo camino, sobre el desplazamiento forzado, para el cual un equipo profesional de la Unidad de Víctimas elaboró una guía que orienta diversas reflexiones, preguntas y actividades para proponer a los niños a medida que se hace la lectura del cuento. Actualmente Beatriz Eugenia viene trabajando con la Fundación Baltasar Garzón en el proyecto Democracia, con los títulos: Derecho al refugio, Libertad de expresión, y Cuentos del posconflicto. Menciona que hay varios autores en el mundo que han escrito cuentos para niños sobe la migración.
¿Cómo trabajar con las poblaciones víctimas para que la narrativa no lleve a la venganza?
Claudia cuenta que inicialmente estudió derecho, movida por el deseo de “arreglar el mundo.” Luego empezó con caricatura política en El Tiempo, pero pronto vio que su impacto es muy efímero. Realizó una cartilla sobre los derechos fundamentales, basada en la Constitución Política de Colombia, y más adelante se encontró con la ficción y descubrió en la literatura infantil la posibilidad de hablar de lo que vivimos y de lo que hablamos. En el caso de las víctimas, encuentra de gran valor crear espacios para hablar, para limpiar, para sacar el dolor, para imaginar.
Empezó creando fábulas — piensa que son maravillosas y se han dejado de lado por cierta tendencia en la literatura a desestimar todo lo que trasmita una moraleja. Superada la época de los cuentos con personajes buenos y malos, hoy los libros invitan a que el niño intervenga en ellos. Claudia describe algunos de sus libros que pueden contribuir a pensar la reconciliación hoy: ¿Qué es esto? Muestra que todos somos parte de la misma humanidad, aunque sintamos diferente; Todo es relativo resalta cómo, según la mirada y la condición de cada uno, interpretamos la realidad de cierta manera; A veces, habla acerca de los estados de ánimo y lo que podemos descubrir mirándonos al espejo.
Con estos libros, Claudia resalta la importancia de tomar distancia y de tener una perspectiva del mundo. “A veces tenemos la realidad tan cerca (el conflicto, la violencia, las noticias) que no la vemos”, dice. Invita a observar la realidad con la perspectiva que nos dan la distancia y el conocimiento de la historia.
A la pregunta sobre cómo crear empatía, o antipatía, hacia los personajes, mientras que Beatriz Eugenia dice que no hay en su obra una intencionalidad en este sentido, Claudia menciona que en literatura hay personajes planos y personajes redondos. Los planos son los que no tienen matices: son perfectos, buenos y virtuosos, o son malos absolutos; los redondos, en cambio, tienen defectos y encantos y eso los hace atractivos porque los sentimos más humanos; como los dioses de la mitología griega.
Reflexiones finales: crear espacios para la fantasía
Es de suma importancia de que en la escuela se den espacios para la reflexión y la imaginación, en donde los estudiantes puedan volver a lo básico: la humanidad, los sentimientos, el reconocimiento del otro y de nosotros mismos.
Es necesario la formación de transmisores o mediadores: hay que desarrollar la capacidad en padres y maestros para que estimulen en los niños la imaginación y la fantasía, para que ésta nunca deje de estar presente en sus vidas.
Finalmente, la invitación es a crear espacios para la fantasía. Vivimos en una sociedad que ha cerrado estos espacios. Por eso, es fundamental que también los adultos se acerquen, lean y disfruten la literatura infantil.