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Perdonar es el próximo paso en la construcción de paz

Por: Sofía Porto

No es difícil notar que Colombia está en medio de una de las transformaciones más grandes de su historia. Tras más de medio siglo de guerra y gracias a múltiples esfuerzos de diferentes sectores de la sociedad, la terminación del conflicto armado entre el Gobierno y las FARC-EP es ahora una realidad y por primera vez en muchos años la paz en Colombia ha logrado salir del plano imaginario y con ello posicionarse como una meta alcanzable por la que todos debemos trabajar. Sin embargo, a pesar del trabajo que muchos realizan en pro de la construcción de paz, no es un secreto que el país se encuentra inmerso en un ambiente de polarización e indiferencia.

El país está dividido, se ha perdido el respeto por las ideas y posturas del otro, hemos visto desaparecer -tanto en el ejercicio de la política como en nuestra cotidianidad- espacios de diálogo y debate en el que quien no comparta mis ideas no se convierta en mi enemigo. La poca tolerancia frente al otro y sus posturas se ha convertido en uno de los principales obstáculos para la construcción de paz, impidiendo el avance de nuestro país hacia un futuro distinto, uno en el que la cohesión sea protagonista.

FotoElTiempo

(Fuente: http://www.eltiempo.com/multimedia/fotos/procesodepaz2/marchas-por-la-paz-en-colombia/16719333)

En el camino hacia la paz de Colombia aún existen personas llenas de resentimiento, odio y desconfianza, por lo que el perdón toma un papel determinante como proceso individual y colectivo en el que los sujetos se tienen que confrontar, frente a sí mismos y su entorno, con sus propias experiencias, vivencias e historias, sobreponiéndose a emociones de odio, ira y rencor. Dado que el perdón no es un acto que se logra a partir del olvido, perdonar supone un trabajo sobre las emociones y actitudes de resentimiento. Es a través del perdón que lograremos regenerar el tejido social y los lazos de confianza y afecto rotos tras más de cincuenta años de guerra.

El perdón es un proceso que viene acompañado de pequeñas acciones, del reconocimiento de nuestros errores y del daño que le hemos podido ocasionar a quienes nos rodean. Al momento de perdonar, abrimos paso a la reconstrucción de la confianza que hemos perdido, abrimos paso a la reconciliación, que se hace necesaria en un país que está en plena construcción de un futuro distinto.

La poca tolerancia frente al otro y sus posturas se ha convertido en uno de los principales obstáculos para la construcción de paz, impidiendo el avance de nuestro país hacia un futuro distinto, uno en el que la cohesión sea protagonista.

Es el momento de empezar a sanar y reconocer la humanidad en el otro para así lograr restablecer los vínculos que se fueron deteriorando debido a nuestros bajos niveles de respeto, escucha y tolerancia. El perdón es necesario en los procesos de reconciliación. En palabras de Andrei Gómez-Suárez: “La gramática de la reconciliación nos permite dejar de recrear la realidad en blanco y negro. Identificar los matices nos enriquece y transforma nuestra experiencia del presente”. Y esta es precisamente una de las razones por las que la reconciliación se ha convertido en una de las metas más importantes y trascendentes en el momento histórico que vive Colombia. Meta que solamente será posible alcanzar si estamos dispuestos a perdonar.

Teniendo en cuenta que las heridas no se sanan solamente en una mesa de negociaciones ni son únicamente ocasionadas por un conflicto armado, es pertinente afirmar que el asunto del perdón nos compete a todos desde nuestra cotidianidad. Para aportar a la construcción de paz en Colombia, son importantes los pequeños actos de perdón y reconstrucción de vínculos. De esta idea nace la Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón, una iniciativa liderada por jóvenes preocupados por el futuro de Colombia y convencidos de que es precisamente desde la juventud que lograremos sensibilizar a una nación marcada por la guerra. Este 30 de agosto a las 12 del día, diferentes instituciones educativas suspenderán las actividades que normalmente llevan a cabo para dar paso a esta jornada, un espacio que a través de actos simbólicos, de reflexión y sensibilización, busca sembrar las semillas de la reconciliación nacional.

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La invitación a participar de esta jornada -que cada vez cuenta con el apoyo de más personajes y organizaciones, como el educador Julián de Zubiría, el movimiento “Todos por la Educación” y Rodeemos el Dialogo (ReD) se extiende a toda la sociedad civil para que este 30 de Agosto, a través de gestos masivos de perdón y afecto, demostremos que la paz y reconciliación si son posibles en Colombia.

Tertulia de Reconciliación No. 4

Invitado: Alfredo Molano Bravo

Tema: Reconciliación e implementación de los acuerdos de la Habana

20 de junio

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Abriendo la tertulia, a Alfredo Molano se le pregunta sobre las razones de la prolongación del conflicto armado en Colombia. Su respuesta es sencilla: la principal causa es la exclusión sistemática de un sector político, como ocurrió en la Guerra de los Mil Días. Para ilustrar su respuesta, Molano hace un recuento de la situación política, social y económica del país desde esa guerra, a lo largo del Siglo XX, hasta hoy.

En 1920, las características del conflicto cambiaron: ya no es un conflicto entre dos partidos, sino que adquiere un elemento adicional: la importancia de las inversiones de Estados Unidos en petróleo y banano. Son conocidas las huelgas petroleras y bananeras.

La Republica Liberal: antecedentes a La Violencia

A partir de los años 30, la fragmentación y las tensiones se acentuaron aún más por dos hechos principales: el surgimiento del comunismo, liderado desde Moscú, y la caída de la Bolsa de Nueva York, que tuvo repercusiones catastróficas en los mercados del resto del mundo (dando inicio al período conocido como la Gran Depresión). Esos dos eventos, sumados al apoyo de la Iglesia Católica en Colombia a la candidatura presidencial primero de Valencia y después de Vásquez Cobo, llevaron a la división del partido Conservador y a su derrota en las elecciones. Sube entonces a la presidencia en 1930 Olaya Herrera, del partido Liberal, con un programa de cogobierno con el partido Conservador. Sin embargo, se presenta un primer asomo de lo que llevaría a generar la Violencia de los años 50.

Durante este periodo, el presidente nombraba a los gobernadores, los gobernadores a los alcaldes y los alcaldes a la policía; gran parte de las fuerzas armadas estaban bajo el control de la presidencia, en ese momento de los Liberales. Algunos historiadores dicen que los Conservadores se opusieron, principalmente en Boyacá y Santander, usando resistencia armada. Otros dicen que el gobierno Liberal reprimió a los Conservadores. Lo cierto es que hubo muertos en la contienda electoral. Durante la República Liberal, que comienza en 1930, la policía tenía entre sus efectivos más Liberales que Conservadores, mientras que el ejército, que venía de la Guerra de los Mil Días, y que luego había sido reformado por el General Reyes durante su presidencia a principios del siglo XX, era principalmente Conservador.

Durante la República Liberal se dio una serie de reformas, entre ellas una muy importante: la introducción de la cédula de ciudadanía. Antes, las autoridades se elegían según registros municipales y departamentales, y un comité electoral definía localmente quién era Conservador y quién Liberal, lo que aseguraba la hegemonía conservadora en el poder. En la última fase comenzó a pensar en una cédula de ciudadanía con los datos personales necesarios para que el portador pudiera votar. Pero el proceso estaba en manos del partido Liberal, que hizo todo lo posible por cedular Liberales y no Conservadores. En este contexto Olaya Herrera, Liberal, instituye la cédula de ciudadanía con fotografía. Como consecuencia, el partido Conservador acusó a los Liberales, no sin fundamento, de generar 1.500.000 cédulas falsas, por lo que las elecciones siempre las ganaría el partido Liberal. Ante esta situación, Laureano Gómez declara: “Hagamos invivible la República Liberal”.

En 1934 llega a la presidencia López Pumarejo, Liberal, quien impulsa una serie de reformas relacionadas con la tierra, la función social de la propiedad, la tributación y la separación entre la Iglesia y el Estado, entre otras. Se trata de un conjunto de reformas, coherentes entre sí, que el partido Liberal impulsa con la abstención del Conservador.

