Invitada: Ángela Sastre (Enlace regional Unión Europea-Resander-Emisoras comunitarias)
Desayuno No. 42 del 2017
9 de diciembre
Ángela Sastre comenzó su carrera a los 20 años como directora de la radio comunitaria en Sibaté, un lugar asociado entonces con personas con trastornos psiquiátricos, y allí se dio cuenta de que “uno puede volverse loco, pero de amor”: amor por el campo, por el otro, por el trabajo en comunidad, por el líder popular, por los amaneceres y atardeceres, por el cantar de los pájaros y más. El campo es un lugar lejano al gobierno, y es por eso que se crean mecanismos como las radios comunitarias para comunicar, sin esperar que el estado llegue a gestionar.
Ángela enfoca su charla en la incidencia de las radios comunitarias en el post-acuerdo de paz en las comunidades y en cómo entender la palabra como un derecho.
Cómo surgió la radio comunitaria y cómo funciona en la actualidad
Ángela nos cuenta que muchas radios comunitarias surgieron como respuesta a desastres o catástrofes, para atender emergencias, comunicar acontecimientos, suplir necesidades y finalmente continúan al aire llevando mensajes muy diversos a las comunidades. Añade, sin embargo, que las emisoras comunitarias no son sólo para las comunidades campesinas o los sectores rurales o alejados. De hecho, están pensadas para ser asignadas en cada municipio del país y en especifico para dar cobertura informativa a poblaciones de más de cien mil habitantes. ¿Y qué pasa en los municipios donde hay más de 100.000? Que por cada cien mil tienen derecho a una emisora comunitaria. Por ejemplo, un dato que pocos conocen: en Bogotá existen siete emisoras comunitarias.
La radio comunitaria en zonas de conflicto y en el post-conflicto
Respetar el derecho a la comunicación es el mejor punto de partida: escuchar a cada uno de los actores, sin descalificar o estigmatizar las diferencias, y propiciar siempre el diálogo entre las partes involucradas. No es fácil, pues muchas veces las emisoras y los que allí trabajan se convierten en un blanco de amenazas, dice Ángela. De hecho, uno de los factores por los que la incidencia de la radio comunitaria ha ido disminuyendo es porque han sido amenazadas, estigmatizadas, multadas.
Por otro lado, nos cuenta también que algunas veces los actores armados intervenían las frecuencias y transmitían comunicados, momentos en los que ella no podía hacer nada. La radio es una herramienta política con un poder de convocatoria e incidencia muy grande y los actores armados lo saben.
De ahí ella que Ángela decidió educar a los jóvenes sobre las decisiones que se deben tomar en tales situaciones y sobre lo que se quiere comunicar y cuál es el objetivo de su trabajo. Ahora son los jóvenes los que toman la vocería. Al principio son escépticos frente a la radio, pero luego, ellos mismos cuentan sus propias historias o las de los habitantes de la zona, con ejemplos de reclutamiento, desplazamiento forzado, conflictos, etc. Se apropian del micrófono, les interesa la tecnología, mueven los recursos para llevar el mensaje en la radio, y buscan que la señal mejore. Son ellos los que entran a la cabina, eligen el tema, piensan en la audiencia y finalmente desarrollan el programa. Se fortalece así su empoderamiento y su sentido de pertenencia a la comunidad.
Ahora, en esta nueva fase, y con la relevancia que han cobrado las radios comunitarias como herramienta para la pedagogía para la paz, es indispensable blindarlas desde el valor de la organización social y la sociedad civil. A través de ellas se llega con la información sobre el acuerdo de paz a las diversas regiones del país. En la medida en que las comunidades y la organizaciones sociales quieran ser parte de la emisora comunitaria y cubrir los aconteceres diarios para el medio comunitario, estos medios se fortalecerán. En la medida en que sean las comunidades y organizaciones mismas que construyan sus propias temáticas y difundan sus realidades al aire, se empoderarán a través de la comunicación y al mismo tiempo estarán aportando al crecimiento y a la sostenibilidad de los medios comunitarios y públicos de Colombia. La tarea de comunicar no es sólo para expertos egresados de la facultad, añade Ángela.
Las así-llamadas “radios de las FARC”
En cuanto a las emisoras que supuestamente se darán al partido político de las Farc como resultado de los Acuerdos de paz, a mpruebenmil habitantes. La c pues, como cia a la comunidad. n sus propias temno ss de participacios aprendizajes con la experÁngela explica que para que esto se realizara seria necesario cambiar la legislación de asignación de frecuencias de radios comunitarias y de interés publico en el país; pues, como mencionó antes, el criterio de asignación es por número de habitantes y cobertura: una emisora por municipio y/o una por cada cien mil habitantes. La convocatoria la hace el Estado colombiano, y solicita a las organizaciones sociales y personas jurídicas organizadas que comprueben su trabajo y experiencia con comunidades en sus municipios o territorios. Colombia no entrega emisoras comunitarias a partidos políticos, sino a organizaciones sociales. Concluye Ángela que no es exacto que se entreguen emisoras a la Farc.
El trabajo conjunto con la Unión Europea
Uno de los proyectos realizados con a Unión Europea fue “Suenan Ondas de Paz” en el Putumayo, cuyo objetivo era informar sobre los avances del proceso de paz; pero en el camino los organizadores se dieron cuenta de que debían abrir las puertas a todas las voces y todas las opiniones, también a aquellos que no se sentían identificados con el proceso de paz. Comenta Ángela que la radio no es más que un pretexto tecnológico para compartir. Así, se desarrollaron foros y debates donde el análisis y la reflexión sobre las iniciativas de paz eran impulsados desde el territorio, desde las víctimas, y los locutores servían de puente.
Algunos aspectos técnicos que afectan las emisoras comunitarias
Ángela nos recuerda que no son necesariamente los campesinos a los que llegan las emisoras comunitarias. La reglamentación del Ministerio de las TIC exige que las antenas deben ubicarse en el casco urbano; así, los 250 kilovatios asignados pueden llegar a gran parte de la población urbana y no sólo a la población rural del municipio, dependiendo de la topografía. Por otra parte, las emisoras comunitarias son entregadas por el Estado en F.M. (frecuencia modulada), una onda que no viaja igual que la A.M. La A.M toma el recorrido de la topografía que encuentra en su línea de comunicación, lo que permite mucha mayor cobertura. Radio Sutatenza, por ejemplo, funcionaba en A.M. Por el contrario, donde la frecuencia modulada encuentra un obstáculo en su recorrido, por ejemplo una montaña, allí la señal se pierde y reaparece al pasar el obstáculo. Esta condición la hace intermitente y hace que solo llegue al alcance de los 250 vatios asignados y con cobertura a un número limitado de habitantes.
Para concluir
El desafío, según Ángela, es que las gentes en sus comunidades le den el valor y el sentido a lo que representan la información y la comunicación locales. “No necesitamos que nos escuchen millones; escucharnos pocos y fortalecer desde el núcleo también vale la pena” dice. Cada uno desde su rol y en su lugar puede cumplir el papel de informar: desde el comunicador popular hasta el líder social. Cada uno debe identificar la información que quiere comunicar para compartirla, pues la palabra tiene un poder inimaginable.