Tertulia Reconciliación Abriendo Nuestra Urna del Tiempo

 

Invitadas:  Johanna Amaya (Universidad Santo Tomás) y Lucía Bohórquez (UniMinuto y Fundación Ágape por Colombia)

27 abril de abril de 2017

 Urna (iii)

El día anterior al plebiscito sobre el Acuerdo de Paz entre el gobierno y las Farc, ReD llevó a cabo un ejercicio entre el público en general con una ‘Urna del Tiempo’: ese día, el sábado 1º octubre, se recogieron 85 papelitos – la mayoría de ellos en la Plaza de Lourdes – con base en las preguntas: ¿Qué está sintiendo en vísperas del plebiscito?; ¿qué piensa de los acuerdos de paz? La intención del ejercicio era ‘tomar la temperatura del pueblo’, y en ese orden de ideas no se le obligó a nadie a participar, ni mucho menos se intentó convencerle de qué postura asumir a la hora de votar. Los participantes depositaron su papelito en la urna sin que éste se leyera. La urna se abrió seis meses después en un espacio privado, seguido de una Tertulia de Reconciliación abierta, en los cuales contamos con la presencia de dos expertas en el tema, Johanna Amaya y Lucía Bohórquez.

Por supuesto, este sondeo no tuvo el alcance del plebiscito. Tampoco se pretendía realizar una  actividad basada en métodos científicos. Simplemente se recogieron las opiniones de un sector de la sociedad colombiana que pasaba por la Plaza de Lourdes, dispuesto a expresar sus opiniones. A diferencia del plebiscito, este ejercicio permitió profundizar en el razonamiento y las motivaciones de quienes contribuyeron. Con ese punto de partida y el resultado del plebiscito en mente, se puede afirmar que la actividad trajo unos resultados moderadamente favorables al proceso de paz, con algunos aportes elocuentes, tanto por quienes se mostraban a favor como por los que decían tener reservas.

Contenido de las respuestas

Urna (iv)

(Foto: Pilar Perdomo Munevar)

De las 85 respuestas, 46 se pueden clasificar como favorables al proceso de paz y/o a favor de los acuerdos –una mayoría absoluta de 54%. 30 personas (35%) manifiestan un sentido contrario; mientras que nueve (11%) son imposibles de encasillar. (En comparación, el resultado final del plebiscito en Bogotá fue 56% por el SÍ y un 44% por el NO).

Profundizando, vemos que de lado y lado se repiten ciertos conceptos e ideas. Por ejemplo, los que expresaron su aprobación lo hicieron basándose en sentimientos como la esperanza, la tranquilidad, la humanidad, el amor, la expectativa de cambios, la sensación de estar en el umbral de un momento transcendental y apelando al fin de la violencia después de sesenta años de guerra. En contraste, los opositores invocaron conceptos como el daño (que hicieron las FARC), el engaño (de las FARC y, en cierta forma, del gobierno al haberse sentado a negociar), la criminalidad, la corrupción, los beneficios, el miedo y la incertidumbre. Por añadidura, se pudo notar que el discurso uribista de ‘paz sin impunidad’ y del espectro de Venezuela ya había calado en la mente de varias personas.

En clave de reconciliación

Johanna nos propuso una definición “minimalista” de la reconciliación según la cual se busca “la construcción de relaciones entre antagonistas, y entre ciudadanos y el Estado”. Basándose en las teorías desarrolladas por John-Paul Lederach, Lucia expuso una concepción “maximalista” donde la reconciliación es un camino, un “diálogo entre improbables” y, finalmente, un encuentro.

En el lenguaje que usaron varias personas opuestas al acuerdo para referirse a los guerrilleros (“terroristas”, “asesinos”), prevalecía la definición minimalista. La construcción de lazos supone redimensionar la caricatura de quienes estuvieron alzados en armas. Pero voceros de ambos lados veían al otro como proveedor de mentiras, dificultando el reconocimiento mutuo.

Sin embargo, se vislumbra una comprensión más amplia. Una persona llamaba la atención al camino que se abría:

La paz en tan importante, que no solo con un acuerdo se llega, pero sí es un primer paso, es avanzar hacia un cambio y dejar una posición como colombianos, no querer más víctimas inocentes ni un pueblo muriendo por sus mismos hermanos. Es un sí al cambio.