Posteriormente, con la llegada de Eduardo Santos al poder en 1938, viene un periodo llamado la “Gran Pausa”. El sucesor de López Pumarejo empieza a detener el ritmo de las reformas. Este periodo se caracterizó por la proximidad con Estados Unidos. Sin embargo, un hecho importante muestra que la violencia que había empezado en Santander y Boyacá persiste: en 1939 una manifestación de los Conservadores desemboca en una matanza. Como consecuencia, Laureano Gómez se exilia del país y el partido Conservador lanza una consigna que exacerba la violencia: “Atentado personal, legítima defensa”. Bajo esta consigna, los Conservadores empiezan a armarse oficialmente, no sólo para defenderse sino también para intimidar al partido Liberal para que no se presentara a elecciones. Esa intimidación, que al principio fue de palabra y luego con armas, en 1946 creó un fuerte enfrentamiento en las bases de los dos partidos. La Violencia, entonces, no comienza con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, sino que se remonta a la elección de Mariano Ospina Pérez, Conservador, en 1942.

Jorge Eliécer Gaitán venía acumulando poder político desde los conflictos de las bananeras en los años 20. La principal denuncia contra las bananeras la hizo Gaitán, quien prosiguió su lucha, primero como independiente y luego dentro del partido Liberal, que si bien había perdido las elecciones de 1946, parecía destinado a ganarlas en 1950.

El asesinato de Gaitán y el descenso en La Violencia

Si bien el 9 de abril de 1948 es conocido como “El Bogotazo”, lo cierto es que hubo levantamientos armados por todo el país, sobre todo en las zonas Liberales. En las zonas donde el partido Liberal se sintió amenazado por el Conservador, se creó una resistencia rural. Entre 1946 y 1953, lo que empezó como violencia urbana se extendió al campo y hubo alrededor de 300.000 muertos que nadie contó. La situación se volvió peligrosa para ambos partidos, hasta que se decidió dar un golpe militar. Ese fue un acuerdo del Ospinismo, un gran sector del partido Conservador que ya estaba en contra de Laureano Gómez, con los Liberales. La división Gómez-Ospina se profundizó cuando Gómez quiso imponer una Constitución corporativista, es decir una que reuniera a los individuos en corporaciones: la iglesia, la presidencia, los gremios, los sindicatos, el ejército: un formato copiado del franquismo. Ante este enfrentamiento de las cabezas del partido Conservador, el partido Liberal apoya naturalmente a Ospina y resuelve dar el golpe militar.

El primer acuerdo del Frente Nacional es el golpe militar, pues es un golpe conjunto. Posteriormente, lo de Laureano Gómez se arregla y se da el pacto Gómez-Lleras Camargo. Rojas Pinilla sube al poder en 1953 tras el golpe de estado. La primera política de Rojas fue una amnistía para todos los alzados en armas, inclusive para funcionarios públicos como la policía y el ejército. Las guerrillas en ese momento ya eran muy poderosas; la guerrilla del Llano ya tenía alrededor de 10.000 hombres en armas cuando el ejército tenía 15.000. Las fuerzas de Santander, sur del Tolima y Antioquia también era grandes. Posteriormente, en el año 1954, cuando Rojas quiere prolongar su mandato y ser elegido por la Asamblea Nacional Constituyente liderada por Laureano Gómez, con el fin de ganarse el apoyo de los sectores anticomunistas, declara ilegal la actividad comunista. Con esto el liberalismo empieza a sospechar que Rojas busca prolongar su mandato, y hacia 1957 se le da un golpe a Rojas y empieza el Frente Nacional, con el que los Liberales y los Conservadores hacen las paces, repartiéndose el poder cada 4 años durante 16 años.

El Frente Nacional: un acuerdo de paz excluyente

El Frente Nacional puede considerarse el “verdadero acuerdo de paz que acaba con la violencia”. Dividiendo el poder entre los dos partidos se resolvía el problema de la exclusión política de 1900, 1930, y 1950. En los años 60, muchas guerrillas entregan las armas; las entregan los Llaneros, los de Santander, los de Antioquia, los de Cundinamarca, los del Cauca. Pero ciertos sectores no lo hacen, ni los del Sumapaz ni los del sur del Tolima. Rojas Pinilla les había concedido amnistía a los Liberales, pero estos no habían admitido la amnistía para los comunistas, que estaban dentro del movimiento del Sumapaz y del sur del Tolima. Todo esto coincidió con la revolución cubana en 1959, lo que fortaleció estos movimientos armados.

En 1962, Fidel Castro acoge el comunismo y trae la Guerra Fría a América Latina. Estados Unidos teme que ese virus inunde América Latina e inicia una política anticomunista, sintonizado con la dinámica de la Guerra Fría. Estados Unidos define entonces dos políticas para América Latina: la desarrollista, que busca impulsar la reforma agraria, y la represiva, que impulsa la Doctrina de Seguridad Nacional.

La reforma agraria surge dentro del Frente Nacional, y buscaba que las tierras volvieran a las manos de sus dueños legítimos; era un acuerdo entre Conservadores y Liberales que luego fue impulsado por Estados Unidos. Nunca progresó ni en Colombia ni en Chile, los dos países donde la Alianza para el Progreso fue más fuerte. En Colombia no prosperó porque no cambió la estructura de propiedad de la tierra, por lo que siguieron las disputas entre campesinos y terratenientes, arrendatarios y colonos. El conflicto de tierras en Colombia ha sido sobre el uso de los baldíos. Los terratenientes se expanden en áreas de predios sin títulos, comprando a bajos precios o empujando la venta

Por su parte, la Doctrina de Seguridad Nacional era una política anticomunista; todo lo que pareciera de izquierda, o que apoyara la ideología de la revolución cubana, era perseguido.

La reforma agraria del 61 no salió adelante, pero Carlos Lleras promovió dos medidas ya anticipadas en la estrategia de los Estados Unidos. La primera buscó acelerar la reforma agraria a través de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Lleras pretendía defender la reforma agraria, pero los campesinos querían acelerarla y para ello invadieron terrenos; con eso se salió de control. La segunda medida, que Valencia ya había sancionado como decreto pero que Lleras volvió ley, autorizaba a las fuerzas armadas a armar a los civiles para combatir a las guerrillas, fundamentalmente en el Sumapaz y en el sur del Tolima. Esta medida puede considerarse el origen legal del paramilitarismo.

En 1960 empieza a entrar en crisis el modelo económico. El modelo de sustitución de importaciones empieza a fracasar, entre otras razones porque la maquinaria para construir equipamiento no se puede sustituir.

La respuesta insurgente

En 1964 surgen las FARC, producto del fracaso de la reforma agraria y de la exclusión de sectores políticos y sociales. En el 65 se crea el ELN, y en el 66 el EPL. Dejan de ser agrupaciones autónomas de campesinos para volverse organizaciones políticas cuyo objetivo es tomar el poder. Eso cambia completamente el panorama. En 1970 Rojas Pinilla casi gana las elecciones o las ganó (y se las robaron), y producto de esta coyuntura surge el M-19.

Las FARC surgen de un movimiento agrario que se funda en los años 20 en el sur del Tolima. Quintín Lame, un movimiento agrarista muy fuerte en los años 20, termina trasladándose al Tolima e incentivando a los Pijaos. La mayoría de los comandantes originarios de las FARC eran de origen indígena, Pijao. Fue un movimiento agrario que, junto con un movimiento indígena, crea un fermento revolucionario que finalmente se fortalece con los comunistas. El objetivo del movimiento agrario era simple: que las tierras de los terratenientes se distribuyeran a los campesinos.

El cuadro de la época entonces lo dominan cuatro guerrillas: las FARC, el ELN, el EPL y el M-19. Comienza una fase completamente distinta de la violencia, que tenía raíces en la violencia de los años 50, que se origina en la persecución, pero que principalmente fue alimentada por el monopolio del poder político del Frente Nacional, que continuó prácticamente hasta la presidencia de Barco con candidatos Liberales, o Conservadores y que no daba lugar a otras posturas políticas.

Después del paro cívico del año 1977, organizado por los sindicatos exigiendo mejores condiciones de vida, los militares le piden a López Michelsen instaurar el Estatuto de Seguridad, es decir, que los civiles fueran juzgados por la justicia penal militar. Eso fortaleció al M-19, que se toma de la embajada dominicana, ejecuta el golpe del Cantón Norte (el famoso robo de armas), pero resulta también en una mayor represión contra los sectores de izquierda y contra la clase media en Bogotá.

El Estatuto de Seguridad, al que López Michelsen había renunciado, lo ejecuta Turbay. Al mismo tiempo, fracasa la reforma agraria y se produce un acuerdo entre Conservadores y Liberales, el Pacto del Chicoral, para acabarla. Hay represión militar, pero ni reforma agraria ni reforma social. Esto acrecienta la polarización.

