COVID-19: ¿una ventana de oportunidad para las negociaciones con el ELN?

Por: Gwen Burnyeat y Andrei Gómez-Suarez

¿Podrían las transformaciones globales impulsadas por la pandemia del coronavirus abrir una oportunidad para una futura negociación en Colombia entre el gobierno de Iván Duque y el grupo insurgente del ELN? Los miembros de ReD, Gwen Burnyeat y Andrei Gómez-Suárez, analizan las perspectivas de ambos lados, sus gestos unilaterales recientes, y evalúan las posibilidades y retos para la paz en el contexto actual.

Recientemente se ha especulado mucho que la pandemia COVID-19 podría ofrecer una ventana de oportunidad para reiniciar las negociaciones entre el gobierno de Iván Duque y la última guerrilla insurgente en Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en guerra contra el gobierno colombiano desde 1964. Estas especulaciones surgen principalmente de dos gestos unilaterales, uno por parte del ELN y otro por parte del gobierno de Duque.

Primero, el 29 de marzo el Alto Comisionado para la Paz del gobierno de Duque, Miguel Ceballos, designó nuevamente a dos antiguos comandantes del ELN, Francisco Galán y Felipe Torres, como “promotores de paz”, un rol dado a miembros o exmiembros de grupos armados que se comprometen a contribuir con su experiencia a preparar el camino para las negociaciones de paz con grupos armados ilegales, mientras el gobierno suspende cualquier proceso legal en su contra por sus acciones en estos grupos. Galán y Torres, quienes renunciaron al ELN y se desmovilizaron hace varios años, habían sido designados previamente por la administración de Juan Manuel Santos (2010-2018) como “promotores de paz”. En enero de 2019, luego de que el ELN detonara un carro bomba en la Academia Nacional de Policía General Santander, matando a 23 personas, Duque había cancelado el nombramiento de todos los promotores de paz, reactivando las órdenes de captura en su contra. Además de Galán y Torres, esto incluyó a Juan Carlos Cuéllar y Eduardo Martínez, miembros activos del ELN, quienes también habían sido designados promotores de paz. Galán y Cuéllar fueron capturados; Martínez y Torres pasaron a la clandestinidad. Galán y Torres eran buscados por una investigación contra todo el Comando Central del ELN (COCE) por un secuestro en 1999, en el cual ellos no participaron porque entonces se encontraban en prisión, pero hasta que esta investigación no sea cerrada formalmente, necesitan el perdón presidencial para caminar libremente.

En segundo lugar, el 30 de marzo, el ELN declaró el cese al fuego unilateral por todo el mes de abril. En su comunicado, el ELN enfatizó que esta decisión respondía al pedido hecho por el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, por un cese al fuego global durante la pandemia del coronavirus, una petición replicada por millones de personas alrededor del mundo, incluyendo funcionarios de las Naciones Unidas en Colombia quienes específicamente han llamado al ELN a cesar hostilidades y aliviar la dimensión humanitaria de la crisis actual.

Ambos gestos unilaterales son esperanzadores. Sin embargo, para ser realistas sobre las posibilidades de nuevas negociaciones entre el gobierno y el ELN, y para entender los retos y oportunidades que estos gestos ofrecen, es necesario considerar las perspectivas de ambos lados. Utilizamos los comunicados públicos de ambos, reuniones a puerta cerrada con actores involucrados en el proceso, y el diálogo público organizado recientemente por Rodeemos el Diálogo con varios expertos sobre las posibilidades de un proceso de paz con el ELN, para tratar de ponernos en los zapatos tanto del gobierno de Duque como del ELN.

Contextualizando las perspectivas de cada lado: “resistencia” versus “legalidad”

Ni el ELN ni el gobierno de Duque son entidades homogéneas. Ambos son ecosistemas complejos, cada uno con sus propias dinámicas internas, narrativas identitarias, equilibrios políticos de poder, e ideas sobre cómo la opinión pública colombiana les percibe. 

El ELN, el grupo insurgente más antiguo de Colombia, con raíces ideológicas en el marxismo y la teología de la liberación, tiene más de 4000 combatientes y ha expandido progresivamente su control geográfico sobre áreas previamente controladas por las FARC. La cohesión del ELN está fundamentada en el compromiso ideológico compartido por numerosas facciones locales con gran diversidad territorial y considerable autonomía. Las decisiones del COCE fluctúan de acuerdo a la interacción dinámica de sus facciones y su posición geográfica, y entre más moderados y quienes le apuestan a una línea más dura. El Quinto Congreso del ELN en 2014 alcanzó un consenso para explorar negociaciones de paz con el gobierno de Santos – una expresión del dominio del ala moderada. A esto le siguió una fase exploratoria, que resultó en el inicio de negociaciones formales en febrero de 2017 en Quito, con el anuncio de una agenda oficial de seis puntos.

Entre octubre de 2017 y enero de 2018, un círculo virtuoso de gestos unilaterales y bilaterales llevaron a un cese al fuego bilateral de cien días, el cual incluyó un mecanismo híbrido de monitoreo compuesto por representantes de la comunidad internacional y la sociedad civil colombiana. Mientras el cese al fuego bilateral fue bienvenido por redes pro paz, dado que aliviaba el sufrimiento humanitario, el ELN y el gobierno sostenían diferentes interpretaciones sobre qué constituía violaciones al cese al fuego, y al final fue imposible extenderlo. Paradójicamente, lo que buscaba ser un paso para crear confianza terminó creando un profundo impase en las negociaciones. Esto, agravado por el corto tiempo que le restaba al gobierno Santos en el poder, la creciente crítica del ELN al gobierno por la implementación del Acuerdo de Paz de la Habana firmado con las FARC en 2016, y el secuestro de dos periodistas ecuatorianos por parte del ELN, entre otros sucesos, arruinaron el progreso hecho en las negociaciones adelantadas por Santos. El apoyo dentro del ELN y entre sus bases giró hace la facción de línea dura, la cual no ve en la paz negociada una solución viable y más bien aboga por continuar el fortalecimiento militar del ELN, en el cual ve su resistencia contra una oligarquía que permanece.

El presidente Duque, el candidato del partido de derecha Centro Democrático, ganó las elecciones de 2018 con la promesa de modificar drásticamente el Acuerdo de Paz de la Habana con las FARC y tomar una posición de línea dura contra el ELN. Los gobiernos en sí mismos son ecosistemas complejos y dinámicos dentro de la estructura más amplia del Estado, e incluyen múltiples personas e instituciones inmersas en relaciones entre ellas mismas, con varios jugadores dentro del establecimiento político, con la oposición política, y con la opinión pública colombiana. El capital político de Duque proviene de manera abrumadora del apoyo del expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), hoy Senador, cuya popularidad yace sobre su política de “Seguridad Democrática”, quien fue un opositor acérrimo a las negociaciones de Santos con las FARC, liderando el triunfo del “No” en la votación del  plebiscito de paz de 2016. Sin embargo, el gobierno también está compuesto por una alianza con el Partido Conservador a través de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, y múltiples otras alianzas con políticos nacionales y locales de diferentes partidos.

Cuando Duque asumió la presidencia en agosto de 2018, el equipo de negociación del ELN estaba en la Habana, a donde la mesa de negociación fue trasladada en mayo de 2018. Allí esperaron, y declararon públicamente su intención de continuar el diálogo con el nuevo gobierno. Duque anunció que evaluaría el estado de las negociaciones antes de tomar una decisión definitiva. Su gobierno ha presionado constantemente por la liberación de todos los secuestrados del ELN y la cesación de toda actividad criminal como condiciones para la negociación. El ELN, por su parte, argumentó que tales acciones se harían en una serie de gestos humanitarios bilaterales una vez las negociaciones progresaran. 

Mientras tanto, las negociaciones permanecieron congeladas, ninguna delegación del gobierno llegó a la Habana, y el conflicto se intensificó en regiones como el Catatumbo, Cauca, Chocó y Nariño. Con el carro bomba del ELN en enero de 2019, el gobierno Duque finalizó formalmente las negociaciones, argumentando que el ELN no mostraba voluntad depaz, y pidió una orden judicial de la Interpol en contra de los negociadores del ELN en Cuba. El gobierno instó a Cuba y a Noruega, garantes de las negociaciones de Santos con el ELN, a ignorar los protocolos firmados con su predecesor que garantizaba el retorno seguro del equipo de negociación del ELN a la selva colombiana en caso de ruptura de las conversaciones de paz, y devolver a los negociadores a Colombia para ser capturados.

