Sexto Conversatorio de Paz en Colombia
Sexto Conversatorio de Paz en Colombia
Londres, 14 de abril de 2014
¿Están los colombianos preparados para un proceso de paz? Esta fue la pregunta que siguió rondando en las 30 personas que participaron en el sexto conversatorio de paz, el 31 de marzo de 2014, el cual contó con el análisis del antiguo líder estudiantil y escritor colombiano -hoy profesor de Birkbeck (Universidad de Londres)- Oscar Guardiola-Rivera y la moderación de Andrei Gómez-Suárez (Investigador, Universidades de Sussex y Oxford). Para tratar de responder a esta pregunta la conversación entre los participantes fue más allá del análisis circunstancial ligado a los vaivenes de la política electoral colombiana.
El punto de partida es reconocer que muchas personas están profundamente comprometidas con la paz. Sin embargo, muchos colombianos están indignados por el comportamiento de la guerrilla y el gobierno no ha logrado persuadirlos de la legitimidad de negociar. Lo anterior demuestra la validez de preguntarse si los colombianos están preparados para un proceso de paz; pero además cuatro hechos importantes durante 2014 permiten ver que existen muchas tensiones al respecto:
- Las revelaciones sobre el seguimiento al equipo negociador y de algunos miembros del Estado por parte de algunos miembros del ejército,
- La destitución del alcalde mayor de Bogotá Gustavo Petro,
- Los resultados de las recientes elecciones parlamentarias que escogió a un Congreso destinado a implementar los acuerdos de paz, y
- El debate sobre la propiedad de la tierra rural en Colombia y de los cultivos ilícitos, que supone confrontar el modelo de desarrollo económico actual y el concepto tradicional de propiedad privada.
La destitución de Petro hace pensar que estamos frente a una repetición de la historia, que justifica la violencia desde la ultraderecha institucional que caricaturiza a la izquierda colombiana como un peón del “Castro-Chavismo”. Por consiguiente, para la implementación de un eventual acuerdo de paz con las FARC es imperativo (1) reconocer que la derecha colombiana existe, (2) que no está marginada ni controlada, pues hay evidencia que sectores de ultraderecha tienen poder en el ejército colombiano, y (3) que la guerra ha corrompido la institucionalidad nacional colombiana, por lo que hay que reformar y depurar las instituciones.
La decisión del Procurador contra el Alcalde Mayor de Bogotá que resultó en su destitución ha sido interpretada por muchos sectores como un ataque a la voluntad popular. En este contexto, se observó una pobre participación de la izquierda en las pasadas elecciones (la abstención en Bogotá supero el 65%). Será difícil convencer a algunos sectores de la izquierda de que las negociaciones en La Habana son la puerta para alcanzar una paz democrática, mientras existan elementos en la institucionalidad para los cuales una izquierda con posibilidades reales de poder tiene que dejar de existir, por las buenas o por las malas.
Los pobres resultados de la izquierda en las pasadas elecciones, sin embargo, muestran la importancia de crear una coalición entre los partidos de centro izquierda y de derecha democrática que trabajen en temas de justicia ambiental, de seguridad alimentaria y cambio climático, entre otros. Esto es un imperativo para la eficaz implementación de los eventuales acuerdos de paz.
Se advirtió que la falta de legitimidad de los diálogos de paz podría continuar en la medida en que se sigan adelantando exclusivamente entre elites económico militares sin dar cabida a la participación activa de las comunidades afro descendientes, indígenas y campesinas.
No obstante es importante reconocer los avances; por ejemplo, la declaración conjunta al final de la Ronda 22 según la cual los equipos negociadores han “avanzado sustancialmente en acuerdos sobre las drogas ilícitas”, demuestra que las partes han coincidido en revaluar la aproximación militar a un problema social, el cuál debe abordarse desde lo global hasta lo local. Además, la decisión de Santos de revivir el Consejo Nacional de Paz, la declaración de intención de crear una Comisión de la Verdad después de la firma del acuerdo y la discusión sobre un modelo de justicia transicional evidencian la voluntad de establecer una política de paz de Estado.
Por tanto, tres grandes retos están en el trasfondo de la coyuntura actual del proceso de paz:
- La seguridad;base fundamental para construir confianza y lograr el cumplimiento de los acuerdos,
- La justicia; la cual debe garantizar el respeto a los derechos humanos y el fortalecimiento del estado social de derecho, y
- La participación democrática ciudadana, donde la sociedad civil se sienta participe en la construcción de paz.
En conclusión, no es fácil establecer si la sociedad colombiana está preparada para acompañar el proceso de paz. Por consiguiente, es necesario generar y fortalecer espacios de dialogo para que actores de la sociedad civil contribuyan a la construcción de paz estableciendo iniciativas alternativas. El acompañamiento internacional y la participación nacional son las claves del éxito. Adicionalmente, mientras los equipos negociadores acuerdan el fin del conflicto armado es necesario también trabajar en la implementación de reformas estructurales.