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El narcotráfico

Por otra parte, hay un quiebre en la historia: surge el narcotráfico. A finales de 1970 llega la marihuana (por efectos de la guerra de Vietnam, la nueva cultura Norte Americana y la revolución cultural del 68 en Francia) y los colonos empiezan a sembrarla. La producción de marihuana se liquidó con la fumigación y con la sustitución. Cuando se acaba la marihuana, los productores buscan un sustituto, la coca. Esta comienza a llegar a los territorios donde los colonos están arruinados. Los campesinos ven que la producción de coca los favorece económicamente porque siempre hay compradores y buen precio. En sólo cinco años, la coca resuelve todos los problemas por los que los campesinos habían luchado desde los años 20.

Las guerrillas se dan cuenta de que la mejoría económica de los campesinos con la coca es una oportunidad, voluntaria o involuntaria, de aportar al movimiento. Así, las FARC se involucran en el narcotráfico. La producción de coca se volvió una bonanza porque llevó progreso a toda la sociedad. Gracias a esto la guerrilla empezó a convertirse en el Estado porque tuvo el monopolio del poder a nivel territorial. El Estado se compone de tres monopolios: el tributario, el de las armas, y el de la justicia. La guerrilla era un “Estado fluido”, como afirmaba Marulanda, un estado móvil.

Intentos de solución política al conflicto armado que abren paso a la negociación Santos-FARC

Belisario Betancourt, consciente de la fortaleza de la guerrilla y de que estaba entre dos guerras, la guerra contra el narcotráfico y la guerra contra la guerrilla, en 1984 propuso hacer la paz, con los Acuerdos de la Uribe: cambiar balas por votos. Entre 1984 y 1987 muchos cuadros de la guerrilla se volvieron políticos, y empezó la matanza de la Unión Patriótica. Esto tiene un efecto en la guerrilla: lejos de acabarla, la fortalece. La raíz económica del narcotráfico es muy poderosa. El papel de la guerrilla en esto es regularizar el negocio y respaldarlo con su propia ley.  Por esta razón, la guerrilla es Estado. Y eso sigue progresando, como también progresa la Doctrina de la Seguridad Nacional y aumentan los paramilitares.

Después de los años 90, la guerrilla llega al punto de ser casi un ejército convencional. Los golpes que dan en el periodo de Samper ya no son emboscadas menores; se toman puestos militares importantes, y llegan a matar hasta cien militares.

En este contexto llega Pastrana, que introduce el Plan Colombia y cambia las condiciones de la guerra. Hasta ese momento la guerra era fusil contra fusil. Los bombardeos aéreos no eran acertados y no tenían efectos militares. El ejército en el periodo de Samper era una fuerza armada débil (se le decía el “ejército indigente” por su pésima condición). Con el Plan Colombia de Pastrana, las fuerzas militares de Colombia acceden a tecnología de guerra que no tenían antes: bombas de precisión exacta, inteligencia militar, apoyo aéreo de los Estados Unidos. Esto cambia las cartas y la guerrilla renuncia a la idea de crear un ejército convencional para volver a su anterior formato de guerra de guerrillas; así resisten al Plan Patriota de Uribe. La guerra de guerrillas puede durar mucho tiempo. Desde los años 90, las FARC empiezan a ver que la toma del poder, su objetivo inicial, era imposible. Derrotar al ejército sólo era posible con un cuerpo militar convencional de la misma masa y fuerza. Ahí se acaban las especulaciones ideológicas y el romanticismo.

Es en este escenario que entran en conversaciones, con la suerte de que Marulanda se había muerto. Marulanda habría sido mucho más difícil de convencer pues, aunque con una perspectiva mental amplia y un hombre práctico, era un campesino. Pero renunciar a sus banderas no iba a ser fácil. Sin embargo, las FARC se empiezan a abrir a una idea de negociación con Santos.

Tertulia Reconciliación Abriendo Nuestra Urna del Tiempo

 

Invitadas:  Johanna Amaya (Universidad Santo Tomás) y Lucía Bohórquez (UniMinuto y Fundación Ágape por Colombia)

27 abril de abril de 2017

 Urna (iii)

El día anterior al plebiscito sobre el Acuerdo de Paz entre el gobierno y las Farc, ReD llevó a cabo un ejercicio entre el público en general con una ‘Urna del Tiempo’: ese día, el sábado 1º octubre, se recogieron 85 papelitos – la mayoría de ellos en la Plaza de Lourdes – con base en las preguntas: ¿Qué está sintiendo en vísperas del plebiscito?; ¿qué piensa de los acuerdos de paz? La intención del ejercicio era ‘tomar la temperatura del pueblo’, y en ese orden de ideas no se le obligó a nadie a participar, ni mucho menos se intentó convencerle de qué postura asumir a la hora de votar. Los participantes depositaron su papelito en la urna sin que éste se leyera. La urna se abrió seis meses después en un espacio privado, seguido de una Tertulia de Reconciliación abierta, en los cuales contamos con la presencia de dos expertas en el tema, Johanna Amaya y Lucía Bohórquez.

Por supuesto, este sondeo no tuvo el alcance del plebiscito. Tampoco se pretendía realizar una  actividad basada en métodos científicos. Simplemente se recogieron las opiniones de un sector de la sociedad colombiana que pasaba por la Plaza de Lourdes, dispuesto a expresar sus opiniones. A diferencia del plebiscito, este ejercicio permitió profundizar en el razonamiento y las motivaciones de quienes contribuyeron. Con ese punto de partida y el resultado del plebiscito en mente, se puede afirmar que la actividad trajo unos resultados moderadamente favorables al proceso de paz, con algunos aportes elocuentes, tanto por quienes se mostraban a favor como por los que decían tener reservas.

Contenido de las respuestas

Urna (iv)

(Foto: Pilar Perdomo Munevar)

De las 85 respuestas, 46 se pueden clasificar como favorables al proceso de paz y/o a favor de los acuerdos –una mayoría absoluta de 54%. 30 personas (35%) manifiestan un sentido contrario; mientras que nueve (11%) son imposibles de encasillar. (En comparación, el resultado final del plebiscito en Bogotá fue 56% por el SÍ y un 44% por el NO).

Profundizando, vemos que de lado y lado se repiten ciertos conceptos e ideas. Por ejemplo, los que expresaron su aprobación lo hicieron basándose en sentimientos como la esperanza, la tranquilidad, la humanidad, el amor, la expectativa de cambios, la sensación de estar en el umbral de un momento transcendental y apelando al fin de la violencia después de sesenta años de guerra. En contraste, los opositores invocaron conceptos como el daño (que hicieron las FARC), el engaño (de las FARC y, en cierta forma, del gobierno al haberse sentado a negociar), la criminalidad, la corrupción, los beneficios, el miedo y la incertidumbre. Por añadidura, se pudo notar que el discurso uribista de ‘paz sin impunidad’ y del espectro de Venezuela ya había calado en la mente de varias personas.

En clave de reconciliación

Johanna nos propuso una definición “minimalista” de la reconciliación según la cual se busca “la construcción de relaciones entre antagonistas, y entre ciudadanos y el Estado”. Basándose en las teorías desarrolladas por John-Paul Lederach, Lucia expuso una concepción “maximalista” donde la reconciliación es un camino, un “diálogo entre improbables” y, finalmente, un encuentro.

En el lenguaje que usaron varias personas opuestas al acuerdo para referirse a los guerrilleros (“terroristas”, “asesinos”), prevalecía la definición minimalista. La construcción de lazos supone redimensionar la caricatura de quienes estuvieron alzados en armas. Pero voceros de ambos lados veían al otro como proveedor de mentiras, dificultando el reconocimiento mutuo.

Sin embargo, se vislumbra una comprensión más amplia. Una persona llamaba la atención al camino que se abría:

La paz en tan importante, que no solo con un acuerdo se llega, pero sí es un primer paso, es avanzar hacia un cambio y dejar una posición como colombianos, no querer más víctimas inocentes ni un pueblo muriendo por sus mismos hermanos. Es un sí al cambio.

Entre las respuestas también había aquellas que abordaron el tema de las relaciones individuo-estado (y sociedad civil). Tanto el mismo plebiscito como la evolución posterior eran momentos para el ejercicio de la ciudadanía:

Hoy está Colombia en la antesala de una decisión ciudadana vital. […] Confío, quiero confiar en que estaremos a la altura del momento: el gobierno, los políticos, los educadores, los empresarios, las organizaciones sociales, y cada uno de nosotros.