Desde entonces, dos miembros del COCE del ELN (Nicolás Rodríguez y Pablo Beltrán) han permanecido en la Habana (Cuba decidió respetar los protocolos), dando entrevistas de manera frecuente a la prensa en las que expresan su deseo de reiniciar las negociaciones e instando a Duque a enviar un equipo de negociación para continuar con la agenda existente, dado que ésta fue firmada por el Estado colombiano. El gobierno de Duque, mientras tanto, sostiene que la agenda previa fue firmada por el gobierno de Santos, y que las nuevas negociaciones requerirían una nueva agenda. Duque continúa enfatizando mayores gestos unilaterales permanentes como condiciones para la negociación, especialmente la liberación de secuestrados y la cesación de actividades criminales, en línea con el la consigna insigne de su gobierno, “paz con legalidad”.

Interpretando los gestos unilaterales

Mientras algunos observadores especulaban con que el gesto del ELN de declarar el cese al fuego y el gesto del gobierno de Duque de restablecer a Felipe Torres y Francisco Galán como promotores de paz fuesen signos de negociaciones secretas en progreso, la declaración pública hecha por el ELN rechazando a Torres y a Galán como facilitadores legítimos del diálogo, y su posterior declaración el 27 de abril, que pone fin al cese al fuego unilateral, confirman que estos dos gestos unilaterales no fueron más que coincidencia. Sin embargo, ambos gestos son esperanzadores en sí mismos si los situamos en el contexto de la perspectiva de cada lado.

El ELN tiende a rechazar gestos unilaterales, aseverando que el gobierno no los ve como un gesto de un grupo fuerte dispuesto a hacer concesiones y preparar el camino hacia la paz, trabajando colaborativamente entre dos antagonistas, sino más bien una muestra de debilidad. El gesto del ELN es entonces sugestivo de un posible giro hacia un consenso, al menos sobre la búsqueda de un camino para aliviar el sufrimiento humanitario. El cumplimiento de todos los frentes del ELN del cese al fuego hasta ahora (entre el 1 y el 22 de abril no ha habido ataques por parte del ELN) es también positivo, considerando la fragmentación geográfica del ELN y su jerarquía no-vertical, y es indicativo de la capacidad de comando y control del COCE. El Ejército colombiano no ha instigado ningún ataque desde el 12 de marzo, lo que sugiere que el gobierno, de igual manera, ha priorizado la respuesta a la crisis del Coronavirus. Esta convergencia de estrategias unilaterales ha materializado una tregua tácita, la cual podría dar surgimiento a un círculo virtuoso de decisiones que lleven a desescalar el conflicto en el largo plazo. Mucho sectores de la sociedad civil y de la comunidad internacional han celebrado el impacto positivo del cese al fuego en la vida de aquellas comunidades desgarradas por la guerra.

Sin embargo, esto no puede ser malinterpretado como un paso hacia la apertura de una mesa de negociación y un giro dentro del ELN hacia el consenso para una paz negociada. Por el contrario, la geopolítica alrededor de Venezuela ofrece un contexto propicio para la radicalización del ELN. Las amenazas constantes de Donald Trump hacia el régimen de Maduro y la aproximación confrontacional de Duque hacia Venezuela refuerzan la percepción que tiene el ELN de sí mismo de ser el bastión de la resistencia en contra del neoliberalismo global y el fascismo. El cese al fuego unilateral podría también ser leído como un movimiento para reconquistar legitimidad internacional en el contexto de declive de las democracias neoliberales, y posicionarse como opositores a Trump.

El gesto de la administración Duque de reinstaurar a Torres y Galán como promotores de paz sugiere la voluntad de por lo menos un sector del gobierno de tomar pasos tangibles hacia la paz, respondiendo así al llamado de muchos sectores pro paz de la sociedad civil colombiana y de la comunidad internacional para que el gobierno busque una “paz completa” – una que abarque a todos los grupos armados ilegales del país. Así como una insurgencia tiene posiciones internas duras y moderadas, que fluctúan en el poder y visibilidad de acuerdo al desenlace del presente político, así sucede con un gobierno. La intensificación de la violencia en el conflicto con el ELN, y la crisis humanitaria de los migrantes venezolanos llegando a Colombia, han sido agravadas ahora por la crisis del coronavirus. Los sectores pro-paz dentro del gobierno tienen ahora la oportunidad de elevar la protección de la vida al mandato central de la administración Duque, más allá de la lucha sectaria entre la derecha y la izquierda que hasta ahora ha  dominado sus narrativas políticas, en las cuales la administración Duque ha quedado atrapada desde su llegada al poder sobre la base de su oposición a Santos y su proceso de paz.

Posibilidades y retos para la paz: abriendo la ventana de oportunidad

La paz no es un proceso linear. Aunque estos dos gestos unilaterales no lleven a ambos lados hacia una mesa de negociación en el futuro inmediato, de todas formas dan más oxígeno a los elementos pro-paz dentro del gobierno, el establecimiento político, y entre la sociedad civil colombiana y la comunidad internacional.

Los impactos de estos gestos positivos deben ser reconocidos y protegidos para mantener la posibilidad de abrir una ventana que eventualmente podría traer de vuelta los diálogos malogrados. Por ejemplo, la plataforma multipartidista, Defendamos la Paz, ha incrementado su lobby a favor de las negociaciones, llamando al ELN a extender el cese al fuego o incluso a hacerlo permanente y al gobierno para responder en la misma tónica. De manera significativa, Álvaro Uribe ha hecho declaraciones vía Twitter en apoyo de la paz, añadiendo su voz al llamado internacional para el cese al fuego en el contexto del coronavirus, e incentivando al gobierno a designar nuevamente a Felipe Torres y a Francisco Galán como promotores de paz. El apoyo de Uribe sería crucial para que cualquier diálogo futuro prospere, dado que su influencia determinaría no sólo la posición del Centro Democrático, sino que también podría moldear la opinión pública hacia las negociaciones con el ELN.

Vemos cuatro condiciones interdependientes que se refuerzan mutuamente como esenciales para la negociación Duque-ELN. La primera, el gobierno Duque necesita mostrar suficiente voluntad y capital político para llevar a cabo negociaciones de paz. La segunda, el ELN debe construir internamente un consenso suficiente para comprometerse con una solución negociada al conflicto, y aceptar que la agenda sería diferente a la que concebían cuando se comprometieron a negociar con la administración Santos. La tercera, el crecimiento del apoyo en la opinión pública colombiana para un fin de la violencia en el país. En cuarto lugar, un ambiente geopolítico favorable para la promoción de una paz sostenible en Colombia, el cual ha sido afectado de manera adversa por el desdén de la administración Trump al Acuerdo de Paz de la Habana con las FARC y el deterioro de la crisis venezolana.

La pandemia del coronavirus está modificando radicalmente el mundo. Mientras los gobiernos están extendiendo los bloqueos, ¿podría el ELN de manera semejante reconsiderar y extender el cese al fuego? ¿Podría el aumento del apoyo ciudadano y político cristalizarse alrededor de un mandato gubernamental por la protección a la vida? ¿Podría el gobierno continuar absteniéndose del combate militar con el ELN y ofrecer un gesto unilateral explícito de desescalamiento? Y ¿podría el resultado de las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos crear un contexto geopolítico más favorable para las futuras negociaciones con el ELN? Las transformaciones de las identidades políticas alrededor del mundo bajo el coronavirus cambiarán las tendencias globales en muchas dimensiones, desde las políticas económicas neoliberales, el estado de bienestar, populismo, hasta la solidaridad comunitaria. Estas transformaciones podrían redefinir cómo el gobierno Duque y el ELN se ven a sí mismos y al otro, y cómo la sociedad colombiana se siente frente a la solución negociada al conflicto. La ventana de oportunidad queda para abrirse.

Sobre los autores

Gwen Burnyeat es Wolfson Scholar y Candidata a Doctora en Antropología en UCL, autora de Chocolate, Politics and Peace-building: An Ethnography of the Peace Community of San José de Apartadó, Colombia (Palgrave Macmillan 2018) y productora del documental etnográfico Chocolate de Paz (2016).

Andrei Gómez-Suárez es cofundador de Rodeemos el Diálogo (ReD), Investigador Asociado en Memoria y Reconciliación en Colombia en la Universidad de Bristol, Investigador Honorario en el Instituto de las Americas en UCL, y Consultor Senior para Positive Negatives. Es autor de  Genocide, Geopolitics and Transnational Networks: a Con-textualisation of the destruction of the Unión Patriótica in Colombia (Routledge, 2015) y El Triunfo del No (Ícono, 2016).


Nota sobre la traducción: este texto originalmente publicado en inglés fue traducido por Jorge Varela, miembro de ReD y Candidato a Doctor en Historia de UCL. Los errores son responsabilidad exclusiva de los autores.

