Tertulia Literaria : CUANDO LA VIDA ALIMENTA LA FICCIÓN Y VICEVERSA

Invitado: Ricardo Silva

28 De Noviembre De 2016

 

El encuentro de los tertulianos de Rodeemos el Diálogo con Ricardo Silva Romero fue una grata experiencia desde el comienzo, como un amor a primera vista, como el inicio de una relación con alguien en quien uno sabe que puede confiar.

La conversación se inició sin esfuerzo y transcurrió serena, a veces entre risas, en ocasiones profunda, como cuando él se refirió a su manera de ejercer la literatura, entrelazando el mundo real y la ficción. Y después de conversar un rato con este escritor nacido en el 75 – uno de esos pocos años sosegados en la historia de Colombia – sientes la felicidad de haber compartido no sólo algunas de sus experiencias reveladoras en la literatura y en la vida, sino también sus inquietudes acerca del presente y el futuro de este bendito país que nos tocó en suerte.

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¿Quién es Ricardo Silva?

Después de haberse graduado en el Gimnasio Moderno, Ricardo se prepara académicamente para iniciar su tráfico entre el periodismo, la crítica cinematográfica y la ficción, lo que posteriormente marcará su trabajo como escritor, como guionista cinematográfico y como columnista: estudia literatura en la Universidad Javeriana y después una maestría de cine en Barcelona.

A finales de los 90 publica unos cuentos humorísticos y una obra de teatro llamada Podéis ir en paz y también el poemario Réquiem, más tarde incluido en Terranía, con el que obtiene en enero de 1999 el premio de poesía del Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá. En 2001 publica su primera novela, Relato de Navidad en La Gran Vía. Luego vienen: Tic en 2003, Parece que va a llover en 2005 y El hombre de los mil nombres en 2006. En ese mismo año fue designado por el Hay Festival como uno de los 39 mejores escritores menores de 39 años. En 2009 fue lanzada su novela Autogol, inspirada en el asesinato del futbolista Andrés Escobar.

Como vemos, es prolífica su producción: en 2012 publica Érase una vez en Colombia: El Espantapájaros, la historia de una masacre; y Comedia romántica, un largo diálogo entre dos amantes, alusivo a la historia de sus padres. En 2014 aparece El libro de la envidia y en 2016 Historia oficial del amor, que plasma momentos en la historia de su familia, que van ocurriendo en paralelo a la historia del país, en una narración que va de adelante hacia atrás: comienza en 2015 y culmina en 1930 cundo nace su abuelo. En palabras de Ricardo: “es una novela que cuenta mi historia de amor con mi esposa Carolina, mi vida con mis papás y la vida de mis padres con sus padres en medio de semejante país, pero lo hace con el convencimiento de que todo ha pasado por algo y para algo, de que la vida sí sucede como suceden los dramas y sus personajes van viajando por su destino”.

Pero si en la literatura es notable su creación, no lo es menos en sus facetas de crítico de cine y columnista, las cuales ha desarrollado en publicaciones Semana de 2000 a 2009 y en El Tiempo, donde tiene una columna habitual desde 2009.

La literatura: drama, clímax y ficción

En su diálogo con los tertulianos, Ricardo develó algunos de los recursos que utiliza en su oficio de escritor, los cuales sustrae en ocasiones de su conocimiento de los ardides cinematográficos, por ejemplo, aquella máxima en la cual se basa la esencia del arte: el suspenso; esa incertidumbre de lo que va a pasar, que mantiene atento el interés del lector, algo similar a lo que sucede con el espectador de una película, la cual tiene una estructura dramática cuyo primer momento importante se marca en el minuto 33, cuando sucede algo que rompe con la cotidianidad, o con la rutina de la historia que se está narrando.

Después vienen los siguientes actos, que son intentos fallidos de resolver la pregunta inicial, hasta finalmente llegar al clímax y a la resolución. Esta estructura está en cada uno de nosotros; funcionamos de manera dramática, porque en cada momento de la vida se está esperando un clímax, entre el suspenso y la sorpresa. Para él la obra literaria es una crítica del mundo, de una sociedad que no funciona como debería funcionar, como si la ficción “arreglara la realidad”. Todo lo que sucede en la vida es susceptible de narrarse como ficción. El material con el que se crea la literatura es el lenguaje y a través de éste el escritor puede decir las cosas mejor de lo que las ve.

El país: la paz y la implementación

En cuanto al momento político que vive el país, Ricardo considera que nunca habíamos llegado tan lejos en un proceso de paz, con el respaldo de la comunidad internacional, de gran parte de la ciudadanía, de muchos jóvenes que convocan movilizaciones, de muchos ciudadanos participando, y un hecho que destaca especialmente: la transformación de las FARC en estos años de conversaciones. Pero también anota los nubarrones del proceso: nunca se había visto un enemigo de un gobierno, tan bajo, tan vil. Una oposición que por momentos se percibe más fuerte que el mismo gobierno.

Es necesario transmitir a la gente los logros del proceso en un lenguaje muy transparente, decirle lo más esencial. Frente a la ambigüedad de la comunicación de Santos, el mensaje del NO triunfó en gran medida porque desde la unidad de cuerpo de la derecha se lanzaron mensajes muy básicos, muy elementales, como la amenaza del castro-chavismo.  Es urgente que para el 2018 se difundan públicamente los frutos de la implementación del Acuerdo y ante todo ¡que sean visibles!

La contribución de la literatura al país

“La historia del proceso de paz en Colombia es dramática y el clímax, por lo que se puede apreciar, está cada vez más lejano”, dice Ricardo. Aún nos falta ver hechos cumplidos para poder imaginar siquiera qué va a pasar. Para nuestro invitado, el rol de la literatura es educar en la compasión (sentir con el otro) y esto es algo que el país está necesitando. Así cerramos nuestra conversación, reafirmando que desde Rodeemos el Diálogo queremos seguir apostando a educar en la compasión a través de nuestras tertulias literarias.