Los acuerdos de paz ayudan al país a poder llegar a mantener la paz, el plebiscito nos ayuda identificar como ciudadanos, que los acuerdos sean completamente transparentes y a poder decidir como ciudadanos.

Subyacían a estos puntos concepciones del perdón (proceso interno y personal) judeo-cristianas enfrentadas, tal y como lo destacaron tanto Johanna como Lucia. Por un lado, el pecador no podía beneficiarse sin que, por lo menos, se ganara su rehabilitación (la tesis uribista); por el otro, primaba la necesidad del perdón:

Yo voto por el no por que yo no quiero que en un mañana gobierne la FARC y solo con un perdón ya es suficiente no me parece.

Siento un gran miedo, siento que es un gran desafío para mi perdonar, quiero perdonar, sé que debo perdonar, pero acepto que va a ser difícil para mí. Me cuesta ver a los de las FARC con simpatía y empatía.

Voy a votar por el sí ya que quiero que tengan una oportunidad las personas que están en la guerrilla de conocer y vivir nuevas experiencias. Muchos están porque no tienen opción. Quiero que vean todas las maravillas de tener una familia, poder compartir un paseo y tener una vida plena. Sin importar las cosas que hayan hecho. Hay que perdonar y ellos también nos tienen que perdonar por nuestra indiferencia de tantos años.

En clave de implementación

Una respuesta, tal vez de alguien que se sentía alejado del conflicto, anticipaba los beneficios del acuerdo bien implementado:

Me siento muy feliz, tal vez yo no sienta el cese al fuego, pero mi campesinado sí, vamos a permitir que vuelvan a sus tierras y se sepa la verdad por los desaparecidos.

A luz de los comentarios, se analizó el alcance de la implementación en los meses entre la ratificación del nuevo Acuerdo y la fecha de la tertulia. Desde el público se identificaron continuidades y discontinuidades respecto a lo que se expresaba en octubre. Las continuidades provenían de los opositores: que las FARC seguían representando una amenaza por aún conservar sus armas, que el llamado ‘Castrochavismo’ seguía vigente y cernía sobre todo el proceso, y que era poco probable que algo cambiara. Por otro lado, se percibía que los partidarios del SÍ empezaban a desesperarse frente a las deficiencias de las zonas veredales, la representación formal de las Fuerzas Armadas en la Junta del Centro Nacional de Memoria Histórica, y el incremento en el número asesinatos de líderes sociales – situación que se había advertido en una de las respuestas de la urna:

Tengo mucha esperanza en la paz pero me temo lo siguiente: que empiecen a asesinar a los miembros del nuevo partido político de las FARC y que regresemos por esa vía a la violencia, pues esa ha sido nuestra triste historia hasta ahora…

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(Foto: Pilar Perdomo Munevar)

Conclusión

Al comenzar la tertulia, antes de abrir la urna, se recogieron en otros papelitos los pensamientos de cada persona presente frente a los alcances de la implementación. Reflejando lo que se hablaría después, una impresión se repetía: la incertidumbre. Sin negar los contratiempos que ha atravesado la ejecución del acuerdo, cabe rescatar la sensación de optimismo cauteloso y expectativa de las personas que vieron en octubre al país en el umbral de un momento histórico, sensación que se comprobaba en el margen y el contenido de las respuestas a favor del proceso en la actividad de la urna y que nos puede servir de motivación, ya que los retos de la implementación se hacen sentir:

Hoy es el día anterior a la refrendación de los acuerdos y me siento muy emocionada y nerviosa. Creo que nos merecemos la paz y esta es la oportunidad para empezar a escribir un nuevo capítulo. La paz no llegará fácil ni rápido, pero la terminación de este conflicto es el primer paso para volver los ojos sobre las otras problemáticas que nos aquejan. No será fácil pero debemos comenzar YA. Ojalá que muchos colombianos piensen lo mismo. ¡SÍ!

Desayuno de Paz No. 15 de 2017

Invitado: César Torres, Consultor Banco Mundial

Tema: Justicia comunitaria para la paz

Mayo 20

En este desayuno tuvimos como invitado a César Torres, quien con una charla muy amena nos dio un panorama general de la justicia comunitaria. La conversación inició con la presentación de los asistentes y su respuesta a la pregunta: ¿Qué entiende por justicia comunitaria? Los resultados mostraron un patrón poco usual en los desayunos, puesto que la mayoría no tenía ningún conocimiento del tema o sus ideas se limitaban a nociones relacionadas con la justicia por mano propia y la jurisdicción indígena.

¿Quién es César Torres?

Nuestro invitado nos hizo un breve resumen de su vida profesional y nos contó de su origen santandereano, de algunas de sus experiencias como abogado, profesor de filosofía del derecho, integrante de CREDHOS — Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos con acción en el Magdalena Medio–, organización que sufrió el exterminio de la mayoría de sus miembros, y fundador de la Red de Justicia Comunitaria. Desde el año 2002 se radicó en Canadá de donde regresó recientemente. Cuenta que actualmente dicha red reúne a 35 organizaciones, presentes en más de 105 municipios de Colombia.

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¿Qué es justicia comunitaria?

César Torres expuso el concepto de justicia comunitaria, que empezó por definir así: “Todas aquellas maneras de resolver conflictos sin recurrir a instituciones estatales. Son prácticas comunitarias, autónomas y pacíficas, que deben tener como fin la resolución de conflictos y la regulación de la vida social”. Sin embargo, aclaró, la vida real no funciona como en los libros, por lo que para entender su verdadero funcionamiento es clave aterrizar dicha definición en ejemplos concretos. Refirió cómo al trabajar con indígenas se encontró con penitencias extrañas para la lógica de la justicia ordinaria y violentas según nuestros códigos, como el uso del cepo o del fuete, y aprendió que para algunas comunidades indígenas en el Cauca estas prácticas no son considerados como un castigo sino como un remedio que busca curar, recuperar la armonía que perdió la comunidad por la acción en que incurrió la persona. Concluye entonces que la forma de resolver conflictos en la justicia comunitaria es contextual, es decir, está enmarcada en un momento y un lugar que determinan lo que es justo o injusto para una comunidad y situación determinada. Esta idea nos exige salirnos del modelo de justicia corriente y pensar en todas aquellas situaciones que sin mediación del Estado implican una resolución de conflictos, desde un problema cotidiano hasta la autorregulación ejercida por comunidades indígenas.

¿Qué papel juega la justicia comunitaria en un proceso de paz?

César nos contó que se enfrentó por primera vez a esta pregunta durante el proceso de paz con los paramilitares en el gobierno del ex presidente Álvaro Uribe. Después de estudiar 17 casos en el mundo de resolución de conflictos, incluyendo algunos países africanos, Timor Oriental, Nicaragua y Perú llegó a la conclusión de que, dada la complejidad de impartir justicia una vez finalizada la guerra, un sistema judicial corriente resulta insuficiente y se hace necesario utilizar la justicia comunitaria. Un ejemplo muy conocido es el de Ruanda, en donde se instaló un tribunal popular de reconocimiento y rendición de cuentas con el fin de dar el primer paso para la reconciliación.  En cuanto a Colombia, César Torres considera que la justicia comunitaria es una pieza clave en la reconstrucción de lazos sociales y está muy ligada a la justicia transicional.

¿Qué papel juega la justicia comunitaria en Colombia?

Nuestro país cuenta con mecanismos como los jueces de paz, los centros de conciliación, las jurisdicciones indígenas, que son espacios para ejercer esta forma de justicia. La pregunta es qué tanto los sabemos usar o si les damos la relevancia que pueden tener.

Según se pactó en el Acuerdo de La Habana, quienes hayan participado en el conflicto armado y sean indígenas podrán ser juzgados por la jurisdicción indígena. A propósito comenta César, uno de los frentes de las FARC que operaba en el Cauca estaba en un 75 % integrado por miembros de la comunidad Nasa, y muchas de las víctimas también fueron indígenas. Esto no implica que no se puedan contemplar también otros mecanismos de justicia comunitaria. No obstante, la justicia comunitaria por su carácter comunal y autónomo va más allá de estos casos y también puede ser utilizada en otros contextos relacionados con el conflicto armado; un ejemplo de esto son las tensiones que surgen dentro de las zonas veredales, que son mediadas por el código guerrillero, que no es otra cosa que un mecanismo de justicia comunitaria. También puede permear muchos otros ámbitos de la vida colombiana.