Los líderes, nuestros superhéroes

11 de julio de 2018

Oriana Soler y Camilo Villarreal

Imagen 1.pngComo Los Increíbles, los líderes enmascarados protegiendo su identidad.

¿Cuantos ya vieron la nueva entrega de Los Increíbles? Muchos de los “centennials” crecimos con las películas de Disney Pixar, siguiendo a los personajes en cada entrega de las muchas sagas cinematográficas. Dentro de estas sagas, una de las más esperadas fue la segunda parte de Los Increíbles, que fue estrenada este año tras catorce de espera. Fuimos a verla el miércoles, porque era cine a mitad de precio, y encontramos que además de las cómicas escenas donde un bebé lucha contra un mapache descubriendo sus poderes, esta película lleva un mensaje urgente para la realidad de Colombia.

La película es sobre la reivindicación de los súper, en una sociedad que prefiere el mal a las incomodidades que puede causar la lucha contra él. Se culpa a los líderes por la destrucción de la ciudad, cuando realmente buscan proteger a su comunidad del mal. De ahí se derivan una serie de estigmatizaciones que realmente protegen a los villanos, destruyen a los héroes y muestran cómo el Estado es incapaz de luchar contra los males que afectan a las comunidades. Parece como si Disney hubiera conocido la situación de los líderes sociales en Colombia y hubiera decidido caricaturizarla, incluyendo la persecución policial y el desplazamiento forzado de muchos de ellos.

Estamos ante ese mismo problema: una sociedad que se ha acostumbrado a que le hagan daño y que estigmatiza a quien actúa para evitar que esto siga siendo así. Que prefiere llamar guerrillero a un líder social, antes que escucharlo y reflexionar sobre lo que está pasando en nuestro país. Con medios que no buscan informar con la verdad, sino con la realidad que les conviene a los políticos de turno. Con empresas interesadas en callar líderes y en invisibilizar la lucha de cientos de comunidades. Vivimos en el mundo de Los Increíbles, seguimos hipnotizados por el Roba-pantallas para creer que es mejor un mundo de malos, de mafias, violencia y corrupción, que uno donde haya gente que quiere hacer lo mejor. Gente que trabaja por su comunidad porque le nace y no porque gane algo por hacerlo. La cultura que distingue a los líderes sociales en nuestro país es realmente diferente a la que se ve en la política, tanto central como regional; es una manera diferente de ver el cambio social. Realmente son nuestros superhéroes.

Pero a la fecha van más de trescientos asesinatos de líderes sociales, ocurridos  durante la implementación del Acuerdo de Paz. Y a medida que crecen las cifras, se hacen mayores los temores de que se repita el genocidio de la Unión Patriótica, en un país que no recuerda lo que fue eso. En un país que estigmatizó a los miembros de ese partido, e inclusive a pueblos enteros como fue el caso de Segovia, y hoy no se alarma cuando las Águilas Negras amenazan líderes llamándolos guerrilleros. Mientras tanto, estas retóricas son reafirmadas por el Estado por medio de la persecución a miembros de Marcha Patriótica como Piedad Córdoba y Francisco Toloza. Inclusive por medio de lo que en algún momento se llamó Farcpolítica, que buscaba vincular con actividades ilegales a congresistas de izquierda, equiparándolos con los parapolíticos. Este tipo de procesos se replican hoy contra el senador Alberto Castilla del Polo Democrático Alternativo y el representante indígena Germán Bernardo Carlosama, vinculados, según la Fiscalía, al ELN.

Ahora, ¿dónde está la solución? ¿Será que la reivindicación de nuestros héroes también está en darles cámaras? Muchos líderes mueren siendo invisibles. Luchan por los derechos de su gente y su territorio, pero por fuera de su vereda nadie conoce su nombre ni su rostro. Quizás la solución esté en dedicarnos a estudiar las diferentes luchas que se dan en todo el país y los esfuerzos que hace cada líder social en su territorio. Conocer de cerca los actores amigables a las luchas sociales que ellos llevan, y saber quiénes son los actores determinados a destruirlos. Tenemos que cambiar nuestro ideal de héroe: no puede ser el hacedor de guerra el objeto de nuestra admiración, sino el constructor de paz.

Tenemos que darnos cuenta de que nuestros héroes no son los de las películas. Los verdaderos héroes de nuestra sociedad son los líderes y lideresas sociales y comunitarios. Defensores de derechos humanos, ambientales, de la restitución de tierras, de la población LGBTI+,  lideresas feministas , representantes de indígenas y afros, presidentes de Juntas de Acción Comunal y de Comités Cívicos. Ellos ponen su pecho en riesgo para buscar lo que quieren sus comunidades. Y puede que no tengan uniforme, mucho menos tienen superpoderes; pero tienen una fuerza de convicción comparable a la del mismo Señor Increíble. Se mueven por ideas, por sentimientos de amor y fuerza positiva de cambio. Son desconocidos y misteriosos quizás, muestran lo que algunos queremos ver cambiado en nuestra sociedad y aquello a lo que otros le tienen miedo. Muestran el país que no sólo tiene de todo, sino que es de todos. Pero bien lo dice la canción de Ana y Jaime (compuesta por Nelson Osorio):

“Ricardo sentó a los hombres y les habló con despacio, palabras verde esperanza vestidas de sal y selva. Les dijo la vida es nuestra, también es nuestra la tierra, y las palabras que traigo son semillas también nuestras… Ay, ay, ay, Ricardo murió ese día.”

#LosHeroesenColombiaSiExisten  #LosLideresSonSuperHeroes

 

 

La oposición constructiva

27 de junio de 2018

Sergio Villareal

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Después de la noche del lunes, muchos nos despertamos a descubrir que pasábamos a la oposición oficial. Las esperanzas de otra traición como la de Santos a Uribe fueron enterradas cuando Duque llamó a sus bancadas aliadas a congelar el debate de la JEP.

Ahora nos toca la tarea de ser oposición, y muchos como yo no teníamos todavía  conciencia política la última vez que Uribe tuvo el país bajo su mando. Teníamos 9, 10 y 11 años, y ahora no sabemos cómo reaccionar. Lo claro es que hay tres respuestas comunes a estas circunstancias y tres posibles rutas de acción para que, desde agosto de 2018 hasta agosto de 2022, podamos convivir en esta situación.

La primera forma es una que he llamado “la Roy Barreras”: esta evita completamente pasar a  ser de oposición y busca cómo cambiar su ideología y principios para ser presidente del Senado en alguno de los próximos cuatro años. El senador que una vez fue “La fuerza de la paz” ahora es más bien “La fuerza de la leguleyada” o “La fuerza del oportunismo”, ya que después de haber defendido los acuerdos de paz con las FARC, ha pasado a ser uno de sus mayores detractores; claro, después de saber quién iba a ser presidente. Sin embargo, Roy Barreras no es el único en cometer este pecado: David Barguil dijo que estaba de acuerdo con Santos en los temas de la paz, –en su entrevista con Yamid Amat en Canal Uno–, y después pasó a ser el más valiente escudero del nuevo presidente, Iván Duque, y de sus políticas sobre la paz. También hay otros como Rodrigo Lara, que estuvo del lado del gobierno hasta volverse detractor de la JEP, para luego  volver a apoyarla y después volver a criticarla junto con su partido; y eso fue desde 2017. Sin embargo, para los que no tenemos el estómago para negociar ministerios, hay otras formas de lidiar con la circunstancias.

La segunda forma la he apodado “la forma Uribe”: es la que toman las bancadas que se salen de la sala antes de votar, afectando el quorum decisorio del Congreso en cualquiera de las dos cámaras, y que, cuando no son capaces de esto, sólo se salen para decir que el gobierno es ilegitimo. Estos son los grupos que tienden a mostrar dificultades en aceptar las derrotas, y que excusan sus fallas humanas y sus errores electorales en factores externos tales como los hackers u Odebrecht, ignorando sus propios usos de estas maquinarias. Piensen cómo Zuluaga usó al hacker para sacarle información a Pacho Santos en las primarias del Centro Democrático. O cómo Zuluaga después se reunió con Odebrecht en Brasil junto con Iván Duque y posteriormente fue investigado por ese motivo y hubo que intercambiar favores para sacarlo del lio con el CNE.

La tercera forma es “la forma Mockus”, o la Oposición Constructiva: es una que no gana puestos, no gana gloria, y no mejora sus chances electorales. Es una que no es compatible con el egocentrismo y que no tiene ningún otro fin que ayudar al país. Esta se trata de conseguir acuerdos y compromisos para la creación de un mejor país, nada más. La Oposición Constructiva reúne a dos o más miembros con diferentes opiniones políticas, unos del gobierno, otros de la oposición, y logran que cada uno ceda hasta cierto punto para poder avanzar. Se trata de conseguir una superioridad moral sobre aquellos que están dispuestos a sabotear al gobierno y a no progresar.

