Desayuno de Paz No. 10 de 2016
Invitado: Miguel Ángel Hernández
9 de abril
Miguel Ángel Hernández, sociólogo de la Universidad Nacional y profesor de la misma durante 30 años, abrió su intervención comentando que el proceso de paz actual es un hito histórico, el momento de pasar la página, y la apertura de un tiempo indefinido para la construcción de paz. Planteó la ambigüedad que genera el término postconflicto, pues una sociedad sin conflicto es una sociedad muerta. Lo que supone la firma del acuerdo es la terminación del conflicto armado.
Aprendiendo del pasado
Miguel Ángel manifestó que es necesario aprender de las experiencias pasadas de negociación como el Caguán y la Uribe, así como las amnistías pactadas hasta el momento. “En el Caguán hubo una relación asimétrica entre el Estado y las FARC”; los representantes de las FARC estaban siempre armados, en contravía con la idea del Estado como el ente que debe tener el monopolio legítimo de la fuerza. Esta presencia de armas en la mesa desnaturalizó la idea misma de diálogo.
Por otra parte, en el Caguán no quedaba nada por escrito que dejara ver el compromiso de las partes. Miguel Ángel rescata la importancia de la palabra escrita en la medida en que deja fijada una voluntad. “En el Caguán el diálogo era visto como un medio para sacar ventaja del otro,” impidiendo la transparencia del proceso y generando unas relaciones de poder basadas en las cartas de cada actor bajo la mesa. Para Miguel Ángel, la “racionalidad estratégica” (término propuesto por el filósofo Jurgen Habermas), según la cual siempre se está haciendo un cálculo de expectativas, puede viciar los diálogos.
La negociación entre Santos y las FARC
En contraste con el proceso del Caguán, en el actual proceso con las FARC hay reglas para asegurar que se pueda llegar a acuerdos y plasmarlos por escrito. Para Miguel Ángel, las condiciones de dialogar fuera de Colombia, en La Habana, da garantías para ese diálogo, como lo hace también la reserva con que se han manejado las conversaciones: un proceso abierto impediría que las partes se puedan escuchar. Por el contrario, el blindaje del diálogo permite que las partes se sientan comprometidas y corresponsables.
Otro tema fundamental en el proceso actual es la confianza. Esta es la base de la acción comunicativa en una relación de igualdad en que ninguno es éticamente superior al otro. En el Caguán las partes se recriminaron durante dos años con base en un enjuiciamiento moral del otro. Según Miguel Ángel, en La Habana existe un poder mayor al de la violencia: el del lenguaje; se eliminaron las prevenciones y se definió sobre qué se iba a discutir de manera que se hablara de temas para los cuales los dos actores fueran pertinentes, y se dejaron por fuera aquellos que no lo fueran en la relación de las FARC y el Gobierno.
Lo que se está discutiendo en La Habana es la manera como las FARC pueden hacer parte de la sociedad; es un pedido de un espacio de inclusión. ¿A qué están renunciando las FARC en este proceso? A su proyecto original; lo están negociando por la supervivencia del campesinado en el contexto del modelo económico vigente. Miguel Ángel asegura que el proceso de negociación de La Habana ha sido un espacio de aprendizaje para las FARC en la medida en que este grupo ha entendido que para hacer parte del poder es necesario aceptar los valores democráticos.
Conceptos claves para entender las negociaciones
Miguel Ángel menciona varios conceptos. Primero, “verdad proposicional” que se refiere al proceso de ponerse de acuerdo en el mundo en el que estamos sin la necesidad de desmontar el capitalismo. Segundo, la “corrección normativa” como clave para entender el proceso, es decir, el hecho de ponerse de acuerdo sobre ciertos valores y reglas universales. Menciona que la ética es justamente la capacidad de compartir esas reglas universales. Tercero, la “veracidad expresiva”, es decir la capacidad de abrirse al otro, de reconocerlo. Un producto de la mesa es precisamente la imagen de cercanía que se observa hoy entre las partes y que permite que Santos y Timochenko se den la mano antes de firmar la paz.
Miguel Ángel opina que el comienzo de las conversaciones con el ELN genera más complejidad, en la medida en que habría que generar las mismas condiciones que con las FARC. ¿Cómo convencer a los “elenos” que no son éticamente superiores al Gobierno? Existe además una diferencia en la composición social: la del ELN es más civil que la de las FARC, que es más militar. Además, para evitar que por la vía de la participación, como lo desea el ELN, no se llegue a ninguna parte, debe haber mesas en las cuales se escuche a la sociedad civil, pero luego debe haber un espacio en que las partes hagan el esfuerzo de llegar a acuerdos y a redactar textos al respecto.
Reflexiones finales: Legitimidad, ética y negociaciones
Ante la pregunta de cómo se legitima el Estado, Miguel Ángel responde que cuando las fuerzas ilegítimas se someten, reconocen la legitimidad del Estado bajo la constitución vigente. Es también la razón por la cual las FARC piden una asamblea constituyente. En la misma línea, la entrega de armas implica el mensaje que “no nos vencieron por las armas” y de voluntad de transformar el modelo vigente desde adentro y por la vía política.
A la pregunta si hay principios éticos que impidan conversar con los paramilitares, Miguel Ángel responde que sería imposible, ya que estos grupos no tienen ninguna legitimidad histórica, y además sus estrategias de lucha han sido aberrantes.
Miguel Ángel afirma que las actuales conversaciones con las FARC no serían posibles sin los ocho años de Seguridad Democrática. Menciona que en las marchas del 2 de abril confluyeron diversos temas y además hubo un paro armado en el norte del país. Para él, la movilización tuvo el fin de configurar una base política contra la paz. Dicha movilización es producto del hecho que la sociedad no conoce los acuerdos pactados y que existe un discurso distorsionador que apunta a la reacción emotiva, no racional, sin reflexión. Esta es la visión que hoy un sector de la opinión pública tiene del proceso de paz; la oposición es sistemática y tiene resonancia en los medios de comunicación.
El desayuno cerró con la reflexión que la negociación con el ELN podrían ser un espacio para que haya una apropiación social de la importancia de conversar y para empezar a implementar la participación de la sociedad acordada en La Habana.