El invitado considera que la justicia comunitaria debe tener un papel importante en las negociones con el ELN en el cual, explica, hay dos mesas: una que está tratando los asuntos humanitarios y otra qué está definiendo qué es y cómo hacer real y efectiva la participación social. Aquí, resalta la necesidad de que la sociedad civil promueva una reforma a la justicia que incluya la justicia comunitaria como un mecanismo judicial alternativo, legítimo y reconocido para la solución de conflictos. Esta iniciativa correspondería al cuarto punto del proceso con el ELN, que hace referencia a las transformaciones institucionales para la paz.

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Preguntas y reflexiones

Surgieron varias preguntas entre los asistentes alrededor del papel de los medios en la idea de justicia, la construcción de comunidad en Colombia, la relación entre el tema expuesto y la justicia transicional, y la posible tensión entre la justicia comunitaria y la justicia ordinaria. En sus respuestas César Torres destacó la importancia de esta forma de justicia como una práctica que puede facilitar la transición y ser un complemento a la Jurisdicción Especial para la Paz y que requiere la existencia de comunidades organizadas y autónomas. Explicó cómo aunque en la justicia ordinaria y tradicionalmente se entiende el crimen como una deuda con el Estado, para lo cual se creó el Código Penal, la deuda en realidad es con la víctima y por lo tanto ésta tiene derecho a conocer la verdad y a recibir reparación y garantía de no repetición, aún hasta elegir la forma de reparación, en lugar de  enfocar la acción de la justicia en el castigo al victimario.

En definitiva, las ideas planteadas por Cesar Torres dan una nueva mirada a la idea de justicia y dejan sobre la mesa una discusión clave para la construcción de paz.

Desminado Humanitario: un aporte a la reconciliación

Desminado Humanitario: un aporte a la reconciliación

Invitada: María Elvira Molano, Directora del Programa Danés de Desminado Humanitario

Tertulia de Reconciliación No. 8

5 de diciembre de 2017

Red

Intervenciones artísticas para la reconciliación

Tertulia No. 5

Invitada: Mónica Savdié autora de “Examen de visión 20/20”

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Tertulia de Reconciliación No. 4

Invitado: Alfredo Molano Bravo

Tema: Reconciliación e implementación de los acuerdos de la Habana

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Tertulia de Reconciliación No. 3

Abriendo nuestra urna del tiempo

Invitadas: Johanna Amaya (Universidad Santo Tomás) y Lucía Bohórquez (UniMinuto y Fundación Ágape por Colombia)

Urna (iv)

Tertulia de Reconciliación No 1.

Una carta para la paz.

Invitada: Juana Oberlander.

 

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Tertulia de Reconciliación No 1 de 2017

Tema : Respuestas de las cartas a los guerrilleros de las FARC.

Invitada: Juana Oberlaender

22 de Febrero

Juana Oberlaender, promotora con otros miembros de la Fundación Enlaza, de la iniciativa Una Carta para la Paz, nos acompañó para realizar la lectura de algunas de las respuestas de los guerrilleros de las FARC a las cartas enviadas por ciudadanos colombianos luego del plebiscito del 2 de octubre de 2016, y conversar acerca de los significados y posibilidades de esta experiencia.

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Foto: Fundación Enlaza (Una Carta para la Paz)

La iniciativa Una Carta para la Paz

La propuesta surgió cuando después del resultado del plebiscito se sintió el deseo de enviar mensajes de apoyo o solidaridad a los guerrilleros que se encontraban a la espera del inicio del proceso de desmovilización, aún en sus campamentos insurgentes. En respuesta a esta convocatoria de la Fundación Enlaza, que fue apoyada por Rodeemos el Diálogo, se recibieron alrededor de trescientos cincuenta mensajes en los primeros quince días, y al final se hicieron llegar a los campamentos cerca de 600 cartas que se obtuvieron a lo largo de tres meses.

Se puede ver la diferencia entre las primeras, que contenían mensajes más emotivos, y las posteriores, cuando hubo espacio para una decantación de los sentimientos colectivos y se dio paso a una reflexión más profunda. Algunos mencionaban cómo justo después del plebiscito hubo una sensación de lograr “sentir en colectivo”, un sentimiento abstracto que, según un participante de la tertulia, nunca había logrado experimentar en su vida como ciudadano colombiano (era uno de los participantes más jóvenes).

Varias de las cartas contenían reflexiones desde el sentimiento de construcción colectiva posterior a los resultados del 2 de octubre, algunas otras tenían la intención de “dar ánimos” a quienes se desmovilizarían pronto, mientras que varias fueron también un ejercicio de catarsis.

Las respuestas de los guerrilleros

Las respuestas que se han recibido corresponden específicamente a las cartas enviadas al campamento de Ituango, en Antioquia. De otros grupos de cartas enviadas a otros campamentos, como en los llanos del Yarí, aún se espera recibir respuestas.

En total se obtuvieron 81 respuestas, lo cual fue una sorpresa para la Fundación Enlaza, e indicó que los guerrilleros efectivamente comprendieron la importancia del ejercicio de interlocución. Fue interesante para los participantes de la tertulia tener la oportunidad de hacer una lectura entre líneas de los mensajes, y lo que sugirió todo este ejercicio.

Juana nos relata que todas las cartas enviadas, así como las respuestas recibidas, tuvieron en general un tono amable; ninguna contenía insultos, más bien intentaban de alguna manera ponerse en los zapatos de la contraparte, o al menos explicar las posiciones de cada cual, incluso siendo todas respetuosas y de alguna manera amorosas; ello a pesar del contenido político de algunas de las cartas y de que en algunas se manifestaban opiniones divergentes de las del otro.

Algunos de las participantes de la tertulia mencionaban la connotación que tiene la escritura de una carta, diferente a otros medios contemporáneos más inmediatos como el Twitter o el chat, ya que la carta, más si es escrita de puño y letra, permite tener una reflexión más profunda.

Las misivas en general buscaban expresar mensajes de esperanza a personas que se sintieron abandonadas, y les pedían compromiso para mantenerse firmes en el proceso. Ello nos permitió preguntarnos cómo los intercambios entre estas personas desconocidas se conectan a través de la afectividad, y reflexionar sobre cómo se acercan a nosotros también en el nivel emocional. Evidenciaron una interacción que en el futuro se desarrollará de forma cotidiana en el ámbito público entre personas de pensamientos políticos divergentes, incluso contrapuestos, pero que posibilitará un diálogo no violento entre los colombianos.

Los escritores de las cartas, de las dos partes, fueron de diferentes perfiles, edades e intereses, reflejando así el componente individual de la correspondencia.

Algunos retos identificados

  • Cómo lograr mantener viva la correspondencia entre los ciudadanos y los guerrilleros en proceso de desmovilización.
  • Cómo fortalecer el músculo de discusión no violenta, que a su vez alimente el proceso de post-conflicto y una paz positiva.
  • Cómo lograr a través de acciones colectivas e individuales, o individuales que se vuelven colectivas como es el caso de las cartas, rodear el actual momento que sigue siendo muy frágil.

Conclusiones

  • Estos intercambios evidencian que la base de la construcción de un nuevo país se fundamenta en el respeto de la no violencia, sin armas que intermedien entre las personas y sus diferentes puntos de vista.
  • El sentido identitario como componente de la construcción individual es muy fuerte, y en las cartas se percibió también la necesidad de justificación de los puntos de vista desde cada lado; desde cada realidad.
  • Los diálogos permiten el reconocimiento humano; hubo un cuidado por el otro en la escritura, lectura y respuesta de las cartas, fundamentado en el respeto.
  • Se evidencia la necesidad de leernos y estudiarnos los unos a los otros, desde la memoria histórica y escuchándonos; sería muy interesante que esa memoria se fuera leyendo durante el proceso, tanto en las zonas veredales a través de bibliotecas, pero también en los pueblos y las ciudades: en especial, leerla nosotros para entenderlos a ellos.
  • Los guerrilleros en proceso de desmovilización demostraron a través de algunas de sus cartas la claridad que tienen frente a su reincorporación a la vida civil desde el ámbito de lucha política. Este entendimiento tal vez se aleja de la vida cotidiana de nosotros en las ciudades.
  • Este intercambio permitió per se la interacción entre diferentes lugares desde donde se vive Colombia; incluso podrían percibirse dos Colombias distintas.
  • Se debería dar importancia a la sistematización y publicación en la medida de lo posible de estos intercambios ya que, constituyen documentos muy interesantes desde el punto de vista de la construcción de la memoria histórica.
  • Sería ideal que la correspondencia pudiera continuar, y que ahora las 81 personas que recibieron respuesta, puedan volver a responder a los guerrilleros que les han contestado.