Senador Petro: tienes en tus manos ocho millones de votos. Ocho millones de personas que el 17 de junio te dimos nuestro apoyo, ya fuera que ganaras y te hicieras presidente o que perdieras y te volvieras líder de la Oposición. Yo tan solo soy un activista, pero te digo que ya convocaste a una multitud de personas durante la campaña y para después. La decisión es completamente tuya: ¿Cuál de estos caminos vas a tomar? Tu suerte es nuestra suerte.

 

La tragedia de Colombia es tener una sociedad civil vibrante sin capacidad de movilización política: Rodrigo Uprimny

Conversatorio de Paz No. 1 de 2018

24 de enero

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Como un académico que intenta hacer activismo en derechos humanos se definió Rodrigo Uprimny,  el invitado de Rodeemos el Diálogo al primer Conservatorio de 2018 en torno de los avances en la implementación jurídica del Acuerdo con las FARC.

Mecanismo de implementación jurídica del Acuerdo de Paz

Antes es oportuno hacer una reflexión teórica sobre la complejidad y volatilidad que caracteriza  los procesos de paz. Desde el punto de vista jurídico la implementación de los acuerdos de paz es difícil: o bien se adelanta el proceso por vías extrajudiciales para luego dar a lo acordado legitimación jurídica  vía  constituyente, o se opta por  que  el proceso se ajuste al marco constitucional vigente desde el comienzo.

En el acuerdo gobierno-FARC se escogió una vía intermedia:se negoció dentro del marco de la constitución pero se creó a la vez un procedimiento extraordinario de implementación: el fast-track. Éste teníados pilares:

  1. Facultades especiales al Presidente de la República para expedir decretos con fuerza de ley
  2. Un procedimiento especial para tramitar las reformas en menor tiempo de lo ordinario con limitación de la participación del Congreso a la hora de votar los proyectos de modo que lo hiciera en bloque y sin entrar a hacer modificaciones.

El triunfo del No en el plebiscito planteó a la Corte un debate jurídico muy difícil, dado que la refrendación popular era requisito para activar el fast-track. La Corte lo resolvió interpretando que era un proceso de múltiples etapas, de manera que hecha la renegociación del acuerdo, podía pasar al Congreso para su refrendación.

En la renegociación se introdujeron cambios sustantivos; por ejemplo, que el Acuerdo no tuviera per se estatus constitucional, esto fue un golpe duro para las FARC que  veían en ello una garantía de cumplimiento por parte del Estado.

No obstante, la refrendación por parte del Congreso activó el fast-track, la debilidad democrática del acuerdo ha pesado mucho en la forma como la Corte Constitucional ha entendido el fast-track. En ese contexto, declaró inconstitucional la prohibición al Congreso de introducir modificaciones y la obligación de votar en bloque, argumentado que implicaba “una sustitución parcial de la Constitución” al menguarse la capacidad deliberativa del legislativo, en contravención a la separación de poderes. Uprimny no comparte esta apreciación, a su criterio lo ideal sería tener fast-track siempre y para todos los proyectos de ley.

Balance general de la implementación jurídica vía fast track

Comparando con otros acuerdos en el mundo y dada la incertidumbre jurídica que teníamos un año atrás, la implementación del Acuerdo en sus 10 meses arroja un balance positivo. En Colombia, no se percibe así dados los riesgos respecto a lo que pueda pasar con las elecciones y a la violencia en los territorios que se evidencia en el asesinato de desmovilizados y líderes sociales.

Sin embargo, de conformidad con el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos, instituto encargado de hacer el seguimiento, a diciembre 2017 la implementación va bien.

En términos generales hay 572 disposiciones de las cuales se ha ejecutado el 20%; el resto está pendiente. No obstante, se han hecho reformasfundamentales al acuerdo:

  1. La que crea el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR), crea la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV), la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD) y que fortalece los programas de reparación.
  2. La que da estatus jurídico al acuerdo; ya no es parte de la constitución, pero tiene fuerza jurídica y es deber de las autoridades implementarlo.
  3. La que permite la incorporación política de las FARC y su tránsito a movimiento político: la FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) que está pendiente de aprobación por la Corte Constitucional.

En cuanto a las leyes que ya se expidieron y están en revisión ante la Corte Constitucional están la Ley Estatutaria de la JEP y El Estatuto de la Oposición.

En cuanto a decretos con fuerza de ley se ha avanzado, más no con la celeridad esperada. Se han expedido 20 decretos: algunos los tumbó la Corte y otros están en proceso de revisión por la misma, como son: el de la CEV yla UBPD.

La JEP

La entrada en vigencia de leyes estatutarias en Colombia está condicionada a la revisión por parte de la Corte Constitucional, que actualmente estudia el proyecto de Ley Estatutaria de la JEP.

Conforme a lo aprobado hasta ahora, algunos de los magistrados ya elegidos para actuar como tales tendrían una inhabilidad o prohibición por haber litigado en casos de derechos humanos contra el estado colombiano. Para Uprimny, esta prohibición es inconstitucional dado que se creó con posterioridad a la elección de los magistrados. Adicionalmente, es sustancialmente improcedente excluir del tribunal encargado de cerrar jurídicamente el conflicto evaluando entre otras las violaciones a los derechos humanos, precisamente a los más idóneos para ello. Estima que tal inhabilidad nunca entrará en vigencia.

Uprimny valora que la Corte, contrario a lo que algunos consideraban inadmisible por sustituir la constitución, haya validado la creación de la JEP para cerrar el conflicto y la aplicación de penas alternativas. A la vez señala que por su afán de ser árbitro y dar gusto a diferentes actores la Corte ha incurrido en varios errores:

  1. Respecto de las FARC; aceptar que podían participar en política aun cuando hubieran cometido crímenes internacionales -de guerra y de lesa humanidad. La JEP se encargará de armonizar esta participación con el cumplimiento de las penas.
  2. Respecto de los militares, aceptando una propuesta de regulación de la responsabilidad del mando que no es compatible con el derecho internacional y dificulta imputar responsabilidades a altos mandos por acciones de sus subordinados. Este fue uno de los puntos criticados por la Fiscal de la CPI.
  3. En relación con los empresarios y terceros en general, dejando sin piso la obligatoriedad de acudir a la JEP, argumentando que esa jurisdicción era violatoria del principio del juez natural. Uprimny no comparte este argumento pues de ser así toda la JEP sería improcedente.

Teniendo en cuenta que esta jurisdicción deberá hacer un cierre jurídico integral del conflicto armado, lo ideal hubiera sido que (1) no se limitara a las FARC, sino que incluyera a todos los participantes —agentes de la fuerza pública, guerrilleros, paramilitares, y terceros. Sin embargo, este punto fue modificado en la renegociación del acuerdo en el sentido de hacer más difícil involucrar a terceros y limitarla solo a quienes participaron de manera activa y determinante. Posteriormente, la Corte tumbó la obligatoriedad de la JEP respecto de terceros. (2) que las sentencias de la JEP fueranautónomas y no estuviera supeditadas a revisión. Sin embargo, esta posición generó fuerte rechazo en los círculos jurídicos y en la propia Corte que vio en ella una violación de la supremacía de la Constitución. En consecuencia los recursos de tutela que se presenten ante la JEP podrán ser revisados por la Corte Constitucional.

Circunscripciones Especiales de Paz

Estas circunscripciones pensadas para territorios fuertemente victimizados están en el limbo por la objeción en el Congreso con el argumento que las Farc están encubiertas detrás de ellas. Cuando se discutieron ya se había terminado el fast-track y se había roto la unidad nacional por parte de Cambio Radical, lo cual complicaba toda acción.

Se hizo una primera votación que no obtuvo la mayoría absoluta que requería por constituir reforma constitucional. Se votó de nuevo y obtuvo 50 votos a favor dando lugar a un debate matemático en torno a lo que constituye mayoría absoluta en un senado con 102 curules. En principio se dijo que se hundía por falta de mayoría, pero el senador Roy Barreras argumentó que las 3 curules de senadores detenidos no podían ser reemplazadas de modo que en la práctica sí se había obtenido la mayoría. Sin embargo, el debate está vivo dado que se introdujeron otras interpretaciones en torno a la mayoría absoluta de 99. Se presentó una tutela, vino la vacancia judicial y al regreso el presidente del Senado presentó una apelación sobre el asunto que se encuentra ante el Consejo de Estado, lo lógico es que confirme la decisión del Tribunal Administrativo de Cundinamarca que exigió al Senado continuar el trámite.

