Una ciudadanía activa, tiene derecho a exigir
Invitado: Jairo Rivera. Docente, activista social, ex miembro de Voces de Paz
Desayuno de Paz No.19 de 2018
16 de junio
En la víspera de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del año en curso, contamos con la presencia de Jairo Rivera, quien se presentó como ex-militante del movimiento estudiantil durante el mandato de Álvaro Uribe, activista estudiantil y social, asesor durante las negociaciones en La Habana y últimamente, integrante de Voces de Paz ante la Cámara.
Un país que está cambiando
Jairo retrató un escenario político en Colombia que ha venido cambiando durante las últimas décadas, e indicó algunos factores que han alterado el paisaje social y de gobierno. En primer lugar, el narcotráfico ha modificado tanto cultural como éticamente al país, conduciendo a un comportamiento mafioso en la sociedad. Segundo: se promulgó la “primera carta de paz” – la Constitución del 1991 – paradójicamente, en medio del peor momento de la guerra. Tercero: Uribe Vélez, respondiendo al fracaso de las negociaciones del Caguán (donde los protagonistas hablaban de una paz en la cual ninguno de ellos creía), hizo que su proyecto no sólo no fuera una propuesta de élites, sino que verdaderamente creó un sentido de pueblo que se había perdido. Alrededor de la noción de seguridad y orden, Uribe se convirtió en un fenómeno populista de derecha. De acuerdo con nuestro invitado, el ex-presidente supo que la percepción valía más que la realidad, por lo que lo califica como “un Hobbes autoritario” y “un nuevo Núñez”.
El Presidente Santos, elegido con el capital político de su antecesor, pero sabiendo que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) no se podían derrotar militarmente, y que de darse esto en todo caso no llevaría a la sanación de las heridas, cambió de rumbo. El proceso de paz es una ventana de oportunidad, ya que rompe con el proyecto de pacificación de Uribe.
La propuesta de Gustavo Petro
La presencia en el tarjetón electoral para segunda vuelta de Gustavo Petro al lado de Iván Duque, se debe al efecto del Acuerdo de Paz y la concomitante apertura. Para Jairo, la propuesta de Petro representa un proyecto de modernidad centrado en cuatro ejes:
- Revisión del modelo minero-energético. Petro propone buscar el uso de nuevas energías frente al desafío del cambio climático, frenando la dependencia de la minería.
- La supremacía de los derechos sociales. Por ejemplo, garantizar la educación pública, gratuita y de calidad, la eliminación de las EPS y la intermediación en pensiones.
- La construcción de una nueva era de paz. Busca una ‘paz completa’, no solo con la implementación de los Acuerdos con las FARC, sino la continuidad de las negociaciones con el ELN, determinando las condiciones de la entrega de las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombai), y la ruptura con la política anti-drogas preferida por los Estados Unidos.
- La diversidad propia de la democracia. Que cada uno desarrolle su modelo de gestión de vida, incluyendo la libre empresa, con menor carga de impuestas sobre los PYMES).
También, para el momento del desayuno, se habían sumado figuras no izquierdistas del calibre de Antanas Mockus y Claudia López a la campaña de la Colombia Humana, asegurando el sistema de pesos y contrapesos, una postura dura en contra de la corrupción y, con todo ello, el Estado de derecho.
El Acuerdo de Paz bajo Iván Duque
Se planteó si los espacios ganados para nuevos sectores de la sociedad se truncarían en caso de la victoria de Duque; y en particular, en vista de la posición de varios miembros del Centro Democrático, si se haría trizas el Acuerdo de Paz con las FARC-EP. Reconociendo que la guerra como herramienta era funcional para el uribismo, Jairo argumentó que lo más probable era que el tratamiento del Acuerdo sirviera para enviar mensajes políticos contundentes, sobre todo poniendo sobre la mesa la extradición, el compromiso con la política anti-drogas favorecida por los Estados Unidos, el castigo ejemplar a los máximos líderes de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), y el desacato a los compromisos del Estado en materia de tierras y víctimas. En vez de ‘hacer trizas’ el Acuerdo, se haría pedacitos, dice Jairo.
No obstante, eso no quiere decir que todo estaría perdido. La paz, aunque debilitada, se puede volver a reconstruir. Es más, los Acuerdos han logrado una nueva realidad que ni la derecha puede ignorar, y de hecho ella se encuentra también en un proceso de concientización de estos cambios. En las palabras de Pepe Mujica de Uruguay, “el péndulo nunca regresa al punto de arranque”.
Conclusión
Se cerró recordando que la promesa de la Constitución del 1991 no se ha cumplido, y que sigue urgente la tarea de defender el Estado de derecho, es decir: 1) La posibilidad de gobernar en democracia, y 2) Que el poder civil esté por encima del militar. Se destacó que Colombia aún tiene miedo al cambio social, más que voluntad para cambiar, y que esta voluntad implica libertad.
Finalmente, Jairo enfatizó el papel de la memoria—la memoria del corazón, como la llamaba García Márquez. Y para terminar, citó las palabras del connacional del ex-presidente Mujica, Eduardo Galeano: “Olvidar es otra forma de morir y callar es otra forma de matar.”