Puedes leer las cartas en Una Carta para la Paz. Este es el video de nuestra tertulia:

 

No-Taller ReD en Zona Veredal de Transición y Normalización en Icononzo

6 y 7 marzo de 2017

El Reto

Algunos integrantes del equipo de pedagogía de Rodeemos el Dialogo (ReD) visitamos entre lunes 6 y martes 7 de marzo de 2017, la Zona Veredal de Transición y Normalización (ZVTN) de Icononzo, Tolima, respondiendo a la apertura de las Farc en el proceso de desarme e inicio de implementación del Acuerdo de Paz. ReD considera necesario aprovechar estos espacios de interacción para contribuir a la creación de puentes de comunicación que faciliten la consolidación de una cultura de diálogo.

ReD preparó un no-taller piloto especialmente diseñado para este grupo, con el objetivo principal de generar reflexiones en torno a la reconciliación, teniendo en cuenta aspectos de la identidad individual y grupal, pensando en una futura interacción para la reconciliación con grupos diferentes y opuestos de nuestra sociedad. La propuesta incluyó una metodología dinámica, que buscaba promover la construcción colectiva, con ideas y percepciones propias de los participantes en relación con los temas propuestos, y un diálogo que facilitara la expresión de emociones. El no-taller se planeó como un ejercicio de ocho horas, dividido en cuatro partes, cada una de dos horas.

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El camino, la bienvenida, el almuerzo y el postre

Llegamos a Icononzo, “balcón del Tolima”, a tres horas de Bogotá, cerca de las 11 a.m.; contratamos una camioneta de platón que nos llevara a la Vereda La Fila, donde se ubica la Zona Veredal. Luego de veinte minutos de recorrido ascendente y de caminar una cuesta de 400 metros aproximadamente fuimos recibidos por miembros de las FARC que nos saludaron amablemente, en la zona que han adecuado para la recepción de visitantes.

El área consiste en una agrupación de ranchos hechos con vigas y lona, y piso de tierra aplanada: el primero, un amplio cobertizo con cerca de 12 cubículos laterales para alojamiento de visitantes, y a continuación otro espacio que sirve de salón de reuniones y comedor, con un espacio adyacente de alojamiento, dotado con siete bases de madera con colchonetas de espuma y gran cantidad de cobijas. Y, muy importante, hay allí un punto con varias multitomas de corriente para cargar los celulares. Al lado del salón está la antigua casa de la finca, que consta de un par de habitaciones, un baño, y una cocina abierta. Un poco más lejos subiendo la montaña se pueden observar otros varios ranchos de vigas y lona.

Al llegar nos encontramos con Isabella, quien nos dio la bienvenida, en compañía de varios guerrilleros, algunos eran un poco reservados, otros más abiertos. Nos invitó a almorzar, ¡ya estaba servido!, eran fríjoles, arroz y tajadas de plátano, y un refresco de limonada; allí compartimos también con algunos visitantes, amigos y familiares de los guerrilleros. Mientras comíamos discutimos con Isabella la logística de los no-talleres y acordamos que haríamos las primeras dos sesiones esa misma tarde y las otras dos en la mañana siguiente. Como nuestra propuesta era trabajar con un grupo de 23 personas, los elegidos para participar fueron los integrantes del comité de bienvenida, que incluyó a tres mujeres. Este grupo permanece muy activo ya que, al ser esta zona veredal la de más fácil acceso desde Bogotá y otras ciudades como Ibagué, recibe constantes visitas de diferentes grupos de universidades y organizaciones sociales, interesados en acercarse a interactuar, conocerlos y ofrecer su apoyo.

Después del almuerzo nos contaron como es la zona del campamento que aloja a los guerrilleros; según la descripción, este sector se compone de múltiples estructuras en viga y lona levantadas por ellos mismos, que incluyen también un rancho para la cocina y el almacenamiento de alimentos, un “hospital” donde los miembros entrenados prestan servicios básicos de salud, un amplio espacio para reuniones generales, y varias construcciones de tamaño mediano, “aulas”, donde, todos reciben clases de acuerdo a una programación establecida y al nivel de escolaridad de cada uno, incluyendo clases de sistemas.

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El desarrollo del no-taller

En la tarde dimos inicio a la primera sesión del no-taller. Desde el comienzo de éste, que trataba sobre la reconciliación y la identidad individual y colectiva, nos sorprendió la apertura y seriedad con que cada participante recibió las actividades, y su interés por dar su opinión, así como la cohesión del grupo y la homogeneidad de su pensamiento, donde destacaron con frecuencia en sus intervenciones sus valores, su disciplina, y su sentimiento de deber frente a situaciones de injusticia y desigualdad social.

Al finalizar las actividades del lunes, nos reunimos a comer, y después nos indicaron nuestro lugar de alojamiento. En esas conversaciones fuera de los no-talleres conocimos cómo los guerrilleros están organizados tomando clases en las mañanas, organizando el economato, atendiendo la enfermería, construyendo, sembrando, recibiendo visitantes, entre otras cosas.

A la madrugada del martes despertamos escuchando la rutina de trabajo de los encargados de la recepción, que desde las 4 a.m. limpian, organizan el área, y preparan los alimentos del día al Diomedez Díaz. Después de desayunar llevamos a cabo el tercer bloque, invitando a los participantes a reflexionar sobre otros posibles actores para la reconciliación, sobre cómo creen que estos los perciben, y cómo imaginan que otros grupos perciben a los miembros de las FARC; aunque hubo preocupación al considerar situaciones en que otros no se abrieran a la reconciliación con las FARC, algunos mencionaron la necesidad de la escucha, de mirar al otro a los ojos y hacer una especie de duelo, la necesidad de cambiar el paradigma para negociar el bien común, y también mencionaron la posibilidad de diálogo incluso con los actores de mayor oposición.

Durante el intermedio, antes de comenzar el último bloque, fuimos invitados a atender una  entrevista para NC Noticias, el noticiero de las FARC, donde presentamos a Rodeemos el Diálogo y comentamos sobre el no-taller. Mientras tanto algunos miembros de las FARC estaban siendo entrevistados también, por prensa radial independiente de la región.

Finalizamos el no-taller con un juego de roles sobre la reconciliación entre diversos actores sociales del país, donde ellos debían tomar posiciones distintas e incluso opuestas a las propias. Vimos a los guerrilleros reírse de sus interpretaciones, actuar de manera satírica, sentirse incómodos con en sus personajes, al tiempo que asumían el ejercicio con seriedad, intentado imaginar esos posibles escenarios de encuentro con otros. Aunque les pareció una actividad difícil, la encontraron enriquecedora y nos invitaron a convocar a otros grupos en una próxima ocasión, para poder hacer un ejercicio real con ellos. Algo que se repitió constantemente, no solo durante la jornada del taller sino durante toda la visita, fue la disposición y el acuciante interés del grupo por recibir visitantes para que los conocieran, vieran como viven y conversaran con ellos.

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La despedida

Para cerrar, dejamos los libros El Triunfo Del No y La Granja de Los Animales como un regalo de ReD para su biblioteca. Nos despedimos del grupo de recepción y bienvenida deseándoles suerte, llenos de esperanza acerca de lo que traerán este año y el siguiente para sembrar la paz en Colombia. Al tiempo que bajamos la montaña en espera de nuestro transporte de regreso al pueblo, saludamos y dimos bienvenida a otro colectivo de colombianos que llegaban de visita a la zona, con anhelos similares a los nuestros.

Comunicado Fin del Conflicto

26 de junio de 2016

 

Rodeemos el Diálogo (ReD) se une al júbilo de los colombianos por el anuncio del cese al fuego bilateral, la dejación de armas, las garantías de seguridad y el mecanismos de refrendación anunciado el 23 de junio en La Habana.

Este es un momento para el que nos hemos estado preparando y que hemos anhelado la mayoría de los que hemos vivido toda nuestra vida en un país en guerra.

Felicitamos a los equipos negociadores del Gobierno colombiano y las FARC-EP. Agradecemos a los países acompañantes y garantes, y a Cuba – en particular, país anfitrión – por haber contribuido a concretar este anhelado e histórico acuerdo.