Para Uprimny, del debate meramente jurídico se pasará a uno político de modo que si el Consejo de Estado confirma la decisión del Tribunal, el presidente del Senado tendrá que cumplirla, pero por razones de tiempo antes de marzo no tendremos las circunscripciones. Lo ideal es que se corrijan los aspectos controversiales de las circunscripciones y que se tengan unas elecciones atípicas.

Evaluación del desempeño de la Corte y su capacidad de respuesta antes del cambio de gobierno

A la Corte ingresaron recientemente 5 magistrados nuevos por lo que es difícil prever cual será la orientación de las nuevas decisiones. Sin embargo mirando los precedentes se intuye que seguirá en la línea intermedia de normalizar lo excepcional en el sentido de ir encauzando el acuerdo por el proceso ordinario.

Afortunadamente los temas más sensibles como el SIVJRNR, el estatus jurídico del acuerdo y la reincorporación política de las Farc ya fueron aprobados. El test que viene ahora para la Corte será la revisión de la Ley Estatutaria de la JEP y de la Ley de Amnistía. En la Ley Estatutaria de la JEP hay 3 puntos sensibles respecto de los cuales se espera que la actuación de la corte constitucional consista en:

  • Dejar sin piso las inhabilidades de los magistrados.
  • Moderar la ley estatutaria de manera que si bien la JEP no puede obligar a terceros a comparecer ante ella, sí pueda documentar casos contra terceros y remitirlos a la justicia ordinaria cuando considere. Esto ayudaría a incentivar la comparecencia voluntaria de terceros.
  • Fijar una lectura diferente frente a un tema tan sensible como lo es el de la violencia sexual contra menores que fue excluida masivamente por el Congreso de la posibilidad de penas alternativas de la JEP y en consecuencia deberá tener las penas ordinarias del código penal. Uprimny considera que esto es un error por cuanto no solo contradice el acuerdo sino que desestructura por completo la razón de ser de la JEP. Precisamente se buscaba que las personas pudieran acudir ante esta instancia para dar su narrativa de todos los crímenes en que hubieran participado bajo el entendido de que recibirían una pena alternativa. Al excluir un crimen como la violencia sexual, no sólo se rompe la estructura y se genera una dificultad práctica a la hora de aplicar las penas:- matar un menor, pena alternativa y forzar un aborto, pena ordinaria- sino que se desincentiva el que se cuente la verdad de estos delitos.

Sabiendo que ya no hay fast-track y que hay temas pendientes, se espera que el gobierno Santos realice la implementación jurídica por medios ordinarios y mensajes de urgencia del ejecutivo al Congreso. Estos últimos están previstos en la Constitución para la presentación de leyes prioritarias, y discusión en sesiones conjuntas de las comisiones de Cámara y Senado, lo que agiliza el trámite considerablemente.

Si el Gobierno tiene apoyo político, prácticamente podría sacar en los próximos meses toda la legislación que falta.Sin embargo, el gran problema del acuerdo de paz ha sido el déficit de legitimidad que ha tenido en una sociedad polarizada. No obstante que desde el punto de vista jurídico la Corte avaló el fast-track y el acuerdo está blindado, no se han trabajado mecanismos para dar fuerza popular a los acuerdos. Se recomendó al Gobierno establecer cabildos abiertos a lo largo del país que manifestaran su apoyo a la paz pero finalmente no se hicieron de manera que serán las elecciones las que legitimen políticamente el acuerdo.

Impacto de la ausencia de las AUC en la JEP

En opinión del Uprimny aunque la mayor parte de paramilitares ya definió su situación jurídica a través de Justicia y Paz, los paramilitares podrían concurrir voluntariamente ante la JEP. Igualmente la Comisión de la Verdad puede convocarlos para que se conozca la verdad del paramilitarismo

Relación del derecho, el cambio social y el papel político del juez

Uprimny cree que en Colombia es positivo que los jueces se involucren moderadamenteen influenciar el cambio social, de manera que ayuden a garantizar derechos que están en la constitución cuando los órganos políticos no lo hacen. Ve con buenos ojos que la Corte y algunos jueces no teman hacer avances en temas sensibles como por ejemplo el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo aunque lo deseable sería que se hiciera por la vía legislativa para darle legitimidad democrática.

Retos de la JEP, la CEV y la UBPD en los meses previos a las elecciones

En la JEP y la CEV hay representación de diversos sectores y equilibrio entre academia, narrativas periodísticas, género, representatividad étnica y de las regiones. Sin embargo preocupa el funcionamiento de la JEP por su estructura y número de magistrados —3 salas, 1 Tribunal con 4 secciones, 38 magistrados— por lo que se espera que los magistrados entiendan la grandeza de su labor y puedan trabajar en equipo.

Adicionalmente a la función de esclarecimiento fáctico de la verdad, la CEV tiene una función muy importante de construcción de convivencia y garantía de no repetición. En sintonía con esto la comisión debería centrar su labor inicial en la creación a corto plazo de escenarios de reconciliación, la promoción del acercamiento entre distintos grupos de víctimas, y de vÍctimas con victimarios, especialmente en las regiones.

Respecto de la sincronización entre la JEP y la CEV se debatió bastante si se debería priorizar la verdad o la judicialización pero finalmente el acuerdo no fue claro al respecto de modo que arrancaron simultáneamente, pero la CEV avanzará con mayor celeridad por cuanto tiene menos integrantes y es menos formal.

Disponibilidad y capacidad del estado colombiano para absorber los conocimientos de la sociedad civil para la implementación de la paz

La tragedia de Colombia es tener una sociedad civil vibrante sin capacidad de movilización política. La movilización por la paz por ejemplo, duró poco y no convocó masivamente a los colombianos. El Estado tiene instancias distintas de receptividad y ésta también varía entre instituciones.

Blindaje jurídico del Acuerdo y reconocimiento internacional

En principio el Acuerdo podía tener estatus internacional como Acuerdo Especial (AE)acompañado de una declaración presidencial. En el Derecho Internacional hay un limbo jurídico sobre los acuerdos de paz entre un estado y un grupo alzado en armas al cual no se le haya reconocido beligerancia y por ende no sea sujeto de derecho internacional. Tales acuerdos no clasifican como tratados pero a la vez es deseable como garantía de cumplimiento que tengan alguna fuerza jurídica. En el caso del acuerdo con las Farc ha hecho carrera la idea de considerarlo un AE conforme al DIH, pero con la salvedad de que ello no lo incorpora automáticamente a la constitución como erróneamente se argumentó por el fiscal Montealegre y Álvaro Leyva.

Los AEs son los que se suscriben para disminuir los sufrimientos de la guerra y cumplir mejor el DIH. Algunos argumentan que un acuerdo de paz no puede ser considerando AE porque precisamente este último se refiere a cómo conducir la guerra y mientras que el acuerdo de paz es sobre cómo acabarla. Uprimny alega que precisamente la mejor manera de acabar los sufrimientos de la guerra es acabar la guerra y en ese sentido si podríamos considerar el acuerdo de fin del conflicto como un AE.

Debido a que el estatus jurídico de un AE ante el Derecho Internacional no es claro del todo, se han discutido argumentos en el sentido de que una declaración unilateral también podría comprometer internacionalmente la responsabilidad del estado colombiano. La Corte Internacional de Justicia ha desarrollado toda una teoría de los Actos Jurídicos Unilaterales como fuente de Derecho Internacional y en ese contexto sería válido el argumento en favor de la fuerza jurídica del Acuerdo, lo cual es de vital importancia. No obstante reconoce que el problema real radica en la aplicación en la práctica, pues no es un asunto meramente jurídico sino político.

Si bien es cierto que el Acuerdo no se puede deshacer, ante la incertidumbre de las elecciones presidenciales sí existe el riesgo de que la implementación sea asfixiada y que en lugar de una paz con posibilidades de transformación social nos quedemos con una paz mínima, lo que seguramente desincentivará el interés del ELN en un acuerdo.

En concepto de Uprimny, el Gobierno debería hacer más política en lugar de aferrarse tanto a lo jurídico, no porque el derecho no sea importante, sino porque la paz se blinda en la medida en que haya mayor movilización política a su favor.

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Seguridad y responsabilidad  del Estado

La garantía de seguridad es un asunto crucial para el sostenimiento de la paz y el  fortalecimiento democrático. Un proceso de paz que no garantice la seguridad a los reintegrados está condenado al fracaso. En el acuerdo hay muchos puntos referentes a la seguridad que ya se han implementado como los mecanismos de protección y la Unidad de Desmantelamiento para investigar y sancionar el paramilitarismo.

Frente al asesinato de reinsertados y líderes sociales conviene generar presión para que los líderes políticos envíen un mensaje en el sentido de condenar todo crimen contra líderes sociales y militantes de cualquier partido. Uprinmy no cree que haya un plan nacional de exterminio, pero sin duda el ambiente político sí genera a nivel regional reacciones sistemáticas.

