La oposición constructiva
27 de junio de 2018
Sergio Villareal
Después de la noche del lunes, muchos nos despertamos a descubrir que pasábamos a la oposición oficial. Las esperanzas de otra traición como la de Santos a Uribe fueron enterradas cuando Duque llamó a sus bancadas aliadas a congelar el debate de la JEP.
Ahora nos toca la tarea de ser oposición, y muchos como yo no teníamos todavía conciencia política la última vez que Uribe tuvo el país bajo su mando. Teníamos 9, 10 y 11 años, y ahora no sabemos cómo reaccionar. Lo claro es que hay tres respuestas comunes a estas circunstancias y tres posibles rutas de acción para que, desde agosto de 2018 hasta agosto de 2022, podamos convivir en esta situación.
La primera forma es una que he llamado “la Roy Barreras”: esta evita completamente pasar a ser de oposición y busca cómo cambiar su ideología y principios para ser presidente del Senado en alguno de los próximos cuatro años. El senador que una vez fue “La fuerza de la paz” ahora es más bien “La fuerza de la leguleyada” o “La fuerza del oportunismo”, ya que después de haber defendido los acuerdos de paz con las FARC, ha pasado a ser uno de sus mayores detractores; claro, después de saber quién iba a ser presidente. Sin embargo, Roy Barreras no es el único en cometer este pecado: David Barguil dijo que estaba de acuerdo con Santos en los temas de la paz, –en su entrevista con Yamid Amat en Canal Uno–, y después pasó a ser el más valiente escudero del nuevo presidente, Iván Duque, y de sus políticas sobre la paz. También hay otros como Rodrigo Lara, que estuvo del lado del gobierno hasta volverse detractor de la JEP, para luego volver a apoyarla y después volver a criticarla junto con su partido; y eso fue desde 2017. Sin embargo, para los que no tenemos el estómago para negociar ministerios, hay otras formas de lidiar con la circunstancias.
La segunda forma la he apodado “la forma Uribe”: es la que toman las bancadas que se salen de la sala antes de votar, afectando el quorum decisorio del Congreso en cualquiera de las dos cámaras, y que, cuando no son capaces de esto, sólo se salen para decir que el gobierno es ilegitimo. Estos son los grupos que tienden a mostrar dificultades en aceptar las derrotas, y que excusan sus fallas humanas y sus errores electorales en factores externos tales como los hackers u Odebrecht, ignorando sus propios usos de estas maquinarias. Piensen cómo Zuluaga usó al hacker para sacarle información a Pacho Santos en las primarias del Centro Democrático. O cómo Zuluaga después se reunió con Odebrecht en Brasil junto con Iván Duque y posteriormente fue investigado por ese motivo y hubo que intercambiar favores para sacarlo del lio con el CNE.
La tercera forma es “la forma Mockus”, o la Oposición Constructiva: es una que no gana puestos, no gana gloria, y no mejora sus chances electorales. Es una que no es compatible con el egocentrismo y que no tiene ningún otro fin que ayudar al país. Esta se trata de conseguir acuerdos y compromisos para la creación de un mejor país, nada más. La Oposición Constructiva reúne a dos o más miembros con diferentes opiniones políticas, unos del gobierno, otros de la oposición, y logran que cada uno ceda hasta cierto punto para poder avanzar. Se trata de conseguir una superioridad moral sobre aquellos que están dispuestos a sabotear al gobierno y a no progresar.
Senador Petro: tienes en tus manos ocho millones de votos. Ocho millones de personas que el 17 de junio te dimos nuestro apoyo, ya fuera que ganaras y te hicieras presidente o que perdieras y te volvieras líder de la Oposición. Yo tan solo soy un activista, pero te digo que ya convocaste a una multitud de personas durante la campaña y para después. La decisión es completamente tuya: ¿Cuál de estos caminos vas a tomar? Tu suerte es nuestra suerte.