Cuando ReD inició sus actividades hace casi cuatro años en Londres, le apostamos a apoyar moralmente la solución negociada al conflicto armado y contribuir como ciudadanos a la construcción de la paz, a través del diálogo. Ahora, haciendo un recuento de las iniciativas que hemos realizado, quisiéramos creer que hemos aportado, aunque fuere de manera modesta, a los sucesos que estamos presenciando actualmente.

Lo logrado hasta hoy en el proceso de paz es motivo de alegría y esperanza. Lo que viene hacia adelante va a exigir el compromiso de todos los colombianos.

Invitamos al ELN, que a partir del hecho sin precedentes de lograr un acuerdo de tal magnitud con las FARC-EP, se una a ponerle fin al conflicto armado adelantando un proceso de negociación eficaz que contribuya al silencio definitivo de los fusiles en Colombia. De igual forma invitamos al Centro Democrático a desarrollar, con base en lo acordado, un debate constructivo que aporte al criterio de los colombianos que se darán cita en la refrendación.

Por último, queremos reconocer la multiplicidad de iniciativas colombianas que han empezado a florecer en relación con la construcción la paz; cuenten con nosotros para fortalecer este proceso cultivando el diálogo a través del respeto, la generosidad, la honestidad y la solidaridad.

 

Rodeemos el Diálogo

Exhibición Los Rostros del Perdón, Londres. 3 al 20 de Noviembre 2015

El 3 de Noviembre de 2015 en las instalaciones del Consulado de Colombia en Londres se llevó a cabo la inauguración de la exhibición Los Rostros del Perdón, evento organizado por la Fundación Plan Perdón y apoyado por Rodeemos el Diálogo (ReD), St Ethelburga’s, Canning House, la Embajada y el Consulado de Colombia en el Reino Unido. Su apertura se dio en una de esas noches lúgubres, frías y ligeramente lluviosas londinenses que convirtió la sala del consulado en un perfecto resguardo para la reflexión íntima y personal alrededor de las siete imágenes e historias que hacen parte de la exhibición. En este ámbito ceremonial y tras unas breves palabras del Embajador, Dr. Néstor Osorio y la presentación de David Giraldo, director de la Fundación Plan Perdón, los relatos de propias experiencias de perdón y reconciliación de algunos de los casi cuarenta asistentes a la inauguración, no se hicieron esperar.

La exhibición presenta los rostros y las historias de colombianos y colombianas de diferentes edades, que han sido víctimas de cierto tipo de violencia en su país. Algunos han sido víctimas de la guerra, del narcotráfico, de la intolerancia, del maltrato, del abuso sexual o de manoteo escolar. Los Rostros del Perdón enfrenta al visitante con una realidad colombiana que a veces se confunde con cotidianidad y que en ocasiones parece parte esencial de su identidad. Éstos, son retratos de seres humanos reales, con nombre propio, de carne y hueso -como usted o como yo-, que a pesar de su terrible y sentido sufrimiento físico y psicológico decidieron perdonar a sus agresores y continuar adelante con sus vidas en vez de vengar, agredir, sentenciar, odiar o matar. Y que además de enfrentar sus miedos y reajustar sus vidas, se resistieron a quedar en el olvido de esa efímera memoria colectiva Colombiana, para contar su historia y ser ejemplo del perdón, el valor y la esperanza. Son entonces las imágenes de estos héroes del perdón, las que la exhibición trae para la comunidad colombiana y todos los interesados hasta el 20 de Noviembre de 2015 en el Consulado de Colombia en Londres.

Pre-event

Esta exhibición es una oportunidad para reflexionar acerca de las experiencias individuales de perdón, el diálogo y la reconciliación, y su potencial como herramientas de cohesión social claves para reformar la cotidianidad colombiana y su misma identidad más allá de la eventual salida negociada a los 50 años de conflicto colombiano que se negocia actualmente en La Habana.

Con su participación en este evento, los miembros de Rodeemos el Diálogo (ReD) reafirman una vez más su misión de promoción de la cultura del diálogo entre colombianos, colombianas, amigos y amigas de Colombia creyentes en la salida negociada al conflicto armado colombiano.

ReD agradece a Plan Perdón, al Cónsul General Rafael Merchán, el capítulo de javerianos en el Reino Unido y a todas las organizaciones convocantes por permitir nuestra participación en esta memorable iniciativa y hacerla un evento gratuito y abierto al público londinense en general.

Víctimas en el exterior: ¿Qué papel juegan y jugarán en el proceso de paz?

Víctimas en el exterior: ¿Qué papel juegan y jugarán en el proceso de paz?

Análisis de coyuntura

Juan Carlos Villamizar

Analista CODHES

Aunque parezca obvio en una comunidad impactada frontalmente por la guerra y que tuvo que abandonar el país para salvaguardar su vida, preguntarse por el estado de un proceso de paz,  vislumbrar un regreso a partir de la firma de un acuerdo no es un tema que esté en las prioridades e intereses. Para miles de personas residentes en el exterior la paz es tan distante como el exilio.

Los últimos acontecimientos relacionados con la negociación en La Habana y las conversaciones con el ELN dan cuenta de avances significativos hacia la irreversibilidad de la negociación. ¿Qué es la irreversibilidad? es un límite a partir del cual el proceso entra en un punto de no retorno. Luego de un cese al fuego unilateral decretado por parte de las FARC en diciembre de 2014 y la suspensión de bombardeos por parte del Gobierno en marzo de 2015 vino un escalamiento del conflicto a causa del ataque a un campamento del ejecito por parte de las Farc que dejó 11 soldados muertos en el Cauca el pasado mes de abril. Posterior a ello, se reanudaron los bombardeos y en uno de ellos murieron 26 guerrilleros, entre ellos dos que habían sido parte del equipo negociador y estaban haciendo pedagogía en las filas, situación que conllevo a la suspensión del cese unilateral de las Farc.

Tras la reanudación de los ataques de las FARC a la fuerza pública y a la  infraestructura  petrolera, la sociedad civil, pero sobre todo la comunidad internacional, jugaron un papel fundamental en solucionar la crisis que se estaba gestando en La Habana. Por primera vez, los delegados del Gobierno cubano y noruego hicieron público un comunicado de prensa en el que llamaban a las partes a desescalar la intensidad del conflicto. A primera vista resulta extraño que durante esas semanas de enfrentamientos, atentados y bombardeos la Mesa de Negociación no haya dejado de sesionar, sin embargo, no lo es. Las partes siguieron el guion establecido, el de negociar en medio de la guerra y no levantarse de la mesa independientemente de la intensidad de la confrontación, eso explica porque mientras el país vivía un recrudecimiento de la violencia las partes seguían cumpliendo con los ciclos de negociación.

Aun así los principios que rigen la mesa no son lineales y los efectos de la reanudación de la guerra a gran escala provocaron la desafección de gran parte de la sociedad colombiana y la presión internacional. Luego del comunicado público de los países facilitadores, Noruega y Cuba, además de diversas manifestaciones de la sociedad civil colombiana, las FARC volvieron a declarar un cese unilateral del fuego y el Presidente ordenó parar los bombardeos aéreos. El 12 de julio las partes acordaron “desescalar en Colombia y acelerar en La Habana”,  el Presidente de la República fijó un plazo de cuatro meses para evaluar los avances.

Al margen del ruido producido por la confrontación armada, la última fase de la negociación en La Habana ha dejado resultados tangibles de mucha relevancia. Comenzó el proceso de desminado en Antioquia, se acordó la creación de una futura Comisión de la Verdad y la comunidad internacional ha nombrado delegados para acompañar la recta final de la negociación, ese es el caso de Estados Unidos, Alemania, la ONU, Uruguay y previsiblemente el Vaticano. El debate de fondo tiene dos elementos que aún no terminan de encontrar su cauce, se trata de la elaboración de un mecanismo de justicia transicional que  logre un balance entre amnistías a delitos políticos y conexos y penas para los crímenes internacionales por una parte y la satisfacción de los derechos de las víctimas por la otra. Es entendible que sean dos temas muy sensibles para la sociedad colombiana, prueba de ello es la polarización que hay en las opiniones cuando se trata de establecer unos lineamientos básicos de aplicación de justicia para los involucrados en el conflicto, al tiempo para suscribir un acuerdo lo suficientemente amplio y reparador para las víctimas.