Reparación, Justicia y Verdad para las víctimas: avances y expectativas frente al acuerdo

Este acuerdo comparado con otros acuerdos en el mundo representa un gran avance en cuanto a los derechos de las víctimas. Respecto de la reparación, el acuerdo fortaleció y dio más coherencia a los procesos de reparación administrativa que ya existían y muchas víctimas han sido ya reparadas o se han iniciado los procesos. No obstante se prevé que por la restricción fiscal que enfrenta el país actualmente, las reparaciones materiales no serán tan vigorosas como se quisiera. Lo deseable es que el Gobierno amortigüe la situación con una política consistente y sostenible que armonice las políticas fiscales con políticas sociales de erradicación de la pobreza, derechos sociales y políticas de justicia.

Sin duda el acuerdo logró equilibrar los derechos de las víctimas con la posibilidad de una paz negociada. Respecto al esclarecimiento de la verdad, Uprimny no espera resultados rápidos salvo que la CEV opte por permitir el esclarecimiento de casos individuales. Aún no ha manifestado cómo manejará la relación entre narrativa y casos individuales, pero eventualmente podría dar la verdad a las víctimas en casos concretos sin tener que esperar los tres años de plazo que tiene para su informe.

Resaltóla contribución a la verdad por parte de la UBPD. Esta unidad es la menos controversial y tiene un rol humanitario crucial: aclarar a las familias de personas declaradas desaparecidas (desparecidos forzados y todo aquel perdido en el conflicto) la verdad sobre lo que sucedió y facilitar el proceso de duelo

En cuanto a la justicia, en la JEP hay tres salas que van a recibir una carga fuerte de trabajo. De la Sala de Amnistía e Indultos y la Sala de Situaciones Jurídicas se prevé que tendrá decisiones en el corto plazo pero no son de relevancia para las víctimas. La Sala de Reconocimiento sí compete directamente a los intereses de las víctimas. A ésta llegarán todos los casos, y deberá recomendar al Tribunal la aplicación de sanciones alternativas, o acusar crímenes de lesa humanidad. Desafortunadamente los informes de esta sala tomarán más tiempo por lo que algunos han recomendado, a excombatientes que saben que tendrán que responder por delitos de lesa humanidad, que pidan a la JEP ir cumpliendo sentencia antes de ser condenados como muestra de compromiso con la paz. Esto daría un gran mensaje a las víctimas y podría tener un impacto positivo en la popularidad de la Farc.

A manera de conclusión

El conversatorio con Rodrigo Uprimny dejó 3 mensajes contundentes que representan retos para Rodeemos el Diálogo y la sociedad colombiana:

  1. Falta movilización social por la Paz.
  2. Es importante que todos los colombianos comprendan la implementación para defender lo que se ha logrado hasta ahora.
  3. Es necesario actuar políticamente.

Conmigo no cuenten para replicar el mensaje del odio

Enero 21 de 2018

Por: Lucía Moncada

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(Fuente: https://www.softonic.com/articulos/whatsapp-mix-novedades-android-soc)

Conmigo no cuenten para quedarme en el pasado y para vivir la vergüenza nacional e internacional de querer seguir en guerra civil, la peor de las guerras. No cuenten para replicar el discurso de odio.

Me llegan casi a diario –y a veces por equivocación del remitente porque cuando replico, la disculpa es: “perdón, era para otro chat”– mentiras horribles sobre personas públicas amigas del Acuerdo de Paz. Las mandan personas de mis afectos, envenenadas por el discurso de odio que ha calado tanto entre tantos compatriotas.

Es aterrador lo que son capaces de inventar en esos mensajes que reciben y reenvían miles de personas a otros tantos miles. Como si destruir la honra no fuera una falta gravísima. Como si no hubiéramos vivido horrores propiciados por varios sectores, entre ellos de nuestros mismos gobiernos. Como si muchos de nuestros actuales precandidatos presidenciales no hubieran convivido –ni convivieran aún–, admitido en sus partidos –ni admitieran aún–, y cohonestado –ni cohonestaran aún– con crímenes espeluznantes cometidos por los que los apoyan, los alaban y les consiguen votos pagados con puestos y mermeladas.

Ya es hora de que maduremos, de que salgamos mejorados como seres humanos después de haber padecido tanto dolor y tanta ignominia. No más discursos de odio, no más réplicas de mentiras.

No se habría hecho la paz en ningún país, si todos los días salieran testimonios verídicos de los horrores cometidos, por ejemplo, contra los africanos traídos encadenados y en las peores condiciones para trabajarles a los blancos durante la esclavitud. No se habría perdonado a los ingleses por los atropellos contra los habitantes de los territorios que invadieron y expoliaron, así como lo hicieron franceses, belgas, alemanes, etc. No se habría hecho la paz en Sudáfrica, si durante el proceso Mandela y sus seguidores hubieran bombardeado por periódicos, televisión, correos a las casas, con lo que de verdad sucedió durante el apartheid, sin necesidad de noticias falsas.

Seamos mejores. Este es un momento histórico para dejar atrás la convivencia con las mafias de todas las procedencias. Para recibir y mantener con vida a los que se están reincorporando. Son colombianos como todos, que han vivido circunstancias inimaginables, que también han sido víctimas de las muchas formas de violencia que sabemos que atraviesan nuestra historia.

Conmigo no cuenten para quedarme en el pasado y para vivir la vergüenza nacional e internacional de querer seguir en guerra civil, la peor de las guerras. No cuenten para replicar el discurso de odio. Nos merecemos ser ejemplo para el mundo entero de reconciliación, de un presente mejor y de esperanza para la raza humana.

Never underestimate the power of Dialogue!

ReD Non-Workshop at University of Cambridge

21st November 2017

The session in Cambridge took place in the Centre of Latin American Studies (CLAS) with participants from within CLAS, but also from the Development Studies, Architecture and English departments. The Reconciliation Non-Workshop aimed to introduce the ideas and activities of ReD, first framing these in the context of Colombia, but asking participants how these same ideas could be used to address emotional and political polarisation in British society.

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The framing

We began the session with a presentation, explaining briefly the recent history of the conflict, peace referendum and Peace Process between the Colombian government and the FARC, but also touching on the negotiations between the government and ELN and some of the reasons for the success of the “No” vote in October 2016. We talked about the issue of impunity and the struggles with implementation of the Peace Process.

This was followed by a round of questions, discussing the activities of ReD. We particularly talked about the lack of access to experts and expert opinions that many Colombians face, and the perception that some kinds of knowledge belong to certain classes of society. We talked about how Conversatorios, Tertulias and the Desayunos de Paz can help to redress these imbalances, as well as the presence of ReD activities in the different regions of Colombia and peripheral neighbourhoods in Bogota.

The challenge of reconciliation

One participant made a comparison with the Northern-Irish Peace Process, and we questioned how the process of reconciliation was framed in this context, debating if this could help us to adapt and reframe ReD activities for the British context.

The intensity and complexity of the Colombian context was a key area of discussion, and we talked about the difficult nature of forgiveness in specific contexts. The highly emotional, and traumatic experiences of many victims is something that many people in Colombia (and internationally) grapple with when accepting the FARC reintegration into society and participation in politics. Questions surfaced such as: How much is too much? How do we draw a line and begin to negotiate? How can these people live alongside each other?

 Role play: negotiating identity in the struggle for reconciliation

The second part of the session involved a dynamic extracted from the ReD Non Workshop proposal. Participants were asked to think of somebody they admired, think of characteristics of this person that they identify with and then present this to the group. Following this they identified animals that represented them, also explaining why. The levels of personal engagement with this activity varied, with some participants choosing animals based on tastes and likes, whilst others began to analyse their own personalities.

 The participants were then separated into two smaller groups to discuss and decide on one animal that represented each group. After some discussion they settled on a panda and a cat. The entire group then worked together, negotiating to decide on one of these animals to represent the entire group. The main sticking issues were the social characteristics of the animal. The solitary, quiet nature of pandas was contested which resulted in the entire group switch to polar bear, a family-focused animal. Participants were invited to analyse this negotiation process, saying what they had had to give or take to reach an agreement.

One participant described the process as the gradual widening of frames. He said that you look at a problem in a discussion again and again, gradually shifting and changing the frame or lens until it fits the problem. This expresses the struggle of reconciliation and also the flexibility and gradual shifts in attitudes that make reaching a new conclusion possible.

A message from one of the participants

“I really enjoyed learning about ReD and what they are doing currently to help reconciliation. It helped me to think about the wider problems in Colombian society, but also relatable to the British context with Brexit. Activities and environment was friendly and fun.”

