Desayuno de Paz No. 6 de 2016
Invitado: Álvaro Villarraga, Centro Nacional de la Memoria Histórica
Tema: Desmovilización, reintegración y construcción de paz
27 de febrero
Iniciación en la militancia
Álvaro Villarraga nos cuenta que desde su época de estudiante del Colegio San Bartolomé en Bogotá, se comprometió activamente con el movimiento estudiantil colombiano y con las luchas de las organizaciones sociales de los años setenta y contribuyó a la construcción de procesos organizativos que buscaban transformar el modelo educativo colombiano. Recuerda que la represión hacia la protesta estudiantil era muy fuerte, lo que condujo a un radicalismo extremo. Fue así como después de una larga trayectoria de participar en proyectos de organización política y social, llegó a militar en el EPL. Tomando como referente su experiencia de vida dentro de la movilización social, nos narró su paso por el EPL y sus expectativas hacia el futuro, una vez se firme un acuerdo de terminación del conflicto con las FARC.
Además de ser conocido por su pasado de militancia dentro del EPL, Álvaro se destaca por su trayectoria en la investigación, la asesoría y la consultoría sobre temas de historia del conflicto armado y construcción de paz en Colombia. Su recorrido académico ha oscilado entre disciplinas como la física, la biología, las ingenierías, la filosofía, la historia y los estudios políticos. Fue parte del proceso constituyente de los años ochenta que dio origen a la Constitución de 1991 y hoy es Director de la Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de la Memoria Histórica. Paralelamente, trabaja en la academia produciendo publicaciones sobre la historia del EPL y del conflicto armado.
Gestación y proceso del EPL
El EPL surgió como producto de las grandes diferencias entre el Partido Comunista Colombiano y las FARC. La tensión entre posturas sobre el rumbo que debía tener la revolución en el país y la contemplación de la lucha armada como una acción válida para las disidencias políticas fueron determinantes en el surgimiento de esa guerrilla. Cuenta que las diferencias fundamentales al interior de la izquierda colombiana potenciaron de alguna forma el surgimiento de una organización política armada como el EPL a principios de los años sesenta. Por un lado, en la escena política estaba presente el Partido Comunista que, bajo una orientación ideológica cercana al marxismo-leninismo, apoyaba la búsqueda y materialización de una revolución a través del trabajo político e institucional. Por otra parte, otros sectores sociales de izquierda apoyaban con fuerza la lucha armada como único camino para hacer realidad un ideario revolucionario en Colombia.
En medio de esta tensión, el EPL retomó la necesidad de un trabajo político colectivo con varios sectores de la sociedad colombiana, incorporando aliados claves como sectores juveniles, campesinos, rurales y populares. Así, el EPL aseguraba un campo de acción entre los sectores que manifestaban su “desencanto” con la izquierda colombiana, debido a las contradicciones entre las diferentes concepciones que los líderes políticos tenían sobre cómo debía llevarse a cabo la revolución, las dificultades para implementar una reforma agraria coherente con los anhelos de las regiones y de los militantes, y la falta de conexión entre los movimientos de izquierda y sus bases. La respuesta del Estado a las acciones del EPL fue la criminalización y la violencia. Álvaro recuerda cómo el Estado colombiano buscó erradicar las disidencias a partir de fusilamientos, violencia sexual, torturas y desplazamientos: “La represión fue bárbara.”
En la década de los ochenta, la lucha armada continuó ampliándose y las insurrecciones fueron cada vez más frecuentes en las regiones colombianas. A pesar de eso, el EPL manifestó su deseo de empezar a buscar acuerdos con los sectores populares y con el Estado colombiano para cesar las acciones militares y empezar un proceso de paz. El EPL, inclinado a proponer unos diálogos de paz con el gobierno de Belisario Betancourt, también empezó a establecer relaciones con otras guerrillas con miras a generar cambios políticos que permitieran acabar con la violencia y la guerra en el país. Si bien existieron consensos entre el EPL y guerrillas como el ELN, el M-19 y las FARC en torno a la necesidad de terminar con el conflicto en Colombia, entre éstas diferían en su concepción sobre cómo debían darse los procesos de entrega de armas, desmovilización y reintegración a la vida civil. También había diferencias acerca de las formas de validar y legitimar los acuerdos de paz pactados: referendos, plebiscitos y asambleas constituyentes. Para Villarraga, la falta de consensos, las diferencias entre posturas y los intereses particulares de cada guerrilla fueron agotando paulatinamente los procesos de diálogo con el Gobierno Nacional. Esto tuvo como resultado que cada guerrilla individualmente tomara la decisión de iniciar su propio proceso de desmovilización. En 1991, una parte considerablemente grande del EPL se desmovilizó y cesó sus actividades guerrilleras.
Perspectivas del proceso actual
A las preguntas de los asistentes acerca de su perspectiva de lo que viene para Colombia, comenta que actualmente desde el Consejo Nacional de Paz, del cual hace parte, se viene acompañando el proceso con el ELN, sobre el que espera llegue a buen término. En cuanto a la negociación Gobierno- FARC, encuentra que hay buenas señales: las FARC han tenido una evolución política muy importante. Piensa que la reintegración deberá parecerse más a un reencuentro, con un diálogo bilateral, concertado. Es necesario que se mantenga la coherencia política a través de unas vocerías sólidas, y que el impacto se logre no sólo hacia los excombatientes sino con las comunidades.
No comparte la idea de llevar los acuerdos a una asamblea constituyente ya que sería exponerlos a una redefinición por parte de la población. Así mismo, un modelo de referendo sería un error pues desvertebraría lo ya acordado. Por el contrario, es partidario del plebiscito, que considera una decisión valiente del Gobierno, ya que legalmente no estaría obligado a convocarlo.