Un proceso para reparar y restituir derechos a las víctimas

Desde el primer momento el proceso de negociación se ha constituido en una oportunidad para la reparación integral de las víctimas del conflicto armado. Las declaraciones de las partes en este sentido han recalcado la importancia central de clarificar responsabilidades, dignificar la memoria, restituir las tierras, resarcir el daño y garantizar la no repetición de los hechos. Las delegaciones del Gobierno y de las FARC hicieron una declaración conjunta presentando los 10 principios para discutir el quinto punto de agenda y reconociendo las victimas que ha dejado a su paso el accionar militar. No es un reconocimiento menor, incluso en los años más dramáticos de la confrontación y bajo pruebas fehacientes de los hechos los organismos de seguridad del Estado y la Insurgencia han sido reacios a dichos reconocimientos.

Una cosa es que la Mesa discuta sobre víctimas y otra muy distinta que garantice su participación. En ese mismo comunicado acordó delegar a la ONU, Universidad Nacional y Conferencia Episcopal de Colombia la realización de tres foros regionales y uno nacional de víctimas además de definir 5 delegaciones de 12 personas que representaran todas las violencias ligadas al conflicto armado colombiano.

El desarrollo de los foros y las audiencias con las delegaciones en La Habana dejaron en evidencia varios aspectos que sugieren una reflexión más detallada. Por una parte que la sociedad colombiana se encuentra muy polarizada y que el concepto de la paz en el imaginario colectivo no va ligado al ejercicio de la reconciliación, prueba de ello fueron los altercados en los foros nacionales entre víctimas de Estado y víctimas de las FARC. En el fondo de este rechazo mutuo se encuentra la falta de reciprocidad para reconocerse unos a otros en su condición de víctimas, justificar desde las perversas razones que se esgrimen para alentar la guerra los motivos que causaron un hecho victmizante (ej.: a ustedes los asesinaron por ser auxiliadores de la guerrilla, a aquel lo extorsionaron porque financiaba a los paramilitares etc.) y finalmente por actitudes orientadas desde intereses políticos. En el caso de las delegaciones se presentaron amenazas y hostigamientos a las víctimas que decidieron participar en el proceso y reunirse con los negociadores. En segundo lugar que las medidas tomadas hasta el momento por parte del Estado para asistir y resarcir el daño en las víctimas sigue siendo insuficiente. En tercer lugar quedó en evidencia la invisibilidad hasta último momento de las víctimas en el exterior. Sobre este punto volveremos más adelante, entre tanto lo que queda de manifiesto después de desarrollar varios ejercicios de participación como los anteriormente descritos queda claro que una tarea urgente es desmontar las actitudes y los lenguajes beligerantes que distorsionan el trabajo por la reconciliación y que esta tarea recaerá en la práctica sobre la sociedad civil organizada .

Existen muchas expectativas sobre los alcances del acuerdo sobre víctimas que surja de la mesa de negociación. Uno, porque tendrá el reto de recoger las propuestas realizadas en los foros, enviadas por los sectores sociales y por las personas que a título individual aportaron sus reflexiones a los negociadores. Dos, porque el acuerdo obligará seguramente a la reformulación de la Ley 1448 y ubicará los nuevos principios rectores sobre el proceso de reparación integral y reconocimiento de las víctimas. Tres, porque como lo han planteado diversos analistas, la amplitud en el reconocimiento de las reivindicaciones de las víctimas será en el fondo el reconocimiento de los problemas estructurales que han causado la confrontación y en consecuencia la piedra angular de otros puntos de la agenda, en particular incidirá en la subcomisión de fin del conflicto. Todo ello sin ignorar que los reconocimientos suscritos en ese acuerdo incidirán en el modelo de justicia transicional que acoja la Mesa como mecanismo de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

 Para qué negociar?

A priori un proceso de paz es una negociación entre dos partes sumidas en una confrontación armada para lograr acuerdos que pongan fin al uso de las armas, esto no significa y mucho menos garantiza la resolución del conflicto. Esta idea, sencilla pero muy relevante para mantener en su justa medida las expectativas frente a la paz, se va extendiendo poco a poco en la sociedad colombiana, que firmar un acuerdo no acabara con el conflicto ni las causas que lo generan. Entonces ¿para qué un proceso de paz? A parte de resultados tangibles y directos derivados de las conversaciones como el proceso de desminado iniciado en Antioquia o el compromiso de la insurgencia de no reclutar y desvincular a los menores de sus filas, la creación de la subcomisión de género para abordar el difícil tema de la violencia sexual ligada al conflicto y otros aspectos sustantivos, el proceso de paz genera un clima en el cual se desescala el escenario de confrontación y la sociedad civil tiene un margen para la participación. Un efecto concreto ha sido la decisión del Gobierno Nacional de suspender las fumigaciones aéreas con glifosato que fueron durante los últimos 15 años un inamovible de la política antidrogas del Estado y que por otra parte era foco de múltiples denuncias por parte de organizaciones de derechos humanos y comunidades indígenas y campesinas de las zonas afectadas. Se trata si de resolver el conflicto armado, evidentemente, pero subyace el objetivo de restituir derechos y reparar individual y colectivamente a la sociedad colombiana.

Otro debate surgido a partir de ese “clima propicio” tuvo que ver con los colombianos y colombianas en el exterior. Hace un momento enunciábamos la invisibilidad de las víctimas en el exterior que hasta hace muy poco no contaban con ningún tipo de política que mitigara los efectos de un desplazamiento forzado transnacional. La ley 1448 no recoge específicamente el hecho y toda referencia sobre casi 400 mil personas, según cifras de ACNUR, se circunscribe a una mención. El informe emblemático del Centro Nacional de Memoria Histórica “Basta Ya” directamente omitió el relato del exilio y en la legislación colombiana no existe tipificación alguna sobre este hecho victimizante. En este contexto las posibilidades de participación en el proceso de paz eran escasas, sin embargo un movimiento organizado de víctimas en el exterior que se creó justamente para demandar voz propia en la discusión del quinto punto de agenda y el esfuerzo de las organizaciones acompañantes permitió que se abriera un espacio de participación en el proceso de paz. Las consecuencias han sido múltiples y muy variadas, aunque no es un tema con mucha fuerza en las discusiones de la Mesa, el tema está allí y eso en sí mismo representa un avance. El Centro Nacional de Memoria Histórica abrió una línea de investigación exclusiva que permitirá recoger los testimonios de las víctimas en el exterior. La Unidad de Víctimas y de Restitución de Tierras está implementando gradualmente medidas para ampliar la cobertura en el exterior.

Algunas de las más importantes organizaciones acompañantes y de víctimas se han unido en un esfuerzo por elaborar una política pública integral para las personas en condición de refugio constituyendo una Comisión especializada en temas de exilio y reconciliación.

Finalmente todos los debates promovidos a partir de esta coyuntura le han dado una dimensión regional al problema y en consecuencia se están vinculando organizaciones de otros países en las elaboraciones que ha emprendido dicha Comisión.

En el mes de abril la Comisión Primera de Senado y Cámara convocó al primer debate de control político sobre víctimas en el exterior. Es significativo que en un contexto tan difícil se haya promovido un debate de estas características. Es sin duda en medio de ese ambiente proclive de una negociación y la capacidad de las organizaciones por posicionar el tema la que generan esos resultados. El debate en el momento político y social que vive Colombia dejó algunos desarrollos a los que cabe hacer un seguimiento exhaustivo. Por una parte se creó una subcomisión de seguimiento de Senado y Cámara para víctimas en el exterior. Se fortaleció la iniciativa de la Unidad de Víctimas de crear una mesa interinstitucional para coordinar al interior del Estado las acciones en materia de connacionales (colombianos y colombianas residentes en el exterior). Supuso el primer paso para acelerar un debate muchas veces postergado sobre la participación de las personas refugiadas en la Mesa Nacional de Víctimas y en el Consejo Nacional de Paz. Todas estas iniciativas y avances surgidos en el marco de una negociación política del conflicto buscan mejorar las condiciones de vida de las personas que han tenido que abandonar el país a causa de la violencia, restituirles sus derechos perdidos o vulnerados y procurar la posibilidad de un retorno digno.

En próximas semanas el país espera conocer el acuerdo sobre el quinto punto de agenda sobre víctimas, varios de los supuestos aquí contemplados quedarán clarificados con ese documento. Se  está avanzando en mecanismos para la participación del exilio colombiano en la política pública de Reparación Integral y en escenarios de construcción de paz, además se espera un anuncio del inicio de conversaciones con el ELN que abrirá seguramente otros espacios de participación que redundan en el mismo esfuerzo de reparación y restitución de derechos.

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