Colombia se transforma en silencio a la par con la FARC: hechos detrás de la polarización virtual promovida en las redes

Hoy, 1 de septiembre de 2017, la Fuerza Alternativa Revolucionaría del Común (FARC) hará su primer acto público en la Plaza de Bolívar. Algunos sectores quieren derrotarla en las urnas y otros no quieren verla ni en pintura. Esos son dos extremos que no permiten ver la transformación silenciosa que está viviendo la sociedad colombiana; un cambio, a través del cual, poco a poco se van desinstalando los dispositivos bélicos que heredamos de diferentes actores de esta larga guerra en nuestra cotidianidad.

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El silencio de las armas no ha resuelto los dramáticos problemas del Chocó, pero ha contribuido a que empiece a florecer un sentir distinto frente a la posibilidad de moverse libremente en partes del territorio. Durante mi visita a Quibdó, hace una semana, escuche voces escépticas, “desactivar el conflicto implica desmantelar el Clan del Golfo, acabar la guerra con el ELN y fundamentalmente construir una economía solidaría que haga posible el buen vivir,” el acuerdo de paz no es suficiente, me dijeron. También voces optimistas, que ven el Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y la Circunscripción Especial de Paz prevista para varios municipios del Chocó como una oportunidad para construir un nuevo futuro desde las comunidades. En cualquiera de los casos, nótese bien, el problema no es la FARC, como lo plantean algunos actores políticos desde Bogotá.

Pensé compartir esta experiencia con jóvenes en Pereira, el martes 29 de agosto. Estaba invitado a una conferencia para hablar de reconciliación. Sin embargo, al llegar al auditorio escuché la presentación de un coronel del ejército, explicando la Jurisdicción Especial para la Paz y la importancia del reconocimiento de responsabilidades por todas las partes involucradas directa o indirectamente en el conflicto armado de cara a garantizar la satisfacción de los derechos de las víctimas. Inmediatamente después, un integrante de la FARC, hizo una presentación sobre la importancia de la Reforma Rural Integral para resolver el problema de marginalidad que afecta a territorios como el Chocó y reflexionó al final sobre la importancia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Mientras los escuchaba pensaba: “dos lecturas distintas de país (casi antagónicas) y hoy estos jóvenes son testigos de este nuevo país que empieza a nacer, en el cual la discrepancia es natural y productiva”.

Así abrí mi presentación: “jóvenes, ustedes están viviendo hoy el fruto de un acuerdo de paz, y podrán contarles a sus hijos que fueron testigos de los primeros encuentros entre adversarios que hoy apuestan por construir un mejor país compartiendo un acuerdo sobre lo fundamental a pesar de sus diferencias: el respeto por el otro”. Les dije que era la primera vez que compartía un escenario con un coronel retirado y con un comandante en proceso de reincorporación. Me sentí extraño, como si hubiera llegado a un nuevo puerto. Entendí que Colombia ya no es igual, ni será igual, porque en la mente de los jóvenes se está desactivando la guerra. Esta conferencia, que era una ocasión especial y memorable, se convertiría en práctica común al pasar del tiempo.

No imaginé que este tiempo ya había llegado. A pesar de que recorro el país haciendo pedagogía, no me había percatado que los espacios de encuentro hipotéticos de los que hablo cuando comparto reflexiones sobre la reconciliación están ocurriendo a lo largo y ancho de nuestras ciudades. Ayer, 31 de agosto, fui invitado a hablar en una universidad de Bogotá que se especializa en rehabilitación. Mi presentación debía ofrecer herramientas para entender la perspectiva de la construcción de paz. Me antecedieron una funcionaria del Ministerio de Salud y una asesora de la FARC en la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo de Paz (CSIVI). La funcionaria explicó como el Ministerio está transformándose para atender a las víctimas del conflicto armado; mientras que, la asesora de la CSIVI hizo una explicación transversal sobre el enfoque de salud como derecho contenido en los acuerdos. Entonces, debí cambiar mi presentación, e inicié diciendo emocionado, quizá en otras palabras que: “la construcción de paz no es ya una perspectiva, es una realidad en la que participan miles de colombianos y para la que se preparan nuevas generaciones, como ustedes queridos estudiantes que hoy están aquí”.

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En medio de mis charlas en Quibdó, Pereira y Bogotá hicimos la Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón. Más de 4000 colegios y 70 universidades se unieron para reflexionar y celebrar la reconciliación. En la Universidad Javeriana, la fuerza de la música se hizo sentir en un concierto en el que participaron María Mulata, Maite Holente y The Mills; el rock, la salsa y la cumbia mostraron la contribución que los artistas hoy están haciendo para que todos abramos el corazón.

En estos ocho días he hablado con muchos colombianos en múltiples espacios – en los taxis, los restaurantes, y los aeropuertos – y escucho el cambio como una ola que va creciendo. Algunos colombianos van a votar por la FARC, muchos no van a votar por ellos. Su legado no necesariamente se verá reflejado en un triunfo político. Su legado irá mucho más allá, será parte de nuestro fundamento nacional de poner la violencia más allá de cualquier justificación moral.

Hoy, mientras escucho la primera rueda de prensa de la FARC, pienso que: (1) la calidad del debate político va a mejorar; (2) el rencor se irá disipando poco a poco; (3) al saber el daño profundo que permitieron al ignorar la guerra muchos más colombianos sentirán vergüenza; y, quizá por eso, (4) las nuevas generaciones tendrán en su ADN incrustado el respeto por el otro y un ¡guerra nunca más!

Literatura infantil y juvenil y su aporte a la reconciliación

Invitadas: Claudia Rueda y Beatriz Eugenia Vallejo, escritoras juveniles

Conversatorio de Paz No. 8, agosto 8 de 2017

 

¿Por qué escribir libros para niños?

Claudia Rueda nos habla de su obra, el libro-álbum para niños, en el cual la imagen y el texto se complementan, ya que ni la una ni el otro pueden llegar a expresar todo. Considera que la literatura para niños no es “algo para que los niños se diviertan mientras se vuelven grandes”, sino un vehículo que apunta a la capacidad de imaginar, que es lo que nos permite dominar el universo al trasladarnos a otros mundos, otros lugares. Claudia señala que con sus libros no busca responder a un propósito o a una necesidad precisa, sino contribuir a que seamos más humanos.

¿Por qué emplear animales para representar los personajes?

Claudia lo hace porque encuentra que la imagen del animal nos permite tomar distancia y vernos desde otro ángulo. Beatriz Eugenia, por su parte, cuenta que, aunque su actividad central es la academia –es docente en temas de justicia transicional–, la literatura y el dibujo siempre han estado presentes en su vida. Empezó a escribir historias para sus hijas pequeñas y elige siempre como protagonistas a animales porque siente que a través de ellos se acerca al corazón de los niños.

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El mundo cabe en la literatura infantil

Beatriz Eugenia comenzó a desarrollar e ilustrar historias para ir describiendo -primero para sus hijas- momentos especiales de la vida; de esa época son: Vamos al colegio grande, Adelaida se prepara, El mejor disfraz, y otros como La selva estaba en peligro, o Muchas ovejas en busca de un cuento. También ha ilustrado libros de otros autores, como Yo tengo derechos y también deberes, de Fernando Soto Aparicio, o Enrique tiene cinco años de Clarita Spitz, sobre un niño con síndrome de Down.

Al mismo tiempo, trabajando en el concepto de justicia transicional y mientras reflexionaba sobre “memoria y niñez”, Beatriz Eugenia se preguntaba quién les explicaría a los niños lo que estaba pasando; comenta cómo mientras para muchos niños los monstruos existen en la imaginación, para tantos otros en nuestro país los monstruos eran reales y podían ser paramilitares o guerrilleros que entraban a sus casas.

Su trabajo académico empezó a permear su obra de escritora. Con ayuda del Centro de Memoria Histórica escribió Un largo camino, sobre el desplazamiento forzado, para el cual un equipo profesional de la Unidad de Víctimas elaboró una guía que orienta diversas reflexiones, preguntas y actividades para proponer a los niños a medida que se hace la lectura del cuento. Actualmente Beatriz Eugenia viene trabajando con la Fundación Baltasar Garzón en el proyecto Democracia, con los títulos: Derecho al refugio, Libertad de expresión, y Cuentos del posconflicto. Menciona que hay varios autores en el mundo que han escrito cuentos para niños sobe la migración.

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¿Cómo trabajar con las poblaciones víctimas para que la narrativa no lleve a la venganza?