Entre las respuestas también había aquellas que abordaron el tema de las relaciones individuo-estado (y sociedad civil). Tanto el mismo plebiscito como la evolución posterior eran momentos para el ejercicio de la ciudadanía:

Hoy está Colombia en la antesala de una decisión ciudadana vital. […] Confío, quiero confiar en que estaremos a la altura del momento: el gobierno, los políticos, los educadores, los empresarios, las organizaciones sociales, y cada uno de nosotros.

Los acuerdos de paz ayudan al país a poder llegar a mantener la paz, el plebiscito nos ayuda identificar como ciudadanos, que los acuerdos sean completamente transparentes y a poder decidir como ciudadanos.

Subyacían a estos puntos concepciones del perdón (proceso interno y personal) judeo-cristianas enfrentadas, tal y como lo destacaron tanto Johanna como Lucia. Por un lado, el pecador no podía beneficiarse sin que, por lo menos, se ganara su rehabilitación (la tesis uribista); por el otro, primaba la necesidad del perdón:

Yo voto por el no por que yo no quiero que en un mañana gobierne la FARC y solo con un perdón ya es suficiente no me parece.

Siento un gran miedo, siento que es un gran desafío para mi perdonar, quiero perdonar, sé que debo perdonar, pero acepto que va a ser difícil para mí. Me cuesta ver a los de las FARC con simpatía y empatía.

Voy a votar por el sí ya que quiero que tengan una oportunidad las personas que están en la guerrilla de conocer y vivir nuevas experiencias. Muchos están porque no tienen opción. Quiero que vean todas las maravillas de tener una familia, poder compartir un paseo y tener una vida plena. Sin importar las cosas que hayan hecho. Hay que perdonar y ellos también nos tienen que perdonar por nuestra indiferencia de tantos años.

En clave de implementación

Una respuesta, tal vez de alguien que se sentía alejado del conflicto, anticipaba los beneficios del acuerdo bien implementado:

Me siento muy feliz, tal vez yo no sienta el cese al fuego, pero mi campesinado sí, vamos a permitir que vuelvan a sus tierras y se sepa la verdad por los desaparecidos.

A luz de los comentarios, se analizó el alcance de la implementación en los meses entre la ratificación del nuevo Acuerdo y la fecha de la tertulia. Desde el público se identificaron continuidades y discontinuidades respecto a lo que se expresaba en octubre. Las continuidades provenían de los opositores: que las FARC seguían representando una amenaza por aún conservar sus armas, que el llamado ‘Castrochavismo’ seguía vigente y cernía sobre todo el proceso, y que era poco probable que algo cambiara. Por otro lado, se percibía que los partidarios del SÍ empezaban a desesperarse frente a las deficiencias de las zonas veredales, la representación formal de las Fuerzas Armadas en la Junta del Centro Nacional de Memoria Histórica, y el incremento en el número asesinatos de líderes sociales – situación que se había advertido en una de las respuestas de la urna:

Tengo mucha esperanza en la paz pero me temo lo siguiente: que empiecen a asesinar a los miembros del nuevo partido político de las FARC y que regresemos por esa vía a la violencia, pues esa ha sido nuestra triste historia hasta ahora…

Urna (ii)

(Foto: Pilar Perdomo Munevar)

Conclusión

Al comenzar la tertulia, antes de abrir la urna, se recogieron en otros papelitos los pensamientos de cada persona presente frente a los alcances de la implementación. Reflejando lo que se hablaría después, una impresión se repetía: la incertidumbre. Sin negar los contratiempos que ha atravesado la ejecución del acuerdo, cabe rescatar la sensación de optimismo cauteloso y expectativa de las personas que vieron en octubre al país en el umbral de un momento histórico, sensación que se comprobaba en el margen y el contenido de las respuestas a favor del proceso en la actividad de la urna y que nos puede servir de motivación, ya que los retos de la implementación se hacen sentir:

Hoy es el día anterior a la refrendación de los acuerdos y me siento muy emocionada y nerviosa. Creo que nos merecemos la paz y esta es la oportunidad para empezar a escribir un nuevo capítulo. La paz no llegará fácil ni rápido, pero la terminación de este conflicto es el primer paso para volver los ojos sobre las otras problemáticas que nos aquejan. No será fácil pero debemos comenzar YA. Ojalá que muchos colombianos piensen lo mismo. ¡SÍ!