Claudia cuenta que inicialmente estudió derecho, movida por el deseo de “arreglar el mundo.” Luego empezó con caricatura política en El Tiempo, pero pronto vio que su impacto es muy efímero. Realizó una cartilla sobre los derechos fundamentales, basada en la Constitución Política de Colombia, y más adelante se encontró con la ficción y descubrió en la literatura infantil la posibilidad de hablar de lo que vivimos y de lo que hablamos. En el caso de las víctimas, encuentra de gran valor crear espacios para hablar, para limpiar, para sacar el dolor, para imaginar.

Empezó creando fábulas — piensa que son maravillosas y se han dejado de lado por cierta tendencia en la literatura a desestimar todo lo que trasmita una moraleja. Superada la época de los cuentos con personajes buenos y malos, hoy los libros invitan a que el niño intervenga en ellos. Claudia describe algunos de sus libros que pueden contribuir a pensar la reconciliación hoy: ¿Qué es esto? Muestra que todos somos parte de la misma humanidad, aunque sintamos diferente; Todo es relativo resalta cómo, según la mirada y la condición de cada uno, interpretamos la realidad de cierta manera; A veces, habla acerca de los estados de ánimo y lo que podemos descubrir mirándonos al espejo.

Con estos libros, Claudia resalta la importancia de tomar distancia y de tener una perspectiva del mundo. “A veces tenemos la realidad tan cerca (el conflicto, la violencia, las noticias) que no la vemos”, dice. Invita a observar la realidad con la perspectiva que nos dan la distancia y el conocimiento de la historia.

A la pregunta sobre cómo crear empatía, o antipatía, hacia los personajes, mientras que Beatriz Eugenia dice que no hay en su obra una intencionalidad en este sentido, Claudia menciona que en literatura hay personajes planos y personajes redondos. Los planos son los que no tienen matices: son perfectos, buenos y virtuosos, o son malos absolutos; los redondos, en cambio, tienen defectos y encantos y eso los hace atractivos porque los sentimos más humanos; como los dioses de la mitología griega.

Reflexiones finales: crear espacios para la fantasía

Es de suma importancia de que en la escuela se den espacios para la reflexión y la imaginación, en donde los estudiantes puedan volver a lo básico: la humanidad, los sentimientos, el reconocimiento del otro y de nosotros mismos.

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Es necesario la formación de transmisores o mediadores: hay que desarrollar la capacidad en padres y maestros para que estimulen en los niños la imaginación y la fantasía, para que ésta nunca deje de estar presente en sus vidas.

Finalmente, la invitación es a crear espacios para la fantasía. Vivimos en una sociedad que ha cerrado estos espacios. Por eso, es fundamental que también los adultos se acerquen, lean y disfruten la literatura infantil.

Lecciones de los colectivos de Hip Hop de San Cristóbal Sur para la Reconciliación de Colombia

Por: Andrei Gómez-Suárez

Gracias a un par de reuniones con Cathy Bollaert entendí que la reconciliación implica una profunda transformación de nuestra identidad. Desde entonces Rodeemos el Diálogo ha realizado no-talleres de reconciliación con las FARC, con estudiantes de colegio y con la Defensoría del Pueblo. Nunca habíamos compartido con colectivos de Hip Hop, hasta el viernes 11 de agosto de 2017, cuando la Subdirección de Juventud de la Secretaria de Integración Social y el Ministerio del Interior me invitaron a dialogar con líderes de estos colectivos en San Cristóbal Sur. Fue una conversación profundamente cálida al sabor de un canelazo. Un gran ejemplo de la transformación profunda que está viviendo nuestra Colombia.

Acepté participar en esta reunión sin percatarme de las fronteras invisibles que cruzaría para llegar hasta allá. Las fronteras de mi ciudad, que gracias a la necesidad de hablar de paz empiezo a cruzar. El desplazamiento desde Usaquén tomó alrededor de una hora. Hasta el barrio Egipto era un territorio conocido, pero después nos adentramos en el sur de Bogotá. Una zona con calles convexas, un territorio que no se parece para nada a los llanos del Yari, pero que por momentos me recordaba lo distante que están estas calles bogotanas del centro administrativo de nuestro país. Después de subir la “pared”, una calle empinada, que sigue la pendiente de la Cordillera Oriental, llegamos a la parte alta de la localidad y encontramos la Casa de la Juventud. Aquí también debemos construir la Paz Territorial, pensé. Entonces, terminé de comprender, la importancia de la invitación que me habían hecho.

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Lomas neto: Festival Hip Hop por la Paz y la Reconciliación

La reunión duró dos horas. Durante los primeros 30 minutos escuché las presentaciones de los hombres que representaban más de 30 colectivos de Hip Hop. La mayoría se refirieron al Festival por la Paz y la Reconciliación Lomas Neto que realizarán el 27 de agosto. Esperan convocar a más de 1000 personas para celebrar el poder transformador del Hip Hop, cruzando las barreras invisibles que dividen a los habitantes de la localidad. Sin duda esta es una gran antesala a la Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón que Rodeemos el Diálogo y otras organizaciones han convocado para el 30 de agosto.

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El festival es el resultado de un diálogo respetuoso entre diferentes colectivos que buscan el reconocimiento de cómo el Hip Hop ha aportado a la transformación del territorio. Pero, además, es una demostración del avance del relacionamiento con la institucionalidad, que empezó con la construcción de puentes para superar la estigmatización del movimiento Hip Hop hace unos años.

Todos los colectivos buscan transmitir mensajes para aportar a la sociedad expresando lo que sienten. Su actitud contrasta radicalmente con la indiferencia de muchos colombianos frente al futuro del país. Las palabras de Michael Castrillón son contundentes: “para ver un cambio hay que aportar.”

El diálogo: puente entre la paz negativa y la paz positiva de Johan Galtung

Después de escucharlos atentamente me pidieron intervenir. Yo era el invitado especial que hablaría de Paz y Reconciliación. Por un momento, me sentí intimidado. No es fácil hablar cuando uno tiene como audiencia a personas que en contextos muy adversos han iniciado procesos de reconciliación, de transformación del territorio, sin más apoyo que las ganas de cambiar su realidad y de contribuir a la sociedad.

Sin embargo, justo antes de empezar recordé los cientos de espacios que hemos organizado con Rodeemos el Diálogo, entre ellos el inolvidable no-taller en Algeciras (dónde logramos que ganará el Sí en el Plebiscito), una charla increíble en El Tarra (con los jóvenes de la Juventud Rebelde) y el desayuno de paz con Rosita Orejuela de VallenPaz en Chapinero (quien después me escribiría en un WhatsApp “gracias, me dejaron claro que el país es uno solo”). Recordé también el silencio, el vacío profundo que entre 1990 y 2006 marcó mi vida por no poder hablar del dolor que me había dejado el asesinato de Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, camaradas de mis padres.

Decidí entonces iniciar con una frase de Nelson Mandela: “que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus miedos.” Me pareció que esta frase condensaba la convicción de estos bogotanos que utilizan el Hip Hop para transformar su realidad. Pero, además, puede servir como un llamado a la sociedad colombiana para recuperar la confianza en el país, justo hoy 15 de agosto, cuando el voto de confianza de las FARC en el Estado se materializa en el acopió de más de 7.000 armas de uso personal en Funza (Cundinamarca) por parte de Naciones Unidas.

Hile mis reflexiones para explicar que las sociedades en conflicto tratan de reconstruir la confianza en el otro con un primer pacto para lograr una “paz negativa”, es decir, el respeto por la vida. Pero dicha paz sólo es sostenible si se trabaja por transformaciones estructurales y culturales para garantizar la igualdad de oportunidades y el respeto por las minorías. Esas transformaciones son los pilares de la “paz positiva”, a la que aspira toda sociedad.

Entre la paz negativa y la paz positiva hay un largo trecho, pero el diálogo que emerge en el interregno hace posible que sectores antagónicos se unan para resolver problemas comunes alimentado un proceso de reconciliación que hace imposible el retorno de la violencia homicida. Cerré diciendo que sus intervenciones me habían mostrado cómo en la práctica sus colectivos eran un ejemplo de esa transición entre la paz negativa y la paz positiva.

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Lecciones desde el Hip Hop para la reconciliación

Los colectivos de Hip Hop en San Cristóbal Sur se han articulado a través del diálogo para cambiar el territorio. Sus líderes tienen mucho que enseñarle a la sociedad colombiana sobre la reconciliación y la paz. Las intervenciones después de mis palabras fueron apasionadas y atropelladas, pero todos hablaron en un ejercicio impresionante de auto-moderación. Tres frases sueltas, llenas de sentido para el momento que vive Colombia, rondan mi cabeza, y podrían bien ser parte del Rap de la Reconciliación:

Mi mayor convicción es salvar vidas.

¿para que vivir? ¡Para cambiar el sentir!

Hacer el bien sin mirar a quien.